Segundo día de tute. Ayer estuvimos pensando dónde dormir hoy, y la cosa estaba entre irnos a la costa de la alta normandía o a París para ver el salón del automóvil, Metz para verla de noche que dicen que espreciosa o Reims que es la capital del champagne. La cosa quedó en esta última y fuel el destino final de esta etapa. Ayer, además, estuve buscando museos de la segunda guerra mundial, aficionado que es uno, y encontré uno que nos quedaba casi de camino, lo que marcó el paso intermedio de nuestra etapa.
Por la mañana se nos pegaron un poco las sábanas y, tras desayunar unas galletas con el café de sobre que te dan gratis en los Kyriad, arrancamos hacia el museo de los blindados en Saumur, que queda al comienzo del valle del Loira. Trescientos km nos esperaban, cien de ellos por nacional. Por el camino, la cosa no pintaba mal de todo en cuanto al tiempo, estando el día oscuro que no llovía. Llegamos al museo y pintaba genial, no era un edificio bonito (mas bien eran como una nave industrial), pero ya se divisaban un par de tanques a la entrada. Pagamos 6€ por los dos (bien poco) y empezamos por unos cuantos tanques franceses de la IGM y de entreguerras. La colección era espectacular, había un montón de tanques de la segunda guerra mundial, sobre todo alemanes, aunque también rusos, americanos y franceses. Tambié había cosas más modernas de estos ejércitos, incluso algún tanque francés contemporáneo. En medio del museo había gente vendiendo artesanía de la zona (y la exponian encima de los tanques!) y un puesto en el que hacían bollos de pan en un horno de leña y que rellenaban con setas de temporada. Nos sentaron muy bien el par de bocadillos, uno de champiñones y otro de shiitake que nos tomamos. No nos costó nada pedirlos, la chica era de Pontevedra!
Salimos del museo y nos dirigimos al castillo de Saumur, simplemente por verlo desde fuera (es privado) y contemplar el río. En aquellos momentos el viento arreciaba y nos quedaban muchos km por delante. En el camino a Reims llovió bastante, si no lluvia gorda, si una espesa capa de llovizna. Además tuvimos que circunvalar París, y un domingo a estas horas estaba a reventar de coches. Al final llegamos al hotel en Reims a eso de las ocho. Aparcamos y nos fuimos a buscar dónde cenar. Aquí hoy no bajé la cámara, porque lloviznaba y además íbamos a buscar un buen sitio donde cenar y no quería bajar de mochila. Mañana por la mañana haré fotos, lo prometo.
Esta ciudad es realmente encantadora. Tenía miedo que llegando un domingo no encontrara un sitio decente donde cenar, pero no me esperaba la vida que tiene esto. Por la calle había un montón de universitarios volviendo del fin de semana. Las calles del centro, por alrededor del hotel son una maravilla, con un empedrado precioso. Dimos unas vueltas y nos decidimos por un restaurante con muy buena pinta. De entrante nos tomamos un queso fresco de cabra envuelto en una masa brick acompañado de un tapenade casero. De segundo Bea tomó un chucrute de mer, en el que el chuchute iba acompañado de varios pescados, mejillones, vieiras y langostinos. Yo me tomé vieiras con una terrine hecha con el coral de las vieiras. De postre Bea eligió unos profiteroles rellenos de helado y yo un helado de nougat con frutos rojos. Todo impresionante, y la cuenta ascendió a 65€ los dos, lo cual es caro pero no exagerado para lo que comimos y más yendo fuera de menú. Para bajar la comida nos dimos otro paseíto por la zona y al hotel a descansar. Mañana nos vamos a dar vueltas por ahí y luego a dormir a Lille. Llevamos unos 1700 Km. Hasta mañana!
1 comentario:
Jopé, no paráis. Lleváis un ritmo que como para seguiros :) Ya me dirás qué hoteles son esos en los que paras que igual me viene bien para alguna salidilla que hagamos por ahí ;)
Hala, buen viaje.
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