lunes, 26 de noviembre de 2018

Nueva Zelanda en caravana - Franz Josef Glacier

Que cansados estabamos! Sobre todo Cloe, que a fin de cuentas es una paliza para ella un viaje en avión tan largo. Así que hoy, nada de despertadores. Cero. Nein. Zero. Estábamos en un paraíso, con ruido inexistente. Apenas unos ¿patos? y las caravanas saliendo. Descansamos como campeones para coger fuerzas para el resto del viaje y nos levantamos finalmente... a las doce. Ejem, sí sí, a las doce.




Así que si uno se levanta a las doce, nada de desayuno. Tocaba algo más contundente y unos huevos revueltos con salmón fueron la respuesta. Un desayuno de los de verdad antes de coger camino. Tocaba hoy ir hacia la costa occidental de la isla sur y recorrer la carretera hacia el famoso glaciar de Franz Josef. En NZ, y más con una autocaravana, toca paciencia. Las carreteras no es que sea malas per se, pero son reviradas y hay bastantes puentes de un solo carril, en los que hay que esperar si viene algún coche en sentido contrario. Al menos no hay demasiado tráfico.









Bea estuvo conduciendo hoy todo el camino, la verdad es que es hasta divertido llevar este bicho de siete metros. Hicimos nuestra primera y algo liosa parada a vaciar la caravana por el camino, en una estación especial para ello. Y, tras un buen rato en la carretera, llegamos al aparcamiento del glaciar. Antes de partir, unos bocadillos para coger fuerzas y empezamos el ascenso.



La verdad es que un glaciar así causa una mezcla de admiración y pena. Es una naturaleza preciosa, salvaje, con piedras de morrena arrastradas por lo que antaño fue un majestuoso glaciar. Ahora el calentamiento global lo ha reducido a su mínima expresión. Ojo, sigue mereciendo la pena venir a verlo, pero es alucinante lo que fue y lo poco que queda. El camino es muy bonito, viendo el glaciar ya desde lo lejos asomar entre las montañas. El camino se para a unos 750 metros del glaciar por seguridad. Hay un cartel hablando de las muertes que hubo entre 2007 y 2008 por desprendimientos del glaciar o por riadas repentinas, así que ahora toca verlo desde algo lejos. Nos quedamos un buen rato viéndolo mientras un simpatico kea, un loro de montaña que sólo hay en NZ se daba un paseo a nuestro alrededor.










Volvimos ya bastante tarde, apurando el paso para ponernos a buscar un sitio donde dormir. En la zona de Franz Josef no hay ningún aparcamiento gratuito para caravanas y no queríamos ir al más cercano, que era un buen trecho, así que acabamos durmiendo hoy en un camping sin mucha vista, la verdad, pero tranquilo y sin sandflies que molesten. Cenamos algo de pasta con atún, unos champiñones portobelo king size y unas fresas buenísimas antes de irnos a la cama algo más temprano que ayer para poder levantarnos mañana a una hora decente.

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