Así pues, después de desayunar una bandejita de cortesía que dejan en la cadena Kyriad, con unas galletitas y unos sobres de te y café, arrancamos dirección norte. El viaje lo marcamos en dos etapas. Primero pararíamos en La Rochelle, a medio camino.
Al llegar a La Rochelle, no nos gustaron los alrededores (en la guía parecía muy bonito el puerto antiguo, pero había que recorrer mucho de una ciudad industrial para llegar), así que fuimos hasta la Ille de Ré, a la que se puede llegar por un puente (de 9€ de peaje). Pensamos que la isla no era muy grande, pero cuando la fuimos recorriendo nos dimos cuenta de que pequeña, lo que se dice pequeña, no era. Unos 30 Km de largo por unos 5 Km de ancho. La verdad es que es una pasada para ir de vacaciones familiares o deportivas. Había un grupo de gente haciendo Kite Surf en las playas más ventosas. La isla estaba llena de carriles bici, y había mucha gente utilizándolos. Recorrimos algunos pueblecitos y nos dirigimos al Faro de las Ballenas, al final de la isla. Tras una vista del bonito faro, nos dirigimos a Damgan, decidiendo no parar a comer y picando algo en marcha en el coche.
Tras otros 250 Km, y tras atravesar Nantes llegamos a Damgan. Es un pequeño pueblo Bretón, con casas de techos picudos y de pizarra. El hotel tiene unas bonitas vistas al mar, y estamos en un tercer piso desde donde divisar el horizonte, por donde de vez en cuando pasa algún carguero. Decidimos que antes de que se ponga el sol iríamos hasta Port Navalo, al final de nuestro lado de la Bahía. Por el camino más pueblos bonitos, como Arzon, donde Bea se compró una Quiche de champiñones en versión mini por 2,5€. Vimos desde unas rocas la puesta de sol, mientras pasaba un velero por la costa. Fue realmente precioso.
En cuanto se puso el sol, nos fuimos a cenar a Vannes. Es la ciudad más grande de la zona, con unos 60.000 habitantes. El puerto estaba lleno de gente, viendo las semifinales de la copa del mundo de rugby, entre Francia e Inglaterra. Hoy tocaba cenar bien xD, así que buscamos dónde.
Tras dar vueltas, acabamos en el L’Atlantique, dónde cenamos de menú. Lo del menú en España se relaciona mucho con una comida barata que se come por semana. En Francia todos los restaurantes ofrecen menú todos los días de la semana al mediodía y a la cena. En unos sitios será de 50€, o 100€ o los que sea, y en otros será de 30, 20 o 10€, pero lo hay en todos lados. Eso sí, los menús son todos bebidas aparte, contadlo si venís por aquí. Para que veáis, pedimos dos menús. Bea tomó una brocheta de Saint-Jacques (como llaman aquí a la vieira), una chucrutte de mer (con tres pescados, mejillones, una cigala, chucrutte y una salsa riquísima). Yo tomé 12 ostras de tres especies distintas de primero, y de segundo magrette de pato con frutas. De postre tomamos dos sendas gordeces. Bea una Mouse de chocolate deliciosa, y yo una copa con nata, merengue y helado. Salimos a cuatro patas por 60€. La verdad es que comer fuera en Francia está saliendo más barato de lo esperado. El sitio de hoy era de nivel medio-alto, y resultó casi al mismo precio que un sitió así en Coruña..
Al acabar de cenar, nos fuimos al hotel, a escribir y a descansar para mañana, que vamos a recorrer media Bretaña.
1 comentario:
Jué, vosotros por la Bretaña pasándolo pipa y nosotros aquí viendo a Rajoy por la tele diciéndonos que "seamos la bandera"...
Lo de que comer fuera sea más o menos como Coruña me pasó a mí en Barcelona también, que suponía que sería mucho más cara... y bueno, puedes pensarlo de dos maneras: la primera es que Francia no es tan cara como dicen. La segunda es que Coruña AHORA se ha convertido en caraja del carajo, y no notas la diferencia ;-)
¡A pasarlo bien!
Dani.
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