miércoles, 3 de enero de 2024

Está muy lejos Japón - Togakushi y Tokio

Solazo mañanero al despertar a las orillas del lago Nojiri. Hoy era la despedida de las montañas y la nieve, pero la despedida fue a lo grande. 

Tras desayunar en el hotel y coger los coches, Bea condujo una hora. El objetivo del día era visitar los cinco templos de Togakushi, un bonito paseo de cuatro horas montaña arriba. Mucha gente solo hace el último por su paseo entre cedros centenarios, pero decidimos hacerlos todos. 

Aparcamos al lado del primero. Bueno, al lado lado no, más bien abajo. El parking estaba sorprendentemente vacío y la verdad es una maravilla poder disfrutar en esta soleada mañana de invierno un poco de paz. Los sitios turísticos de Japón están inundados de gente y, aunque es extraordinariamente egoísta pensar que los que molestan haciendo turismo son los demás, siempre es agradable encontrar sitios chulos con poca gente. No os creáis esas fotos de Tokio y Kioto sin gente alrededor, eso es un mito en las zonas turísticas. En fin, que subimos las escaleras, con cuidado de no matarnos en la subida porque los escalones estaban helados, y nos quedamos un rato viendo el templo y unos cedros enormes que había a la entrada. 

 



Desde allí seguimos camino por el bosque. Había nieve y hielo, pero era razonablemente sencillo. Esta parte no tenía demasiada cuesta, y era más la incomodidad de tener que andar dando pasitos cortos que otra cosa. Eso si de nuevo tranquilidad, ni un alma alrededor. Los dos siguientes templos a los que llegamos era el mismo patrón. Poca gente, nieve y hielo, mucho disfrute. Paramos eso sí en una máquina de vending a coger algo de beber, que falta nos hacía. La temperatura a pesar de la nieve era bastante agradable para el senderismo, alrededor de cero grados. Esta zona es famosa porque en diciembre lo normal sería algo más del orden de -8.







 Por fin llegamos a la última zona y aquí estaba toda la gente. Sin ser una romería, si había buena cantidad ya considerable de gente. Este paseo es realmente famoso. Se comienza por una leve subida rodeada de árboles, con algún cedro chulo. La subida es completamente recta. Hacia el final de la recta hay una puerta que lleva al camino rodeado de cedros. Las guías discrepan sobre la antigüedad de los cedros, hablando alguna de 400 años y otras de 700, así que dejémoslo en antiguos de carallo. La puerta estaba llena de mini muñecos de nieve, así que Bea hizo un gato de nieve y Cloe un muñeco algo más orondo al que llamó gordinchi.






La ascensión a partir de ahí se volvió algo más complicada. No tanto por la ascensión en si como por el hielo. Echamos de menos hoy los microspikes, que nos hubieran solucionado la vida, pero como nuestros amigos no tenía, decidimos que todos o ninguno y no los trajimos. Sin ser muy muy difícil, hubo que subir con cuidado, pisando hacia la nieve recién caída porque la vieja era una pista de patinaje. Llegamos algo cansados a la cima, y tocaba bajar. 

La cosa en la bajada parecía más complicada así que, aprovechando el hielo, bajamos deslizándonos. Y aunque no llevábamos nada para coger algo de velocidad, bajamos muy rápidamente y sin mayor contratiempo. 

 

 Al final del camino la idea era comer. Era ya algo tarde. Pero, invierno invierno, todo cerrado y nada de buses. La aplicación de taxis no funciona aquí, así que la solución fue que nuestra amiga japonesa llamase por teléfono a la compañía de taxis local y vinieran a buscar a los conductores para que fueran a por los coches. 

Así que un rato más tarde, mientras las niñas hacían un muñeco de nieve, el último ya, llegaron los coches y de ahí fuimos ya a Nagano. Desde aquí no mucho que contar. Cogimos el Shinkansen hacia Tokio sin mayor contratiempo. No pudimos sentarnos juntos porque venía muy lleno. Una vez en Tokyo, taxi a casa de nuestros amigos porque queda un pelín lejos del metro para ir cargados. Una vez allí simplemente pedimos unas pizzas y cenamos en casa, con todo el mundo cansado de la caminata y con ganas de una ducha y coger algo de fuerzas. Las niñas echaban de menos también jugar y sofá, así que acabamos el día con una cerveza y una buena charla.

 

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