Vaya día el de hoy... Por la mañana nos levantamos en el hotel de Como y había una niebla mañanera que nos impedía ver el lago. Desayunamos en el hotel un buffet bastante sencillito y partimos hacia Suiza. La verdad, acostumbrado al relativo orden y silencio franceses, lo poco que hemos pisado de Italia me ha parecido desordenado, y la gente ruidosa y por momentos maleducada, aunque he de reconocer que los empleados del hotel han sido muy amables. Partimos pues camino del cantón suizo del Ticino.Me habían avisado de que las normativas y regulaciones suizas eran muy estrictas con los fiambre y quesos y que solían registrar los maleteros pero, la verdad, ni nos pidieron el DNI. No se si es que en Octubre entran oficalmente en Schengen y están relajando las cosas, pero si lo llego a saber hago alguna compra más en Francia. Al llegar llenamos el depósito, ya que en Suiza el diesel está casi al mismo precio que en España y es más barato que en Italia y Francia. Vimos un centro comercial y decidimos ir a comprar algunas cosas. Cuando fuimos al parking, nos da ticket y resulta que estaba cerrado, con lo que nos quedamos atrapados entre una puerta cerrada con llave y una barrera de parking bajada. Al cabo de un rato pareció un segureta y muy amable nos subió la barrera y nos fuimos. Resulta que más tarde no
s enteramos que era festivo en Suiza, así que todos los comercios estaban cerrados. Con un poco de rabia recorrimos en coche Lugano y nos fuimos camino de los famosos castillos de Bellinzona. El tiempo seguía lánguido cayendo una lluvia muy fina. Visitamos uno de los castillos al azar y nos pareció precioso ver un castillo medieval tan antiguo (S. XII) y tan bien conservado. Dimos otra vuelta y nos dirigimos hacia el plato fuerte del día, Lucerna.Lo primero que hicimos es ir hasta el hotel que teníamos reservado, a 3 Km del centro con vistas al lago. Tras unos pequeños problemillas con la reserva (no encontraban el email), preguntamos unas cosillas y subimos a la habitación, muy maja y con una terraza dónde merendamos el apertivo de bievenida que nos dió la recepcionista, compuesto por unos quesitos de aspecto parecido al Camembert pero más suave de sabor y un par de trozos de pan con frutos secos. Como la distancia era corta fuimos andando por un paseo que recorría la orilla del lago. El ambiente era de cuento, y el parquecito que seguía al paseo estaba lleno de flores y árboles. En la orilla del lago nadaban patos y cisnes (nada de ocas tocapelotas), y pasamos al lado de un campeonato de ¡volley playa! Que decir de Lucerna, es encantadora. Al final Nando tenía razón y todo, decidle de mi parte que le debo una. Recorrimos una y mil veces las calles, las iglesias, el puente de madera, un poco de las murallas. La arquitectura es preciosa, y quitando los coches, no se oye un ruido en la calle aunque tengas gente pasaeando o niños jugando, todo el mundo habla en voz muy baja
. A la vuelta nos fuimos a cenar al restaurante del hotel gemelo al nuestro. Generalmente está abierto hasta muy tarde (cierra a las 24:00) pero hoy cerraba a las 22:00 y en vez de la carta normal tenían una más pequeña. Aun así pudimos tomar una especie de pizza de masa muy fina de salmón ahumado y un solomillo de ternera con verduras y raviollis. Estaba todo delicioso, y las vistas al lago desde el comedor hacían que todo supiera mejor. Con esto y un bizcocho....La ruta del día, aqui
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