El día de hoy ha sido completito, completito. Siento que leais esto junto con el día 21, pero el hotel en el que pasamos esta noche no tenía wifi a un precio razonable, así que toca leer dos días seguidos, espero que no suponga un atracón.
A lo que íbamos, hoy salimos del hotel a eso de las 11. Ya que estábamos en Avignon, y yo algo había leído de que allí había residido el papa, nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Tras dar unas vueltas con el coche y respirar un poco el ambiente de la zona centro (muy relajado), aparcamos en un parking inmenso bajo la plaza del que un día fuera palacio del papa. Tras subir un par de pisos en ascensor, paseamos un poco. No se como describiros el ambiente, pero era idílico cuando menos. Las casas y los edificios emblemáticos eran todos de color blanco, hechos de una piebra caliza no muy resistente (se veían desconchados superficiales en las piedras). Subimos por una rampa que llevaba a un jardín desde el que se podía ver el Ródano y un famoso puente de la ciudad. Tras bordear el palacio decidimos entrar. En el interior, la plaza principal estaba cubierta de modernas gradas, ya que se celebran conciertos allí desde Mayo hasta Septiembre, tiene que ser una pasada. Las salas eran espectaculares todavía a día de hoy, y eso que tras un incendio y la revolución francesa se han perdido muchas esculturas, tapices y grabados de la época. Salimos, ya a eso de las dos y callejeamos un poco más por recovecos encantadores, hicimos una parada técnica en una panadería y compramos un riquísimo pan con aceitunas. Una última vuelta y arrancamos dirección Arlés.
Son una pasada los colores de la Provenza en Francia. El paisaje está salpicado entre el verde de la vegetación por el rojo de las amapolas (crecen hasta en las vías del tren) y el violeta de la lavanda. En Arlés se respira un poco de Italia, ya se nota que nos vamos acercando. Nos dirigimos hacia el anfiteatro romano, que estaban restaurando, para ver al menos el exterior. El casco antiguo de la ciudad es un labeinto de calles estrechísimas empedradas. Nos quedamos media hora paseando y paramaos a tomar un helado en una terracita. Todo muy rico.
Al salir de allí nos toca panzada de kilómetros en dirección al hotel cerca de Cannes. Decidimos ir por las carreteras de costa y eso hace largo el viaje, incluso por momentos tedioso (atravesamos Toulon con un atasco de tres pares), aunque en otros lugares se hace especialmente reconfortante. No os podeis imaginar como es el paisaje de la costa azul. Por momentos masificado, no deja de ser espectacular. Las casas parecen colgar de las montañas, y las carreteras serpentean por los bordes de aunténticas montañas pegadas al mar. Llegamos al hotel elegido, hoy toca lujazo. Encontramos un cuatro estrellas a quince km de cannes por muy buen precio y nos lanzamos. Es un lujazo, con playa privada y piscina (que no creo lleguemos a disfrutar, pero bueno), un jardín muy bonito y una habitación enorme con una terraza desde la que se ve el mediterráneo y desde la que estoy escribiendo en estos momentos. Tras registrarnos en el hotel, nos largamos echando leches hacia Cannes, a ver que ambientillo había en el festival.
La verdad es que Cannes un día como hoy es espectacular. No os hablé del tiempo, pero hoy tuvimos mucha suerte. En Avignon y Arlés estuvimos a unos 24º, con el sol saliendo entre las nubes. Por el camino nos llovió algo (había previsiones de tormenta). Lo que no contábamos es con la noche tan fabulosa que había en Cannes (20º a las diez). Ligeros de ropa bajamos a empaparnos de la noche de la ciudad. Dimos unas vueltas con el coche antes de decidirnos a dejarlo en un parking en el puerto, desde el que llegábamos en poco tiempo al meollo del asunto. Lo que no contábamos es que hubiera una alfombra roja desplegada y un montón de famosos subiendo por ella. Nos quedamos un rato viendo a la gente curiosear y todo el despliegue de medios mientras tomábamos un helado en una tienda Hagen Daas que había justo delante. Cuando nos cansamos del famoseo, nos volvimos hacia el hotel admirando los edificios bellamente iluminados (como por ejemplo el ayuntamiento), las chalanas del puerto y el postureo, que había mucho. En fin, ha sido un día largo y agotador, así que tras echar un último vistazo al mediterráneo nos vamos a dormir, que ya es hora.
Ah, me olvidaba, la ruta, como siempre, aquí.
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