Ayer como comprobastéis, no actualizamos. La verdad es que el hotel en el que estábamos era bastante cutre y la wifi iba tan mal como un modem de 56k (seguro que tenían el emule a toda pastilla). Entonces hoy toca partida doble.
El día amameció en Reims oscuro pero no llovía. Hicimos el check-out del hotel y les pedimos dejar el coche allí hasta las once y aceptaron. Mola que la gente tenga algo de flexibilidad, hay hoteles donde son unos bordes, pero estos eran majetes. Muy buen hotel en muy buen sitio de Reims, sin duda. Nos fuimos dando una vuelta hacia la catedral y de camino cogimos unos pasteles y los fuimos comiendo. La catedral es una pasada y tiene un significado muy importante en la historia francesa, ya que era aquí donde se coronaba a los reyes. Nos dimos un paseo por el interior, admirando las vidrieras, aunque algunas ya no eran las originales porque Reims quedó muy dañada en la primera guerra mundial. Sin muncho tiempo ya, nos dirigimos dando una vuelta hasta el hotel y encantados con la ciudad, prometemos volver con más tiempo por la zona.
Partimos camino de Brussels, pero no por la ruta que marcaba el gps, si no por las nacionales que atraviesan el bosque de las Ardenas, por el sur de Bélgica. Esta zona tiene una importancia en la historia de la segunda guerra mundial ya que por aquí entraron los alemanes cuando conquistaron Francia. Es un bosque precioso, frondoso y las carreterass eran un encanto para conducir, aunque en general mal asfaltadas. Llegando a Brussels vimos que todo estaba sucio y descuidado, y que además había muchísimo tráfico. Hoy confirmamos que había huelga en el país que había paralizado los trenes, servicios de limpieza, universidades... En fin, que tenemos un imán para las huelgas tras lo de París. Al llegar hicimos lo típico en el poco tiempo que teníamos. Nos fuimos derechitos para la Grand Place, recorrimos unas tiendas de curiosidades, vimos el Maneken Pis (que ya sabía que era cutre pero Bea quería comprobarlo por si misma), comimos unos mejillones con crema de ajo y apio, tomamos unos gofres,... Todo lo típico, y tan típicos fuimos que no podíamos irnos sin parar en una pastelería y comprar unos bombones. Probamos uno de muestra y nos quedamos convencidos, eran magníficos. Nos compramos una cajita medianamenente decente que rellenamos con nuestra selección de variado y también compramos unos macarrons, un tipo de dulce que probamos en Francia y que nos encanta. Fue caro pero menos de los esperado, 16€ la caja de bombones y 8,75€ los macarons (la caja de 8).
De camino a Lille, más caravana. Al llegar fuimos derechos a la estación del Eurostar, para recoger los billetes. Al final no había expendedor automático en esta estación así que nos tocó hacer cola en la ventanilla. Ya con los billetes nos fuimos a buscar el hotel y tras dar un par de vueltas (pensamos que el gps no tenía la calle del hotel pero al final descubrimos que sí) dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos al Carrefour a hacer algo de compra para cenar. Nos pillamos una especie de pizza de una masa hojaldrada muy rica. Tras esto nos fuimos a dormir que la mañana siguiente cogíamos el tren.
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