Nos levantamos a eso de una hora de carretera de Auckland. Desayunamos algo rapidito y cogimos carretera, despidiéndonos del rural y dirigiéndonos hacia la mayor ciudad de Nueva Zelanda. Aquí si que ya encontramos autopistas de muchos carriles y muchos coches. De nuevo, Nueva Zelanda, suburbios y coches por doquier. Y en la ciudad conducen bastante mal. Así que, resultado, acordeones en la autopista que provocaban caravanas. Macho, si el coche de delante está frenando, para que aceleras para luego frenar? Si es que...
Dimos otra vuelta buscando otro comic para Cloe y dando vueltas por la zona. A nivel compras bastante chula, mucha tienda pequeña con cosas especiales. En ese aspecto, la verdad es que la ciudad está bastante bien. Continuamos hacia Aotea square, donde paramos a ¿comer? unos gofres con helado en un sitio llamado Oko Dessert Kitchen. Bastante bien, pero nada de fliparse. Los pasteles tenían una pinta de morirse, que conste.
Continuamos, cerrando un poco el círculo, hacia la torre de comunicaciones de Auckland. Dimos una vuelta final buscando donde cenar y estábamos tan cansados que acabamos en una cadena de hamburguesas local llamada Burger Fuel. Digamos que OK y ya, nada realmente remarcable. Volvimos ya cansados y algo tristes de tener que irnos hacia la caravana, dando un último paseo por la marina.
A la mañana siguiente nos levantamos muy pronto. Había que devolver la caravana y teníamos que vaciar los depósitos de aguas, cambiar la bombona de gas y rellenar el depósito de gasolina. Otra vez mucho tráfico lento, aunque íbamos en dirección contraria a la ciudad. Entregamos la caravana de Wilderness Motorhomes y el proceso fue súper sencillo. En veinte minutos habíamos acabado y un taxi, pagado por ellos, nos estaba llevando al aeropuerto (a unos 5 minutos nada más).
Nuestra experiencia con Wilderness ha sido casi inmejorable. Lo único mejorable, algún detallito, como que la barbacoa que nos dieron estaba en un estado muy mejorable, pero como nota general sería un nueve y medio. La caravana que nos alquilaron era fabulosa, cómoda y nada difícil de conducir. Un lujazo. Y el servicio cuando tuvimos problemas con la tubería de aguas grises fue de 10. Son algo caros, pero el servicio es la caña.
Llegamos al aeropuerto pronto porque había que hacer unas gestiones. El vuelo lo compré con Singapore Airlines, así que el vuelo de Air New Zealand era un vuelo de código compartido. Eso implica que no pude elegir asiento con antelación. Así que el sistema nos había colocado repartidos por todo el avión. Tras hablar con la gente de reservas, me dijeron que lo arreglara en el mostrador de check in. Tras unos quince minutos de suspense, ya que el avión estaba lleno, pudimos hacer el viaje de vuelta juntos y en un asiento muy cómodo ya que nos pusieron en el sitio reservado para cunas de bebé. De diez la compañía la verdad.
Así que tras unas once horas de viaje de vuelta, llegamos por fin a Singapur, cansados y con ganas de repetir Nueva Zelanda en un futuro.