Hoy nos obligaron a levantarnos a las 8 si queríamos desayunar en el hotel. Realmente mereció la pena, era todo un espectáculo. El buffet era muy completo, con fruta fresca, tarta, y hasta había salmón ahumado, pero sobre todo, era una marvilla como esta colocado todo, desprendía cariño.Al salir del hotel estaba todo cubierto de niebla, pero prometía irse despejando y dejar un bonito día. Cogimos la carretera dirección Burdeos, pero sin meternos por la autopista, estábamos a poco más de 30Km y queríamos ver los alrededores, aunque fuera sólo un poco (en realidad buscabamos viñedos, el siguiente paisaje monotematico...)
El hotel está a las afueras, cerca de un centro comercial, pero nos gustaba porque tenía cerca el tranvía. Los de recepción sabían muy poquito inglés, pero lo suficiente para que pudiéramos pedir el wifi y que nos indicaran dónde había que coger el transporte. Tras hacer una parada técnica en el Carrefour, salimos dirección al centro de la ciudad. Burdeos es una ciudad muy marcada por el Garona, que llega muy caudaloso a su desembocadura, y es el que lleva moviendo muchos siglos la economía por la ciudad. Las calles de la zona centro son bastante caóticas, salvando las principales avenidas, casi todas medio peatonales por el tranvia. Nos pasamos el día recorriendo el centro y sobre todo la calle comercial principal (bautizada por nosotros como la calle Real de Burdeos) que es grandisima y visitando la explanada des Quicosoes y la catedral, etc. Bea se compró un jersei en H&M, porque dice que nunca la llevo al de Lugo. Comemos en un McDonalds, aunque había muchos puestos de comida ambulante, pero que no despertaban demasiada confianza.
Por la tarde nos fuimos de museos. Visitamos el Museo de Bellas Artes, dónde había un montón de cuadros enormes, sobre todo de autores italianos y holandeses del XVI al XVIII. Luego fuimos al museo de Aquitania, dónde se podía ver la historia de la región, desde restos arqueológicos prehistóricos, pasando por épocas romanas y medievales y acabando en el siglo XX. Dimos otra vuelta por el centro para ver si comprábamos algo más, pero como estabamos destrozados, desistimos y compramos una baguette para cenar en el hotel, y nos subimos al tranvia con otros tresmil franceses con sus respectivas baguettes (pero seguimos pareciendo guiris espesos, menos por las chanclas). Mapa del tercer día aquí. Hasta mañana!
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