Como en la autopista había un atasco del copón, cambiamos de termas (en Alemania es facilísimo saber donde hay termas fijo, sólo hay que buscar la palabra “Bad” en el nombre de un pueblo). Las termas en Alemania son bien baratas. Por 16€ por cabeza tuvimos acceso a las piscinas + las saunas para todo el día, aunque solo las usamos unas 3 horas y media. Las termas tenían una serie de piscinas exteriores (más o menos calientes según la piscina). En ellas había múltiples chorros pero la piscina que más éxito tenía era una que era un canal con mucha corriente y por la que la gente daba vueeeeeltas y vueeeeeltas. Era bastante divertido. Bea mientras yo me zapateaba en las piscinas se dio un masaje de espalda.. Cuando acabó nos fuimos los dos a las saunas, que en Alemania son en pelota picada (como en Suiza). Ellos consideran que es una guarrada ponerse a sudar en bañador y algo de razón tienen. La verdad es que en Alemania lo de las termas es algo muy habitual. La gente se va a pasar el día e incluso lo tienen todo montado para que comas en ellas. En la pulsera que llevas te cargan lo que consumas (tratamientos, comidas, bebidas…) y al salir los pagas. Incluso hay gente que se trae la comida de casa… Nosotros probamos un montón de saunas distintas y nos fuimos, camino de Salzburgo, son haber comido todavía, a eso de las 15:30.
Salzburgo es una preciosa ciudad que tiene en un extremo una montaña con un castillo en su cima. Aparcamos tras dar unas cuantas vueltas (estaba llena la ciudad) cerca del palacio de Mirabelle. Desde allí nos fuimos con dirección a la catedral. Antes de llegar paramos a tomar un “café”.
En Salzburgo, como en todas las ciudades austríacas, los cafés son la releche, y están llenos de gente a media tarde comiendo gordeces. Nosotros nos comimos sendos trozos de tarta. Para acompañarlos Bea se tomó un superbatido de chocolate con una bola de helado de chocolate dentro y yo me tomé un café con nata y una bola de helado de vainilla. ¡Tremendas gordeces! Paseamos por la ciudad vieja recorriendo todo (catedral, iglesias, plazas de la zona Mozart…) Por toda la ciudad había carteles de conciertos. En los palacios, en las iglesias, delante de la catedral… Todo eran anuncios de conciertos en sitios espectaculares y se veía a mucha gente vestida para la ocasión. Nosotros entre unas zonas y otras subimos al castillo (había funicular hasta las 10 de la noche).
En la subida vimos un precioso cementerio donde había algunos panteones adornados con ¡cuadros! Desde el castillo disfrutamos de las vistas de la ciudad en todo su esplendor.
Recorrimos algunas salas pero al poco rato nos fuimos. Antes de irnos de la ciudad nos fuimos al palacio de Mirabelle, cerca de donde teníamos aparcado el coche, a ver los jardines (muy chulos ellos). Salimos de la ciudad con destino al castillo de Hellbrom, a unos 5 km. Este castillo es famoso por sus jardines. En ellos se grabó la escena del pabellón de sonrisas y lágrimas.
De todas formas nuestra idea primordial era ver los juegos de agua. En este castillo hay un jardín con un montón de sitios de donde se han colocado salidas de agua. La idea era coger de improviso a los visitantes con las salpicaduras (por ejemplo, hay un asiento del que salen chorros de agua para mojarte al sentarte). La pena es que el folleto que teníamos decía que en julio y agosto se podía entrar hasta las 22:00 pero supongo que al ser domingo no, porque ya estaban cerrados cuando llegamos.
Así que a eso de las 9 nos fuimos a buscar donde cenar. Acabamos, para hacer tradición a nuestros viajes, en un japonés. Cenamos unas sopas para asentar el estómago y un poco de sushi variado elegido por nosotros pieza a pieza con las más raras que había y nos fuimos para el hotel a descansar. Os dejo al final, la ruta.
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