Hoy amaneció gris. Cloe estaba cansada así que bajamos Bea y yo a desayunar en modo ninja para dejarla dormir. La sala de desayuno tiene una cristalera a la playa, y es agradable ver el océano desde la ventana. Mismo buffet que ayer, agradable por sus toques japoneses pero correcto sin más. Subimos con un té y una napolitana a despertar a Cloe y salimos con nuestros amigos hacia la playya de Sotoura, a pocos kilómetros. Allí nos pasamos algo más de una hora caminando entre las rocas que dejaba la marea baja y buscando vida marina. Las niñas lo disfrutan más aún que nosotros.
Seguimos la costa hacia el norte ya, hoy dormimos en Manazuru, el el límite norte de la península. Mañana dan mal tiempo y, si finalmente llueve, iremos pronto hacia Tokio a pasar la mayor parte del día allí. Seguimos la costa de que es una preciosidad. Acantilados formados de roca volcánica, desde rocas porosas hasta formaciones hexagonales basálticas. Paramos en el faro de Kadokawi a pasear un rato. Hay una vista muy chula de los acantilados, además de un puente colgante que permite ver mejor la costa. Al fondo se ven varias islas accesibles por barco desde Tokio. Este faro estaba especialente lleno de turistas, la mayor parte chinos. No se el motivo, la verdad, pero estaba a reventar.
Al acabar nos fuimos a comer a un restaurante de cocina de Okinawa llamado (varios kanjis)BLUE. Pedazo de tallarrines con costilla de cerdo acompañados por costilla y arroz. Enchenta de las buenas. El local dentro apenas tenía nada más que la barra, así que comimos en unas mesas de camping y taburetes en el propio parking.
Llenos buscamos el siguiente destino, y pensamos en ir al monte Omuro, que es un cono volcánico extinto cubierto de hierba. El plan sonaba bien hasta que llegamos y vimos que estaba a reventar. Se sube en telesilla a la cima, pero vimos que habría unos 40 minutos de cola y no estábamos dispuestos.
Decidimos pues seguir hasta Manazuru, ya que dormimos allí y mañana dan mal tiempo. Si no vemos ell cabo hoy, mañana con la lluvia va a ser complicado. Tras hacer check in en el hotel, cogimos cinco minutos el coche y fuimos al cabo a pasear. Bajamos hasta la orilla y vimos a lo lejos un torii sobre unas rocas. Nos apetecería ir, pero está subiendo la marea y es muy tarde ya para poder llegar y volver sin riesgo (y menos con una niña de 7 años). Simplemente paseamos y anduvimos otro rato por las rocas. En el cielo, aves rapaces dando vueltas sobre la costa. Poco a poco se hacía de noche, así que volvimos al coche a buscar donde cenar, que aquí cierra todo pronto.
Condujimos hasta la primera elección para oír del dueño que se habían quedado ya sin comida, así que seguimos a la segunda opción, un sitio de soba llamado Kisaku. Parece ser que el sitio es famoso por haber salido en un programa de la televisión japonesa, y se ha vuelto muy popular desde entonces. Como es un día de semana y es tarde, conseguimos mesa sin problema. Cenamos soba, Cloe y yo connç pato y Bea con ternera estofada con soja. De postre tomamos todos warabimochi, y fue unánime que la comida estaba deliciosa.
Con los estómagos llenos volvemos al hotel. Por primera vez en el viaje podemos tomar postre en el restaurante, así que obviamos la parada que estábamos haciendo en el 7eleven a coger postre cada día. Y con esto me despido y me voy al onsen a relajarme antes de ir a cama. Mañana de vuelta a Tokio donde estaremos hasta el domingo que tocará volver a la rutina
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