lunes, 9 de abril de 2018

Ya iba siendo hora

Sí, ya se que hablé de si hacer otro blog o si seguir con este para contaros nuestras andanzas por Singapur. La verdad es que si no se escribe todos los días, esto es lo que acaba pasando. Meses sin tener un rato para poder contaros como vamos. ¿Y de que hablo ahora? Han pasado tantas cosas...

Así que hoy, un festivo por la mañana, me he levantado con ganas de escribir. Una entrada para introducir lo que espero que sean varias entradas dedicadas a Singapur y sobre todo, tratando de contaros esos sitios que puede que salgan en las guías, pero muy hacia el final. Porque cuando uno habla de Singapur, la gente se queda con Gardens by the bay, el Marina Bay Sands, el Merlion y cuatro cosas más. La gente te dice que la ciudad es eso y poco más. Cosas del turismo de masas. Foto delante del hotel: check. Foto en los jardines: check. Y así. Ojo, que esos sitios me gustan, pero eso es solo la fachada. El verdadero Singapur son los parques, los barrios, los hawker center (y no, no hablo de La Pau Sat ni del de Newton, ambos sitios para turistas), los mercados, las reservas naturales... De eso hablaremos en sucesivas entradas.


Sobre la vida aquí, nos vamos adaptando. Tras mucho mucho mucho buscar, Bea encontró un buen piso. Podemos decir que vivimos muy bien; con calor todo el año pero llevadero una vez se pasan los primeros quince días. La zona en la que vivimos es un barrio de los más populosos de Singapur. Un barrio con su vida de barrio, lleno de gente local y de sitios para gente local. Con muchas zonas verdes y un montón de equipamientos. Con el metro a tres minutos andando de la puerta de casa sólo 35 minutos me separan de la puerta del trabajo, algo muy razonable en una gran ciudad.


Para que Cloe se integrase y se adaptase a la vida local, tratamos de buscar un colegio para gente de aquí, evitando colegios internacionales. Los hay muy buenos, pero creemos que eso la haría vivir en una burbuja de expatriados. El problema que tuvimos fue que los colegios para su edad tenían dos horas de siesta después de la comida. ¡Eso para Cloe es imposible! Es muy activa, si la ponemos a dormir durante el día, por la noche no la daríamos metido en cama a una hora razonable. Así que tras mucho buscar, y buscar, y buscar, Bea encontró el sitio. Un colegio sin esa obligación y con un programa con muy buena pinta. Y ahí lleva ya un par de meses, aprendiendo a la vez dos idiomas: inglés y mandarín. El mandarín, contra todo pronóstico, le gusta mucho. Aún no ha aprendido casi nada, pero le encanta la sonoridad y pronuncia muy bien, dicen los locales. En inglés ya se va defendiendo y es perfectamente capaz de interactuar con otros niños. Va progresando y cada día nos sorprende más.


Yo ahora mismo estoy muy a gusto en el trabajo. He aumentado mi carga de responsabilidad y de vez en cuando tengo que viajar. En el tiempo que llevo aquí he estado en Kuala Lumpur, Bangkok, Perth, Sydney y Melbourne. Es la dificultad inherente de cambiar para este lado del mundo. La verdad es que es algo duro alejarse de la familia unos días, pero va con el puesto. Al menos nunca me voy más de cinco días.


Durante estos meses nos hemos dedicado a explorar la isla, disfrutar de la piscina, hacer barbacoas con nuevos amigos, ir a museos y exposiciones temporales, llevar a Cloe a parques acuáticos, ferias y zonas de juego increíbles y seguir aprendiendo inglés (con sus particularidades locales). Todo eso además de los dos principales entretenimientos nacionales, que son comer y ir de compras. La oferta culinaria es inmensa y no pasa una semana sin probar nuevos platos, tanto locales como de todo el mundo. Así que seguiremos explorando, no solo Singapur, si no toda la zona en general. Este año caerán un par de viajes que esperamos sean espectaculares y que también compartiremos como siempre aquí. ¡Estad atentos!


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