domingo, 31 de marzo de 2024

Nueva Zelanda isla sur - Camino hacia el sur


Esta noche dormimos bastante bien, hasta que nos despertó una sirena. Miramos si pasaba algo pero resulta que nada de nada, así que supongo que sería una prueba del sistema de emergencia. Nos preparamos y salimos a desayunar al pueblo de Akaroa. En el campo principal había un montón de muebles viejos sobre los que lloviznaba. La temperatura era agradable, ya que hacía menos viento. Dimos una vuelta por el pueblo y paramos en la panadería, un poco de pan de verdad es algo que siempre está bien tener en la caravana. Buscamos donde desayunar y acabamos en un café llamado The Common. 




Lloviznaba pero decidimos comer fuera, a cubierto. Como decía la temperatura era muy agradable y, tras pedir la comida en la barra, nos relajamos viendo a los perros del local y hablando de lo bien que se estaba. Pronto llegaron las bebidas y un rato después la comida. Mira que le gustan a Cloe los huevos pochados con bacon, y yo la verdad echaba de menos unas tortitas. Bea se desayunó un bocata de pollo con Brie y todos nos quedamos llenos y con ganas de pasear otro rato por el pueblo, visitando tiendecitas. Nos metimos en una micro librería donde Cloe se compró un libro de hacer nudos, que se ha pasado usando todo el día en la caravana. 





Al lado de la iglesia, otro pequeño mercadillo. Damos una vuelta y nos metemos en la iglesia a ver como es por dentro. De vuelta a la caravana, observamos como se vendían los objetos que os comentaba antes como les llovía encima. Un señor montado en una pickup subastaba cada objeto mientras los paisanos del pueblo se peleaban por un reproductor de CD. La verdad es que daba la impresión que estaba todo el mundo de los alrededores allí.

Salimos ya algo tarde, pasadas las doce, de Akaroa. Decidimos no hacer senderismo, con algo de pena, porque las nubes están muy bajas y en la cima de las colinas hay niebla. Al estar así y no poder disfrutar de la pedazo de vista que hay desde la la cumbre, decidimos seguir hacia el sur. El objetivo es poder ver mañana pingüinos, y aunque el camino no es lo más espectactular de Nueva Zelanda, es el precio a pagar porque la bajada por aquí es mucho más rápida.


Seguimos por la costa un par de horas hasta llegar a un supermercado grande donde por fin llenamos la caravana de comida Nos hacía falta para los próximos días, y mañana es festivo de nuevo y contamos que los supermercados estarán cerrados. Nos pasamos como siempre un buen rato revolviendo entre las cosas únicas que se venden en el país y cogiendo unos buenos cachos de carne para cenar esta noche. Tras finalizar, ya algo tarde, comemos unos bocadillos antes de seguir unas horas más hacia Waimate, donde descansamos en un camping municipal con la caravana enchufada para poder cargar la batería para unos días.


sábado, 30 de marzo de 2024

Nueva Zelanda isla sur - El Retorno

Cuando nos mudamos a Singapur una de las pocas cosas que me pidió Bea fue ir a Nueva Zelanda. Desde España el viaje es un poco locura, más de 30h, dos escalas como mímo y un dineral. Dos días para llegar y dos para volver, entre unas cosas y otras. La experiencia, ya relatada en este blog, fue de lo mejor que hemos hecho. Así que este año decidimos volver en las vacaciones de Cloe del final de su primer trimestre.

El planning fue sencillo. Teníamos un montón de millas de la aerolínea y queríamos una autocaravana de nuevo. El país es perfecto para ello y nuestra experiencia anterior lo había refrendado. Escoger la compañía fue automático. Nuestra experiencia con Wilderness había sido casi perfecta, así que fuimos directos a ella. Cambiamos de caravana a una con salón detrás, pero por lo demás, el mismo proceso de la otra vez. De hecho, cuando la alquilamos la primera vez nos pareció muy cara, pero con lo que han subido los hoteles tras el covid, nos parece mucho más barata que antes. 


Así que ayer, tras acabar de trabajar, directos al aeropuerto. Tras un vuelo sin incidencias, aterrizamos a primera hora de la mañana en Christchurch, capital de la isla sur. El aeropuerto es pequeño y tardamos poco en pasar los controles, y eso que declaramos que llevábamos material de senderismo y tuvimos que pasar la maleta por el escáner. Al poco rato una furgoneta de Wilderness nos llevó a su sede para recoger la caravana. Los trámites duran bastante más que en un coche, ya que se paran mucho a decirte lo que puedes o no hacer con ella y a enseñarte como mantenerla y como usar todo. El servicio es de 10, pero al final todo esto lleva más de una hora.


Salimos con la caravana por fin camino de Akaroa, un pueblo en la península existente pegada a Christchuch. Era ya hora de comer, y los 90 km con pasos de montaña sabíamos que nos llevarían cerca de dos horas, así que Bea buscó donde comer por el camino. Paramos a comer en The Store @ Tai Tapu. Llegamos sobre las dos de la tarde pero nos comimos un buen desayuno de huevos pochados con bacon las niñas y yo con salmón ahumado. Muy agradable el local, pena que el tiempo no acompañara para estar en la terraza. El viento es muy frío así que decidimos quedarnos dentro.


Desde alli seguimos carretera y empezamos a subir las colinas que rodean a Akaroa. Las vistas por el camino son espectaculares, con colinas marrones salpicadas de árboles, a veces claramente plantaciones, pero muchas veces son naturales. Tras un buen camino de curvas, llegamos por fin muy cerca de Akaroa, donde paramos en una tienda a comprar dos tonterías. Hoy es Viernes Santo y los supermercados grandes están cerrados y por ley no se puede comprar alcohol si no es en un restaurante. Llegamos un poco más tarde ya a Akaroa, donde aparcamos en el parking gratuíto del pueblo para caravanas.


En este pueblo solo se puede pernoctar aquí y sólo dos noches seguidas, pero es muy buen sitio. Una vez aparcados nos dedicamos a seguir la costa un rato, observando a las gaviotas locales. Se nota que no estamos ya en temporada alta, porque se ve todo animado pero sin estar a tope, quizás porque hay negocios cerrados por el festivo, o quizás porque esta zona esté mas movida en verano. Seguimos hacia el faro pero no terminamos llegando por el viento y el hambre. Paramos a cenar en el Bully Hayes y cenamos muy bien. Un poco de bacalao azul, un lomo de venado y unos mejillones, todo la verdad bastante bien. 


Volvimos ya desde el restaurante a la caravana, donde nos pasamos un rato echando un Uno antes de preparar la camas para dormir que esta noche toca sobrellevar el jet lag de las cinco horas de diferencia horaria. Mañana más aventuras. 

 


 

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