miércoles, 28 de mayo de 2008

Día 12: Se acabó

En fin, se que muchos de vosotros os estareis preguntando porqué hace un par de días que no escribo, y con razón. El día 10, recibí una llamada de mi familia informándome de que mi madre estaba hospitalizada, así que decidimos regresar, haciendo dos días de ruta a toda hostia desde Gstaad. Por el camino nos acogieron Flo y Carmen, a los que tengo que darles gracias mil por su hospitalidad, realmente han sido magníficos huéspedes y espero que el vino esté bueno, ya nos contareis. Os dejo por una temporada, no tengo ni idea de cuando continuarán nuestras aventuras, así que sólo me queda dejar aquí un hasta luego....

Por si os interesa, los víajes del día 11 y 12.

lunes, 26 de mayo de 2008

Día 9: Chateu de Chillon - Gruyéres - Gstaad

Buff, vaya día más cojonudo el de hoy, En primer lugar salimos del hotel (esta vez tocaba uno baratito después del luzajo de Zürich) camino de un castillo gótico que hay entre Lausanne y Ginebra. Me ahorraré los detalles porque la parte más bonita del castillo estaba siendo restaurada así que no hice más que una foto y nos fuimos camino de uno de los castillos más emblemáticos de Suiza, el Chateau de Chillon.

Este bonito castillo está situado en un extremo del lago Leman, en un lugar dónde la montaña se junta con el agua. Aparcamos el coche en una zona azul a la antigua usanza (de las de poner una ruedecita con la hora) y decidimos entrar dentro a verlo sala por sala. Tras pagar unos 14€ de entrada por los dos, fuimos viendo como vivían en aquella época, y este castillo, a diferencia de los de Francia que sufrieron la revolución francesa, tenía muy bien conservados elementos de los momentos de mayor esplendor del castillo (allá por el siglo XIII). Nos pasamos más o menos dos horitas deambulando antes de partir hacia el siguiente objetivo, Gruyéres.

Nada más llegar, tras subir la colina a pie, lo primero fue tomarnos unos helados magníficos, yo de melón y naranja sanguina y Bea de amaretto y lichis. Este pueblo, no sólo es famoso por el queso, sino que también es muy conocido por ser un pueblecito medieval encantador, en lo alto de una colina, y por poseer un castillo magnífico. Ahhhh, amigos freaks, también es conocido por ser el pueblo dónde se aloja uno de mis diseñadores favoritos desde mi adolescencia, H.R. Giger. Giger es principalmente conocido por ser el diseñador del monstruo de la saga de películas Alien, aunque ha hecho bastante más diseños para el cine, incluyendo unos maravillosos pero descartados diseños para la película Dune. Como buen freak que soy fuimos al museo a ver sus originales, en su mayor parte acrílicos, en los que no hay color con verlos en un libro de ilustraciones, sobre todo por la sensación de profundidad que producen. Además, otra de las joyas de la corona, es un conjunto de sillas y mesa de madera conocidas como la mesa Harkonen. En fin, tras salir del museo decidimos ser más freaks todavía e irnos a tomar algo al bar del museo, que tenía una decoración espectacular con unas sillas imitación al juego Harkonen. Partimos camino del mayor lujazo del viaje, el Gran Hotel Bellevue, en Gstaad.

Camino del hotel ya íbamos disfrutando de las vistas. Las montañas, de unos 2000m, rodeaban una bella carretera que serpenteaba por el valle, entre chalets alpinos, ganado y el tren. Nada mása llegar al hotel, un botones nos cogió las maletas y nos acompañó a recepción. Allí fuimos agasajados con una copa de champagne de bienvenida mientras nos preparaban el check-in. Cuando acabamos de tomar las copas nos acompañaron a la habitación y nada más entrar flipamos. Una cama acojonante, una tele brutal y un baño, que nos hizo doblarnos de la risa. ¡La taza del vater tebía manual de instrucciones! Fue la risa. Resulta que cuando acabas con tus cosas, mantienes apretado un botón con el codo y te echa un chorrito para limpiarte el ojete, con perdón. Cuando acaba, sale un secador que te seca el susosdicho xD. Todavía nos oyen descojonarnos. Y es un invento suizo! En cuanto acabamos de flipar bajamos a la zona de spa, para flipar más todavía. Elegimos unos masajes para mañana y, como ya me habían advertido comentarios por internet, la zona spa de este sitio es nudista, así que toca ir en bolas xD. Bueno, vas en albornoz, pero todas las saunas son mixtas y vas en pelota picada. Echamos un primer vistazo a las diversas saunas, todas con grados de humedad y temperaturas diferentes, y nos decidimos por un baño de vapor a 45º y 100% de humedad con aroma a eucalipto, que nos dejó en plena forma. Tras acabar allí fuimos a una sauna finlandesa, en el exterior. Allí nos tumbamos en el interior un rato y luego salimos a refrescarnos hacía unas zonas que tienen en varios sitios en el spa con fruta fresca e infusiones gratuitas. Tras tomarnos un te tumbados fuera, subimos a la piscina, dónde nos metimos un rato en el jacuzzi y nadamos en la piscina, que tenía los laterales del techo iluminados con leds que cambiaban de color cada cierto tiempo poniendo el agua de ese color, era precioso. Para terminar, una sauna húmeda light y para bajar el calor, una especie de nevera dónde te metes y hay hielo para pasarse por el cuerpo. Deprisa corriendo subimos para vestirnos e ir a cenar.

La cena fue otro punto y aparte. El hotel tiene dos restaurantes, uno con comida más tradicional y otro más innovador. Al final tiramos por lo tradicional, que no por ello menos rico. Para empezar pedimos foie a la plancha con mango para compartir, y de segundo Bea loup de mer con verduritas y yo cordero confitado (me entró hambre viéndolos correteando por Gruyéres). Mientras esperábamos nos trajeron pan y una especie de nata salada para untar. Después nos trajeron un mousse de roquefort con caviar. Huelga decir que estaba todo buenísimo y en sus punto y que el trato fue del máximo nivel, nos atendió la Maitre que hablaba castellano. De postre Bea tomó trocitos de fresa con vainilla con sorbete de albahaca y una galletita de balsámico y yo tomé un pastel de chocolate con leche y frutos rojos. Tras acabar el suculento postre nos fuimos a dar un paseo por el jardín antes de subir a la habitación. Mañana toca día de relax, que hay que cargar pilas para seguir el viaje. Como nota informativa, llevamos 3100Km.

La ruta aqui.

sábado, 24 de mayo de 2008

Día 8: Solothurn - Bern - Freiburg - Lausanne

Salimos hoy de Zürich con intención de acabar el día en el Lago Leman, pegados a la frontera con Francia en el oeste. La idea en estos momentos es ir rodeando Suiza por el norte, dormir en Laussane hoy, pasar dos días por la zona de Gstaad y acabar por el sur la vuelta a Suiza.

En fin, que salimos por la mañanita camino de Solothurn, capital del cantón homónimo. La guía visual del País Aguilar no nos está gustando demasiado. Quizás para alguna gente que los sitios no estén puntuados y que te guíes por las fotos pueda ser bueno, pero para nosotros no. El problema surge cuando las fotos no están demasiado bien escogidas. Ese fue el caso de Solothurn, dónde cualquiera de las fotos que he hecho yo (y me considero extremadamente mediocre fotógrafo) son mejores que las escogidas en la guía. Realmente lo de tener mapas con los sitios con colores según su importancia puede ser más atractivo que esta guía que me está pareciendo insulsa y desordenada. En fin, a lo que vamos. Solothurn es una preciosidad de ciudad barroca, con un montón de rinconcitos en los que pararte a mirar edificios, fuentes o estatuas. Además es una ciudad con un centro histórico muy tranquilo, con una cantidad de turistas prácticamente nula, y llena de gente amable. Nada más aparcar el coche en zona azul, nos dirigimos hacia el centro guiados por las agujas de la catedral neoclásica. En Suiza los comercios cierran pronto los sábados, a eso de las cinco de la tarde, así que fuimos en busca de caprichos. Lo primero es lo primero, y había que comer algo, así que nos acercamos a una pastelería con una pinta magnífica. Yo me compré un pastel de melocotón y Bea un pastel de chocolate riquísimo. Más adelante vimos unas terracita que tenía comida para llevar. Nos cogimos una salchicha de pollo que era servida en un cartón con un poco de mostaza y un cacho de pan. Llovía un poco, (no como en Coruña!) pero en Suiza parece que a nadie le importe. Quizás sea porque casi no hay humedad a pesar de la lluvia, con lo que la gente si llueve poco pasa de llevar ni siquiera una cazadora. Paraguas creo hemos visto un par de ellos nada más, aunque es cierto que no nos ha llovido de verdad todavía. Paseamos y callejeamos, y Bea se compró unas zapatos y un vestido muy chulos. Cuando se nos acabó la zona azul partimos camino del siguiente destino, Berna.

El centro Berna está lleno de edificios antiguos todos del mismo color, con las calles llenas de banderas con los escudos de la ciudad, simpre representada por los osos, que son el símbolo de la ciudad. Dejamos el coche en un parking del centro y nos fuimos a pasear, que ya quedaba poco para el cierre. Al poco de caminar nos metimos en una tienda de 5 pisos de material deportivo, a ver si encontraba unos pantalones de monte, que me di cuenta que no llevaba ninguno y todavía contmos con hacer algo de senderismo. No os penseis que era enorme, ya que las plantas eran pequeñas, pero en Berna cada casa es una tienda o un conjunto de ellas, que muestran sus productos en vitrinas de la calle para que luego vayas al piso dónde se encuentran. La tienda tenía un curioso ascensor que no paraba si no que te subías en marcha. El material dentro era cojonudo, pero muy caro. Las botas de montaña eran lo mejor de todo, super rudas y con pinta de aguantar una subida al Cervino sin despeinarse, pero no bajaban de 200€. Pensamos también en pillar unos bastones, pero tampoco bajaban de 120€ la pareja, así que habrá que buscar un decathlon en Suiza o algo xD. La ciudad estaba llena también, de pastelerías con una pinta que si viviera aquí engordaría a kilo por semana. Recorrimos arriba y abajo el centro para acabar en la catedral, sentarnos un ratito, y salir en dirección a Lausanne.

De camino al hotel, paseamos en coche por el centro de Freibourg (la de Suiza, no confundir con la que está en Alemania), que tenía una pinta magnífica, pero nos quedamaos sin tiempo. Por el camino hacia allí escapamos de la autopista y fuimos por una carretera por enmedio de granjas con vacas cargadas de pesados cencerros que pastaban por serpenteantes colinas. Recorrimos también Lausanne en coche, pasando por delante de la catedral y bajando hasta el lago, aunque en comparación con el resto de las cosas que vimos a lo largo del día no nos pareció gran cosa. Ahora a descansar en el hotel viendo, como buenos freaks que somos, Eurovision.

La ruta de hoy, creo que la pondré aqui.

Día 7: Zürich

Salimos por la mañana, tras desayunar en el hotel, camino de Zürich. La idea era ver la ciudad y tomarse el asunto de forma relajada, que los días en el camino a veces pesan un poco, y ya nos tardaba llegar al Spa de Gstaad el domingo. Así pues, ayer cogimos un buen hotel cerca del centro de Zürich, que al final ha resultado ser un sitio muy moderno con una habitación estupenda, aunque no tenga vistas.

Antes de coger la habitación, como era pronto, nos fuimos al jardín chino, un regalo de un pueblo de China a Zürich como regalo por haberles hecho el alcantarillado y el suministro de agua potable. El jardín era pequeño pero muy bonito, y nos pasamos un buen rato mirando para cada detalle. Cuando nos cansamos subimos al hotel y, tras ver que no comentabais nada (será por la lluvia, que parece que os llueve), bajamos a dar una vuelta por el centro comercial anexo, que era bastante espectacular. Recorrimos muchas tiendas para gente "normal" (nada que ver con las tiendas del centro de Gucci y Rolex), descubrimos que Jaime Oliver tiene una linea de productos (incluyendo sartenes Tefal, cominaciones de especias, mandiles...) e hicimos una compra de comida en el supermercado, incluyendo como no fiambres, quesos y galletas, que hay que cuidarse!

Subimos la compra al hotel e hicimos una merienda-cena antes de bajar a pie hasta el centro. Allí paseamos un poco por la orilla del lago, subimos por los bordes del río para ver las iglesias que lo bordean, y tras perdernos un poc por la zona más rica de la ciudad, bajamos por la calle de las tiendas megahipercaras, para ver que el 90% de las tiendas de ropa tenían cosas feas y horriblemente caras.

Por último subimos en tranvía al hotel, sin saber muy bien como funcionaba el sistema de tickets y dando un rodeo de cojones porque el que cogimos se suponía que llegaba hasta el hotel pero dio la vuelta antes (supongo que ese recorrio lo hará a otra hora o dios sabe, no llevo muy bien el alemán). Así que dimos la vuelta completa (turismo le llaman) con esa línea antes de hacer un trasbordo que nos llevaría hasta el hotel a descansar a todo trapo.

Hoy la ruta es escasa, pero igualmente va aquí.

viernes, 23 de mayo de 2008

Día 6: Como - Lugano - Bellinzona - Luzern

Vaya día el de hoy... Por la mañana nos levantamos en el hotel de Como y había una niebla mañanera que nos impedía ver el lago. Desayunamos en el hotel un buffet bastante sencillito y partimos hacia Suiza. La verdad, acostumbrado al relativo orden y silencio franceses, lo poco que hemos pisado de Italia me ha parecido desordenado, y la gente ruidosa y por momentos maleducada, aunque he de reconocer que los empleados del hotel han sido muy amables. Partimos pues camino del cantón suizo del Ticino.

Me habían avisado de que las normativas y regulaciones suizas eran muy estrictas con los fiambre y quesos y que solían registrar los maleteros pero, la verdad, ni nos pidieron el DNI. No se si es que en Octubre entran oficalmente en Schengen y están relajando las cosas, pero si lo llego a saber hago alguna compra más en Francia. Al llegar llenamos el depósito, ya que en Suiza el diesel está casi al mismo precio que en España y es más barato que en Italia y Francia. Vimos un centro comercial y decidimos ir a comprar algunas cosas. Cuando fuimos al parking, nos da ticket y resulta que estaba cerrado, con lo que nos quedamos atrapados entre una puerta cerrada con llave y una barrera de parking bajada. Al cabo de un rato pareció un segureta y muy amable nos subió la barrera y nos fuimos. Resulta que más tarde nos enteramos que era festivo en Suiza, así que todos los comercios estaban cerrados. Con un poco de rabia recorrimos en coche Lugano y nos fuimos camino de los famosos castillos de Bellinzona. El tiempo seguía lánguido cayendo una lluvia muy fina. Visitamos uno de los castillos al azar y nos pareció precioso ver un castillo medieval tan antiguo (S. XII) y tan bien conservado. Dimos otra vuelta y nos dirigimos hacia el plato fuerte del día, Lucerna.

Lo primero que hicimos es ir hasta el hotel que teníamos reservado, a 3 Km del centro con vistas al lago. Tras unos pequeños problemillas con la reserva (no encontraban el email), preguntamos unas cosillas y subimos a la habitación, muy maja y con una terraza dónde merendamos el apertivo de bievenida que nos dió la recepcionista, compuesto por unos quesitos de aspecto parecido al Camembert pero más suave de sabor y un par de trozos de pan con frutos secos. Como la distancia era corta fuimos andando por un paseo que recorría la orilla del lago. El ambiente era de cuento, y el parquecito que seguía al paseo estaba lleno de flores y árboles. En la orilla del lago nadaban patos y cisnes (nada de ocas tocapelotas), y pasamos al lado de un campeonato de ¡volley playa! Que decir de Lucerna, es encantadora. Al final Nando tenía razón y todo, decidle de mi parte que le debo una. Recorrimos una y mil veces las calles, las iglesias, el puente de madera, un poco de las murallas. La arquitectura es preciosa, y quitando los coches, no se oye un ruido en la calle aunque tengas gente pasaeando o niños jugando, todo el mundo habla en voz muy baja. A la vuelta nos fuimos a cenar al restaurante del hotel gemelo al nuestro. Generalmente está abierto hasta muy tarde (cierra a las 24:00) pero hoy cerraba a las 22:00 y en vez de la carta normal tenían una más pequeña. Aun así pudimos tomar una especie de pizza de masa muy fina de salmón ahumado y un solomillo de ternera con verduras y raviollis. Estaba todo delicioso, y las vistas al lago desde el comedor hacían que todo supiera mejor. Con esto y un bizcocho....


La ruta del día, aqui

jueves, 22 de mayo de 2008

Día 5: Cannes - Nice - Monaco - Como

Hoy tocaba ver la última parte de la costa azul, la más escabrosa (geográficamente hablando). Nada mas salir del hotel nos fuimos a despedirnos de Cannes y a recorrer el paseo de día. Había bastante ambiente, pero nada que ver con la noche anterior. Recorrimos la playa y el puerto y nos fuimos camino de Niza.

Llegamos al centro de Niza y dejamos el coche en el parking del centro. Pasamos de ir a ver ningún monumento (Lo más parecido que vimos fue la catedral ortodoxa, muy bonita, pero de de lejos) y nos dedicamos a callejear y callejear. Es una ciudad muy agradable para pasear y comprar y tomar algo en una terraza... Recorrimos las calles peatonales mirando en las tiendas, comprando alguna tontería en una tienda de delicatessens. Tras una par de vueltas, nos fuimos a ver la playa, que en la ciudad es en su mayor parte de cantos rodados. Todo está montado con casinos y chiringuitos de alquiler de hamacas. Lo que más impresionaba era el color del mar, con un azul claro muy intenso. Cuando los pies nos dijeron basta, cogimos el coche camino de Mónaco.

Decidimos hacer el camino por la costa y pasar de autopistas, ya que sólo son 20 Km. Antes de ascender pasamos por el puerto donde vimos el ferry que parte hacia Córcega, que queda para otro momento. El camino hacia Mónco fue brutal, por carreteras que serpenteaban entre mansiones al borde de acantilados desde los que se tenía impresionantes panorámicas de Niza. Al llegar al principado, aquello era un caos. Lo mejor de estas cosas es que no las planeas, porque nos dimos cuenta ayer de que este fin de semana es el gran premio. Lo primero fue buscar el circuito y recorrerlo, al menos una vez, ya que el tráfico era bestial. Estaba ya todo preparado y vallado, el ajetreo en los boxes era un no parar de mecánicos, prensa y curiosos. Acabamos la vuelta y fuimos a comprar al ¡Carrefour Mónaco! Hubo que darse algo de prisa, porque la primera hora de parking era gratis, pero luego costaba 3€ veinte minutos. Compramos unas pocas provisiones (poco se puede meter en Suiza) y comimos en un sushi bar - comida rápida. Era lo más parecido al McDonalds de la comida oriental que os podais imaginar, con menús de miso y sushi por 10€. Cogimos el coche y no pudimos resistirnos a dar otra vuelta más antes de partir hacia Como, ya en Italia muy cerca de Suiza.

El camino hasta Como fue espectacular por la costa Italiana en cuanto a la carretera, donde vas durante 140Km de viaducto a tunel, de tunel a viaducto y tiro porque me toca. La verdad si se nota mucha diferencia con respecto a Francia. Las autopistas están bastante peor, en los peajes casi ni te miran a la cara mientras te cobran, en fin. Esta noche dormimos en un hotelito con vistas al Lago, en el medio del monte (la subida fue la leche, a ver como bajamos mañana...)

PD: Ya he mandado la postal desde Francia al curre. Avisadme cuando os llegue!

La ruta, adivinad donde... aqui!

miércoles, 21 de mayo de 2008

Día 4: Avignon - Arlés - Cannes

El día de hoy ha sido completito, completito. Siento que leais esto junto con el día 21, pero el hotel en el que pasamos esta noche no tenía wifi a un precio razonable, así que toca leer dos días seguidos, espero que no suponga un atracón.

A lo que íbamos, hoy salimos del hotel a eso de las 11. Ya que estábamos en Avignon, y yo algo había leído de que allí había residido el papa, nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Tras dar unas vueltas con el coche y respirar un poco el ambiente de la zona centro (muy relajado), aparcamos en un parking inmenso bajo la plaza del que un día fuera palacio del papa. Tras subir un par de pisos en ascensor, paseamos un poco. No se como describiros el ambiente, pero era idílico cuando menos. Las casas y los edificios emblemáticos eran todos de color blanco, hechos de una piebra caliza no muy resistente (se veían desconchados superficiales en las piedras). Subimos por una rampa que llevaba a un jardín desde el que se podía ver el Ródano y un famoso puente de la ciudad. Tras bordear el palacio decidimos entrar. En el interior, la plaza principal estaba cubierta de modernas gradas, ya que se celebran conciertos allí desde Mayo hasta Septiembre, tiene que ser una pasada. Las salas eran espectaculares todavía a día de hoy, y eso que tras un incendio y la revolución francesa se han perdido muchas esculturas, tapices y grabados de la época. Salimos, ya a eso de las dos y callejeamos un poco más por recovecos encantadores, hicimos una parada técnica en una panadería y compramos un riquísimo pan con aceitunas. Una última vuelta y arrancamos dirección Arlés.

Son una pasada los colores de la Provenza en Francia. El paisaje está salpicado entre el verde de la vegetación por el rojo de las amapolas (crecen hasta en las vías del tren) y el violeta de la lavanda. En Arlés se respira un poco de Italia, ya se nota que nos vamos acercando. Nos dirigimos hacia el anfiteatro romano, que estaban restaurando, para ver al menos el exterior. El casco antiguo de la ciudad es un labeinto de calles estrechísimas empedradas. Nos quedamos media hora paseando y paramaos a tomar un helado en una terracita. Todo muy rico.

Al salir de allí nos toca panzada de kilómetros en dirección al hotel cerca de Cannes. Decidimos ir por las carreteras de costa y eso hace largo el viaje, incluso por momentos tedioso (atravesamos Toulon con un atasco de tres pares), aunque en otros lugares se hace especialmente reconfortante. No os podeis imaginar como es el paisaje de la costa azul. Por momentos masificado, no deja de ser espectacular. Las casas parecen colgar de las montañas, y las carreteras serpentean por los bordes de aunténticas montañas pegadas al mar. Llegamos al hotel elegido, hoy toca lujazo. Encontramos un cuatro estrellas a quince km de cannes por muy buen precio y nos lanzamos. Es un lujazo, con playa privada y piscina (que no creo lleguemos a disfrutar, pero bueno), un jardín muy bonito y una habitación enorme con una terraza desde la que se ve el mediterráneo y desde la que estoy escribiendo en estos momentos. Tras registrarnos en el hotel, nos largamos echando leches hacia Cannes, a ver que ambientillo había en el festival.

La verdad es que Cannes un día como hoy es espectacular. No os hablé del tiempo, pero hoy tuvimos mucha suerte. En Avignon y Arlés estuvimos a unos 24º, con el sol saliendo entre las nubes. Por el camino nos llovió algo (había previsiones de tormenta). Lo que no contábamos es con la noche tan fabulosa que había en Cannes (20º a las diez). Ligeros de ropa bajamos a empaparnos de la noche de la ciudad. Dimos unas vueltas con el coche antes de decidirnos a dejarlo en un parking en el puerto, desde el que llegábamos en poco tiempo al meollo del asunto. Lo que no contábamos es que hubiera una alfombra roja desplegada y un montón de famosos subiendo por ella. Nos quedamos un rato viendo a la gente curiosear y todo el despliegue de medios mientras tomábamos un helado en una tienda Hagen Daas que había justo delante. Cuando nos cansamos del famoseo, nos volvimos hacia el hotel admirando los edificios bellamente iluminados (como por ejemplo el ayuntamiento), las chalanas del puerto y el postureo, que había mucho. En fin, ha sido un día largo y agotador, así que tras echar un último vistazo al mediterráneo nos vamos a dormir, que ya es hora.

Ah, me olvidaba, la ruta, como siempre, aquí.

martes, 20 de mayo de 2008

Día 3: Foix - Carcassone - Avignon

Hoy tocaba desayunar en el hotel de Foix. El desayuno de hotel típico, sin muchos aspavientos, pero la vista del río desde la terraza, era brutal, estábamos colgando encima del rio! Salimos camino de Carcassonne de la que había oído maravillas. Por el camino vimoastis campos y campos de trigo, salpicados por amapolas y suaves colinas. Tras dar un par de vueltas buscando el castillo, al final lo encontramos. Yo pensaba que simplemente era eso, un cllo, pero es un pequeño pueblo fortificado, con unas murallas grandiosas. El pueblo interior está lleno de callejuelas donde perderse, con un montonazo de tiendas de souvenirs, de artesanía y de un montonazo de cosas medievales freaks (estilo escudos y espadas de plástico). Nos fuimos derechos al castillo interior de la fortificación, que vimos anunciado nada más pasar el foso de la entrada.

Tras pagar 8€ por cabeza, empezamos la visita subiendo al segundo piso. Todo lo referente a la contrucción y al porqué de los sistemas defensivos del castillo eran explicados según ibas recorriéndolo. Las vistas de la ciudad moderna y del pueblo fortificado eran estupendas. Al acabar la visita fuimos a ver la basílica, una belleza gótica con un montón de luminosas vidrieras. Realmente yo creo que tenemos un poco sobrevalorada la catedral de León, porque en España no hay muchos edificios religiosos con buenas vidrieras. Tra hartarme de hacer fotos decidimos comer en una plaza muy recogida llena de terrazas. Había un montón de gente para esta época del año, y el tiempo primaveral ayudaba a darle un encanto especial al sitio. La comida bien, Bea tomó una ensalada con bacon (como no) y una Cassoulet (una especie de fabada con confit de pato). Yo tomé un ensalada de queso de cabra caliente y un guiso de jabalí con patatas gratén. De postre cayeron una isla flotante de merengue con vainilla y una tarta de chocolate muy densa. Total, menos de 34€ los dos, no está nada mal para un sitio tan turísitco. Lo mejor es que en el mantel individual de papel con propaganda que nos pusieron vimos unasa cuevas con muy buena pinta y allá partimos, así, improvisando. En el medio de la nada, en la cima de un monte, encontramos las cuevas donde, tras esperar un rato por el turno de la visita guiada, entramos a la cueva acompañados de un grupo de seis alemanes. La gruta era fascinante, con un montonazo de estalacticas y estalagmitas, un pequeño lago y una gran roca de aragonita. La guía se esforzaba bastante en hacerse entender, a pesar de que su nivel de inglés era bastante cutre, pero la chica le ponía intención y todos lo agradecimos.

De ahí ya partimos camino de Avignon, donde hoy haremos noche. Por el camino cayeron varias tormentas gordas de agua, y pudimos ver a lo lejos ya el mediterráneo (aunque no nos hemos acercado mucho a él, que ya tocará mañana). Tras hacer casi 350 Km hoy, ya llevamos casi 1600km, que no está nada mal.

La ruta, como siempre aquí

lunes, 19 de mayo de 2008

Día 2: Pau - Lourdes - Foix - Montsegur

Hoy ha sido un día muy espiritual. Por la mañana se nos pegaron un poco las sábanas y no salimos hasta las once. Nos fuimos a buscar una panadería donde comprar algo de pan para comer y unos pasteles para desayunar. Es una pena que en los hoteles Ibis no dejen la bandejita de desayuno que se suele dejar por estos lares para que, al menos, te hagas un té por la mañana. Acabamos aparcando el coche en Pau y dando una vuelta por el centro. Había un mercadillo de cosas de segunda mano, pero donde eran los dueños los que vendían las cosas...
Pau no era un sitio especialmente bonito, así que nos fuimos hasta Lourdes, por aquello de ver el santuario de ¡la virgen!

El pueblo es un chiringuito de souvenirs, pero el santuario merece mucho la pena. Había mucha gente en carrito y otra mucha arrastrando los piés, sin contar la cantidad de monjas, curas y allegados. La media de edad rondaba los setenta...En medio de la entrada del santuario tuve un deja vu con la película "la invasión de los ultracuerpos". Me imaginaba a toda la gente señalándonos mientras pega alaridos y corre detrás de nosotros, vaya acojone... El santuario como edificio es bastante espectacular pero no tiene la majestuosidad de los siglos. Ésto se nota sobre todo en los interiores, que carecen de grandes retablos o cuadros. Los frescos que decoran el interior son bastante normalitos. Decidimos salir desde allí hacia el hotel en Foix, antes de recorrer un poco la zona.

Foix es un pequeño pueblo, rodeado casi completamente por un río, en el medio del cual hay un peñasco con un imponente castillo en su cima. Es muy pintoresco. Tras dejar las maletas nos fuimos al castillo de Montsegur, famoso por ser el último bastión de los Cátaros y por haber salido en novelas sobre el mito del Santo Grial. Yo ya sabía que estaba en un lugar bastante inaccesible, cosa que comprobamos al llegar. Ni cortos ni perezosos cogimos las botas de montaña. las chaquetas impermeables y arrancamos sendero arriba (nunca mejor dicho). El sendero estaba lleno de rocas y raíces, y era extremadamente empinado. No quiero imaginar lo que era plantearse tomar la fortificación en su día... El castillo está muy derruido, pero ya sólo las vistas y lo que el edificio en si mismo representa, merecen la pena la subida. La bajada se lleva mejor, aunque hay que tener mucho cuidado para no bajar el monte rodando. Salimos tras esta camino del hotel dando un rodeillo para ver el otro lado de la montaña y recorrer las carreteras de la región. En el camino nos encontramos una pequeña cascada, en la que aprovechamos para hacer unas fotos y limpiar las botas, que les hacía falta. La verdad es que hoy ha sido un día muy espiritual, pero de muchos contrastes, pasamos de la religiosidad de Lourdes y la facilidad de acceso absoluta, al misticismo de Montsegur con su subida sólo para expertos senderistas... Nos hemos ganado el descanso a pulso!

La ruta de hoy, aqui

sábado, 17 de mayo de 2008

Día 1: Coruña - Pau

El primer día de un viaje siempre es largo y duro.
Tras los líos y las dificultades de hacer maletas para tres semanas (incluyendo preparar el portátil, el GPS, la cámara, una tonelada de ropa, y las compras de última hora...) conseguimos salir de Coruña a eso de las ¡doce y media! Nos esperaban más de 850 Km, iba a ser un comienzo pesado, pero así mañana ya podemos empezar a ver cosas.

Al final ayer decidimos dónde dormir, y elegimos Pau, dónde mañana ya podemos ver su castillo, aunque sea de pasada. Por el camino, hoy, lo de siempre. No ha estado mal de todo el tiempo, algo de lluvia a ratos, pero en general bien. Nos perdimos un poco en el Pais Vasco por culpa de unas obras que tenían cerrada la autopista, pero terminamos llegando dentro de lo programado, más o menos… En Pau hoy hace una noche preciosa, pero acabamos cenando en un McDonalds aquí al lado del hotel. Por variar hoy la hamburguesa no parecía la típica de este sitio, ¡sabía a carne! Era muy rara para la cadena, no tenía salsa, sólo carne de buey, lechuga, tomate y queso. Y nos supo genial. En fin, nos vamos a la cama a decidir a donde nos vamos mañana...

De nuevo de viaje...

Añadimos aquí un punto y aparte en este blog. A pesar de que el título no es el más indicado para el viaje que estamos haciendo (que no abarcará sólo Francia, si no que pretendemos nos lleve a media Europa) preferimos usar el sitio de siempre, que ya es como nuestra segunda casa en los viajes. Sin más, sólo esperar que echeis un ojo todos los días y os animéis a dejar comentarios.