Hoy la previsión meteorológica era bastante regulera. Se suponñia que hoy podía llover algo pero la gente parecía pasar de ello y no vimos ni el primer paraguas en al calle ni la gente con ropa de abrigo así que no nos preocupamos mucho por ello. Bajé a coger para desayunar nuestro primer new york cheescake. La verdad es que estaba bueno de narices y se parecía bastante a uno que hago yo a veces que es muy denso y pesado. No os imagineis una tarta de queso suave que se deshace en la boca, esto es más bien algo denso y pesado. Acabamos de tomar nuestros pedazos en el apartamento y cogimos un metro en dirección al sur, hacia la zona del Soho.
El metro nos dejó en la zona del West Village cercana al Soho, llena de bares, restaurantes y sitios para hacerse tatuajes. Bajamos la calle y de repente el paisaje cambió de golpe. Los edificios pasaron a ser metálicos, con pisos de techos altísimos y cristaleras rectangulares con las típicas escaleras de incendios exteriores. Los bajos de los edificios se llenaron de tiendas. Dependiendo de la zona podías encontrar pequeñas tiendas con cosas de diseño, tiendas de muebles de locura o grandes cadenas internacionales.
Nos pusimos a loquear y pasear perdiendo un poco el rumbo y parando en algunas tiendas de diseño que siempre nos encantan. Paramos en una de Kidrobot que nos gustó especialmente por el diseño tanto exterior como interior de la tienda y por las tonterías que había dentro. Seguimos dando vueltas y haciendo fotos, entrando en tiendas aquí y allá hasta que el cuerpo nos pidió comer.
Nos pusimos a buscar pues un sitio donde comer sentados y descansar las piernas. Encontramos una cafetería de una cadena que tiene cosas chulas y nos sentamos a comer una ensalada de algas y unas tostas (atún, humus, pesto y alubias blancas la de Bea y la mía era de curry de pollo con chutney de arándanos y albahaca) para compensar la tarta anterior.
Comimos con calma antes de seguir paseando el barrio. Acabamos en Broadway que a su paso por el Soho está llena de tiendas de todo tipo. Paseamos una tienda de ropa de montaña, una que tenía miles de camisetas, unas cuantas cadenas y cientos de zapaterías. Cuando cerró el comercio (a eso de las nueve de la noche) bajamos hasta Little Italy a cenar. Acabamos en un restaurante bastante cutre que parecía sacado de la serie "Pesadilla en la cocina" llamado Mambo italiano. Había mil camareros andando como pollos sin cabeza y sin hacer nada productivo, nuestra mesa fue atendida por cuatro camareros distintos y nos pidieron dos camereros distintos las bebidas. La comida era bastante regulera y había jazz en vivo pero no es que fueran una maravilla tocando. Resumiendo, la típica trampa para turistas en toda regla. Que se le va a hacer, no todos los días se va a tener suerte... En general el nivel de servicio en las tiendas y en los restaurantes en esta ciudad es extraordinario (lo pagas pero lo tienes), en este caso fue el peor que hemos tenido hasta ahora con diferencia.
Con un poco de mal sabor de boca decidimos ir andando hasta una tienda de comics llamada Forbidden Plante (una sucursal de la original de Londres) que sabíamos cerraba a las doce de la noche los sábados. Estábamos a la altura de la calle cuarta y había que llegar a la 13 y nos parecía cerca. La verdad es que es una pasada caminar de noche por la ciudad. Hay casi tanta gente como de día y muy buen ambiente. La sensación de seguridad en la calle es total y ves a la gente charlando en los jardines, yendo de restaurantes o a bares en los que se sirve comida hasta altas horas. Llegamos a la tienda y nos dimos una vuelta por ella antes de decidir que sería una buena idea subir al Empire State. Sin mucha confianza en que hubiera entradas a esas horas para subir, decidimos dirigirnos allí, subiendo otras 21 calles hacia el norte.
Cuando llegamos nos dimos cuenta de que quizás hubiera algo de niebla a esa altura pero subimos igual. Decidimos no subir al piso más alto (te ofrecen pagar 22$ por subir a la terraza del piso 86 o pagar 37$ por ir al piso 102 en lo alto de la torre) porque con la niebla que había ir más alto podía significar ver menos. Tras comprar los tickets y pasar el control de seguridad subimos en el ascensor a toda leche (aunque este es menos espectacular que el del Rockefeller Center) hasta el piso 80 y de allí otro ascensor te lleva al 86. Salimos a la terraza y si bien había algo de niebla, ésta iba y venía con lo que pudimos disfrutar igualmente de la vista nocturna de la cidad. De hecho la niebla hasta le daba un encanto a la vista en plan de película de misterio realmente interesante.
Cuando nos cansamos de hacer fotos, grabar video y dar vueltas maravillados por la vista, nos fuimos para el apartamento andando también. ¡Vaya pateadas estamos haciendo! Si alguien me preguntase que prefiero como vista desde un rascacielos de Nueva York no sabría por cual decidirme. Sinceramente yo iría a los dos. Cada uno tiene sus cosas. Desde el Rockefeller se ve mejor la zona de Grand Central Station y se ve perfecto Central Park. Desde el Empire State se ve muy bien el río, las avenidas (sobre todo se ve la quinta de arriba a abajo perfectamente y el Downtown. Si teneis que escoger uno pensad que es lo que quereis ver pero lo ideal es ver ambos.
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