jueves, 10 de septiembre de 2015

Destination Unknown Again: Tours

Hoy nos levantamos con fuerzas renovadas. La verdad es que dormimos muy bien en el hotel de ayer. Por la mañana nos levantamos, nos duchamos y bajamos a desayunar. Delphine nos tenía preparados unos zumos y nos trajo una cesta enorme con pan y croissants. Después nos trajo unos quesos para untar y un queso de cabra que estaba delicioso no, lo siguiente. Así que pasamos el rato desayunando y conversando con otro huéspedes brasileños antes de salir para Tours.
 

Tours es una de las ciudades más importantes del valle del Loira. Aparcamos en un parking del centro con idea de pasar el día aquí hasta que nos llegase la hora de coger el coche otra vez de camino al norte. Según llegamos nos dirigimos a la oficina de información turísitica y cogimos un plano de la ciudad. Primera parada, el museo de bellas artes. La idea no era ya tanto verlo por dentro (que no teníamos tiempo) como verlo por fuera y disfrutar de sus jardines. Allí admiramos el cedro que gobierna imponente el jardín. Sus doscientos años de edad llenan todo el centro del mismo y son un símbolo de la ciudad. Paseamos el jardín hasta que encontramos un tobogán perfecto para Cloe y allí estuvimos jugando un buen rato antes de proseguir camino hacia la Catedral.

La catedral es una maravilla, pero quizás no nos impresionó demasiado. Toda esta zona de Francia está llena de maravillas del gótico y tras ver cosas como Blois, Angers o Reims esta quizás la vemos como una más. Eso sí algunas de las vidrieras son muy muy buenas. Como dato curioso decir que es la primera catedral que vemos con algunas vidrieras modernas. No me refiero a vidrieras restauradas o a alguna vidriera hecha con pinta antigua, si no a algo con pinta de arte moderno. He de decir que no nos apasionó demasiado, vamos, que eran horribles. Tras acabar allí nos pusimos a buscar dónde comer. El agraciado fue el Beyrouth, un restaurante libanés.

He de decir que comimos los tres estupendamente. Es un sitio pensado para comer a base de muchos platos distintos, así que nos comimos seis. Un poco de humus, una pasta de frutos secos con aceite de oliva, un tabulé, unas alitas de pollo, falafel y pan con queso. Todo estaba muy muy bueno y salimos llenísimos del local no sin antes Bea tomarse un té de allí que también estaba muy bueno.
 De allí nos fuimos a la ciudad vieja, a ver las famosas casas antiguas de entramado de madera. Por el camino me encontré tres tiendas de juegos de tablero en las que me impactó la cantidad de juegos que hay editados en francés. Se edita aquí muchísimo más que en castellano, es una pasada. Paseamos un ratito por la ciudad vieja que es realmente pequeña y ya nos fuimos hacia el coche. Todavía teníamos por delante 3 horas de trayecto hasta el destino de hoy, el hotel Le Clos Marie en Sausseuzemare-en-Caux (!). Aquí otra vez fuimos estupendamente recibidos y teníamos muchísimo espacio para nosotros. Pensamos en si salir a cenar, pero Cloe estaba jugando con el gato de la casa, viendo los caballos de la finca y jugando con el columpio así que decidimos quedarnos y cenar de picnic, descansar y preparar el día de mañana, que nos espera un viajecillo en barco...


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