Nos levantamos por la mañana y bajamos a tomar un suculento desayuno. Un poco de fruta fresca,yogur, muesli, fiambre, queso, panes y algo de beber mientras conversábamos con el dueño del establecimiento que nos preguntaba sobre nuestra ruta y sobre la zona de España de la que veníamos. Estuvimos un buen rato de palique antes de acabar de empaquetar y dirigirnos a Schwetzingen, a ver los jardines del palacio.
Ya ayer en el hotel nos dijeron que los cerezos habían florecido en el Palacio de Schwetzingen así que nos picó la curiosidad ver los jardines. El palacio por dentro no nos atraía demasiado porque llevaba bastante tiempo verlo y ya habíamos visto alguno que otro del estilo. Aparcamos en un lateral al ver un hueco en la zona azul y nos dirigimos a dar un paseo por los jardines tras pagar 5€ por cabeza. Los jardines son enormes, con un gran estanque al fondo y lleno de pájaros, patos y alguna que otra ardilla. Paseamos un rato antes de encontrarnos con un edificio de inspiración árabe escondido en un lateral. Volviendo hacia la salida vemos la zona de los cerezos. Una zona maravillosa de varias hileras de ellos repletos de flores y con pétalos volando cuando venía alguna ráfaga de viento. Contentos con el paseo nos fuimos a coche.
El siguiente objetivo era un museo en Sisheim. El museo es una recopilación de coches, vehículos militares, aviones, monoplazas, motos... Casi cualquier cosa que se mueva de forma mecánica está en el museo, desde tractores Lamborgini a trenes a vapor. El museo es realmente grande y nos llevó un buen rato recorrelo. Las dos principales atracciones son un Concorde y un TU-144, también conocido como Concorski, porque fue un avión que los rusos hicieron a imagen y semejanza del Concorde pero que nunca llegó a volar comercialmente. Ambos son visitables en su interior. Eso sí, están a 30 metros de altura con sus trenes de aterrizaje apoyados sobre pilares y hay que subir a ellos por una escalera de caracol. Entre los coches hay mercedes de los años 20, coches clásicos americanos como el famoso Ford Falaine o joyas de los 80 como el Lamborgini Countach. Hay también un par de monoplazas muy destacables como el Benetton con el que Michael Schumaher ganó el mundial o el Williams Renault con el que Nigel Mansell también lo consiguió. Cuando acabamos la visita nos sentamos en una terraza de una cafetería del museo y nos tomamos unas salchichas y un betzel antes de seguir camino.
Llegamos en poco más de una hora a Rothemburg ob der Tauber, una ciudad medieval amurallada y realmente bien conservada. Aparcamos en el hotel que está a 50 metros escasos una de las puertas y nos dedicamos a patear la ciudad de cabo a rabo, subirnos a las murallas, curiosear los escaparates y a comernos un dulce típico de la zona que es una especie de bola que se puede comprar de mil coberturas distintas. Cansados tras un día largo buscamos donde cenar y tras consultar donde cenar acabamos en un típico restaurante alemán comiendo Bea media carpa y yo carne de ternera cocida con una salsa de rábano y arándanos. Todo muy rico. Tras hacer yo el goloso tomando postre, decidimos irnos a descansar y hacer planes para mañana.
La ruta de hoy, aquí.
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