Hoy hacía algo de frío en Berlín cuando salimos del hotel. En la ciudad cogimos un hotel sin desayuno (aquí hay más hoteles grandes donde es posible no cogerlo) y paramos en un sitio a dos pasos. Tras aprovisionarnos de algo caliente para llevar en las manos bajamos por la calle Kurfürstendamm, en el lado oeste, para pasear un rato y curiosear escaparates. Resultó que esta parte era ultra pija y no nos interesaba enada, así que cogimos un metro y nos dirigimos hacia la Postdamer Platz.
Tras un ratejo en el metro donde alucinamos viendo una zona repleta de canchas de voley playa, bajamos en la plaza y salimos entre rascacielos de cristal. Desde allí nos dirigimos hacia la puerta de Brandemburgo. Por el camino paramos en el monumento al holocausto. Es un bosque de bloques de hormigón con subidas y bajadas. Supongo que a alguna gente les sobrecogerá. Particularmente, me parece un sitio estupendo para jugar al escondite. De niño, o no tan niño, te lo puedes pasar muy bien... Seguimos hacia la puerta y nos quedamos un rato en ella haciendo unas fotos antes de seguir hacia el Reichstag, que viene siendo el parlamento alemán. Nos hizo mucha gracia ver la bandera europea ondenado en el tejado junto a la alemana pero no pegadas. Toda una alegoría de la situación actual de europa. En fin, tras pararnos a ver el exterior rememorando la mítica foto que hicieron los soviéticos desde su tejado cuando arriaron allí su bandera, volvimos hacia la puerta de Brandemburgo para seguir por la Unter der Linde, la gran avenida que parte desde la puerta hacia lo que era ya zona soviética. Pasamos junto a la embajada rusa, un edificio enorme e imponente que supongo que en su día bulliría de actividad y de mil y una historias que darían para una película de espías cada una. Seguimos la calle y nos desviamos hacia Friedichstrasse siguiendo las zonas comerciales de la ciudad. Básicamente íbamos siguiendo a la gente y nos movíamos hacia donde había vida. Paramos allí en una cafetería y nos tomamos algo caliente y un dulce para coger fuerzas. Por cierto, una cosa que hemos visto en todo lo recorrido de Alemania es que no se en la industria, pero en la hostelería los camareros se lo toman con mucha calma. Mucha amabilidad pero tardan mucho en venirte a atender y no se preocupan un higo por venderte más. Muchas veces ni te ofrecen postre si tu lo pides.
En fin, después de bajar un rato subimos por la calle otro rato antes de girar hacia la isla de los museos. Es una isla en medio del río donde hay una gran concentración de museis al lado de la catedral. Entramos en la catedral previo pago de 7€ por cabeza (no reciben un duro del estado para la conservación y cobran entrada, podríamos parender algo del tema). La catedral por dentro está bien, pero después de la iglesia de Dresde de ayer (barrocas ambas), nos dejó un sabor agridulce. Salimos de allí camino del museo egipcio. El museo no es muy grande, pero merce la pena simplemente por la escultura de la cabeza de nefertiti. Es absolutamente alucinante para la época en la que fue creada. El nivel de recreación de la anatomía humana (arrugas incluidas) es increible.
Muy cansados ya seguimos andando hacia la zona este. Cada vez los edificios son más cuadrados, más cutres y está todo más descuidado. Paramos a reponer fuerzas de nuevo cerca de Alexanderplatz, una plaza enorme donde está la torre de televisión a la que no subimos. Había un mercadillo con pinta de mercado navideño pero básicamente había de todo, pero sobre todo mucha comida. Desde allí cogimos el metro y nos fuimos hacia el hotel. Por la zona paramos a cenar en un vietnamita, un par de sopas y un curri de calamares. Todo muy rico, por cierto. Acabamos de cenar y nos fuimos al hotel a descansar. Mañana dejamos Berlín y ya veremos donde acabamos.
PD: Hoy al no ir en coche y al tener muchos desplazamientos en metro, no pongo la ruta
PD2: Las fotos, mañana :)
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