Salimos del hotel en Cedar City con amenaza de que a lo largo del día podía caer alguna tormenta. No éramos muy conscientes del entorno de la ciudad porque ayer llegamos de noche. Estamos en Utah, tierra de mormones, en pueblos que nos cruzamos que tienen iglesias bastante modernas. Salimos del hotel y giramos en la calle principal a la izquierda. De repente nos estamos dando cuenta del entorno. ¡Estamos subiendo! La carretera dice nosequé de que hay curvas cerradas y de que está cortada para caminones. De momento estamos entre montañas bajas, pero subimos y, ¿que vemos? Nieve. En los bordes de la carretera, eso sí, la carretera está muy limpia. ¿22 de Mayo y con nieve? Pues sí. Seguimos subiendo entre cabañas de madera, bosques de abetos estrechos y puntiagudos que están separados unos de otros. No son bosques espesos en los que no ves a dos pasos, si no que se puede ver através. Es una maravilla. Todo cubierto de nive, las curvas, los bosques, gente en quad, moteros... Lasa montañas se tornan rojas y a la derecha vemos un lago helado, que parece que comeinza a despertar. Navajo Lake, volveremos a él luego en esta crónica. Acabamos de cruzar la montaña para llegar a una zona ya sin nieve pero llena de arroyos. Parmos a echar gasolina, el coche anda algo sediento. Por suerte tiene un depósito enorme y nos da para unos 800 Km así que siempre vamos tranquilos porque aquí puedes estar 80 km sin ver una gasolinera. En la gasolinera estampa de película. Un sheriff saludando a los vecinos a ritmo de "heeeeeeyyyyyy meeeeeeeeen" y comprando donuts y dos vaqueros enormes (pongamos de 2x2m) con sus sombreros de vaquero comprando cervezas. Las películas no mienten chicos, es una lección que vamos aprendiendo. Los tópicos existen por algo :-)
Salimos de la gasolinera y nos dirigimos a Bryce Canyon. Mucha gente se cree que en Estados Unidos todo es una llanuera enorme en el medio, con desiertos, y que hay tres parques nacionales (Yosemite, Yellowstone y Grand Canyon). ¿El oeste? Un desierto y poco más. Ah, y playas con gente haciendo surf y tetas operadas en California. Pues no, el oeste es una zona llena de preciosos parques naturales, de vegetación exhuberante, de una fauna salvaje acojonante y conservado a las mil maravillas mediante una buena cantidad de bosques y parques nacionales. Bryce Canyon es uno de esos parques. Un cañón de formas imposibles, donde las rocas se sostienen uno no sabe muy bien porqué. Rodeado de bosques del Dixie Nationa Forest, entrando en el por el Red Canyon, aparece ante nosotros unas montañasa formadas por arena naranja compactada por la presión de millones de años y erosionada hasta derrumbarse. Aparcamos el coche y fuimos caminando por una zona de miradores haciendo muchas fotos y viendo alguna que otra ardilla salvaje y ciervos. ¡Este país está lleno de ellos! Decidimos coger el coche e ir a comere algo al único restaurante del parque. Pensamos que iba a ser carísimo pero al final no fue así. Nos comimos tan ricamente una hamburguesa de bisonte acompañada de un plato de fruta fresca para compensar y un bocadillo de costilla deshuesada con champiñones. Sin sitio para el postre cogimos el coche y fuimos yendo de mirador en mirador haciendo fotos. Nos fuimos, ya que al final el día amenzaba lluvia pero no llovía hacia el mirador más alto, a más de 3000 metros de altura. Desde allí vistas a 90 Km de distancia de montañas, mesetas y cañones. Salimos del parque a media tarde con bastante km por hacer y nos dirigimos rumbo a nuestro hotel (en las afueras de Las Vegas) pasando antes por el Zion National Park.
Tras unos 60 Km de carreteras, pasando por un montón de comunidades rurales con sus pickups, sus iglesias y sus casas de madera, llegamos al parque. Desde fuera, no impresiona demasiado. Pero es pasar la caseta del guardia (lloviendo ya esta vez) y te adentras en un mundo de fuerza descomunal. La forma de describir esta sería como si cogieras unas montañas de piedra de arenisca y una mano gigante las retorciera. Montañasa con formas en espiral rodean un cañón por el que circula una carretera estrecha. La carreteras discurre por entre cortes en las rocas hechos de forma natural. Es un milaagro de ingeniería. Nos imaginamos lo que sentiría un explorador que llegase aquí hace 200 años. Llegamos al centro de visitantes y decidimos, aunque ya era tarde, coger un bus que te lleva por una carretera cerrada a otro tipo de tráfico. El bus nos lleva por otro acantilado durante un buen rato, mientras nos cuentan como se formó todo esto por el río que nace en el... Navajo Lake! Como os decía empezamos y acabamos el día con el mismo río. Cuentan que el río les ha dado ya bastantes sustos debido a las crecidas y que esta carretera ya la han reconstruido 4 veces porque cuando llueve mucho el río va muy encajonado y sube muy rápidamente. Volvemos, ya tarde, hasta el coche, camino del hotel. Mañana más. La ruta, aquí.
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