Hoy nos levantamos en Niza con el día nublado a eso de las 11 de la mañana. Dado que estuvimos de paseo hasta las 2 de la madrugada y luego hubo que buscar hotel fue imposible levantarse antes. El lunes por la noche decidimos que no queríamos más costa azul por lo abarrotado y caro que está todo en esta época, así que nos pusimos a buscar hotel sin rumbo por Italia (para que os hagáis una idea decidimos poner al buscador Génova como punto de partida y le dimos un radio de 100 Km).
En fin, que partimos de Niza siguiendo la autopista de la costa con idea de darnos un chapuzón en el mediterráneo si la cosa era propicia. Como lo único que nos sonaba de la costa italiana que íbamos a recorrer era San Remo (por aquello del festival) decidimos salir allí de la autopista. Tras abandonarla, apareció de la nada una pedazo de caravana de un kilómetro de largo. Como había antojo de playa nos quedamos media hora esperando hasta poder huír por una callejuela hacia la playa más cercana (que no era tal porque eran cantos rodados muy finos). Las playas que vimos por la zona eran todas privadas, propiedad de clubes que exigían pagar una entrada para el acceso. Así que siguiendo a unos locales, acabamos en un pequeño espigón que protegía una cala. Aposentamos los bártulos en las rocas y nos dimos un chapuzón que acabó durando una hora debido a que la temperatura del agua y la ausencia de viento hacían muy agradable la estancia en el agua.
Tras el relax seguimos rumbo al hotel atravesando San Remo, un pueblo turístico más que no nos pareció gran cosa. Tras seguir la carretera de la costa tratando de llegar a la autopista hicimos nuestra primera compra en un supermercado italiano (y la primera del viaje). Aprovisionamos de productos alimenticios básicos y nos dirigimos hacia nuestro moderno y lujoso hotel rural, en el medio de la nada. Por el camino atravesamos un montón de pequeños pueblos encaramados a las cimas de los montes mientras la carretera serpenteaba de uno a otro. Una de esas carreteras para disfrutar conduciendo (y el montón de motos que nos encontramos lo atestiguan). La verdad es que el hotel lo encontramos de casualidad y acertamos de pleno. Por el precio de un tres estrellas cutre en la costa azul, estamos en un maravilloso hotel con vistas al infinito, ultra acogedor, con una maravillosa piscina y una bonita y cómoda habitación con terraza. El hotel por si os interesa se llama Ca Del Lupo. Llegamos a eso de las seis de la tarde y nos fuimos derechos a la piscina a darnos un chapuzón. Cuando nos aburrimos subimos a la habitación y nos preparamos para bajar a cenar al restaurante del hotel, que está en un edificio aledaño y que estaba lleno de gente de la zona.
Cenamos en un ambiente muy agradable, eligiendo comida elaborada con productos de la zona. La única pega es que el servicio iba muuuy lento, tardando mucho entre plato y plato. Por lo demás la cena resultó muy agradable y placentera, realmente me he resarcido de los últimos días. Mañana, camino de Verona y después ¡ya se verá!. ¡No me olvido de la ruta!
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