lunes, 9 de mayo de 2016

Al otro lado del mundo: Día 4 - Jardines de Hama Rikyu Gardens y Ginza

Tras estos días de buen tiempo, amenzaba lluvia. La previsión era que no lloviera demasiado, así que planeamos el día en casa pensando en ir a Ueno, a visitar museos. Pero oh, mirando en el maps los horarios resulta que cierran el lunes. Fiasco. Así que lo que decidimos era bajar a los jardines de Hama Rikyu, que nos quedan al ladito del apartamento y luego ir a Ginza.

Nos dimos un pequeño paseito hasta los jardines bajando por nuestra zona. Poca gente por la calle y mucha gente en los edificios trabajando. Nuestra zona es toda nueva, de rascacielos llenos de oficinistas. Llegamos al parque y pagamos la entrada (300 yens). El parque está lleno de árboles muy antiguos, con formas labradas por el arte de los jardineros. Pena que la zona de las flores estaba vacía de ellas. Lo que quizás echamos de menos de los parques a los que estamos yendo en Tokio son los animales. Hay algunos pájaros, pero no muchos. No hay ni patos, ni cisnes, ni ardillas, ni nada de las típicas cosas que le hacen ilusión a la pequeña Cloe. Al poco de llegar al parque comenzó a chispear. Seguimos paseando ignorando la lluvia, que en aquel momento eran cuatro finas gotas. Seguimos por el parque y la cosa se puso aún más interesante, Llegamos a zonas con estanques, con antiguas casas de té. Estos parques eran usados por el emperardor como zona de recreo. Poco a poco comenzó a arreciar la lluvia y empezaba a ser la hora de comer, así que nos fuimos.

Buscando por la zona acabamos por los alrededores de la estación de Shiodome. Allí nos metimos en un centro comercial (aunque  como ya os decía llamarles así es complicado, digamos que es la zona de restaurantes de un edificio de 50 plantas lleno de oficinas). Encontramos donde comer en 5 minutos. Comimos un menú por cabeza. Dos de ellos de pollo, uno de salmón y otro de un pescado que no concíamos. Cada menú era un ingrediente a la parrilla, acompañado por sopa de miso, arroz y un par de encurtidos. Todo ello acompañado por té y agua nos costó un total de 28€ los 5. Es una pasada lo barato que es comer en Japón.

Cuando salimos del edificio arreciaba más aún. Empezamos a caminar hacia Ginza, el barrio pijo del centro de Tokyo, donde están todas las flagship stores de las marcas, dónde hay edificos enteros de marcas conocidas pero también tiendas de artesanía muy muy cara. De paseo por el barrio estuvimos viendo cuencos de madera lacada muy muy pequeños por 180€ (lacados y pintados a mano), kimonos de 8000€, katanas de 6000€ y telas alucinantes. Paramos en una pastelería tradicional en la que hicimos una compra. La pastelería serían unos 10m2 y había 5 empleadas vendidendo sin parar.  Una compra de 5€ y te daban el producto tras una reverencia de 90º y mil arigato gozaimasu (muchas gracias) que repetían sin parar. Entramos en el edificio de Sony con el objetivo de ver si tenían las gafas de realidad virtual que saca Sony en octubre. En el edificio Sony siempre hubo una exposición dónde la marca mostraba lo que estaba desarrollando, con prototipos y mil cosas curiosas. Nuestro gozo en un pozo, la exposición fue muy cutre y sentimos que fue una pérdia de tiempo. De allí nos fuimos a oootra juguetería. Hay que tratar de hacer cosas que le gusten a Cloe (y a sus papás) y a ella le encanta revolver por ellas. Además en esta (Hakuhinkan Toy Park) estuvimos muy a gusto y había muchas cosas para que Cloe probase (y jugase). Entre eso, que había poca gente y que los pasillos eran anchos, estuvimos un buen rato buscando cosas para ella y para nosotros.

Cuando salimos (más bien nos echaron al cerrar la tienda) decidimos no ir a cenar por ahí. Tenemos que acostarnos pronto hoy y cambiar el ritmo. Nos estamos acostando tarde y levantándonos tarde, así que hoy pronto para casa. Paramos en el supermercado a coger cosas para cenar. En Japón hay mucha comida preparada en los supermercados y es siempre fresca del día y muy barata. Cogimos sushi, carne empanada, no se... mil cosas pequeñitas para comer y nos fuimos al apartamento. Es lo grande de estar en un apartamento, te sientes como en casa y mola mucho más para ir en grupo o con niños, que tienen sitio para esparcirse. Y con esto, mientras vemos cosas raras en la televisión japonesa, me despido.

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