lunes, 21 de septiembre de 2015

Destination Unknown Again: Llegamos al sol

Hoy cuando salimos del hotel la carretera estaba mojada pero no llovía. Nos esperaba carretera por la mañana y piscina o playa por la tarde. En el hotel no teníamos desayuno así que hicimos lo habitual y le dimos lo suyo a Cloe mientras nosotros desayunábamos unas galletas.

Salimos con el coche y nos esperaban unas tres horas y media de camino. El hotel de hoy tenía persiana y no teníamos mucha prisa así que nos levantamos tarde. Por el camino recorrimos más parajes de esos en los que algún día, con calma, pararemos. El hacer kilómetros es adictivo para nosotros, nos atrae casi más el descubrir que el explorar, pero sabemos que los años pasan y algún día no podremos seguir a este ritmo, así que ha quedado marcada en nuestra hoja de ruta esta zona de Francia, las gargantas del río por las que discurre la autopista y el no tener tiempo (ni temporal ni climatológico) para ir a ver La Puy en Velay. Pero como buenos recorredores de caminos que somos, el objetivo de esta ruta era pasar por el viaducto de Millau.
Como buenos frikis de los puentes que somos, este nos atraía sobremanera porque cuando se construyó era el más alto del mundo (tiene pilares de casi 350 metros) que no era colgante. Es una obra de ingeniería que impresiona cuando uno se va acercando a él. Lo atravesamos y poco después tenemos que salir de la autovía ya que ha habido hundimientos en ella debido a unas lluvias. Así que aprovechamos el desvío para comer algo y seguir ruta.

Así llegamos a nuestro B&B de hoy, el Entre Mer et Vignes. La verdad es que los B&B en Francia son espectaculares. En este teníamos todo lo necesario y además una piscina y un jacuzzi. Según llegamos nos fuimos a la piscina a aprovechar el sol antes de que perdiera fuerza. De esto no tengo fotos pero hay vídeo que espero subir algún día al blog. Que bien nos lo pasamos con una piscina para nosotros solos, que maravilla. Estaba climatizada y sus 28º eran una delicia. Estuvimos jugando los tres hasta que Cloe empezó a tener frío y nos tuvimos que salir. Nos turnamos para cuidarla mientras el otro disfrutaba del jacuzzi que nos alivió la espalda con sus chorros. Cuando nos dimos cuenta ya era hora de cenar. ¿Qué hacer? Nos quedamos en el hotel y hacemos un picnic? Bajamos? Al final como era nuestra última cena en Francia decidimos darnos un lujazo y bajamos a cenar a un restaurante.

El elegido fue el el restaurante Au Lavoir, en Colombiers. La verdad es que fue complicado decidirse porque en la zona abundan los buenos restaurantes. Parece que la cercanía del Canal du Midi atrae a gente con ganas de relajarse, disfrutar de la comida y de la tranquilidad. Así que cenamos en un ambiente relajado y nos dimos un homenaje. Bea se tomó un carpaccio de pulpo con aguacate, un lomo de lubina que quitaba el hipo y un tiramisú de frambuesa. Lo mío fue de paro cardíaco. Foie gras con compota de manzana y maracuyá, media langosta con mantequilla de ajo y limón, solomillo de ternera con tuétano tostado, carrito de quesos (gran tradición) y souflé al grand marnier con helado de vainilla. Todos ellos clásicos de la cocina francesa y estaba todo alucinantemente rico. Lo mejor fue cuando ya llenos pedimos la cuenta y nos traen dos vasitos con algo que parecía nata con mantequilla y vahinilla y bajo ella un bizcocho con mermelada de melocotón. Ah, y dos galletas caseras. Ole ole ole. Vaya enchenta. Con esta enchenta y en una noche preciosa aunque algo fresca nos fuimos a dormir.

No hay comentarios: