miércoles, 3 de enero de 2024

Está muy lejos Japón - Jingokudani Onsen, paseo por el bosque, Nozawa Onsen

Nieva. Mucha nieve. Esta noche nevó bastante y amanecimos viendo por la ventana del hotel los campos con sus buenos 40 cm de nieve. Desayunamos en el hotel unos huevos, un poco de yogur, y pan tostado y salimos del hotel. 

 



Las niñas ya disfrutaban de primeras en el momento que tocaron la nieve super esponjosa, pero teníamos que movernos. Primera parada Jingokudani Onsen.

El nombre no os sonará de nada, pero seguro que habéis oído hablar de un sitio en las montañas de Japón donde los monos se bañan en un onsen al aire libre. La verdad es que el sitio es espectacular. Una caminata de media hora por el bosque, que ya merece la pena en si misma. Una vez llegas al parque, hay dos onsen, el de humanos y el de monos. Vamos al de monos, que tiempo para el de humanos no hay hoy. Tras pagar la entrada disfrutamos un buen rato de monos paseando por el parque. Estamos acostumbrados a ver monos en Singapur, pero los de allí son bastante celosos de sus crías y es mejor mantener la distancia. Incluso si los miras a los ojos puedes causar agresividad de los machos, que lo pueden ver como un reto. Aquí están taaaaaan acostumbrados a la gente, que da bastante igual. Simplemente pasan a tu lado como si no estuvieras ahí. Ver a los monos en su hábitat, cuidando de sus crías, bañándose, peleándose... es una gran experiencia.










El tiempo que teníamos cuando acabamos era justito, no daba tiempo a comer como dios manda, así que paramos en un combini y cogimos algo rápido de comer. Unos sandwiches, algo de picar y carretera (nunca mejor dicho). Lo siguiente del día era ir a hacer senderismo con raquetas de nieve. La zona a la que fuimos estaba con bastante nieve, aunque el guía con el que fuimos nos dijo que era muy habitual que se acumulase en febrero TRES METROS de nieve. Cogimos las raquetas y el guía nos llevó por el bosque nevado. Pasamos dos horas y media jugando con una nieve extremadamente esponjosa, paseando en un bosque lleno de encanto, lagos helados y tirándonos pendiente abajo. Aún con las raquetas nos hundíamos bastante en la nieve, de lo poco compacta que estaba. Acabamos algo cansados, pero satisfechos de una tarde de disfrute y paz.





Para acabar el día fuimos a Nozawa Onsen. Este pueblo onsen es también una estación de esquí. Realmente es un alto nivel de molonidad terminar de esquiar y acabar el día en un onsen. Aparcamos el coche en un parking y comenzamos el paseo por el pueblo. Al cabo de un rato acabamos en una tienda de artesanía donde Bea se compró una cartera de piel de ciervo con lacado que lleva la empresa haciendo desde el siglo XVII, casi nada. Estas cosas de artesanía en Japón molan muchísimo. Seguimos caminando por el pueblo y llegamos a una zona invadida por el vapor del agua caliente al aire libre mezclada con un aire a cero grados. Alli en un puesto callejero te vendían huevos y maíz cocinados directamente en el manantial de agua termal. Cloe se tomó un huevo que, según ella, era el mejor de su vida. Mientras esperábamos en esa tienda estuvimos de cháchara con otra familia para descubir que su hijo estaba en el mismo colegio y año que Cloe (aunque no en la misma clase). Que pequeño es el mundo. Acabamos la noche cenando una hamburguesa y un filete en un sitio occidental. Sin alardes pero decente. La segunda coincidencia de la noche, una familia cenando en el restaurante que era también del colegio del Cloe y del mismo año! Dos veces en una noche! 





Con esto termina el día. Solo nos quedaba conducir de vuelta al hotel donde yo escribo el blog, cerveza en mano, mientras Cloe y Bea juegan al Rumikub de cartas. Hora de descansar!

  

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