Buscando por la zona acabamos por los alrededores de la estación de Shiodome. Allí nos metimos en un centro comercial (aunque como ya os decía llamarles así es complicado, digamos que es la zona de restaurantes de un edificio de 50 plantas lleno de oficinas). Encontramos donde comer en 5 minutos. Comimos un menú por cabeza. Dos de ellos de pollo, uno de salmón y otro de un pescado que no concíamos. Cada menú era un ingrediente a la parrilla, acompañado por sopa de miso, arroz y un par de encurtidos. Todo ello acompañado por té y agua nos costó un total de 28€ los 5. Es una pasada lo barato que es comer en Japón.
Cuando salimos del edificio arreciaba más aún. Empezamos a caminar hacia Ginza, el barrio pijo del centro de Tokyo, donde están todas las flagship stores de las marcas, dónde hay edificos enteros de marcas conocidas pero también tiendas de artesanía muy muy cara. De paseo por el barrio estuvimos viendo cuencos de madera lacada muy muy pequeños por 180€ (lacados y pintados a mano), kimonos de 8000€, katanas de 6000€ y telas alucinantes. Paramos en una pastelería tradicional en la que hicimos una compra. La pastelería serían unos 10m2 y había 5 empleadas vendidendo sin parar. Una compra de 5€ y te daban el producto tras una reverencia de 90º y mil arigato gozaimasu (muchas gracias) que repetían sin parar. Entramos en el edificio de Sony con el objetivo de ver si tenían las gafas de realidad virtual que saca Sony en octubre. En el edificio Sony siempre hubo una exposición dónde la marca mostraba lo que estaba desarrollando, con prototipos y mil cosas curiosas. Nuestro gozo en un pozo, la exposición fue muy cutre y sentimos que fue una pérdia de tiempo. De allí nos fuimos a oootra juguetería. Hay que tratar de hacer cosas que le gusten a Cloe (y a sus papás) y a ella le encanta revolver por ellas. Además en esta (Hakuhinkan Toy Park) estuvimos muy a gusto y había muchas cosas para que Cloe probase (y jugase). Entre eso, que había poca gente y que los pasillos eran anchos, estuvimos un buen rato buscando cosas para ella y para nosotros.
Cuando salimos (más bien nos echaron al cerrar la tienda) decidimos no ir a cenar por ahí. Tenemos que acostarnos pronto hoy y cambiar el ritmo. Nos estamos acostando tarde y levantándonos tarde, así que hoy pronto para casa. Paramos en el supermercado a coger cosas para cenar. En Japón hay mucha comida preparada en los supermercados y es siempre fresca del día y muy barata. Cogimos sushi, carne empanada, no se... mil cosas pequeñitas para comer y nos fuimos al apartamento. Es lo grande de estar en un apartamento, te sientes como en casa y mola mucho más para ir en grupo o con niños, que tienen sitio para esparcirse. Y con esto, mientras vemos cosas raras en la televisión japonesa, me despido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario