martes, 1 de octubre de 2013

Tres en la carretera. Día 10. Montpellier, Séte y Girona

Hoy se nos pegaron las sábanas más de lo habitual. Cloe nos dejó dormir hasta tarde y entre unas cosas y otras salimos a las 12 del hotel en el que no teníamos desayuno. Salimos hacia Montpellier a dar una vuelta. De la ciudad teníamos buenas referencias, pero las veces que habíamos ido a dar una vuelta en coche no nos había gustado demasiado lo que habíamos visto. ¡Que equivocados estábamos! Según íbamos llegando al caso histórico la cosa se fue poniendo interesante. Aparcamos en el centro en un parking, ya que veíamos que era imposible aparcar en el casco histórico sin pagar. La mayor parte de las avenidas grandes están tomadas por el tranvía y, aunque era domingo, el centro estaba lleno de gente paseando.

Nos dedicamos a callejear. Bajamos desde la plaza de los mártires de la resistencia callejeando por todo el casco histórico. Hace mucho calor y el sol sale entre las nubes. Parece que nos libramos del agua. Comemos un flan y una tartaleta de frambuesa y seguimos camino. Callejear es lo que más nos gusta y en esta ciudad se disfruta de lo lindo. Pena que sea domingo y no haya comercios abiertos.
Recorremos plazas, avenidas ajardinadas y paseos peatonales. Es una pena que esta ciudad siempre le haya dado la espalda al mar, lo que ganaría expandiéndose unos km hacia él. Seguimos hacia arriba subiendo hasta el parque que tiene la estatua de Luis XIV. Allí Cloe se da una merendola y aprovechamos para relajarnos a la sombra de los árboles. Que bien se está... Volvemos ya hacia el coche no sin antes hacer mil fotos y disfrutar del sol.

Salimos de Montpellier con Cloe durmiendo en el coche y con ganas de ver un rato el mediterráneo. Como la principal atracción turística de la costa (Aigues Mortes) ya la habíamos visto, decidimos ir hacia el puerto turísistico de Séte. Allí simplemente paseamos en coche porque llovía y cuando no llovía amenazaba lluvia. El tiempo se volvía tormentoso pero disfrutábamos de las vistas del mediterráneo y de las playas. Decidimos que tal y como estaba el tiempo lo mejor era dirigirse a Girona, nuestro destino final de hoy.
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Por el camino el tiempo se torna tormentoso. El cielo se encapota y se pone a llover. Llegamos a Girona bajo una fina capa de lluvia. El hotel de hoy, el Gran Ultonia, está muy bien situado, a muy escasa distancia de la ciudad vieja. Subimos las cosas a la habitación con intención de salir a pasear pero llueve. Miramos el radar de lluvia y vemos que tenemos la tormenta justo encima, así que decidimos jugar con Cloe un rato y esperar a que parase. A las nueve y media ya casi no llovía, así que fuimos a por el plástico de la lluvia del carrito y nos fuimos a cenar a la plaza de la independencia, que está a escasos 200 metros. Allí cenamos, gracias a las recomendaciones de google, en Casa Marieta. Un restaurante familiar situado en una zona muy turísitica y que no hubieramos escogido sin la ayuda de las recomendaciones ajenas. Cenamos unas croquetas de pollo asado y una fideua acompañados por un vino blanco de la casa. Todo delicioso y nada caro. Con la barriga llena y ya sin lluvia, dimos un pequeño paseo para ver el río de noche y nos volvimos al hotel a descansar.

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