jueves, 16 de junio de 2011

Nunca es tarde si la dicha es buena (días 28, 29 y 30)

Como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. El motivo por el que hay que escribir el blog todos los días es que a la vuelta siempre es mal momento para poder escribir. Además los recuerdos se van emborronando y uno no sabe muy bien lo que ha hecho o dejado de hacer alguno de los días del camino. Por fin hoy he tenido ganas, fuerzas y un buen estado de ánimo para poder escribir los dos días que faltaban del blog.

Nos levantamos somnolientos el día 4 de Junio en las afueras de Nantes y nos pusimos a dirigirnos hacia el sur, de vuelta ya a España. El día amaneció con una previsión meteorológica nada alagüeña que nos advertía de un frente desplazándose hacia el norte de Francia lo que haría que el cielo casi despejado que veíamos se convirtiera según fuéramos hacia el sur en algo de lluvia. Salimos de Nantes con dirección hacia el sur, a La Rochelle. Por el camino nos paramos a ver una catedral anunciada por un cartel de la autopista y que divisábamos a lo lejos. En Francia cada monumeto medianamente decente que hay tiene un cartel en la autopista. De esta forma es muy sencillo hacer turismo allí. Coges una autopista y cuando ves un cartel de esos vas siguiendo las indicaciones. Salimos de la autopista y paramos a ver una catedral de Luçon. La verdad es que salvando la torre no es nada del otro mundo. De hecho el claustro estaba bastante descuidado y algo sucio. Maja y nada más se podría decir. Vimos una boda saliendo de ella. Curiosa costumbre en Francia de que los coches piten todos al salir los novios de la boda y que los sigan pitando todo el rato. Es gente que no toca el claxon en su vida conduciendo salvo para celebrar una boda. Desde allí tratamos de llegar a la costa pero fue imposible. Resulta que en la costa próxima había un campeonato de triatlon y no había más que carreteras cortadas por todos lados. Decidimos seguir hacia La Rochelle y comer por el camino. Paramos a comer un menú en un restaurante. Unas ensaladas, algo de carne a la parrilla y unos postres y seguimos camino.

La Rochelle. La última vez que estuvimos aquí, en una de nuestras pasadas contrareloj, no paramos. Somos así. Llegamos, vimos la salida hacia la Ile de Re y al volver de la isla no paramos. La vista de lo que parecía la ciudad desde la isla no parecía nada alagüeña. Solo se veían almacenes y depósitos de combustible. Pero lasa apariencias engañan. Esta vez entramos hasta el centro de la ciudad. Segun llegamos lo que vemos es mucha gente, comercios abiertos, y un precioso pueblo de casas blancas. La piedra es muy parecida a la de la zona interior próxima a burdeos. Casas de piedra blanda y blanca desgastadas por el paso de los años. Muchas calles peatonales en el centro bulliciosas, llenas de vida y de turismo y calor. Mucho calor. Hemos de decir que estábamos preparados para que lloviera y de momento no solo es que no lloviera, es que hacía un calor de narices con un grado de humedad altísimo. Os puedo comentar que en este viaje hemos llegado a estar a 38ºC en Death Valley y el calor era muchísimo más soportable que los 26ºC de La Rochelle. Aparcamos en zona azul y salimos a caminar. Cogimos algo de bebida (ya no nos quedaba gran cosa en el coche) y nos dimos un paseo hacia el puerto, guardado celosamente por tres torres. Dos vigilaban la entrada del puerto y una tercera hacía de faro. La Rochelle en su día fue un puerto muy rico y se nota aquella prosperidad. Decidimos subir a la primera de las torres para poder tener una bonita vista y una nueva perspectiva. La torre de la margen izquierda tiene una arquitectura curiosa. Uno a simple vista podría suponer que una torre tendría una estancia o dos por planta, pero esta es casi un laberinto de pequeñas habitaciones, recovecos y escaleras empinadas. Sudorosos y agotados por el calor volvemos al coche.

Tras el día de ayer, con el cansancio del avión y el jet lag decidimos coger un hotel normalito de carretera. Pero esta noche hemos decidido darnos un pequeño lujazo y vamos a dormir en un pequeño chateu (más que castillo digamos que es una mansión convertida en hotel) llamado Hôtel L'yeuse, en las afueras de Cognac. La verdad es que nada más llegar el tiempo se puso feo pero no empeoró en nada la experiencia. El sitio es fabuloso, rodeado de jardines cuidados y al más puro estilo francés. Por la tarde me llamaron para preguntarme si deseaba reservar una mesa ya que el restaurante del hotel es prestigioso y las mesas son pocas y se suelen acabar entre los huéspedes. Como de perdidos al río decidimos aceptar y cenar esa noche allí, descansando de los km y del vuelo. Tras acomodarnos y descansar un poco en la habitación nos fuimos a cenar y vaya si cenamos. Nos decidimos por el menú degustación que consistía en tres platos y postre. Que maravilla de sabores y texturas. Todo además envuelto en un comedor palaciego y toda la pompa francesa. Cubertería de plata, camareros que sirven los platos cubiertos y los descubren delante de tí mientras te describen lo que comes. Todo delicadeza y con un distanciamiento entre los camareros (serios y formales) que nos choca al llegar de USA, donde los metres tratan de ser más tus amigos que tus sirvientes. Lo mejor de toda la cena fue el postre sin duda. Primero, como manda la tradición francesa, un carro de quesos donde eliges los que te apetezcan. Después un pre-postre delicado para preparar el paladar. A continuación el postre elegido y para terminar otro carrito donde elgegir un post-postre. En cuanto acabamos se nos ofreció tomar las infusiones en el salón y aceptamos. Nos quedamos casi dos horas conversando en un salón de butacones decorado con estanterías antiguas llenas de muchas botellas de cognac. Que maravilla y que relajados acabamos. Mañana estaríamos en España y ya desaparecería la magia.

El domingo nos levantamos con intención de llegar lo antes posible a Pamplona, para poder ver a Flo y a Carmen. Paramos antes de irnos en Cognac, paara ver un poco de pasada el pueblo y hacer alguna compra de regalo. Tras las compras seguimos carretera hasta Pamplona ya sin detenernos a más que a comer un sandwich en un área de descanso. Poco más que contar del día. Estuvimos de cháchara en casa de Flo y Carmen hasta que bajamos a cenar y estuvimos hasta la noche hablando y comentando cosas de la boda y el viaje. Al día siguiente, lunes, nos levantamos con ellos por la mañana y ya nos tuvimos que despedir. Volvímos a casa no sin antes parar en Francia de nuevo a hacer nuestras típicas compras de alimentación francesa y para llevar detalles al trabajo. Parece mucha vuelta pero la carretera del norte desde Pamplona pasa a poco más de 20 Km de la frontera así que merecía la pena. Casi 800 km después llegamos a casa, después de haber recorrido 3800 Km con el Civic y casi otros 5000 Km con el Jeep. Es cuanto tenga un ratito escribiré un post sobre conclusiones del viaje y la cantidad de cosas que nos han fascinado de este. ¡Gracias por leernos!

viernes, 3 de junio de 2011

Un viaje muy especial, Comienza la vuelta (día 26 y 27)

Día de despedida de los USA. Hoy hay entrada doble porque con el cambio horario hoy hemos pasado de vivir en el día 2 de Junio en USA a vivir en el 3 de Junio en Francia. Nos da bastante pena dejar esta país que nos ha ofrecido tantas cosas. Cuando tenga un rato trataré de hacer un post recopilatorio de impresiones sobre el páis y sobre todos los mitos y detalles que nos han llegado desde las películas y que muchos hemos comprobado que son ciertos o al menos aproximados.

Nos levantamos en San Mateo y al encender la tele nos encontramos con uno de esos tópicos de las películas. en el canal ESPN (de deportes) nos encontramos con la final nacional de gramática emitida en riguroso directo. Eso sí, el nivel de dificultad era abrumadoramente alto. De ahí salimos con el coche a darnos una última vuelta por San Francisco pasando por la calle Castro, famosa por su comunidad homosexual, y por la playa de San Francisco propiamente dicha, que la verdad es que no es gran cosa. De ahí nos fuimos al aereopuerto a dejar el coche de alquiler y coger el avión que nos traería de regreso a Europa.

Del vuelo poco que contar. Un enorme Boeing 747-400 en el que fuimos en el piso de arriba rodeados de niños que dieron un poco la lata hasta que se quedaron dormidos. No hubo demasiadas turbulencias salvo cuando salimos a la bahía de Hudson en Canada. 9:30 minutos de vuelo y 10:30 horas de viaje total. La verdad es que un viaje tan largo acabas hasta el culo, no me quiero imaginar lo que es ir a Japón como íbamos a hacer nosotros y lo que será ir a Australia. Ya nos llegó con este número de horas... Por cierto, Air France muy bien. Serios, formales, pero siempre con una sonrisa. El entretenimiento a bordo malo en cuanto a avideojuegos pero bastante bueno en cuanto a películas. Yo me vi un par de películas y Bea otro tanto y había donde escocger, la verdad.

En fin, que aterrizamos en París de buena mañana, a eso de las 10:30 y a eso de las 11:20 habíamos salido del aeropuerto. 11:20 hora de Francia que para nosotros era como si fuera las 2:20 de la madrugada. En cuanto pasamos la aduana (inexistente \o/ ) cogimos el portatil y reservamos un hotel con piscina en Nantes, a unos 300 Km de París donde haríamos noche hoy. La idea era pasar la tarde en la piscina y tratar de dormir a la hora de aquí. El primer hotel que cogimos fue un chasco porque tenía la piscina cerrada por reformas pero protestamos en serio y nos cancelaron la reserva con lo que pudimos buscar rapidamente otro hotel y en la piscina estamos ahora mismo, con la wifi, escribiendo este post. Hoy no hay fotos porque la cámara está empaquetada pero mañana trataré de hacer alguna en la vuelta. ¡Hasta mañana!

jueves, 2 de junio de 2011

Un viaje muy especial, Sillicon Valley (día 25)

Hoy decidimos pasar el día por Sillicon Valley. En San Francisco llovía y en el norte también así que nos quedamos por el valle todo el día. Salimos del hotel algo tarde y muertos de hambre ya que no teníamos desayuno. Decidimos ir a desayunar al centro comercial de Stanford ya que nos quedaba cerca del hotel y contábamos con ir a la universidad a continuación. La primera parada fue en un pinkberry, una tienda de yogurth helado en la que ya habíamos estado en Nueva York. Realmente habría que importar a España lo del yogurth helado, esta buenísimo y casi no tiene grasa. Disfrutamos del yogurth en la terraza aprovechando los rayos de sol que pasaban entre nube y nube. Seguimos camino haciendo alguna compra y viendo escaparates de tiendas. La verdad es que este centro comercial es espectacular. Es muy bonito porque savo un par de grandes almacenes incrustados el resto del centro comercial es al aire libre y los pasillos están llenos de fuentes y flores. Seguimos caminando y llegamos hasta una tienda de cupcakes. Queríamos tomarnos el último antes de irnos del país, así que nos compramos unos pocos y nos sentamos en un banco al sol a comerlos. Salimos poco después hacia la universidad, pero nos acordamos que teníamos que ir a correos a enviar unas cosas así que bajamos hasta el centro de Palo Alto, paramos un segundo en USPS y salimos hacia Stanford.

Stanford está realmente pegado a Palo Alto (habrá algo así como 2 km desde el centro de la ciudad). Aparcamos el coche en el parking de visitantes que está al lado de las pistas de atletismo y nos dedicamos a pasear el campus de un lado a otro. La verdad es que es realmente bonito y opulento. Mención especial a la facultad de historia y a sus soportales y a la plaza que hay detrás de ella. Alucinantes. Hicimos una parada en la facultad de informática, como nó, y volvimos hacia el coche. Paramos a tomar algo en el café del campus que hay cerca de la entrada y nos tomamos un sandwich y un zumo. La cafetería era normal pero el edificio que la rodeaba tenía muchos detalles opulentos. Salimos de allí y nos pusimos a recorrer el valle. Hicimos un recorrido que incluyó, como no, Google, Apple y Facebook. El edificio de Facebook el más decepcionante y he de decir que a las siete de la tarde estaba lleno de gente dentro currando. El de apple tenía hasta tienda. Hice la coña de dar un par de vueltas alrededor del edificio (estar en una calle circular llamada Infinite Loop tiene su coña).

Desde allí nos fuimos ya al hotel cerca de San Mateo. Allí dejamos las cosas y nos fuimos a cenar. Como al final no nos apeteció mucho cenar paramos en un supermercado estupendo llamado Whole Foods y que ya habíamos visto en Nueva York. Es un super mercado lleno de productos ecológicos y saludables. Todo fabuloso (y caro). Con la cesta de la compra llena nos fuimos al hotel a cenar salmón ahumado y quesos californianos. Compramos también el desayuno de mañana.

En fin. Mañana nos vamos del país y nos vamos a llevar un grato recuerdo de él. Hemos vivido muchas cosas estupendas y la verdad es que hemos aprendido el porqué de cosas que no llegábamos a entender de todo. Hoy ya ha sido un día un tanto triste porque veíamos el final ahí, y siempre es jorobado ver el final del camino, sobre todo cuando uno empieza con tantos días por delante que ese final parece que no será nunca. Hemos disfrutado de grandes ciudades y maravillosos espectáculos naturales. Hemos hecho 5000 Km en los 12 días de coche pasando por bosques, montañas, lagos helados y desiertos que en su día fueron impenetrables y sólo hemos empezado a divisar este inmenso país. Mañana estaremos todo el día en el avión. Casi once horas de viaje que nos llevarán de San Francisco a París sin escalas y nos dejará bastante hechos polvo. Salimos de aquí a las 15:30 hora local y llegamos a París a las 11 de la mañana cuando para nosotros serán las dos de la madrugada. ¡A ver que tal el jet lag!

miércoles, 1 de junio de 2011

Un viaje muy especial, San Francisco y Palo Alto (día 24)

Llueve. Es un fastidio. Salimos del hotel por la mañana dispuestos a dar una vuelta por la zona de Union Square y luego ir hasta Chinatown, la más grande de USA o eso dicen. Salimos del hotel y caía una lluvia fina. Dejamos el coche en el parking y las maletas en recepción y nos dedicamos a pasear. Paramos en un par de tiendas por el camino antes de desayunar una super cookie y un muffin. Desde la zona en la que estábamos subimos (siempre se está subiendo o bajando en San Francisco) hacia Chinatown.

La verdad es que es gigante. Recuerda en muchas cosas a la de Nueva York pero es muchísimo más grande. Caminamos calles y más calles viendo tiendas chinas. De todo tipo. Desde las típicas con tonterías baratas y muchos paraguas en la puerta (compramos uno para resguardarnos), pasando por sitios con auténticas esculturas para tu casa, siguiendo por joyerías carísimas y altamente horteras y acabando por tiendas de alimentación y restaurante. La verdad es que con lo que me gusta la cocina asiática si viviera por aquí cerca sería un asiduo de las tiendas de comestibles chinas. Comida seca, latas, verduras frescas como flor de loto o pak choi asomaban por la calle. Patos colgaban de los restaurantes y decenas de pasteleríaas ofrecían pasteles dulces y salados. Caminamos calles y calles hasta que decidimos dar la vuelta bajando hasta el distrito financiero. Caminamos entre gente trajeada, tiendas caras y tráfico denso entre los rascacielos de San Francisco. Desde allí nos dirigimos hacia Union Square de nuevo pasando por tiendas de moda y alguna que otra tienda rara (había uno de vestidos de gothic lolita al lado de una pastelería japonesa). Volvimos al hotel y cogimos el coche. Era ya la una y media de la tarde.

Con el coche nos dirigimos a una tienda que quería ver, Gamescape. De esas de juegos de tablero que tanto me gustan. Lo malo es que la falta de sitio en la maleta, lo que pesan estas cosas y que muchas de ellas se pueden pedir desde España hacen que salgamos de ella casi con las manos vacías. Volvimos a coger el coche y nos fuimos hacia el Golden Gate Park a coger en unas calles aledañasa unos pasteles chinos para comerlos en el propio parque. Acordaos de esto, en San Francisco hay que llevar cambio encima para el parquímetro o hay sitios donde es imposible parar. Comimos en el parque tras dejar el coche cerca del lago y nos sentamos al lado rodeados de pájaros y patos que estaban a la que caía para ver si daban comido algo. Cuando terminamos nos dirigimos ya hacia Palo Alto.

Tras cuarente minutos de coche dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a ver a mis compañeros de la oficina de aquí. Estuvimos un rato en la oficina de cháchara con el jefe y con la gente que no cocnocíamos antes de irnos a tomar algo con los compañeros que antes estaban en Coruña. Primero nos fuimos a una cervecería que servían cerveza de trigo de fabricación propia y me dejé llevar por la recomendación de Alberto de tomar la de trigo que estaba deliciosa (lo siento David, pero Alberto tiene razón :-)) Acompañamos las bebidas con unas patatas fritasa con ajo, un clásico local. Desde allí nos fuimos a cenar a un local estilo años 50. Una agradable conversación acompañada por sandwiches y hamburguesa y un batido de oreo que compartimos Bea y yo. Al postre como siempre no llegamos... Cansados nos despedimos sin saber si mañana nos volveremos a ver o era ya la despedida hasta vernos en Coruña.

martes, 31 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, San Francisco (día 23)

Nos despertamos por la mañana con el desayuno llamando a la puerta. No era gran cosa pero coñe, que te lo traigan a la puerta por la mañana y gratis pues no es para quejarse. El hotel que habíamos cogido no era la octava maravilla, pero era aceptable. Estaba en South San Francisco, cuna de la bioingeniería como rezaba el cartel a la entrada. Desde allí salimos en coche hacia San Francisco, última parada en el camino americano.

¿Que hacer en nuestro primer día en SF? Que complicado... Decidimos descubrir un poco la ciudad en coche, como no. Tras salir el hotel, primer destino, Golden Gate. Cruzamos la ciudad sin saber muy bien por donde nos manda el GPS. Vemos a lo lejos los rascacielos del distrito financiero. Atravesamos calles con muy poca gente en ellas (hoy es festivo) y vemos aparecer al Golden Gate a lo lejos. Que bonito es y como impresiona. Lo atravesemos despacio, con Bea haciendo fotos a mi lado. Al acabar el puente paramos en Vista Point, justo al aotro lado, para hacer fotos de la bahía. Nos quedamos poco rato porque hace frío debido al viento, lo que será una constante a lo largo del día. Seguimos por la carretera en dirección a Sausalito, para poder ver las casas flotantes. No había mucho sitio donde parar así que seguimos carretera hacia Muir Woods, para volver a ver sequoias. Las plazas de aparcamiento eran inexistentes, debía estar todo el estado aquí hoy así que acabamos en Muir Beach aparcando para ver la playa de cerca. La arena volvía a ser fina, aunque algo más oscura que la de Los Angeles. Hay que decir que es típico en California en las playas en las que hemos estado que la gente haga hogueras y la arena quede tiznada. Hoy en la playa había bastante gente con barbacoas de las que tienen tapa haciéndose la comida. Además había restos de hogeras, así que supongo que eso influirá en el color oscuro. Otra cosa que hemos visto mucho en las playas son las cometas. Hace tiempo que no las veo en  Galicia pero aquí hay mucha gente que las trae y las deja volando mientras están en la playa. Nos quedamos hasta que nos cansamos del frío y nos fuimos a buscar donde comer. Desafortunadamente ya era tarde y acabamos en un "restaurante" de comida rápida y continuamos camino.

Siguiente parada del día Berkeley. Por el camino cruzamos el puente Richmond, otro de los impresionantes puentes de la bahía. Berkley. Pocas universidades pueden presumir de tener tantos premios Nobel como esta. De hecho desde hace unos años tiene plazas de aparcamiento reservadas para ellos. Dado que hoy era festivo resultó fácil (y gratis) aparcar en el campus así que aparcamos y nos dimos un paseo. Muy curiosa la facultad de "biología" con bajorelieves de grifos (el bicho mitológico) en la fachada :-). La verdad es que el campus es precioso y se nota la pasta por todos lados, pero lo que es el downtown de Berkeley es bastante feo. Salimos de allí atravesando partes de Oakland que se veían bastante deprimidas antes de cruzar otro de los puentes de la bahía, el bay Bridge, que es clavadito al Golden Gate pero sin pasarelas peatonales. El puente pasa por la Treasure Island y paramos a hacer unas fotos desde ella antes de acabar de cruzarlo.
Siguiente parada, la casa de Padres Forzosos (Full House). Es una de esas series que marcan tu infancia, así que queríamos ver la casa por fuera, ¡que narices! Yendo hacia ella nos damos cuenta de lo que será una constante en esta ciudad y que tantas películas reflejan. Las cuestas. Pero no os imagineis cuestas como las que teneis en vuestras ciudades de esas de "como cansa esta cuesta". No no, ni de broma. Esto son cuestas con una inclinación que menos mal que el coche este no es mío porque me quedaría sin embrague en dos días. Son cuestas estilo últimas rampas del Tourmalet. En fin, que muy mona la casa de Padres forzosos y muy bonitas las de alrededor. De allí fuimos a baja en coche la cuesta más mítica de San Francisco, la de Lombard Street. !La verdad es que había hasta cola para bajarla! La coña es que antes de bajarla hay que hacer cola en unas subidas muy empinadas y había gente a la que se le iba el coche para atrás y patinaba para salir. Menos mal que este coche tiene asistencia para salida en cuesta, reitero lo de mi coche y el embrague... Bajamos la calle y nos fuimos al hotel a dejar el coche en su parking. Hoy hemos cogido un hotel en pleno centro de la ciudad, al ladito de Union Square y a 10 metros escasos de una parada del tranvía.

Tras dejar las cosas en el hotel la idea era ir a pie hasta el Pier 39. Lo que pasó es que nos equivocamos de sentido y al final decidimos ir en tranvía ya que habíamos andado 500 metros cuesta abajo y... había que subirlos. Esperamos a que viniera un tranvía y nos subimos. Mientras esperábamos nos fijábamos en que en esta ciudad lo que si se ve es mucho sin techo por la ciudad. Creo que incluso se ven más que en Nueva York, en la que se ven bastantes. Lo que pasa es que NY no ves a muchos pidiendo por la calle y en esta ciudad sí. En fin, que nos subimos al tranvía y acabamos cerquita del Pier 39, el muelle más famoso de la ciudad. Este muelle es muy famoso por los leones marinos que habitan en él. Dimos unas vueltas por las tiendas que lo rodean alucinando con una panadería en la que ves el obrador y como hacen las cosas a mano y que estaba cargada de cosas con una pinta estupenda. En el muelle nos quedamos lo que pudimos por el frío que hacía. Eso sí, nos quedamos un buen rato mirando a los leones marinos y fijándonos en su comportamiento y en lo territoriales que son entre ellos. Ahora nos quedaba la duda sobre donde cenar. Acabamos en la panadería de antes que también es restaurante y me acabé comiendo, a lo guiri, un cangrejo de la bahía. La verdad es que estaba estupendo. Tenía mucho sabor y estaba cargadito cargadito. Además este tipo de cangrejo tiene una coche blandita que se parece a la del lubrigante lo que hace muy facil extraer la carne. Bea prefirió un mero delicioso. De allí, un nuevo tranvía y de vuelta al hotel, ¡a descansar!

lunes, 30 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Big Sur (día 22)

Volvemos hacia la costa y vuelve el sol, aunque no el calor. El termómetro marca 17ºC cuando salimos del hotel y si bien al sol se está estupendamente donde pega el viento hace algo de frío. Cogemos el coche y nos dirigimos hacia la costa. Desde King City el camino más rápido es atravesar unas montañas y así lo hacemos. Cuando llevamos unos 15 Km por la carrtera vemos una señal de que nos aproximamos a un fuerte del ejército americano y pensamos que nos mandarían dar la vuelta pero la carretera, al llegar al punto de control, ponía que estaba abierta al tráfico y no había nadie en la garita. Así que atravesamos con el coche un fuerte que usa para entrenarse el ejército. Cada dos por tres había carteles que rezaban "velocidad máxima 10 mph en caso de haber tropas en formación en el campo". Alucinante. Estábamos cruzando un campo de entrenamiento donde había todo tipo de terrenos (hierba alta, árboles, ríos...) y veíamos de vez en cuando blancos de tiro. Cuando salimos del fuerte nos encontramos de repente con un bosque protegido y una carretera montañosa que ofrecía unas vistas espectaculares. Uno de los mejores momentos del día fue salir de una curva de la montaña y ver el mar y las nubes y no saber donde estaba el horizonte. ¿Donde acababa el mar y empezaba el cielo? Nunca lo sabremos...

Desde las montañas bajamos hacia la carretera número uno. Ya os habíamos hablado de ella, es la carretera que recorre la costa desde Los Angeles hasta San Francisco.  En esta zona va pegadísima al mar, pudiendo ver los acantilados a un lado y las montañas al otro. La carretera en general es ancha y no tiene curvas fastidiadas así que se rueda por ella cómodamente. Cada dos por tres hay sitios para parar y observar el paisaje y así hacemos. Cuando llega la hora de comer no sabemos donde parar. No hay pueblos en esta zona, así que habría que buscar algún chiringuito de carretera, que tampoco abundan. De repente, nos llega el aroma a barbacoa. Paramos en una mini gasolinera y le preguntamos al empleado y nos dice que se come estupendamete. Echamos un ojo a la barbacoa y tiene muy buena pinta. Así que allí paramos, en unas mesas improvisadas delante de una barbacoa al aire libre donde un cocinero con sombrero de vaquero hace costillas de cerdo, carne de ternera, pollo, salmón y salchichas. Escogemos pollo y cerdo y nos los sirven acompañado de un guiso de alubias, un trozo de maíz cocido y una rodaja de sandía. Lo acompañamos de una limonada casera recién hecha. Todo ello por el módico precio de 33$, unos 23€ por los dos. ¡Baratísimo!

Con el estómago lleno seguimos camino hasta Monterey, no sin antes parar en un playa de arena tosca en la que Bea por fin pudo meter los pies en el Pacífico. La arena además de ser tosca estaba algo sucia porque la gente hacía hogueras en ella. Aparcamos en Monterey en un parking con intención de ver el acuario, que a Bea le chiflan. El pueblo es algo turísitico de más, pero aún así es bonito. A mi me recordó mucho a la película Jóvenes Ocultos. Como me picaba la curiosidad lo he mirado y la rodaron casi completamente en Santa Cruz, un pueblo cercano, así que muy desencaminado no iba. El acuario no está mal, pero no es tampoco la octava maravilla. Si habéis estado en algún acuario importante (Lisboa, Barcelona, Valencia, Brest...) la verdad es que solo iría si tenéis mono de uno. Lo mejor para mi la parte de la exposición temporal de medusas y de caballitos de mar. Caminamos un poco por el paseo que rodea al acuario parando a comprar una especie de sugus caseros que son típicos de aquí y que los haya de, literalmente, mil sabores. Seguimos carretera camino de San Francisco que es donde dormimos esta noche.

Por el camino pasamos por unas zonas de dunas gigantes que estaban cubiertas casi completamente de vegetación y no parecían moverse mucho debido a ello. La carretera se volvió a pegar a la costa y decidimos parar a ver la puesta de sol. Que bonito es estar en una playa viendo el sol ponerse en el horizonte. No éramos los únicos, os lo puedo asegurar. En cuanto se puso el sol seguimos hasta el hotel, hicimos el check in y nos fuimos a cenar. Buscando con el móvil acabamos en un japonés muy auténtico en San Mateo, a unos 10 Km del hotel. El restaurante estaba lleno de japoneses, la decoración era demencial (paredes cubiertas de fotos de clientes, un tren en el techo, carteles de comida y de sakes...) y los camereros jocosos. Tuvimos que esperar unos 10 minutos ya que el local estaba lleno y nos decía el camarero "hay una mesa que ya acabó, pero es que no paran de hablar :-)". La comida impresionate. Yo me tomé un cuenco enorme de sashimi con arroz en el fondo y un poco de lechuga y sopa de miso de acompañante. Bea se tomó unos pinchos de pulpo, unos gyozas y un bol de tempura con arroz. Llenísimos nos dirigimos al hotel a dormir.

Un viaje muy especial, Yosemite 2ª parte (día 21)

Empezamos la crónica pidiendo perdón por el retraso. Llevamos dos días llegando tarde y cansados al hotel y es mejor descansar que escribir. En fin, ¿donde andábamos? Ah si, en Yosemite. Nos despertamos y salimos a desayunar el desayuno típico de los hoteles americanos. Un consejo, en el 99% si es gratis genial pero no pagueis un duro por él. Lo típico consiste en que haya un par de jarras/dispensadores de zumo, unas tostadas, un bagel con queso philadelphia para echarles, y unos pasteles industriales que no son gran cosa. Ah sí, y cereales con leche semidesnatada que no sabe a nada. En algunos por suerte hay gofreras y sirope de arce, pero solo si teneis algo de suerte. En fin, que desayunamos y salimos hacia Yosemite un sábado en medio de uno de los pocos puentes que hay en USA.

Ya camino del parque vimos que había muchísimo tráfico, con caravana para pasar los puntos de control/venta de entradas. En la cabina pregunté por si estaba abierta la carretera a Glacier Point (la vista más espectacular del parque) y me dijeron que sí, pero que mañana seguramente la cerrarían porque se esperaba nieve esta noche. Con esas perspectivas decidimos ir a lo que teníamos más cerca de la entrada, Mariposa Groove. Allí nos esperaban bastantes sequoias, algunas realmente gigantes y espectaculares. Aparcamos el coche tras pasar la carretera los últimos antes de que la cortaran. Cuando hay mucha gente en algunasa carreteras los rangers las cierran y solo permiten pasar a los buses gratuitos para que no se colapsen. Aparcamos en Mariposa Groove y decidimos aprovechar la mañana haciendo una caminata por los senderos viendo sequoias, las raras flores de la zona, las plantas, los árboles... Muy bonito. Nos dimos una buena caminata tras llevar varios días de coche (unos 8 km) y volvimos al coche. Paramos a coger unos sandwiches en la tienda de la cabecera del sendero y cogimos el coche con dirección a Glacier Point a eso de las tres de la tarde.

A partir de ahí la verdad es que todo se torció. La tormenta se adelantó y cuando subíamos a glacier point se convirtió en nieve y los rangers la cortaron. Tratamos de llorarles un poco pero no hubo manera, tuvimos que dar la vuelta. Como llovía y la gente quería ir toda al village/los alojamientos la carretera que rodea al valle (que es de único sentido) se convirtió en un atasco de proporciones bíblicas en el que estuvimos atrapados dos horas. Resigandos aprovechamos el tiempo haciendo fotos. La verdad es que en este tipo de situaciones es en las que mola tener un coche automático. Para los atascos es comodísimo y el coche sufre menos que en un manual donde estás picando embrague todo el rato. Como aquello era un poco caos
decidimos irnos (dormíamos en King City a 300 km de allí) sin parar en las cascadas que nos quedaban por ver y nos conformamos con verlas desde la carretera. Además, para mayor decepción, resulta que no cona muyseguimos ver ni un oso, que a Bea le apetecía mucho. Salimos del parque por la salida de Mariposa viendo como bajaba el río embravecido. La verdad es que era realmente espectacular ver la fuerza ya que la pendiente era muy pronunciada y el río tenía unos rápidos que daban bastante respeto. El parque nos ha dejado un sabor agridulce. Es realmente espectacular y asombroso pero no hemos podido ver lo que nos gustaría debido a las fechas en las que pudimos venir. Ni pudimos recorrer la CA-120, ni pudimos subir a Glacier Point, ni pudimos ver osos... Pero bueno, ¡otro año será!

Ahora nos dirigíamos a King City a dormir. No teníamos mucho donde escoger en este puente, la verdad, asaí que dormimos en un motel de carrtera regentado por unos indios que no estaba mal del todo. Por el camino paramos a cenar en Merced (viendo la hora que era nos coincidía por el camino). Cogimos el movil y buscamos algo que nos apeteciera. Vimos que había una heladería de yogurth helado y como no teníamos mucha hambre allí fuimos. Aparcamos delante (como no podría ser de otra manera en este país) y la verdad es que la experiencia fue la leche. El local, alto, estaba regentado por dos chavales que parecían sacados de Clerks o de la más reciente Scott Pilgrim. Nos explicaron como iba el sistema en el que tu cogías un recipiente y echabas helado del sabor que quisieras y los toppings que deseases y luego te lo pesan y pagas según el peso total. En el centro del local había un grupo de chicos de unos veinte años charlando y al fondo del local había una guitarra conectada a un ampli. La verdad es que estuvimos tomando el helado fijándonos en todo y fue algo que parecía sacado de una película adolescente. En fin, que una hora tras acabar de cenar estábamos descansando en King City ya acercándonos a la costa californiana de nuevo.

sábado, 28 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Yosemite 1ª parte (día 20)

Amaneció como estos últimos días. Soleado pero sin una temperatura muy elevada. Hoy nos tocaba un día de transición, por desgracia. El problema que tenemos en estas últimas etapas del viaje tiene nombre y apellidos. Memorial Day. Los americanos tienen 4 días festivos al año y estamos justo en un puente. Un puente en el que todo el mundo se va de paseo por ahí y como no hay casi festivos lo planea con tiempo. Es por ello que casi no hay disponibilidad de hoteles en ningún lado. Esta noche pasada ha sido estupenda. Hemos cogido un hotel carísimo por un equivalente a 100€. Un hotel precioso, de madera, estilo americano, con una chimenea central gigante y con chimeneas de gas en todas las habitaciones. Uno de los edificios de hotel más elegantes y bonitos que he visto nunca. Esta zona está fuera de temporada y por semana es fácil encontrar cosas así. Este mismo hotel, en este puente, cuesta unos 350€. Bueno, costaría en caso de haber sitio porque con ese precio y todo está completo. Es por esto que el viaje a Yosemite rompe nuestro camino por la costa. Tenemos que hacer un esfuerzo grande para desviarnos hacia el interior unos 300 km de ida y otro tanto de vuelta para poder tener hotel cerca de Yosemite algún día. En el propio Yosemite un fin de semana como este, pagues lo que pagues, necesitasa reservarlo con muchísimo tiempo de antelación. Así que la mitad de nuestro día es fácilmente resumible. Cogimos el coche, recorrimos un poco la playa de Avila (que estaba al lado del hotel), recorrimos en coche San Luis Obispo (mono pero sin mucho más) y nos tiramos 300 km en carretera hasta llegar a nuestro hotel en Oakhurst.

La segunda parte del día, pues mucho mejor. Yosemite. Otro sitio mágico para los amantes de la naturaleza. Animales salvajes en libertad al lado de la gente. Ciervos, ardillas, mapaches y... osos. Todavía no hemos visto ninguno, para nuesta pena. Todo está pensado para proteger a los osos de los humanaos y no al revés. Está prohibido dejar comida en el coche y hay contenedores a prueba de osos para guardar allí tu comida y que no te destroce el oso el coche tratando de cogerla. Todo tiene el sentido de que no puedes acostumbrar a los osos a comer la basura humana ya que los animales si se alimentan de la comida que les proporcionamos dejan de tenernos miedo y se vuelven peligrosos, además de depender al 100% de los humanos y dejar de buscar comida por sí mismos. En todas las guías de todos los parques se repite eso y se cuenta la historia de terror de un niño empalado por las astas de un ciervo por no darle un sandwich. Cuando un animal pierde miedo a los humanos se le sacrifica. Es muy triste pero la irresponsabilidad de gente que les da de comer o tira basura por las ventanillas hace que esos animales mueran. Obviamente están penadas con multas muy fuertes estas conductas.

En fin, al tema, Yosemite. Alucinante. Bosques frondosos, algunas sequoias aunque no es el mejor sitio para verlas y un paisaje marcado por el granito. Granito que asoma por todas partes. Entre los árboles, en las montañas, en los lados de la carretera. Todo es granito al aire. Por momentos algunas partes de los bosques recuerdan a Galicia por como aflora el granito entre ellos. El espejismo termina cuando llegasa al fondo del valle y sales del túnel hacia la luz. Al salir te encuentras con un valle con grandes paredes de granito casi vertical y cascadas gigantes que caen desde lo alto. Es primavera, a finales de Mayo, deshelando, mucha agua. MUCHA agua. Las cascadas caen repletas. El río ruge embravecido y aparecen arroyos por todas partes de los que beben los ciervos distraidos. Hacemos unas fotos y nos dirigimos a la primera cascada. Es tarde y queremos aprovechar lo poco que queda del día, mañana tocará dedicarle todo nuestro tiempo al parque. A cientos de metros de la cascada ya parece que llueve. El río que surje de la cascada está a tope y cae mucha agua por las escaleras que suben hasta ella. Yo llevo botas de montaña y no sufro mucho.
Bea lleva tenis y se moja alos pies basatante. No hay fallo, en el coche hay calzado de repuesto, ¡no nos lo vamos a perder! El agua nos rodea vaporizada al chocar contra las rocas de granito del fondo. ¡Menos mal que la cámara está sellada contra el agua! Hay mucha gente haciendo fotos con equipo bueno y bastante de ellos llevan trípode, aunque ninguno está a salvo del agua. Subo lo que puedo y hago unasa fotos, grabo un video y bajo. Otro aficionado me ofrece una toallita para limpiar el filtro que acepto gustoso. ¡Que maja es la gente! El resto de lo que nos quedó de día nos dedicamos a recorrer para hacer un pequeño reconocimiento del parque. Nos quedan cascadas que fotografiar y recorrer, mañana será el día. No nos cansamos de ir despacio observando los bosques en busca de osos. En el camino de vuelta paramos a cenar una pizza cocinada en horno de leña que resulta estar estupenda y que devoramos completa a pesar de ser gigante. Mañana toca Yosemite 100%. La ruta de hoy, aquí.

viernes, 27 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, subiendo por la costa de California (día 19)

Dicenueve díasa de viaje ya... ¡Como pasa el tiempo! Queda ya poco viaje en USA y nos está dando algo de pena ya ver el final del viaje. Quizás eso a veces nos haga tener pereza por subir hasta San Francisco aunque nos apetezca mucho la ciudad, cuestión de ver ahí ya el avión que nos lleve de vuelta a casa. En fin, que muchas cosas nos quedan por hacer todavía y ¡las vamos a disfrutar! Hoy tocaba acabar con LA y seguir por la carretera de la costa. Salimos del hotel camino de Venice Beach aunque por el camino tuvimos la tentación de tirarnos medio día en lso estudios Warner porque teníamos la posibilidad de ver el set de Friends (ya no la emiten pero han conservado el set por los fans) y la pequeña posibilidad de ver el de Big Bang Theory, pero decidimos que era mucho tute luego y pasamos del tema.

Llegamos a Venice Beach y aparcamos tras pagar 6$ por un parking de tarifa plana (es prácticamente la única forma de aparcar allí). Que raro se hace estar en un sito que sale en tantas películas. Y sí, los vigilantes de la playa van de rojo y los coches de salvamento son amarillos. Y sí, hay casetas de playa para los vigilantes. Todo tal cual la serie, menos las jamonas tetudas del playboy :-) Caminamos por el muelle que sale desde esta parte de la playa. En él muchas gaviotas y mucha gente pescando. Carteles por todos lados de que determinadas especies están muy contaminadas y que no se deben comer. La gente pesca que te pesca cogiendo peces pequeños pero en mucha cantidad. Muchas cosas curiosas en el muelle. Había unos sitios para que pescasen los minusválidos con la barandilla y el hueco de la caña de pescar mása bajos. Lo más curioso para mí es que había unos sitios preparados para limpiar el pescado. Y por todos lagos gaviotas esperando a ver si la gente se despistaba y caía algo. Bajamos del muelle y caminamos algo bajo él y por los alrededores, tocando por primera vez en nuestras vidas el agua del pacífico. Fue algo simbólico, pero emocionante. Había gente haciendo surf pero las olasa no eran nada buenas. La arena era muy fina, estupenda diría yo, pero el agua parecía algo aceitosa, no apetecía mucho bañarse en ella.

Acabamos al cabo de un rato allí y comenzamos camino. Cogimos la carretera 1 del estado de California y seguimos por la costa camino de Malibú. Por el camino babeamos. Toda la carretera está llena de casas colgando sobre la costa. Parte de la casa apoyada sobre el acantilado y la otra sobre pilares en el agua. Una maravilla. Paramos en una pequeña playa donde una familia descasaba y nos quedamos mirando a las casas colgando. Salimos de allí al cabo de un rato y seguimos carretera quedando sorprendidos por lasa montañas, la costa, las playas... Paramos un ratillo en un outlet para acabar con la compra de vaqueros, que era uno de los objetivos. Con la compra realizada y parando a comer un perritos seguimos camino. Siguiente objetivo, Santa Barbara. Por el camino paramos a ver como unos pelícanos pescaban. Los habíamos visto en zoos o en parques pero nunca los había visto el libertad y pescando. Son impresionantes. Tan grandes, como vuelan, se zambullen a toda leche en el agua y salen con la comida. Alucinante.

Santa Barbara. Me apetecía mucho ir. Por varios motivos. Por un lado me habían hablado bien del sitio tanto gente como las guías. Por otro lado me une una persona de la familia con el sitio. Un tío de mi padre vivió allí bastante tiempo y estaba encantado. Así que nos dedicamos a recorrer carrteras entre casas, por calles repletas de árboles muy antiguos con flores violetas. Recorrimos en coche la marina antes de subir a la antigua misión Española (California pertenecio a España hasta que se la vendimos a los americanos). Tanto la misión como el entorno es una maravilla. Cesped con gente jugando, comiendo... Todo muy cuidado y preparado. La misión no la pudimos ver por dentro, pero por fuera tenía un estilo colonial español que todavía no habíamos visto nunca. Alguna más tocará en este viaje, la zona está repleta. Paramos a hacer algunas compras con el sol ya poniéndose sobre el horizonte.

Poco más que contar hoy. Paramos a comer algo de comida japonesa en un pueblo por el camino tras fallarnos un sito de barbacoa que estaba cerrado. Mejor para nuestra salud. Una sopa de miso y un poco de pescado y calamares son mejores para nuestra salud. De allí al hotel de esta noche, que es maravilloso. En el parking, nuestro primer mapache en libertad rondando por los demás coches. Bea lo anduvo persiguiendo un rato pero pasó de ella. ¡Mira que es curiosa esta niña! La ruta de hoy, aquí.

jueves, 26 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Los Angeles (día 18)

Hoy nos levantamos con solete por la mañana. Unos 25ºC que se sentían algo más que simplemente eso. La idea principal para el día de hoy era ir a los estudios Universal, un parque de atracciones montado alrededor de los propios estudios. Compramos las entradas por internet ayer por la noche decidiéndonos por un pase que nos daba acceso a una cola prioritaria para no perder un ápice de tiempo. En el hotel donde estuvimos (Tangerine Hotel por si alguien viene a LA, 100% recomendable) nos imprimeron las entradas así que cuando hice el checkout teníamos ya todo listo. Paramos antes de ir en una cafetería que hay justo delante del hotel y nos tomamos el desayuno. Ya con las pilas cargadas nos fuimos a los estudios.

Tras unos pocos km llegamos a la entrada del parking. Como de perdidos al río pagamos un pelín más por el parking preferencial que está justo delante de la entrada del parque. Eran ya algo así como las 11:30 y había muchas cosas que ver. Tras pasar las puertasa y alucinar ya un poco con el sitio nos fuimos derechitos al tour por los estudios, cogiendo el tour "latino" en el que el guía hablaba castellano. La única pena que me dio fue no coger la entrada V.I.P. que te permite ver los estudios por dentro con un guía pero había que reservar y era mucha pasataa, aunque la verdad tiene que estar muy muy bien. En fin, que nos metimos en un bus para el tour/espectáculo por los estudios. El tema consiste en que el bus va pasando por los estudios y te van diciendo lo que se está rodando y simplente los ves por fuera. Así dicho suena soso, pero es que luego hay espectáculos de efectos especiales y puedes ver los sets que hay al aire libre. Los espectáculos son alucinantes y disfrutas como un niño. Primero entrasa en un tunel y te pones unas gafas 3D.
El bus queda sobre unos railes y te rodean 360º pantallas donde emiten una escena basada en King Kong donde el bus es zarandeado y hay efectos de agua y humo (esto se repite bastante en el parque). Tras salir alucinados de esto te hacen pasar por un puente que simula que se derrumba. Después te llevan a un sitio donde se simula estar en un tunel y hay un camión con combustible que cae hacia ti y hay una inundación mientras todo tiembla y parece que se derrumba. Tras todo esto también hay otro espectáculo donde ves a Norman Bates meter un "cadaver" en un maletero y correr hacia tí con un cuchillo en la mano (esto quizás es lo más cutre). Por último hay una escena basada en tiburón. Y creo que con esto ya cuento todo, aunque seguro que me olvido de algo. Y si esto os parece poco se dan unas cuantas vueltas por escenarios exteriores mientras te cuentan anécdotas. Se pasea cerca de uno que se llama la calle Nueva York donde se simula la ciudad (estaba rodando un videoclip Justin Bieber, peno no verlo para darle una colleja), exteriores que simulan ser una ciudad europea donde te cuentan los trucos que hacen para que parezca una ciudad de un país u otro (en ella se rodaron cosas como las escenas de París de Como conocí a vuestra madre), sets de rodaje de La guerra de los mundos y por último, Wisteria lane.
Esta es la calle en la que transcurre Mujeres desesperadas, serie que a Bea le encanta. Este es el set auténtico de rodaje de la serie y solo dejan recorrerlo cuando la temporada no está en marcha. La verdad es que las casas son bastante pequeñas cuando las ves delante, pero a Bea le encantaron y lo entiendo plenamente. También por el camino te enseñan coches míticos auténticos de rodaje, como los de Regreso al futuro o una de las naves de la película Serenity.

Tras acabar el tour nos fuimos al siguiente sitio, la montaña rusa virtual de Los Simpsons. Es algo típico pero no deja de sorprenderme el cerebro humano. Estábamos metidos en unos asienos dentro de un grupo movido por motores. entre lasa imágenes y el movimiento parecía ir rapidísimo cuando realmente estábamos parados. La verdad es que an mlas imágenes y la ambientación Simpson aún daban más vidilla al asunto. Nos lo pasamos de la leche. De ahí, tras comprar un souvenir, seguimos camino y paramos a comer. Unos sandwiches y una breve conversación con unos compañeros de mesa que eran de Luxemburgo seguimos camino hacia el espectáculo de Terminator 2. En él se simula una presentación de Cyberdine Systems donde interrumpen Sarah Connor y John Connor. La verdad es que es la que se ve más antigua pero aún así es la leche. Mucho 3D de gafas montado a lo espectacular con cosas saliendo de la pantalla acompañados por efectos de verdad como ruido de armas, humo, luces, agua... Muy muy divertido de nuevo. La tienda de souvenirs de este espectáculo era la más freak. Comics, camisetas de superhéroes. figuras, cosas de star trek hy star wars... Nos dimos una vuelta por ella encontrando cosas como un Iron Man tamaño real por la friolera de 7000$. Cogimos camino hacia el espectáculo de animales actores donde unos entrenadores de una empresa que proporciona animales para el cine y la televisión enseña los trucos que hacen para acostumbrar a los animales a desconocidos y las cosas asombrosas que pueden hacer. De allí nos fuimos a la parte inferior a montar en el Jurassic Park Ride. En él, montados en una barca, surcamos un río donde aparecen a los lados dinosaruios que... ¡te mojan! Y claro está, el paseo finaliza con una caída de la barca por una cascada con mojadura final incluida. Muy divertido aunque si tienes algo de miedo a las alturas como yo da algo de congoja :-). Por la zona dimos un paseo por un sito con algo de vestuario y detalles de películas. Aunque era pequeño y algo pobre, había alguna cosa que otra que se salvaba (el vestido de animadora de Heroes, material de Buck Rogers...), así que le dedicamos un ratillo porque era pequeño. Lo último ya que nos dio tiempo a hacer fue entrar en la casa del terror. Realmente es algo típico pero esta estaba muy bien hecha. Todos los tópicos posibles estaban presentes, sumándoles esta vez que aparecían personajes de la Universal, como Chucky o el de la matanza de Texas. La verdad es que somos acojonables y nos acojonamos bastante, sobre todo con los actores. En fin, que acabamos a la hora de cerrar del parque habiéndola pasado un rato genial. 100% recomendable el parque.

Desde allí nos fuimos a dar una vuelta en coche por el paseo de la fama de Hollywood. Y allí hicimos una foto al edificio de Capitol Records. ¿Porque ese interés? Por una de las películas que más nos gusta de todos los tiempos, Ford Farlaine. Hay una escena mítica al final de la película que transcurre por fuera del edificio con los protas cayendo y tratando de bajar por la fachada que es un tanto especial. De ahí subimos hacia el observatorio Griffin, famoso por salir en muchas películas y por las vistas de Los Angeles, incluyendo la puesta de sol al ladito mismo del cartel de Hollywood. La verdad es que el parque en el que se encuentrasa el observatorio es gigante. Y con gigante me refiero a que es bastante más grande que Central Park, pero muchísimo más. Subimos hasta el observatorio y nos dedicamos a ver la ciudad para todos los lados posibles y a ver como se ponía el sol en las montañas. El edificio del observatorio también es chulisimo, no sabría como describir el estilo, pero resulta muy elegante sobre la colina.

Desde allí la idea era irse a Santa Barbara a dormir. El problema fue que cuando todavía estábamos en LA a eso de las ocho de la noche nos llegó un correo de booking diciendo que el hotel había cancelado la reserva. Los llamé inmediatamente y me dijeron que habían tenido problemas con la tarjeta (les había pasado la visa electron para probar si booking me dejaba) y que habían cancelado la reserva y que lo sentían mucho. En fin, que cogimos el movil y por internet hicimos una reserva en LA ya que era de noche y preferíamos de hecho quedarnos en la ciudad para aprovechar mañana y ver bien la costa camino ya del norte. Paramos a cenar en un restaurante mejicano (se supone que en LA hay los mejores restaurantes mejicanos ya que medio LA es mejicano). Bea se tomó un par de burritos acompañados por mole y arroz y yo carne estofada mejicana acompañada por lo mismo y guacamole. ¡Estupendo todo! Después de eso al hotel a descansar.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Calico ghost town y Los Angeles (día 17)

Hoy hace calor. Estamos en Barstow, en medio del desierto, al lado de Mohave National Preserve que viene siendo una reserva natural en el desierto. Hace calor, pero nada serio. Paramos a llenar el deposito y a coger cosas de beber antes de salir camino a Los Angeles. Cogimos la autopista y le comenté a Bea que me sonaba que por aquí había un pueblo fantasma del oeste. A Bea le ecantó la idea y allí nos fuimos, a Calico ghost town.

Hicimos unas pocas millas y allí estábamos en Calico. Un parque regional montado sobre los restos de un antiguo pueblo minero. El pueblo conserva doce casas auténticas y el resto son reconstrucciones de edificios tal cual estaban durante la época de la fiebre del oro, época en la que le pueblo estaba lleno de salones y burdeles. Tras aparcar el coche subimos por la calle principal camino del mirador. A los lados, además de las casas, hay conservados utensilios, carromatos y demás parafernalia de lo que sería el pueblo en los tiempos del oeste. Dentro de las antiguas casas ahora hay tiendas, tanto de souvenirs como de artesania local (recordad que todas estas zonas son reservas indias). Subimos al mirador y vimos todo el pueblo y el entorno que lo rodea. ¡Que bonito! Bajamos con intención de coger el tren que da una vuelta por los alrededores del pueblo. Es un viaje cortito pero fue divertido. Durante el mismo te iban cotando donde estaban las minas, que la mina ahora mismo produce todavía algo de plata y las ruinas que quedan del barrio residencial borradas ya por el paso de los años y la dureza del desierto. Tras finalizar el camino bajamos por el parque y paramos antes en una tienda de fósiles. ¡A Bea le encantan!
Y cogimos ya el coche camino de LA. Antes de salir a la autopista paramos a comer en un auténtico restaurante años 50. Sí, ya se que es un poco guiri, pero que leches. Además había bastante gente con pinta de local y estaba lleno de camioneros y el dicho dice que donde hay camioneros se come bien. Así que allí fuimos, a comer una hamburguesa y unas costillasa barbacoa con decoración de los años 50 y camareras vestidas de esa guisa antes de partir hacia LA.

La fama de las autopistas de LA está plenamente justificada. ¡Que tráfico! Eso si, muy respetuoso y ordenado, no hemos visto ni cafradas ni gente colándose ni nada. Pero la densidad es pasmosa. Cuando salimos de una de las muchas autopistas en Beberly Hills nos damos cuenta de porque. No hay edificios de más de tres pisos en una ciudad de muchos millones de habitantes. Tras salir nos damos un paseo en coche por las mansiones de la gene rica y extremadamente rica y bajamos a Rodeo Drive, calle famosa por albergar una altísima concentración de tiendas exclusivas. Tras ver esa zona subimos hacia Mulholland Drive, carretera que serpentea por las colinas de Hollywood. Un rato después nos llamó David, un compañero mío de empresa que está impartiendo un curso en la ciudad. Fuimos al hotel, dejamos las cosas, y nos fuimos a buscarlo a Santa Mónica para ir a dar una vuelta al famoso muelle.

Hoy es martes, pero aún así, ambientazo. Mucha gente por la calle, muy arreglada en general y gente pescando en el muelle. La playa se intuía por la noche, poco más. Caminamos hasta el final del muelle entre gente que hacía lo mismo y sin ver ningun sitio que nos apeteciera para cenar echamos un ojo al móvil para buscar un sitio cercano y acabamos en un bar/restaurante cenando con David una hamburguesa de atún y unos rollos de cangrejo con un trago de cerveza local. Tras una muy agradable conversación (a David hacñia ya casi dos años que no lo veía) nos fuimos de vuelta al hotel a eso de las 11 de la noche con ganas de descansar y mañana darle el último día a esta ciudad.

martes, 24 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Death Valley (día 16)

Nos despertamos por la mañana en el hotel con calor. 28ºC en el exterior y bastante viento. Dormimos en un resort en las afueras de Las Vegas, pegados a un lago. Salimos a tratar de desayunar algo ya que el hotel no tenía desayuno y en teoría el resort estaba lleno de cafeterías, pero estaba todo cerrado. Visto lo visto decidimos hacer el check out e irnos a otro sitio a desayunar. Por suerte preguntamos en recepción y nos dijeron que otro hotel del resort si que tenía la cafetería abierta para desayunar, así que allí nos dirigimos. Nos tomamos la mañana con calma. Los días y los tutes de km pesan sobre el cuerpo. Llevamos 1800 Km en 3 días, no está mal la media... Para nosotros el camino es parte del viaje y queremos descubrir cada pequeña esquina del país que podamos, pero aún así estábamos cansados así que decidimos tomarnos la mañana con calma. Hoy no pusimos el despertador y desayunamos con mucha calma. Yo me tomé un sandwich de tortilla con jamón de parma y tapenade y bea un oatmeal. A eso de las doce salimos de Las Vegas rumbo a Death Valley.


Death Valley, vaya nombre. Recorrimos la distancia con ganas de llegar. El nombre ya evoca lo que se encuel ntra dentro del parque. Nada. La muerte de muchos que lo trataron de explorar y fracasaron. Death Valley, el lugar con la mayor temperatura registrada nunca en el planeta, 58ºC. Un horno. Un valle rodeado de montañas que tiene su parte más baja a 80 metros bajo el nivel del mar mientras que las montañas que lo rodean llegan a medir más de 1000 metros. Estas condiciones hacen que prácticamente no llueva nunca dentro del valle y la poca agua que reciba venga de la que cae desde las montañas. En algunos sitios del valle hay algo de humedad pero es debido a que está tan bajo que la capa freática está prácticamente a nivel del suelo. Entramos en el parque con una temperatura en la montaña de 24ºC. Cuando empezamos a descender el coche iba subiendo la temperatura exterior hasta un máximo de 37ºC en su parte más baja a las cinco de la tarde. Para este sitio en esta época es lo normal. Aventurarse en verano es de locos, con temperaturas de cuarenta y tantos grados como lo más normal del mundo. Todavía es buena época. El aire era muy caliente y el coche aumentó mucho el consumo de combustible. Menos mal que el jeep tiene mucha autonomía porque en la zona del valle no es raro ver señales que indican que no hay ninguna gasolinera en... 60 millas a la redonda. Sí, habeis leido bien. 100 Km a a la redonda sin gasolineras. Hemos visto unos cuantos carteles de esos a lo largo del día. Entramos en el parque sin que nadie nos cobrase, pero los carteles indicaban que había que ir al visitors center a coger el pase o bien ir a una máquina automática. Como queríamos pagar la diferencia entre lo que ya habíamos pagado y el pase anual (5$ y ya podemos entrar en todos los parques que nos apetezca) nos fuimos en dirección al centro de visitantes. Al lado del mismo el mejor hotel del parque.

Paramos a comprar algo de comer en la tienda de comestibles y a comprar algun souvenir y seguimos camino en dirección a Zabriskie point, un mirador que está en la parte más desértica del valle. Que pasada de sitio, es como estar en la luna. La tierra está tan seca que se deshace al pisarla. Podrías cavar metros y metros y no encontrarías rastro de humedad. Todo está muerto aquí, o al menos lo parece. Desde ahí bajamos por otra carretera hacia del Devils golf couse. El parque tiene tres o cuatro carreteras asfaltadas pero tiene muchas más de tierra que están clasificadas según el tipo de vehículo necesario.
Hay una de tierra de 60 Km de largo que recorre la parte contraria del valle, pero nos parecía mucho ir tantos km pegando saltos. La del Devils golf couse se hacía sin ningún problema con el jeep y era muy corta así que por ahí fuimos. Queríamos ver el centro del lago. Queríamos ver ese barro que está húmedo y que está cubierto de sal cristalizada. Es sal, huele a sal y es muy bonito. Nos sentamos y jugueteamos con ella y sonreímos. Se respira paz, a pesar de que de vez en cuando un coche pasa. Pero es todo muy vacío. Es posible mirar hacia muchos sitios sin ver a nada ni a nadie. Un rato después seguimos carretera. Dirección Badwater Basin.

Badwater Basin es el punto más bajo del parque. En ese punto brota agua. ¿Como es posible? Como os comentaba en las zonas bajas se nota la humedad. Esta humedad es una capa de agua que viene desde las montañas de Sierra Nevada. En este punto, el valle está tan bajo que aflora el agua. Lo malo es que el agua que aflora tiene una concentración de sal muy alta y cuando un explorador quiso dar de beber a sus mulas estas no quisieron el agua. Por esto se llama Badwater a este manantial. Nos quedamos mirando a la vida que hay dentro del agua. Un cartel dice que son alevines de peces y unos moluscos que solo existen en ese estanque. Una especie única. Caminamos un poco por la sal que rodea el estanque y seguimos andando un poco hacia el centro del valle. Solo unos cientos de metros sobre la sal. Por el camino muchos mensajes escritos por la gente sobre la sal. Caminamos un ratillo por allí y volvemos al coche. Seguimos camino hasta salir del valle. Paramos unas cuantas veces a hacer fotos ya que anochece y la luz amarilla da otra dimensión al valle. Seguimos camino hacia nuestro hotel, en Barstow. Una ciudad de paso. Por el camino recorremos unas cuantas carreteras solitarias del desiero. En una de ellas nos encontramos solo con 10 coches en 100 Km (los contamos). Llegamos, sanos y salvos, a un pequeño motel de carretera a descansar para mañana. La ruta, aquí.

PD: He subido las fotos que faltaban.

lunes, 23 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Bryce Canyon y Zion National Parks (día 15)

Salimos del hotel en Cedar City con amenaza de que a lo largo del día podía caer alguna tormenta. No éramos muy conscientes del entorno de la ciudad porque ayer llegamos de noche. Estamos en Utah, tierra de mormones, en pueblos que nos cruzamos que tienen iglesias bastante modernas. Salimos del hotel y giramos en la calle principal a la izquierda. De repente nos estamos dando cuenta del entorno. ¡Estamos subiendo! La carretera dice nosequé de que hay curvas cerradas y de que está cortada para caminones. De momento estamos entre montañas bajas, pero subimos y, ¿que vemos? Nieve. En los bordes de la carretera, eso sí, la carretera está muy limpia. ¿22 de Mayo y con nieve? Pues sí. Seguimos subiendo entre cabañas de madera, bosques de abetos estrechos y puntiagudos que están separados unos de otros. No son bosques espesos en los que no ves a dos pasos, si no que se puede ver através. Es una maravilla. Todo cubierto de nive, las curvas, los bosques, gente en quad, moteros... Lasa montañas se tornan rojas y a la derecha vemos un lago helado, que parece que comeinza a despertar. Navajo Lake, volveremos a él luego en esta crónica. Acabamos de cruzar la montaña para llegar a una zona ya sin nieve pero llena de arroyos. Parmos a echar gasolina, el coche anda algo sediento. Por suerte tiene un depósito enorme y nos da para unos 800 Km así que siempre vamos tranquilos porque aquí puedes estar 80 km sin ver una gasolinera. En la gasolinera estampa de película. Un sheriff saludando a los vecinos a ritmo de "heeeeeeyyyyyy meeeeeeeeen" y comprando donuts y dos vaqueros enormes (pongamos de 2x2m) con sus sombreros de vaquero comprando cervezas. Las películas no mienten chicos, es una lección que vamos aprendiendo. Los tópicos existen por algo :-)

Salimos de la gasolinera y nos dirigimos a Bryce Canyon. Mucha gente se cree que en Estados Unidos todo es una llanuera enorme en el medio, con desiertos, y que hay tres parques nacionales (Yosemite, Yellowstone y Grand Canyon). ¿El oeste? Un desierto y poco más. Ah, y playas con gente haciendo surf y tetas operadas en California. Pues no, el oeste es una zona llena de preciosos parques naturales, de vegetación exhuberante, de una fauna salvaje acojonante y conservado a las mil maravillas mediante una buena cantidad de bosques y parques nacionales. Bryce Canyon es uno de esos parques. Un cañón de formas imposibles, donde las rocas se sostienen uno no sabe muy bien porqué. Rodeado de bosques del Dixie Nationa Forest, entrando en el por el Red Canyon, aparece ante nosotros unas montañasa formadas por arena naranja compactada por la presión de millones de años y erosionada hasta derrumbarse. Aparcamos el coche y fuimos caminando por una zona de miradores haciendo muchas fotos y viendo alguna que otra ardilla salvaje y ciervos. ¡Este país está lleno de ellos! Decidimos coger el coche e ir a comere algo al único restaurante del parque. Pensamos que iba a ser carísimo pero al final no fue así. Nos comimos tan ricamente una hamburguesa de bisonte acompañada de un plato de fruta fresca para compensar y un bocadillo de costilla deshuesada con champiñones. Sin sitio para el postre cogimos el coche y fuimos yendo de mirador en mirador haciendo fotos. Nos fuimos, ya que al final el día amenzaba lluvia pero no llovía hacia el mirador más alto, a más de 3000 metros de altura. Desde allí vistas a 90 Km de distancia de montañas, mesetas y cañones. Salimos del parque a media tarde con bastante km por hacer y nos dirigimos rumbo a nuestro hotel (en las afueras de Las Vegas) pasando antes por el Zion National Park.

Tras unos 60 Km de carreteras, pasando por un montón de comunidades rurales con sus pickups, sus iglesias y sus casas de madera, llegamos al parque. Desde fuera, no impresiona demasiado. Pero es pasar la caseta del guardia (lloviendo ya esta vez) y te adentras en un mundo de fuerza descomunal. La forma de describir esta sería como si cogieras unas montañas de piedra de arenisca y una mano gigante las retorciera. Montañasa con formas en espiral rodean un cañón por el que circula una carretera estrecha. La carreteras discurre por entre cortes en las rocas hechos de forma natural. Es un milaagro de ingeniería. Nos imaginamos lo que sentiría un explorador que llegase aquí hace 200 años. Llegamos al centro de visitantes y decidimos, aunque ya era tarde, coger un bus que te lleva por una carretera cerrada a otro tipo de tráfico. El bus nos lleva por otro acantilado durante un buen rato, mientras nos cuentan como se formó todo esto por el río que nace en el... Navajo Lake! Como os decía empezamos y acabamos el día con el mismo río. Cuentan que el río les ha dado ya bastantes sustos debido a las crecidas y que esta carretera ya la han reconstruido 4 veces porque cuando llueve mucho el río va muy encajonado y sube muy rápidamente. Volvemos, ya tarde, hasta el coche, camino del hotel. Mañana más. La ruta, aquí.

domingo, 22 de mayo de 2011

Un viaje muy especial, Flagstaff, Grand Canyon y road trip (día 14)

Salimos hoy del hotel de Flagstaff (Arizona) despidiéndonos efusivamente del recepcionista (No había forma de hacerlo de otra, será el carácter de la zona) y nos dirigimos al centro de la ciudad. Hoy es sábado y hay un desfile en honor a los veteranos de las fuerzas armadas. El ambiente que se respira es festivo, con niños de preescolar en la plaza del pueblo cantando canciones con las profesoras, policias saludando a los vecinos por la calle, bomberos desfilando con camiones descapotados de los años 50, motos... Muy divertido la verdad. Nos dimos una vueltecita por el pueblo que es uno de los sitios míticos de la ruta 66. La ruta 66 a día de hoy ya no se usa (se ha sustituido por autopistas interestatales) y en muchas zonas ya ni siquiera es posible recorrer el recorrido original, pero todavía conserva sitios muy unidos a ella que suelen tener turistas tratando de revivir una carretera mítica en la historia americana. El recorrido por Flagstaff incluyó muchísimos tópicos americanos, incluyendo ver a niños (y no a animadoras en camisetas como en la películas :-)) que lavavan coches a cambio de un donativo o vendían galletitas y bizcochos. La verdad es que la gente sigue conduciendo bien y de forma tranquila.

Desde allí cogimos el coche camino del Gran Cañón del Colorado. Así, todo con mayúsculas. Paramos a comer en un Wendy's (una cadena parecida a McDonalds) dado que teníamos algo de prisa. Tenemos que buscar sitios para comer mejor, en estas zonas no es como NY donde todo el mundo se preocupa por su figura (aunque la gente que hemos visto por ahora no estaba en alta proporción obesa) y es dificil comer sano. A pesar de ello paramos en una gasolinera y cogimos un plátano y una manzana por la mañana para tratar de comer fruta. En fin, que llegamos al cañón y aparcamos el coche. El parque está pensado a las mil maravillas. Hay varias rutas en bus gratuitas que lo recorren y que tienen una frecuencia muy alta de forma que puedes bajarte en un mirador, dar un paseo hasta la siguiente parada y coger otra vez el bus, por poner un ejemplo. Hay una carretera que en esta época del año no está abierta a los coches (hay demasiada gente) y hay que hacerla en bus, así que nos dirigimos a cogerlo e hicimos el reocorrido hasta el final de la ruta (19km). Allí paramos a sentarnos y comprar algunos recuerdos. Sentados observamos la maravilla que es el cañón. El otro lado lejos, muy lejos. El río muy abajo, se abre camino entre picos que están casi a la misma altura... Decidimos hacer un pequeño tramo caminando desde allí, unos dos Km. Caminamos por un camino habilitado que va siguiente el borde del cañón y en el que puedes sentir la tranquilidad solamente interrumpida por gente que pasa de vez en cuando. Vamos fijándonos en la fauna que nos cruzamos. Cuervos inmensos, ardillas, insectos, golondrinas... Y en los árboles, que mezclan pinos con otros árboles que no conocemos y que tienen el tronoc retorcido y la corteza desgarrada.
Cogemos de nuevo el bus hasta otro mirador ya de vuelta hacia el coche. Paramos de nuevo a hacer más fotos desde otra vista espectacular, asomados en un saliente que desafía a la gravedad. De nuevo bus y vamos hacia el coche a hacer otra ruta siguiendo el cañón que sí está abierta al tráfico. Paramos en varios miradores de esta carretera a ver otras vistas del cañón y desde la última (Desert View) ya se puede ver como el final del cañón acaba y se convierte en algo mucho más pequeño y la fractura es ahora una meseta salpicada de montañas. Meseta eso sí, a más de dos mil metros de altura.

 Salimos del gran cañón todavía tratando de darnos cuenta de lo que acabamos de ver. Mientras tanto el coche desciende entre montañas y vamos por una carretera que nos permite ver la meseta que vislumbrábamos  antes pero con mucho más detalle. En ella se pueden seguir viendo grietas y pequeños cañones. Paramos en un mirador a hacerle fotos a una mientras el sol ya trataba de ponerse en el horizonte. Que cosa tan bonita ver los colores anaranjados del desierto mientras el sol se escapa. Por el camino, cada poco, tenderetes indios vendían artesanía y carne seca. Seguimos camino cruzando la meseta y recorriendo carreteras en medio de la nada.
No os vayais a pensar que íbamos por carreteras malas o locales. Eran carreteras buenas y en general muy bien asfatadas pero es que entre pueblo y pueblo, con unas cuantas granjas solitarias por el camino, a lo mejor había 40 o 50 Km. En algunas zonas tardábamos 20 minutos en cruzarnos con algún coche. La sensación de estar tranquilos en el camino y la soledad daban espectáculo al camino. Conducimos eso sí, con precacución según se fue haciendo de noche. De hecho tuvimos que frenar unas cuantas veces para dejar pasar ciervos que salían del bosque tranquilamente, pero no hubo ningún tipo de susto, simplemente hubo que conducir con precaución. Llegamos a nuestro destino por la noche con ganas de descansar tras el largo viaje de hoy. Mañana más. La ruta, más o menos esta.

PD: Se que tengo fotos pendientes de subir. Trataré de hacerlo esta noche.