viernes, 13 de agosto de 2010

Día 6: Verona - Venecia - Trento

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Nos levantamos por la mañana con nubes en el cielo y con pinta de ponerse a llover en breve. Corrimos a desayunar y ¡nos volvimos a encontrar un montón de tartas! ¡Estos italianos quieren que engordemos! Desayunamos hasta ponernos las botas para coger fuerzas en el largo día de caminata que nos esperaba en nuestro destino: Venecia.
Tras una hora y algo de autopista llegamos al puente que lleva a la ciudad. Aparcamos en un parking que queda un poco apartado (el de Tronchetto) pero que es el más barato de Venecia (21€ por día). Tras esperar en la cola un rato para entrar dejamos el coche en el cuarto piso (de cinco), así que había bastante gente, pero podría ser peor. Hicimos cola de nuevo para poder coger tickets de vaporetto (si, somos de los que los compran) para todo el día (uno de 12h de duración vale 16€). Cogimos de guiris máximos el que lleva hasta la plaza de San Marco y empezamos ya a disfrutar de Venecia desde el barco. La verdad es que las vistas son espectaculares y se va muy rápido en barco de una punta a otra de Venecia. Una cosa que me sorprendió de Venecia es el tamaño. Antes de ver ningún mapa yo me la imaginaba mucho más pequeña de lo que luego resultó ser. ¡Aún es grande de narices¡
Llegamos a San Marco y aunque había bastante gente yo me esperaba mucha más. Sólo en una zona de la plaza había algo de embotellamiento pero era debida a que había zonas donde afloraba el agua. No había mucha, pero la suficiente para hacerse un embotellamiento.  Pensamos en entrar en la basílica, pero con mucho dolor de nuestro corazón y viendo la cola que había decidimos seguir callejeando hasta que no pudiésemos más. La plaza tenía variasa fachadas en restauración, con lo que quedaba un tanto deslucida. Así que cogimos y empezamos a recorrer calles y más calles para acabar como quien no quiere la cosa en el puente de Rialto. 
Lo cruzamos y seguimos camino calle arriba y calle abajo hasta llegar la iglesia de San Rocco (¿ya lo han canonizado?). Nos sentamos en sus escalones un rato para coger fuerzas y seguir caminando. Al cabo de un rato decidimos coger un vaporetto para ir hasta Ca’d Oro. Allí, cruzamos de lado a lado para ir a Fonte Nuova y coger un vaporetto a Burano, de la que me habían hablado maravillas.
Tras 45 minutos de travesía llegamos a Burano. Es una isla preciosa, la verdad. Es muy distinta a  Venecia en el espaecto a que recuerda a un pueblo de pescadores mediterráneo y no a una gran urbe comercial renacentista como es Venecia. 

Paseamos por la isla haciendo mil fotos hasta coger otro vaporetto hacia Murano. En Murano paramos bien poco ya que no nos gustó demasiado. Era de un estilo parecido a Burano pero todo mucho más descuidado  y se notaba bastante que en la isla había fábricas de cristal que la afeaban. Así que cogimos otro vaporetto y volvimos a la Fonte Nouva. Allí nos pusimos a callejear por esta parte que parece mucho más la auténtica Venecia y más alejada del turisteo. Por esta zona fue la primera vez que nos perdimos un poco (por ir yo de valiente y no coger el mapa). Cogimos el mapa y en un ratito estábamos en San Marco (¡si es que estábamos al lado y aquello era todo tan distinto!). Nos volvimos a San Marco para verla un segundo de noche antes de coger el coche camino de Trento (250 Km nos aguardaban y ya eran las nueve de la noche). Cogimos un vaporetto hacia el coche y salimos de Venecia.
 ¿Las conclusiones de Venecia? A mí me ha encantado, me parece un sitio muy bonito. A Bea le gustó menos, le parece un sitio chulo pero según ella los desconchados y la cutrez de bastantes edificios está planificada para que la ciudad sea así. Yo no comparto eso, simplemente creo que dadas las inundaciones, el clima, y la antigüedad de los edificios es muy complicado conservar bien las cosas y mucha gente no tiene el dinero necesario. He echado de menos no poder entrar en muchos sitios y tener más tiempo para ver la ciudad, pero ha sido una visita provechosa. Eso sí, salimos derrengados de caminar y tuvimos suerte con el olor, esta vez no olía mal la ciudad. La ruta, otra vez aquí.

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