jueves, 3 de julio de 2014

Destination Nowhere: Día 12: Turin.

Hoy por la mañana amanecimos como terminamos el día de ayer, lloviendo. Pero parece que el tiempo hacia nuestro destino mejora y no lloverá. Le damos el desayuno a Cloe y nosotros desayunamos a base de barritas de cereales que siempre llevamos con nosotros para el viaje, a falta de desayuno en el hotel. La habitción tiene kettle así que nos hacemos unas infusiones para acompañarlas. En España no se lleva mucho pero en otros países de Europa sí es normal que haya kettle en las habitaciones y unas cuantas infusiones de cortesía acompañadas por un poco de azucar. Salimos hacia Turín con el tiempo amainando y con ganas de pasear.

Por el camino nada reseñable. No demasiado tráfico una vez salvada la salida de Milán y con todo el tráfico en sentido contrario, con un atasco terrible. Llegamos a Turín y vemos una ciudad muy distinta a Milán. Más pequeña y asequible para acceder a ella en coche y no tan bulliciosa. Ojo, que no estoy diciendo que no tenga vida, todo lo contrario. Simplemente parece que las cosas discurren a otro ritmo aquí. Se ve menos turismo y más gente local por las calles. También se ven menos coches y el tráfico es más pausado. Aparcamos en un parking del centro, en la concurrida plaza Castello.
De allí parten las principales arterias comerciales y está muy cerca de nuestro principal objetivo en la ciudad, el museo egipcio.
Como ya era casi la hora de comer, paramos a hacerlo en un restaurante muy recomendado de la zona, el restaurante Tabernalibraria. Comimos en una terraza de esas que les gusta hacer en muchos países de europa dónde no hay sitio en las aceras, y es ponerlas sobre las plazas de aparcamiento haciendo un cerrado. Si señores, se cargan un par o tres plazas de aparcamiento, ponen un cerrado con un suelo de hormigón y allí van las mesas. La acera queda libre y consiguen terrazas en sitios donde de otra manera no sería posible. En una de esas nos tomamos una estupendísima salchicha de la zona a la parrilla con una riquísima salsa de mostaza y Bea un entrecotte que quitaba el hipo. Yo me tomé un postre de mascarpone con melocotón aceptable, sin ser nada muy especial y un expresso. El total exactamente no lo recuerdo, pero otra vez por debajo de los 30€. Muy recomendable el sitio pero, eso sí, como viene siendo costumbre, hay que armarse de paciencia.
Desde allí nos fuimos al museo egipcio, con un viento levantándose que nos olia a lluvia. El museo está en obras y hay partes a las que no se puede acceder, pero aún así merece mucho la pena. Están con unas obras de ampliación y remodelación que harán que pase de tener dos plantas a tener cinco. Tal era la cantidad de material que tenían almacenado y que no podían mostrar. Para que os hagáis una idea el museo, con dos plantas, era el segundo más grande del mundo dedicado al arte egipcio tras el de El Cairo. Pagamos 7,5€ por cada uno de los adultos y entramos. Primero se va a la planta de abajo.
Allí hay estatuas pequeñas, sarcófagos y papiros. Los más grandes son versículos del libro de los muertos profusamente ilustrados.
También hay muchos objetos comunes como sandalias, amuletos, cofres... A continuación se sube de piso y se pueden ver más sarcófagos con sus respectivas momias, pero lo más espectacular está cerca de la salida.
Allí, dos salas enormes llenas de estatuas gigantes nos dejan ver la maravilla que era el antiguo egipto.
 Muy contentos con la visita nos vamos de tiendas por Turín, ya que al final no llueve.
En Turín las calles principales para comprar son la via Roma, la via Po y la via Giuseppe Garibaldi. Las dos primeras nos recordaban a Milán. Soportales y suelos de mármol para albergar todo tipo de negocios. Nos tomamos los mejores polos que hemos probado en años mientras paseábamos tranquilamente mirando tiendas.
Aquí no se ve tanta separación por zonas como en Milán, donde los negocios más modestos no estaban al lado de las grandes firmas como aquí.
La via Garibaldi sí era más la típica calle de comercios peatonal de suelos empedrados que podemos ver en muchos otros sítios de Europa. Sin mucha fortuna con las compras paramos en un supermercado a comprar un yogur para acompañar a la fruta de la merienda y algo de agua.
Aprovechando que salía de nuevo el sol le damos la merienda a Cloe en una bonita plaza sentados en un banco y disfrutando de la temperatura.
He de decir que Turín nos ha gustado. Es una ciudad asequible para el visitante, se ve más vida local y es muy bonita. Puntualizando he de decir que esta zona de Italia es un poco deprimente, y se supone que es la parte rica. Se ve mucha decadencia en la falta de mantenimiento de los eficios, incluso en las partes ricas de la ciudad. No se ve un nivel de decadencia tan alto como el que puedes encontrar en ciudades como Oporto, pero seguimos encontrando aquí un aire triste y melancólico que nos dan los tonos pastel de la ciudad. Así como esos mismos tonos en una ciudad como Niza ensalzados por el sol del Mediterráneo y perfectamente cuidados animan, estos son bastante tristes.

De Turín salimos a hacer algo más de una hora de carretera en dirección a Cuneo. El hotel lo habíamos cogido en dirección a la frontera francesa por el camino más corto en distancia pero aproximadamente el mismo en el tiempo. Decidimos entrar en Francia por la parte más meridional de los Alpes, atravesando la parte de la cordillera que está pegada al mar. Así que esta noche buscamos hotel cerca de Cuneo, la última ciudad con algo de importancia antes de introducirnos en las montañas. La cosa ayer no pintaba muy bien y acabamos en un hotel llamado La Ruota. La puntuación en booking del hotel me da la risa. Mira que me fío bastante de ella, pero es que o bien los visitantes tienen un gusto muy dispar al nuestro o bien la han manipulado estupendamente. Hay que decir que el hotel seguro que en su día fue un gran hotel, pero su día fueron los años 70. Las habitaciones son enormes, pero con un estilo cutre y hortera que parecía retrotaerse a esa década. Jarrones enormes con flores de tela, sofás con estampados florales y alfombras horribles por doquier (hasta en el gimnasio, según una foto colgada en el ascensor...). La wifi iba a pedales y la cama era incomodísima. Al menos sólo la cagamos con un hotel en este viaje... En fin, que nos quedamos de nuevo en la habitación buscando hotel en Niza y decansando que mañana toca otro día de viaje intenso.

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