Del viernes poco que contar, fue un viaje plácido. Pudimos salir al final a las seis, con lo que, con buen tiempo y pocas paradas, llegamos a Pamplona a eso de las doce a casa de Carmen y Flo. Tras los abrazos y la bienvenida estuvimos un buen rato de cháchara sin decidir de todo que se iba a

El sábado por la mañana al final decidimos no ir a Burdeos porque entre unas cosas y otras se nos hizo muy tarde. Así, que tras mucha indecisión, bajamos al centro para ver Pamplona. Aparcamos bajo la plaza de toros y fuimos a recorrer, bajo una fina lluvia, la zona por la que van los encierros. Subimos a lo alto de la ciudad pasando por el mercado, vimos a San Fermín, la Plaza del Castillo, etc. Nos llamó la atención como han recuperado algunas antiguas calles que estaban más bajas que el nivel actual de la ciudad. Vimos también la catedral, que no es gran cosa. Tras la caminata entró el hambre y nos fuimos a buscar donde tomar un pincho. La cosa estaba complicada porque parecía como si toda la ciudad estuviera en los bares. Buscando buscando encontramos un bar donde se iba ya alguna gente y nos tomamos un par de pinchos por cabeza de aperitivo. En todos lados las cosas parecían (y estaban) deliciosas.

Por la tarde las chicas quisieron ir de compras y como estaba lloviendo acabamos en un centro comercial, que realmente es como los de todos lados. Comimos allí en un restaurante un menú que no era gran cosa, donde sólo la tarta de cuajada rebajó la pesadez de estómago proporcionada por la comida. Tras una tarde de compras volvimos a casa de Carmen y Flo para cenar y descansar, que estábamos cansados de caminar.
El domingo nos fuim


Biarritz es un pueblo muy turístico y, al ser domingo, había bastante gente de paseo y las chocolaterías est

Bajamos hasta Saint-Jean-De-Luz. Poco vimos del pueblo, caminamos por la plaza, subimos hasta la muralla y nos dirigimos ya hacia España con intención de parar en Hondarribia. En el precioso pueblo vasco dimos unas vueltas para ver si dábamos aparcado para poder cenar pero fue completamente imposible. El centro del pueblo estaba empedrado y había pocos sitios donde dejar el coche y los alrededores estaban abarrotados. Visto la imposibilidad nos fuimos a San Sebastián.
En la ciudad nos encontramos con una noche espectacular, con unos 12 ºC. Nos dimos una pedazo de vuelta por la ciudad vieja y por el comienzo de la playa de la concha. Había gente por todas partes y el asalto al pintxo parecía operación imposible. Así, tras seleccionar un restaurante conseguimos una mesa para los cuatro. De primero cayeron unos calamares y unas anchoas que simplemente diré que fueron las mejores que he comido en mi vida, con una textura mantequillosa, sin espinas, con un buen aceite... De segundo cayeron un par de presas ibéricas con chutney de mango, un risoto de langostinos y una merluza. De postre un par de helados, un pastel de albaricoque asado y una tarta de crema. Muy rico todo la verdad. Cansados salimos de cenar y nos dirigimos a pamplona a dormir.
El lunes partimos, no sin pena, de casa de Carmen y Flo, esperamos verlos pronto. Antes de volver nos dio la tolada y nos fuimos a la frontera francesa a hacer la compra del mes. Quisimos hacer una compra rápida pero fue imposible, nos tiramos casi dos horas y yo sigo sin comprarme la olla de hierro fundido, que se le va a hacer pero no había ninguna que me convenciera. Compramos dulces, quesos, yogures... Al final acabamos saliendo desde Francia a las cuatro de la tarde y no llegamos a casa hasta las once menos cuarto de la noche, cansados pero satisfechos.
¡Hasta la próxima aventura!