Que bonito es este hotel. Otro día más de calor nos recibe en este viaje. La verdad es que estamos teniendo una suerte que no nos imaginábamos (se nos está acabando la ropa ligera!). Todos los días hace calor y se está de maravilla en la calle. Apuramos para llegar al desayuno y nos pusimos las botas para tener fuerzas en la primera parte del día. Nuestro objetivo de hoy era pasar el día en Barcelona, sin rumbo fijo.
Salimos del hotel con pena de no haber aprovechado la piscina. Como hace mucho calor decidimos ir al puerto olímpico por aquello de disfrutar un poco el mar. Dejamos el coche en un parking y nos pusimos a pasear, con Cloe muy emocionada. Tras pasearnos todo el puerto nos sentamos a tomar un par de batidos mientras Cloe comía. Salimos del puerto a eso de las dos y media con dirección a plaza Cataluña, por aquello de pasar el día paseando por el centro. Dejamos el coche en un parking en la parte alta de via Laietana, muy cerquita del Palau, y buscamos donde comer. Terminamos en un restaurante familiar japonés, llamado Machiroku. Como fuimos algo tarde tuvimos que escoger rápidamente y Bea pidió un menú cuyo plato principal era ternera y yo uno con anguila. El trato y la calidad de la comida son excelentes. Una auténtica taberna japonesa en el centro de la ciudad cuyos menús oscilan los 11€ con bebida y postre. Eso sí, hay que saber donde está o usar una conexión de datos porque la calle es estrecha y no tiene cartel lateral.
Tras la comida nos fuimos a pasear en dirección al Arco de triunfo ya que quería ir a una librería de toda la vida de la ciudad, Gigamesh. Son conocidos ahora mismo por ser los editores de Juego de Tronos, pero tanto como editorial como como tienda llevan ya muchos años. Cuando internet era algo que poca gente conocía y hacer compras de cosas de importación toda una odisea, Gigamesh era el sitio que visitar en Barcelona para hacerse con material de comics, rol y literatura del otro lado del charco. Ahora ya no es lo mismo, pero sigue siendo muy divertido ir a disfrutar un rato curioseando por las estanterías. Tras estar un rato dentro apareció mi prima Lara, que está estudiando en la ciudad y nos fuimos a pasear con ella.
Nos dirigimos de nuevo hacia la zona de plaza Cataluña, bajamos por Puerta del Ángel, y paseamos por las tiendas de la zona, siempre con un ojo a vizor en la cartera que por esta zona los carteristas acechan. Como a Cloe le entró el hambre nos sentamos en la plaza de Castella, una de las zonas rehabilitadas del Ravall, a tomar algo en una terraza. Allí nos quedamos hasta casi las ocho, se estaba muy bien. Dimos la vuelta caminando hasta el coche y en las cercanías del parking nos despedimos de Lara antes de irnos a dormir a nuestro hotel, ya en el camino de vuelta, en Lleida.
Por el camino tráfico y más tráfico que salía de la ciudad. Para más inri, un transporte especial que ocupaba la carretera de lado a lado e iba a 30 kph atascaba la autopista. Al lumbreras que se le ocurrió hacer eso a esas horas deberían darle un premio. Menos mal que salimos en una de las salidas para tratar de adelantar por la carretera al convoy y nos salió bien. Así que, un poco tarde ya, llegamos a Lleida a eso de las diez y media de la noche. Como pensamos que el hotel, de la cadena Ibis, no tendría restaurante abierto, cogimos algo de comida para llevar en un McDonalds cercano. Cuando llegamos al hotel descubrimos que tenía la cafetería abierta toda la noche. En fin, que le vamos a hacer. El hotel, como todos los de la cadena, era muy sencillo y funcional, con muchos servicios pensados para el viajero de negocios, pero era barato y nos encajaba.
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