Día 1: Viaje a Guilin
Hace tiempo que tengo a la familia diciéndome que por qué no escribo sobre esos viajes de trabajo que hago y que extiendo. Tengo la suerte de tener no solo un trabajo que me encanta, si no que tengo gente con la que me encanta tanto trabajar como disfrutar fuera del trabajo. Así que, cuando todos los años la empresa nos reúne en algún sitio del mundo, nos vamos por ahí unos días.
La suerte que tenemos es que si el viaje de avión cuesta lo mismo, nos dejan extender el viaje. En los últimos tres años los destinos han sido Nueva York, Lisboa, y el de este año Guangzhou. Para los que no conozcáis la geografía de China, Guangzhou es la tercera ciudad más grande, tras las conocidísimas Beijing y Shanghai. Guangzhou tiene casi 20 millones de habitantes y está a poco más de 50km de Shenzen, que seguro conocéis por ser la meca de la electrónica de consumo. Las dos están a su vez pegadas a Hong Kong, haciendo una zona hiper poblada y muy rica.
Así que este año decidimos por supuesto extender el viaje. Pero no queríamos conformarnos con ver ciudades. Al final tanto Shenzhen como Guangzhou son un paraíso de las compras, pero en general son ciudades muy modernas y no nos atraían para extender. Ya que íbamos a pasar unos días allí por trabajo, preferimos ver otra China, la China que se está transformando entre el rural y la ciudad a pasos agigantados. Además, nos gusta la naturaleza, y en Guilin está la zona con más montañas kársticas juntas del mundo, paisaje natural incontestable.
Así que dicho y hecho, los amigos del trabajo planificamos el viaje. Aterrizamos en Hong Kong porque volveríamos desde allí y nos cogimos un tren de alta velocidad hasta Shenzen. Ahora mismo no hace falta visado siendo Español para entrar en China, así que aunque la frontera lleva un rato, es sencillo cruzarla. Un simple formulario de llegada y listo, cogemos el tren hacia Shenzen. Ahí nos encontramos con otro compañero y comemos en la estación antes de coger otro tren hacia Guilin.
La estación norte de Shenzen donde cogemos el tren es INMENSA. No os lo podéis imaginar, debe ser el espacio central sin columnas más grande que he visto en mi vida, y se nota que está hecho para mover hordas de gente. Cogemos a su hora, completamente puntual, el tren de alta velocidad hacia Guilin. El único lío con esto es que los billetes de tren en China solo se pueden coger 15 días antes, y a veces hay tortas para coger el tren que quieres. Por suerte podemos coger uno que nos vale y que no tarda mucho. Guilin está a unos 500 km de Shenzen y el trayecto lleva poco más de tres horas. Los más rápidos apenas hacen paradas y tardan algo menos de dos horas y media. Llaman la atención las señales de los baños de la estación. Veréis, a los chinos les da asco mear cerca del urinario para no mancharse los zapatos, así que la tradición es mear de lejos y el gobierno está tratando de cambiar la mentalidad con una campaña de concienciación.
Me gustan mucho los trenes, así que tenía ganas de coger el tren de alta velocidad chino. Experiencia plenamente positiva. He de decir que fuimos en primera clase, con solo cuatro asientos por fila (en vez de seis de la segunda clase), pero el billete nos costó solo unos 50€ al cambio. Los asientos no fueron los mejores en los que me he sentado en un tren, ya que eran algo duros, pero lo compensa que el tren es súper suave y silencioso en su rodar. Tenía un marcador diciendo la velocidad y a 250km/h apenas se notaba balanceo o ruido de rodadura, y el sonido del motor era casi imperceptible.
Llegamos a Guilin de noche. Lo primero fue buscar un taxi, así que usamos Didi, la aplicación de transporte por defecto de China. Es muy muy barata. En Guilin el trayecto más caro que hicimos fue de 3€. Esta noche nos costó algo encontrar donde quedamos con el taxi, y como curiosidad, ese fue el único taxi que cogimos en todo el viaje con motor de combustión interna.
Así que el taxi nos llevó al hotel, situado a la orilla del río en una calle sin salida, ya que daba a una zona peatonal. El hotel, creo que he dicho muchas veces desde que volví que el mejor hotel relación calidad-precio de mi vida. Por unos 55€ por noche tenía una habitación bastante grande, limpia, nueva, con cristalera enorme al río, bebidas del minibar gratuítas, desayuno y lavandería incluídos. Muy muy recomendable el hotel Lijiang Moon Hotel.
Esa noche decidimos ir a cenar a un restaurante que nos había recomendado la madre de una amiga de mi hija, que es de Guilin. Agan Restaurant fue el destino. Pasamos una buena noche cenando como bellacos todo lo que los estómagos nos dieron para probar. Acabamos bien llenos por poco más de 9€ por cabeza, cervezas incluídas.
Aunque el día fue más bien de trayecto y de un sitio para otro, la cena y la primera impresión de Guilín, a pesar del frío, nos dio ganas de más. Paramos a comer un dulce y volvimos al hotel para dormir.
Día 2: Guilin
Hoy nos levantamos con buen día. Desayunamos en el hotel, y es lo único no destacable. El desayuno es mediocre, pero nos da lo suficiente para arrancar el día. Comenzamos a pasear por el río y es muy bonito. El pavimento está nuevo, y todo se ve muy cuidado, y nos reímos con unos cañones de agua que, pagando con una app, permiten "atacar" al río con agua. Por supuesto metemos dinero para probarlo.
Tras pasear un buen rato por la orilla paramos para el primer café del día. Muchos cafés aún no están abiertos, ya que no hay tanta cultura de café en esta zona de China. Todavía nos cuesta un poco acostumbrarnos a la falta de respeto por el espacio personal. No es que esto esté a reventar, pero la camarera me sirve el café a 5 cm de mí, cosa que se me hace extraña. Es simplemente un tema cultural, no pasa nada, es solo un detalle que me llamó la atención.
De aquí fuimos al Elephant Trunk Hill. Es muy gracioso como en China tienen la costumbre de llamar a rocas, montañas, etc refiriéndose a animales. En el río hay una colina con un agujero en un lado de tamaño considerable, así que dicen que es un elefante bebiendo del río. Hay que echarle mucha imaginación para ver eso, pero la colina es bonita. Paseamos por el río y subimos a la cima, para ver Guilin desde arriba. A lo lejos se ven ya las montañas a las que iremos mañana.
Paramos a comer dim sum, y luego tratamos de tomar otro café.
El café que encontramos mola mucho pero... no tienen agua en ese momento. No pasa nada porque tienen cerveza, así que cambiamos de tercio (badum tss) y nos quedamos un rato charlando sobre la vida.
Tras un rato en Guilin nos damos cuenta de que falta algo en la calle, se siente como un vacío, una cosa rara. Nos damos cuenta de lo que es. La falta de ruído. Vemos coches, y muchas muchas motos, pero apenas hay ruido. Los coches sobre un 40% de ellos son eléctricos, y las motos el 100%. Cuando uno ve tantos vehículos y no hay ruido, al cerebro le cuesta procesarlo. Nos vamos ahora a la zona comercial de Guilin, digamos que la calle principal peatonal. Comida por todos lados, tanto puestos callejeros como restaurantes. Gente, pero sin ser una locura.
Paramos en algunas tiendas, pero la idea es llegar a un palacio que hay al final de la calle, pero cuando llegamos está cerrado.
Toda la zona que hay cerca del palacio está construida con una arquitectura imitando la tradicional.
Decidimos cenar por allí y de nuevo una cena maravillosa. Muchísima comida rica, incluyendo unos pimientos que sabían (y picaban) tal cual los de Padrón. Maravillosa comida y otra vez muy barata.
Desde allí cogimos un Didi y nos fuimos a tomar una cerveza a la única micro cervecería que encontré en Guilin. Pasamos un buen rato allí probando varias cervezas artesanas. La zona era industrial y daba hasta un poco de rollo, pero el sitio estaba francamente bien. Estaban proyectando eSports en la pared mientras charlábamos otro rato.
De aquí ya cogimos otro Didi de vuelta al hotel, mañana tocaba ir a las montañas
Día 3: Yangshuo y Guilin
Al acabar fuimos a comer. El conductor nos llevó a lo que llamaría un restaurante de aldea. Todo muy limpio, la verdad, pero era como si te vas en Galicia a un restaurante de estos del monte donde sirven churrasco con ensalada de vinagre rabudo de vino tinto. He de decir que la comida espectacular, incluyendo mi primer arroz cocinado en bambú, que estaba delicioso.
Pasamos un buen rato en la cima gozándolo con las vistas antes de ir al último destino de este tour, el billete de veinte yuan.
El conductor nos dejó en el hotel y decidimos donde cenar. Parece que había ganas de volver al AGan a seguir probando platos nuevos, así que allí fuimos para nuestra última aventura culinaria en Guilin. Volvimos a disfrutar mucho con la comida y la compañía.
Día 3: Guangzhou
Día 4,5,6: Guangzhou
Día 7: Hong Kong
Día 8: Hong Kong
Desde ahí no sabíamos que hacer. Pensábamos bajar andando pero uno de mis compañeros tenía el estómago jodido, así que cambiamos de planes. Cogimos un bus y nos metimos, montaña abajo, hacia un pequeño pueblo de pescadores del otro lado de la isla. Parece mentira como en nada pasamos de una mega ciudad a un pueblo de pocas casas y barcos pesqueros que se dedica principalmente a vender pescado seco. Paseamos un rato por el pueblo y paramos a comer en un restaurante de un hotel con vistas al mar.
Día 9: Hong Kong
No hay comentarios:
Publicar un comentario