Vaya cambio de tercio. De estar en una caravana por la despoblada isla sur a dormir en un hotel en una gran ciudad. Hace ya tiempo que no vengo por Sydney, ya que antes mi trabajo me exigía venir aqui, pero lo echaba de menos y tenía la impresión de que les gustaría a las niñas. Es una ciudad que mezcla herencia de arquitectura inglesa que recuerda por momentos a Londres, con aquitectura moderna, con la bahía más espectacular que he visto en una ciudad en mi vida. Además de todo esto, tiene uno de los edificios más icónicos del mundo.
Asi que tras haber descansado anoche, nos vamos a desayunar. A Bea le encanta el estilo de como trabajan los camareros en Sydney y va a ser una constante. Como en todos lados hay gente que puede trabajar mejor o peor, pero el estilo es cercano y eficiente, muy profesional. Yo se lo achaco a que cobran relativamente una pasta y eso ayuda. En fin, que disertaciones aparte, desayunamos muy bien en el Brew café. Buena toma de contacto a los huevos escalfados y al café.
Tras salir de desayunar, nos fuimos caminando cinco minutos hasta Circular Quay, la imagen que uno se espera de Sydney, con la ópera a un lado, un trasantlántico al otro, y barcos entrando y saliendo llevando a la gente por la bahía. Los barcos en la bahía no son algo solo para turistas, si no que es una parte más del sistema de transporte publico. Desde allí nos fuimos de paseo a la zona de Town Hall, para estar un rato de compras. Nada serio, un poco de chocolate y unos cuantos legos. Cuando estuvimos en Disneyland en California, nos quedamos con ganas de imprimir una minifugura de Lego, pero allí nos dijeron que no se podía porque requería cita previa. Nos quedamos chafados. Aquí ni cita previa ni leches, así que Cloe se hizo su figura de Lego.
Comimos cerca en Betty Burgers, una cadena local, y mientras las niñas descansaban me fui a comprar un juego de rol a una de las pocas tiendas que quedan en Sydney. Como en muchos sitios, las tiendas físicas especializadas parece que mueren en el centro de las ciudades, la coña es ver como en San Francisco es lo opuesto, las tiendas especializadas sobreviven y todo lo demás muere. Vendrá esa ola a otros sitios también? Seguimos despues de comer deambulando por el centro, sin mucho rumbo. Decidimos parar a merendar en un café coreano, donde tomamos un poco de cafeína para recuperar fuerzas y un Bingsu, un postre de hielo con sirope y trozos de helado.
Algo cansados ya, subimos a tomar una cerveza con los de la oficina de Sydney de nuestra empresa. No estaban todos, pero nos quedamos un rato con los que estaban antes de irnos a cenar con un amigo de aquí a un restaurante al que quería volver. El restaurante estaba a unos quince minutos andando y acabamos la noche allí, en el The Meat and Wine Co Barangaroo. Muy bueno el canguro, los beef short ribs y el solomillo. Esta fue mi primera cena en un sitio bueno en Sydney en 2018, cuando vine por trabajo, así que me apetecía volver. Celebramos así nuestra llegada a la ciudad y lo que nos estaba gustando.
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