viernes, 17 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 2 Potes - El Soplao - Comillas - Potes

El viernes nos levantamos medianamente pronto para nuestro primer desayuno en la casa y vimos la nieve más cerca que el día anterior. Amenazaba algo de agua, pero nada muy grave, si no el típico tiempo primaveral inestable. No estuvo mal el desayuno pero sin ser deslumbrante. En general se echaba de menos algo salado, y al pedirlo Rosa, le fuerona buscar al restaurante un plato de jamón serrano, un buen detalle, pero parecía un poco dar el coñazo. En general al sentarte te ofrecían un café/te con un vaso de zumo de naranja natural. En la mesa había pan, una tostador, mermelada, mantequilla y algunos productos típicos como sobaos o corbatas de unquera. Al acabar de desayunar nos fuimos a hablar con la chica de la oficina de información turística, que nos estuvo contando que podíamos hacer. Entre las opciones nos llamó la atención el servicio de guías gratuito que ofrece la comunidad de Cantabria en sus zonas protegidas, fuera del parque nacional, pero ya no llegábamos al del viernes, así que lo dejmaos para el sábado. Preguntamos por rutas para hacer y nos decidimos por una que no quedaba muy lejos y que empezaba cerca de una quesería, ñam ñam.


Arrancamos con la ropa preparada para un poco de agua y al final pasamos de parar en la quesería y lo dejamos para más tarde. Nada más arrancar a caminar pasamos del sendero que nos habían comentaado y nos acercamos por otro a una peña que había relativamente cerca desde la que ver el desfiladero por el que el día anterior habíamos pasado en coche.

Por el camino, nos fueron acechando un grupo cada vez más numeroso de buitres leonados, impresionantes en tamaño. Vimos algunos restos de huesos de cabras por aquella zona, que supongo habrían dejado los buitres. La vista del desfiladero era impresionante, y la apeña a la que nos acercamos caía a pico hacia él.
Climbing down


Dimos vuelta y comenzamos el camino por el sendero, que iba desde Prendes hasta Cabañes, dos pequeños pueblos/aldeas (por esta zona el concepto de aldea es mucho más pequeño que en Galicia, aquí a estasa cosas les llaman pueblos, peor la verdad es que eran 15 casas a lo sumo). En la ruta nos perdimos un par de veces por la mala señalización de algunos cruces, pero fue hasta divertido ya que la dificultad de la zona no era muy grande. Cruzamos un par de veces unos pequeños ríos por unas rocas que resbalaban mucho y nos mojamos algo las botas y los calcetines. Pasamos por mucho barro también, pero al final llegamos. Una vez en el pueblo nos planteamos subir hasta Bejes, a 6 Km de cuesta dura y empinada, para ver las cuevas en las que se hace el queso picón, pero a medio camino desistimos, principalmente porque vimos que eran casi las tres de la tarde, teníamos casi dos kilómetros de descenso hasta el coche y a las siete teníamos las entradas de la cueva del Soplao. Así pues, comimos sobre unas rocas viendo los valles y en una zona bastante expuesta al viento, para bajar hasta el coche e ir hasta la casa rural para pegarnos una ducha antes de bajar a la cueva.

Pote's valleyTras una hora de coche, llegamos a la cueva, aunque más bien parecía una estación de bus o de tren. Al llegar nos dimos cuenta de que menos mal que habíamos comprado las entradas por internet, ya que nos encontramos a un conocido de Ferrol y nos dijo que habían comprado la entrada a las seis y tenían vez para el grupo de las nueve. Nosotros llegamos a las siete menos cuarto y a las siete estábamos entrando. Para entrar a la cueva te subes en un tren minero y avanzas 400 metros por un túnel antes de ver una cueva impresionante, con un montón de estalactitas de mil formas y todas muy muy blancas. La pena de la ruta por la cueva es que es muy muy frío e impersonal. Los grupos son grandes y no te dejan casi tiempo para pararte a ver las cosas. La guía parecía una maestra de escuela que se hubiera aprendido un rollo que soltaba una y otra vez, como si estuviera hastiada. Tras el recuerdo de la cueva de la montaña negra de Carcassone, vimos una cueva mejor pero no fue tan divertido. Salimos de allí y nos fuimos hasta Comillas.

El camino a Comillas fue tortuoso, ya que la carretera corta estaba cerrada y tuvimos que dar unos 20 Km de vuelta. Al llegar fuimos a ver el Capricho de Gaudí, un palacete construido por Gaudí que es precioso, tanto el edificio como la torre que tiene adyacente. No es muy grande pero estaba lleno de detalles. Yo me acordaba de cuando fui hace quince años con mis padres de que era un restaurante, y al parecer, lo habían reinaugurado hace poco. Vimos la carta fuera y decidimos hacer el guiri y comer dentro del restaurante para ver lo que es comer dentro de un edificio así. Por dentro las paredes estaban cubiertas de caligrafía japonesa, que supuestamente representan "Platero y Yo", algo curioso pero la verdad es que era bonito. La cena en general bien, la comida muy rica. De entrante cayó una terrina de foie. Pedimos de segundo unos lomos de venado con puré de castañas, una lubina y un rape. De postre cayeron unos pasteles de chocolate y un biscuit helado. En general la cocina muy bien pero tenía detalles cutres para un restaurante de su precio, que son pijadas, pero que suelen venir acompañando ese tipo de restaurantes, como que te recojan las migas antes del postre, que las copas no sean cutres, que el mantel y las servilletas sean de hilo o que el baño no sea cutre y anticuado. De todas formas salimos satisfechos a dar una avuelta por Comillas de noche. Dimos un pequeño paseo y nos volvimos a Potes, de vuelta por el desfiladero por el medio y medio de la carretera, orillando sólo cuando veíamos luces de coches en sentido contrario. Llegamos ya cerca de la una, así que nos fuimos a dormir que al día siguiente queríamos ir de caminata con las guías.

La ruta aquí, como siempre.

No hay comentarios: