Hoy el hotel no tenía desayuno. El día se despertó fabuloso. Algo de calor, unos 25º, y un sol resplandeciente que nos decía "conduce". Le dimos el desayuno a Cloe en el hotel y partimos. Al partir, una duda nos asaltaba. ¿Deberíamos ir a Alesia? Como aficionado a la historia, y más a la historia militar, la batalla de Alesia es una de las que han cambiado el curso de Europa. Fue decisiva en la expansión del imperio romano hacia el oeste y una gran hazaña militar. Pero varias cosas hiceron que la evitásemos. Suponía meterle 45 minutos más al trayecto. Además, el centro de interpretación tiene fama de interesante, pero verlo lleva varias horas. Para más inri (nunca mejor dicho), no está claro al 100% que la excavación arqueológica que se enseña fuera realmente dónde ocurrió la batalla. Así que, con todos estos condicionantes, decidimos no ir y dejarlo para cuando Cloe sea más grande si le interesa la historia como a su papá.
Así que, sin más dilación, nos fuimos camino de Dijon. Pocas referencias teníamos de la capital de la Cote D'or a parte de la mostaza y las referencias que encontramos en las guías. Pintaba bien la cosa, pero superó nuestras espectativas. Aparcamos en la céntica plaza Darcy y nos pusimos como siempre a callejear sin rumbo.
La primera parada fue entrar en una tienda a comprar mostaza, como no. No soy muy fan de la mostaza de Dijon que nos llega a los supermercados españoles, generalmente la mostaza a la ancienne, así que probamos antes unas cuantas mostazas para ver si nos gustaba, porque de la mostaza en general sí somos bastante fans.
Probamos unas cuantas y nos quedamos un buen rato decidiendo cuales comprar. ¡Había decenas distintas! Tras aquello nos fuimos a buscar dónde comer. Tirando de la conexión de datos acabamos en la terraza de una crepería muy chula con una dueña que hablaba castellano y que se hizo amiga de Cloe enseguida. Yo me comí una galette de caracoles (sí, me encantan, ¡que pasa!) y Bea una galette de reblochon (un tipo de queso), patata y lardons (trozos de panceta a la plancha). De postre me tomé una crepe de helado de frutos del bosque con un gran inventó, el caramel beurre salé. Al que se le ocurrió hacer caramelo con mantequilla salada, ¡ole sus huevos! Que rico estaba, madredelamorhermoso.
Desde ahí nos fuimos paseando por la zona más monumental. El palacio de bellas artes, el palacio ducal, la catedral, las grandes iglesias como la de Notre Dame, que rivalizan con la catedral... Una pasada.
Entramos en la catedral y es francamente bonita en su interior.
Entre todos estos monumentos calles comerciales dónde compramos un juguete a cloe y unas gafas de sol para que no le haga daño el sol de montaña y algo de vino a papá. Terminamos tomando algo en una terraza para merendar antes de salir hacia el hotel.
Como os había comentado, nuestra idea es ir a Suiza, así que buscamos un hotel lo más cerca posible de la frontera. Desde Dijon podíamos entrar en Suiza yendo hacia Ginebra, entrar por el medio por Yverdon-les-bains o por el norte cerca de Basilea. La noche pasada buscamos y buscamos hotel y no había nada decente. Era como si este fin de semana tan estupendo que dan hubiera vaciado de sitio todos los hoteles de la frontera, tanto de un lado como del otro. Así que terminamos durmiendo en un hotel de un pueblo en las estribaciones de la cordillera del Jura. El Hotel Des 2 Lacs resultó un hotel regulero, con una wifi que no nos funcionó, una habitación amplia y limpia pero sin bañera como nos habían prometido, con lo que nos ostó mucho más "bañar" a Cloe. Cansados como estábamos y Bea con una jaqueca nos quedamos a cenar en la habitación algo de compra que Cloe y yo hicimos en un supermercado cercano y a descansar, que mañana llegamos a Suiza.
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