sábado, 21 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 21 (Geldrop, Roermond, Maasmechelen)

Seguimos como estos últimos días esquivando la lluvia. El día se levanta con el sol asomando entre las nubes y salimos del hotel buscando donde desayunar en el pequeño pueblo de Geldrop, donde la noche anterior habíamos decidido dormir. El pueblo es muy tranquilo, con mucha gente haciendo sus recados en bicicleta. Fue curioso ver a una madre colocar a un niño de menos de dos años en una silla para bici delantera y a otra hija de unos tres años en otra silla trasera mientras sujetaba la compra y la bicicleta. Todo un arte, la verdad. En el paseillo por Geldrop aprovechamos para ver la iglesia, que es realmente grande y majestuosa. Se nota que en esta zona había dinero. La iglesia por fuera es bonita, pero por dentro nos encantó. Ls mezcla de ladrillos de varios colores y la forma de los arcos nos recordó muy mucho a lo que habíamos visto en el museo de historia natural de Londres, salvando las distancias (el de Londres está hecho con piedra y este con ladrillo). Desayunamos en una panadería local y partimos.

La verdad es que del resto del día no hay mucho que contar. En este día de regreso simplemente queríamos parar en dos megaoulets a buscar un par de cosillas concretas. Estos outlets, Roermond en Holanda y Maasmechelen en Bélgica son muy similares. Una calle bastante maja de casas bajas donde hay tiendas y algunos sitios para comer. Paramos a comer en Roermond en una pizzería una pizza que compartimos Bea y yo. Paramos también en un supermercado en Bélgica a hacer compra para cenar, ya que sabíamos que la hora de llegada a Francia no iba a ser muy buena para poder cenar. Eso sí, lo que quiero comentar es que ayer me cagué (hablando mal y pronto) en los holandeses como conductores. Que sepais que los belgas son tan malos como los holandeses y, además, tienen las carreteras y autopistas del sur hechas una porquería. Ser son gratis, pero me da que no hay presupuesto para asfalto porque es terrible. En fin, llegamos de noche a Arrás, muy cerquita de la frontera belga, a una especie de casa rural francesa muy cuca y bastante barata. Nos recibió con efusividad el dueño y nos fuimos a la habitación a cenar y a descansar, que falta nos hace.

La ruta de hoy, aquí.

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