Sol mañanaero nos levantó el último día. Como no teníamos desayuno nos fuimos a Pau a desayunar. Echaremos de menos la pastelería de Francia, a cada sitio que vas hay más cosas deliciosas y preciosas a la vista. Realmente las pastelerías de España palidecen con la de los países que hemos recorrido. Parada de media hora en Pau que nos preparó para un día de carretera y más carretera.
Paramos a comer en Castrro Urdiales en el bar de Kike, un sitio con acento bilbaino (y muchas camisetas del Athleti). Unos pinchos fríos (que no estaban mal), un crep de hondos (decente, esta muy de moda la pasta brick) y unas rabas (bastante malas y aceitosas, las de pamplona estaban mil veces mejor) y nos fuimos. Un breve paseo por Castro Urdiales (aka Bilbao 2) y nos fuimos al coche. Casi 500 km nos esperaban.
Cuando estábamos llegando a Galicia, tras los vaivenes de la autovía del cantábrico (que va y viene), !nos encontramos con una vieja amiga y su novio en una rotonda! Nos reconocieron desde su coche y acabamos tomando una en el área de descanso de Guitiriz.
Al final llegamos a casa muertos de cansancio a las 10 de la noche. La verdad es que en este viaje nos hemos pasado... 6500 km en 16 días es una bestialidad, pero los hemos disfrutado a conciencia. El coche genial. Se ha portado como un campeón dejándonos una media de consumo del 5,8. Si tenemos en cuenta que ha pasado por muchas carreteras sinuosas, caravanas, acordeones de autopista variados, autopistas sin límite de velocidad y que tiene 140 CV la verdad es que no nos podemos quejar nada.
Este año no hay foto finish. Tan cansados estábamos al llegar que no la hemos hecho, pero os aseguro que es tan bestia como la del viaje anterior. La ruta del último día os queda aquí.
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