Hoy habíamos quedado con Esther, una amiga de Marcos. Salimos de casa andando hacia la estación de Shimbashi, que pensábamos que íbamos a usar más pero que prácticamente no hemos tocado. Llegamos hasta allí en poco más de quince minutos, bajo un cielo gris plomizo pero una temperatura agradable y nada de agua. Nos presentamos todos y rápidamente nos metimos en la línea que va hacia Odaiba, una zona de ocio que han construido hace relativamente poco en la bahía de Tokio. Nos subimos al tren, que no tiene conductor al estilo del DLR de Londres en el primer vagón, con asientos en primera fila para poder ver el transcurrir del tren desde su elevada posición (estará como un tercer piso de alto).
Según salimos de la estación pasamos delante del reloj que el Studio Ghibli construyó en la pared de un edificio de Tokio y es muy steampunk. Desde allí seguimos elevados, pasamos al lado de nuestro apartamento y cruzamos la bahía por el Raibow Bridge, que es espectacular. Llegamos ya a Odaiba y lo primero que hacemos es parar en la playa artificial. No es que esté el día como para bañarse ni que el agua tuviera muy buena pinta (además había medusas) pero es que a Cloe le encanta corretear por la arena.
Estuvimos un buen rato por allí hasta que decidimos seguir camino. Nos metimos en uno de los primeros centros comerciales de la isla (tiene 4 o 5 enooormes) y nos dedicamos a dar vueltas viendo cosas raras y comprando alguna cosilla. Paramos después, con calma, a comer. Aquí en los centros comerciales hay sitios más o menos al nivel que en la calle, aunque se ve algún restaurante de cadena, cada uno de ellos suele ser un pequeño negocio. Comimos pues en un restaurante regentado por dos señores mayores. La señora estaba enamorada de Cloe. Comimos unos menús de sashimi, de cerdo y de tempura. No eran la mayor maravilla del mundo, pero daban el pego y fue barato.
Seguimos de paseo y paramos a tomar un café viendo la bahía de Tokio con la niña durmiendo la siesta. Estuvimos descansando y pasando el rato.Ya cuando salimos de casa decidimos tomarnos el viaje con calma y ver lo que podamos, que no es plan andarse con estreses. Cuando se despertó Cloe bajamos al Toys'R'Us que en Japón es una jugudetería japonesa con sus cosas de juguetería japonesa y sus frikeces varias. Desde allí, salimos a pasear de noche por fuera de los edificios. Estuvimos un buen rato haciendo fotos de la estatua de la libertad (en Odaiba hay una) y del Rainbow bridge con su iluminación nocturna.
La noche estaba preciosa, aunque con algo de viento. Estuvimos mucho rato fuera, disfrutando de la temperatura y haciendo el moñas. Cuando nos cansamos seguimos camino hacia ooootro centro comercial.
En este había dos objetivos: cenar y ver el Gundam de escala 1/1. Gundam es una serie japonesa de robots gigantes (mechas). Es quizás la más famosa y en Japón es la más popular. Ha tenido mil encarnaciones y subseries y en tooodas las jugueterías hay Gundams de todos los colores y tamaños para montar y ya montados. En Odaiba, frente a este centro comercial, tienen uno a una supuesta escala 1/1 (digo supuesta porque, por desgracia, no existe de verdad). El bicho mide 18 metros, que ya es decir, y es una pasada.
Como buenos japoneses, que saben ganar dinero, además de la estatua hay un Gudam café, un museo Gundam y una tienda de cosas de Gundam en la que alegremente picamos. De allí fuimos a cenar y terminamos en un food court, que viene siendo un sitio con muchos restaurantes para elegir y llevar tu comida a las mesas comunes donde comer con los amigos. Así que cada uno escogió de donde coger la comida y comimos platos de sitios distintos, pero báasicamente Gyozas y pasta. Para terminar el día cogimos unos helados en un Baskin Robbins (cadena ya desaparecida en España) y nos los fuimos comiendo de camino para el tren a eso de las diez y media de la noche.
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