domingo, 8 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 10 (Odense, Helsingor, Lund)

Sol. Ya se echaba de menos. Y calentaba. Cuando nos levantamos vimos un día de sol radiante. 6 grados, pero se llevaban bien, mientras no fueras por la sombra... El desayuno del hotel, espectacular. Nos pusimos las botas. Fiambre, comida caliente, quesos, panes... Todo esto mirando al fiordo de Kolding. Tras el desayuno decidimos el hotel de esta noche. Nos iríamos a dormir a Suecia, cerquita de Copenhague pero en Suecia. Nos pusimos en marcha camino de Odense y en poco más de media hora estábamos allí.

Odense es famosa por Hans Cristian Andersen, el escritor de cuentos infantiles. Realmente estamos aborreciendo la semana santa en Dinamarca. Mucha gente se ha ido de puente y nos encontramos las ciudades vacías, muy poca gente y muy poca vida. Aparcamos sin ningún problema en el centro de la ciudad y nos fuimos a pasear. Es realmente agradable. Los edificios, los parques, la catedral. No está nada mal. Pero claro, lo malo es que lo que es realmente bonito es el centro, que es muy muy pequeño. Cuatro calles mal contadas. No me entendais mal. Los suburbios son la leche. Muchas casitas de ladrillo, con su jardín, todo muy limpio y muy ordenado. Hasta los edificios de apartamentos son bonitos. Genial para vivir aquí (supongo), pero para visitar, pues como que no nos dice nada. Así que un rato después continuamos camino hacia Helsingor.

Helsingor es famosa por el castillo de Kronborg. El castillo ha protegido desde el siglo XV el estrecho de Oresund, generando grandes riquezas al país. La fortaleza renacentista es mundialmetne famosa por el hecho de que la obra Hamlet está ambientada en los aposentos de este castillo. Aparcamos y nos pusimos a caminar hacia la entrada. Suecia está ahí al lado. Parece que se puede dar un paso y llegar. Caminamos hasta el patio interior sólo apara enterarnos de que el castillo había cerrado la entrada a las cuatro de la tarde. Atención, amigo visitante, en Dinamarca son unos vagos y el castillo de las narices abre de once a cuatro. Cinco maravillosas horas. Con dos cojones y un palito.  En fin, que nos jorobamos y nos fuimos a sentar al sol en unas rocas de la orilla mientras mirábamos hacia Suecia. Rodeamos la fortaleza dando un paseo, subiendo a los cañones, haciendo el indio...

Y tocó irse. Para cruzar a Suecia podíamos irnos hasta Copenhague (40 km) y cruzar por el puente. Pero claro, como contábamos volver por él, no nos apetecía hacer dos veces el mismo camino. Por tanto decidimos ir en ferry, ya que de Helsingor sale uno cada muy poco hacia Helsinborg, al otro lado del estrecho. El proceso fue muy rápido porque tuvimos mucha suerte. Pasamos algo parecido a un peaje donde pagamos (curiosamente había telepeajes para el ferry). Justo llegamos con el ferry a punto de irse. Nos mandaron aparcar el coche en un sitio y partimos. Como novatos en estas cosas nos quedamos viendo como se cerraba la quilla de la popa del buque antes de subir a cubierta y ver como salíamos del puerto. El trayecto son solo 20 minutos y, al ser novedad, se nos pasaron volando. Poco antes de llegar por megafonía avisaron de que los conductores bajasen a los coches y allí nos fuimos, rumbo a Suecia.

Suecia ya parece más animada que Dinamarca. Hay más vida en la calle, aunque los festivos matan todo bastante. Dimos una vuelta en coche en Helsinborg y nos fuimos camino de Lund, recomendación de Pablo, un  compañero de curre. Lund es una ciudad universitaria realmente bonita. Había bastante gente, aunque el problema era que el 95% de los restaurantes estaban cerrados con un bonito cartel que decía que cerraban todo el puente. Muchos estudiantes se deben ir a casa en el puente, justo como harían aquí. En fin, nos dedicamos a pasear, ver la catedral, parte del campus y a callejear, como tanto nos gusta hacer. La verdad es que nos quedamos con una impresión muy buena de la ciudad. Justo antes de irnos nos paramos en un supermercado abierto y nos dedicamos a curiosear. Nos encanta ir a los supermercados y curiosear lo que se come en cada país y... ¡probarlo! Nos cargamos con unas pocas cosas y nos fuimos a nuestro hotel, en Landskrona, justo en el puerto. Aquí nos quedamos a cenar en la habitación, una ensalada de gambas, otra de remolacha y cebolla, un poco de pollo a la plancha en trozos y bebiendo zumo de manzana con gengibre. Mañana... dios dirá

La loca ruta del día, aquí (y para que conste en acta, llevamos ya más de 4000 km recorridos)


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