Como pasa el tiempo... Nueve días ya en Londres a un ritmo agotador pasa factura, pero seguimos con ganas y fuerzas. Esta mañana nos hemos levantado y hemos cogido un metro hasta el mercado de Burough. Ya lo habíamos visitado pero siempre tiene ganas uno de volver. Cuando estábamos llegando al mercado se puso a nevar un montón. Disfrutamos de la postal navideña mientras la calle se iba tiñendo de blanco. Mañana nevará más, así que a ver si saco unas bonitas fotos de Hyde Park. Si te gusta cocinar o simplemente comer este es el sitio al que tienes que venir en Londres. Abre de jueves a sábado desde media mañana hasta media tarde y está plagado de alimentos de todas partes del mundo. Hay de todo, cocinado o no. En general he de decir que es un mercado algo caro, ya que los productos exhibidos son de primera calidad. La carne y la verdura son ecológicas, las aves son criadas en libertad, los quesos vienen de pequeños productores locales y los pasteles también. Uno puede encontrar cosas de todo el mundo: quesos de una remota granja de Cornualles, crema de higos de Croacia, salmón ahumado en caliente y cortado a mano de Norh Uist, pequeños pasteles turcos de pistacho o pasteles de carne con cerveza ingleses. Si uno quiere cocinar encontrará las mejores setas, aceites y especias, carne con una pinta deliciosa y el mejor pescado que la isla puede ofrecer. Como ya he dicho, todo esto tiene un precio, pero digamos que el mercado de la Plaza de Lugo (para los que no sean de Coruña es uno de los mejores mercados de pescado de España y yo creo que el mejor de marisco) no es precisamente barato y es Coruña, no Londres. En fin, que me volví loco dando vueltas y vueltas, comprando unas cuantas delicatessen y probando. Eso es otra de las cosas mejores de Burough, se puede probar casi de todo. Obviamente, no te dejan darle un muerdo a la carne cruda, pero los quesos, chocolates, pasteles... Te ofrecen mientras caminas y es un placer de verdad.
Habíamos desayunando tarde y nos estaba fastidiando porque no teníamos mucha hambre. De todas formas yo no me pude resistir a dos pequeños pasteles turcos de pistacho, uno de ellos rodeado de kaitafi y con pistachos y miel en su interior. ¡Rico, rico! Cuando a Bea le empezó a entrar el hambre buscamos algún sitio donde comer caliente. Paseamos por los puestos pero apetecía comer sentados, así que acabamos en un restaurante llamado Roast. El restaurante era dedicado a la cocina inglesa de nivel. Es decir, si en un fish and chips te ponen un pescado bastante cutre que tiene el sabor tapado por el rebozado, aquí el pescado es delcioso. Eso sí, la difrencia va en el precio también. El local estaba repleto de gente teniendo comidas de empresa de navidad. Se notaba que era un sitio frecuentado por gente de la City que disfrutaba aquí de una gran comida con unas vistas fabulosas del mercado desde un edificio con grandes cristaleras. Era una pasada ver moverse a los camareros, siempre moviéndose con elegancia y presteza entre las mesas. Comimos un buen fish and chips de bacalao y un asado de pierna de ternera y luego estuvimos un buen rato disfrutando de un maravilloso té tras la comida. He de decir que el té en los restaurantes es extraordinariamente caro. En los más baratos te cuesta entre dos libras y media y tres. Eso sí, está pensado para hacer una laaarga sobremesa. En el restaurante de hoy fue realmente exagerado. Nos trajeron una tetera por cabeza que nos dio para cuatro tazas de te cada una.
Salimos del restaurante y el cielo ya estaba completamente despejado tras la nevada, que había limpiado el ambiente. Aún así, el sol no calentaba y había nieve en los sitios por donde no pasa la gente. Caminamos atravesando el London Bridge hacia el distrito financiero. Eran casi las cuatro de la tarde y no había mucha actividad. Nos fuimos andando hacia St. Paul entre edificios llenos de oficinas de bancos, aseguradoras y fondos de inversión. En un espacio muy pequeño está la gente que domina medio mundo. Nos paramos haciendo fotos de los alrededores de St. Paul y entramos en el centro comercial que acaban de inaugurar en octubre, el One New Change. Merece la pena visitarlo simplente para subir en su ascensor de cristal y ver las vistas sobre St. Paul. Dentro unas cuantas tiendas de cadenas grandes (All Saints, Superdry, H&M,...) y un par de restaurantes de lujo. Para promocionar el centro han conseguido que en él abra un restaurante Jamie Oliver (que ha hecho uno de carne asociándose con un famoso cocinero de NY) y Gordon Ramsey (famoso por sus programas en la TV y por tener un tres estrellas michelín en Londres). Cuando nos cansamos de pasear nos cogimos el metro para descansar un rato en el apartamento antes de quedar con Alberto para cenar y salir por ahí.
Salimos a esoo de las ocho y media de la tarde del apartamento y nos fuimos a un pub que queda cerca de la clase de inglés de Alberto, el The Green Man. Allí nos presentó a un colega italiano que se llama Guiseppe y estuvimos de parolada (en inglés) hasta las once aproximadamente. Luego nos fuimos a buscar donde comer algo para poder seguir de marcha. Acabamos en un japonés bastante regulero pero que abría hasta las tantas. Seguimos de charla un buen rato comiendo un poco de sushi y fideos y enseñándole a Alberto a comer con palillos. No se le acababa de dar mal el tema. Salimos de allí hacia un sitio recomendado Giuseppe, el Tigertiger. Es uno de los sitios de moda de Londres. Muy cerca de Picadilly y está frecuentado por fauna de lo más variada. Gente autóctona, turistas, gente de 20 años, de 40... Hay que decir que es imposible que alguien se sienta fuera de lugar allí. La música era bastante comercial (al estilo local, que lo mismo te ponen Beyonce que The Killers) y los precios altos, pero había buen ambiente, mucha seguridad y gente en general maja. Nos quedamos hasta que el cuerpo aguantó (que fue poco, andamos cansados de patear) y nos despedimos de Giuseppe y de Alberto a eso de las dos y algo de la madrugada para coger un bus hasta el apartamento.
PD: A ver si comentais algo, sosos!
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