Tras pasar el sábado en Pamplona no haciendo nada más que pasear y charlar decidimos que el domingo había que hacer algo. Así que tras procrastinar todo lo decible (y lo indecible), salimos desde Pamplona hasta San Sebastián acompañados de Flo y Carmen. Tras un corto viaje de una hora aparcamos el coche en un parking muy cerca de la Concha. Después buscamos donde comer con un poco de ayuda de Tripadvisor para encontrar un buen sitio, aunque fue imposible ya que era un poco tarde y los sitios buenos buenos estaban a tope (alguno nos daba mesa para las cinco menos cuarto a las dos y media) o eran estratosféricamente caros. Así que a la buena de dios nos fuimos a dar un paseo por el casco viejo a ver que encontrábamos entre sitios que apestaban a trampa para turistas. Para empeorar las cosas resulta que esa mañana había habido competición de traineras y el casco viejo estaba lleno de peñas de los equipos de traineras comiendo y bebiendo. Ya un poco desesperados a eso de las tres y media encontramos (tripadvisor mediante) un bar de pinchos con buena pinta, el Hastehelena.
Allí nos plantamos los cinco, sentándonos como pudimos en una mesa minúscula cara la pared y pedimos... un pincho especial de cada, unas croquetas y una ración de rabas de calamar. La comida nos pareció bastante buena, ahora todo lo que rodea al local es cutre cutre. Básicamente la definición del local es tascurcia.
Desde allí fuimos paseando hacia la playa de la Concha, que estaba repleta de gente loca por disfrutar del buen tiempo que estaba haciendo.
La verdad es que día de playa lo que se dice no hacía, estábamos a unos 22ºC, pero la gente cuando tiene ganas se apunta a un bombardeo, y más por el norte.
Paseamos por el paseo que estaba repleto de gente. Paramos a coger un helado y seguimos de paseo por las calles camino del Buen Pastor.
Nos quedamos un rato admirando la catedral y seguimos paseo hasta el río para cruzarlo hacia la playa de Zurriola, sentándonos entre el Kuursal y la playa.
Allí le dimos a Cloe de merendar antes de coger el coche de vuelta a Pamplona.
He de decir que nos ha encantado la ciudad. Hacía mucho tiempo que no pasaba el día allí y es preciosa. Todo el centro tiene un estilo bastante uniforme en el que los edificios que se salen de la norma no terminan de romper el estilo imperante. Edificios feos los hay, sobre todo los que encuentras con la típica arquitectura playera de los 70, pero lo que hay alrededor es mayoría y es muy bonito.
Salimos de allí con intención de cenar en Pamplona en el bar Goroabe. Segunda visita, idéntico resultado. Ya os había hablado de este restaurante chino auténtico en el que uno se siente acogido como en casa. En esta cena se nos unieron Gus y Jaione, dos amigos de Pamplona más y todos quedamos muy satisfechos. Se come bien, abundante y está todo muy bueno. El tofu a la plancha, los quo tie, el pollo con sésamo... Llenos y satisfechos nos quedamos un rato charlando en la calle sin muchas ganas de irnos. Y con esas nos dieron las tantas y aun no sabíamos a donde ir al día siguiente. Finalmente, tras dar muchas vueltas al asunto y viendo que en Córcega los hoteles estaban carísimos y no había casi ninguno disponible, nos hemos decidido a tirar hacia el norte y luego ya veremos si vamos hacia el este o acabamos en Inglaterra. A dormir que es muy tarde!
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