Lunes. Penúltimo día. ¡Vamos a aprovecharlo! Hoy el cielo en Pamplona está nublado, pero el tiempo hacia nuestro destino dice que hará sol. Estupendo. Desayunamos con Flo y Carmen y nos quedamos hasta que Flo se va a trabajar, a eso de las doce menos cuarto. El objetivo de hoy es volver a Francia y llevarnos a Carmen hasta Biarritz.
Hora y media de carretera más tarde estamos en Biarritz.
Que pueblo tan bonito, es increíble. Siempre nos ha gustado mucho, a pesar de que ya en Julio empieza a estar abarrotado. Aparcamos en el centro en un parking (en la calle estaba imposible) y buscamos dónde comer. Ya era bastante tarde para Francia, las dos y media, así que desistimos de buscar un sitio maravilloso para comer y nos quedamos en la típica terraza que sirve comida de forma continuada. La comida no estuvo mal, siendo un sitio para turistas. Dos entrecottes y un magret de pato muy razonables (mejor el magrette). De allí empezamos el paseo.
Bajamos a la Grande Plage y nos dedicamos a seguir la costa. Biarritz como pueblo está muy bien, casas bonitas (muchas de ellas modernistas), poco horterismo setentero y mucho estilo.
Pero lo realmente espectacular es su costa. Sus aguas de color turquesa, sus acantilados de color marrón con miles de recovecos y sus salientes hacia el mar que desafían las olas.
Además es uno de los paraisos mundiales de surf y se respira por todos lados. Mires hacia donde mires verás a gente en el agua surcando las olas. Caminamos un buen rato por el paseo pasando cerca del puerto que es uno de los más cerrados que he visto en mi vida.
Caminamos un poco más, hasta la estatua de la virgen que hay en una roca metida ya en el mar y subimos de vuelta por la Rue Du Port Vieux, repleta de tiendas y pequeños cafés. Cuando tocó la hora de la merienda paramos en la Pastisserie Miremont. Para nosotros es casi una tradición parar allí. Es ese ambiente del siglo pasado, esos pasteles (¡ñam!) y ese buen café que nos encanta. Así que nos llevamos a Carmen allí y nos dedicamos a darle la merienda a Cloe mientras disfrutábamos del merecido descanso.
Al salir ya se estaba haciendo tarde. Queríamos hacer lo de siempre, ya lo sabéis. Tocaba la última compra de comida del viaje. Así que nos fuimos al Carrefour de siempre (el de Anglet) y compramos provisiones de galletas, Orangina, especias, fiambres y quesos. Con el coche cargado nos dirigimos a Pamplona a cenar, dónde disfrutamos de parte de las viandas adquiridas. Antes de acostarnos, Flo y yo rememoramos viejos tiempos echando unas partidas al PES 6, juego al que dedicamos muchísimas horas en su día y que nos hace sentir algo nostálgicos. Un poco tarde de más nos vamos a cama, mañana toca el viaje de vuelta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario