domingo, 8 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 10 (Odense, Helsingor, Lund)

Sol. Ya se echaba de menos. Y calentaba. Cuando nos levantamos vimos un día de sol radiante. 6 grados, pero se llevaban bien, mientras no fueras por la sombra... El desayuno del hotel, espectacular. Nos pusimos las botas. Fiambre, comida caliente, quesos, panes... Todo esto mirando al fiordo de Kolding. Tras el desayuno decidimos el hotel de esta noche. Nos iríamos a dormir a Suecia, cerquita de Copenhague pero en Suecia. Nos pusimos en marcha camino de Odense y en poco más de media hora estábamos allí.

Odense es famosa por Hans Cristian Andersen, el escritor de cuentos infantiles. Realmente estamos aborreciendo la semana santa en Dinamarca. Mucha gente se ha ido de puente y nos encontramos las ciudades vacías, muy poca gente y muy poca vida. Aparcamos sin ningún problema en el centro de la ciudad y nos fuimos a pasear. Es realmente agradable. Los edificios, los parques, la catedral. No está nada mal. Pero claro, lo malo es que lo que es realmente bonito es el centro, que es muy muy pequeño. Cuatro calles mal contadas. No me entendais mal. Los suburbios son la leche. Muchas casitas de ladrillo, con su jardín, todo muy limpio y muy ordenado. Hasta los edificios de apartamentos son bonitos. Genial para vivir aquí (supongo), pero para visitar, pues como que no nos dice nada. Así que un rato después continuamos camino hacia Helsingor.

Helsingor es famosa por el castillo de Kronborg. El castillo ha protegido desde el siglo XV el estrecho de Oresund, generando grandes riquezas al país. La fortaleza renacentista es mundialmetne famosa por el hecho de que la obra Hamlet está ambientada en los aposentos de este castillo. Aparcamos y nos pusimos a caminar hacia la entrada. Suecia está ahí al lado. Parece que se puede dar un paso y llegar. Caminamos hasta el patio interior sólo apara enterarnos de que el castillo había cerrado la entrada a las cuatro de la tarde. Atención, amigo visitante, en Dinamarca son unos vagos y el castillo de las narices abre de once a cuatro. Cinco maravillosas horas. Con dos cojones y un palito.  En fin, que nos jorobamos y nos fuimos a sentar al sol en unas rocas de la orilla mientras mirábamos hacia Suecia. Rodeamos la fortaleza dando un paseo, subiendo a los cañones, haciendo el indio...

Y tocó irse. Para cruzar a Suecia podíamos irnos hasta Copenhague (40 km) y cruzar por el puente. Pero claro, como contábamos volver por él, no nos apetecía hacer dos veces el mismo camino. Por tanto decidimos ir en ferry, ya que de Helsingor sale uno cada muy poco hacia Helsinborg, al otro lado del estrecho. El proceso fue muy rápido porque tuvimos mucha suerte. Pasamos algo parecido a un peaje donde pagamos (curiosamente había telepeajes para el ferry). Justo llegamos con el ferry a punto de irse. Nos mandaron aparcar el coche en un sitio y partimos. Como novatos en estas cosas nos quedamos viendo como se cerraba la quilla de la popa del buque antes de subir a cubierta y ver como salíamos del puerto. El trayecto son solo 20 minutos y, al ser novedad, se nos pasaron volando. Poco antes de llegar por megafonía avisaron de que los conductores bajasen a los coches y allí nos fuimos, rumbo a Suecia.

Suecia ya parece más animada que Dinamarca. Hay más vida en la calle, aunque los festivos matan todo bastante. Dimos una vuelta en coche en Helsinborg y nos fuimos camino de Lund, recomendación de Pablo, un  compañero de curre. Lund es una ciudad universitaria realmente bonita. Había bastante gente, aunque el problema era que el 95% de los restaurantes estaban cerrados con un bonito cartel que decía que cerraban todo el puente. Muchos estudiantes se deben ir a casa en el puente, justo como harían aquí. En fin, nos dedicamos a pasear, ver la catedral, parte del campus y a callejear, como tanto nos gusta hacer. La verdad es que nos quedamos con una impresión muy buena de la ciudad. Justo antes de irnos nos paramos en un supermercado abierto y nos dedicamos a curiosear. Nos encanta ir a los supermercados y curiosear lo que se come en cada país y... ¡probarlo! Nos cargamos con unas pocas cosas y nos fuimos a nuestro hotel, en Landskrona, justo en el puerto. Aquí nos quedamos a cenar en la habitación, una ensalada de gambas, otra de remolacha y cebolla, un poco de pollo a la plancha en trozos y bebiendo zumo de manzana con gengibre. Mañana... dios dirá

La loca ruta del día, aquí (y para que conste en acta, llevamos ya más de 4000 km recorridos)


Europa de nuevo: Día 9 (Laboe, Ribe, Esbjerg y Kolding)

El cielo seguía nublado cuando nos levantamos. Por la ventana veíamos al viento llevar algo que parecía nieve pero no en gran cantidad y no llegaba a cuajar. Era como si la humedad del aire se condensase en pequeños copos de hielo. Cuando pagábamos en el hotel nos ofrecieron un café (no teníamos desayuno incluido) y lo aceptamos. Era una treta del camarero/recepcionista para conversar un rato y sacarnos de dónde veníamos y a dónde íbamos y lo sorprendimos... Al salir rápidamente nos dimos cuenta de que hacía frío. Mucho frío. No ya por la temperatura ambiente, si no por el aire que cortaba la respiración. Sacamos el coche de donde estaba (solo se podía dejar allí hasta las diez) y nos fuimos hasta la catedral, que ayer nos la saltamos. La catedral de Lübeck es famosa porque fue la primera catedral de gótico de ladrillo del báltico. Cuando uno ve algo de ladrillo piensa en algo moderno. Pues he aquí una catedral que comenzó a construirse en el siglo XII y que se finalizó entre finales del XIII y principios del XIV que está hecha de ladrillo. El exterior es más impresionante que el interior (algo muy común por lo que vemos en las iglesias luteranas) pero merece muy mucho la pena pasearla. Con una grata impresión de Lübeck, salimos con el coche camino de Laboe.

Laboe es un pueblecito costero de turismo de playa al que íbamos por un motivo concreto y no por ir a la playa, como comprendereis. De hecho al llegar el día era bastante desagradable. No llovía pero el viento cortaba de tal manera que no sentíamos las manos. Y lo más gracioso del asunto es que había un montón de gente haciendo kite surf, con sus trajes de neopreno gordísimo y sus bermudas por fuera del traje seco por aquello de lucirlas. Pero el motivo de la visita a Laboe es que tienen un submarino alemán de la segunda guerra mundial perfectamente conservado y cuidado en medio de la playa, preparado para ser visitado. La historia de como acabó el sumarino ahí es curiosa. Los americanos capturaron el submarino y se lo dieron a los suecos para que lo usaran. Cuando los suecos decidieron que aquello ya iba viejo lo vendieron por un euro a unos chalados alemanes amantes del mundo naval y estos lo restauraron y lo llevaron a la playa para que la gente lo disfrutara (previo paso por caja, por supuesto). En fin, que disfruté como un enano (ya sabéis como me gustan estas cacharradas). El submarino es una pasada y es una locura pensar que se aventuraban con esto en medio del atlántico a cazar convoyes que se dirigían hacia UK. Hace un año me subí en un submarino de los 50-60 y este es mucho más estrecho e incómodo. Tenía que ser una locura pasar meses en él.

Terminada la visita nos dirigimos a Ribe, recorriendo por el camino el interior de Dinamarca. Ribe es la ciudad más antigua del país. Fundada a principios del siglo VIII se pueden ver muchos edificios de cientos de años, con sus entramados de madera y sus ladrillos. La catedral también merece mucho la pena. Paseamos un rato y nos fuimos a ver el Mar del Norte. En Laboe habíamos visto el Báltico y queríamos ver este mar antes de volver al Báltico. Buscamos desde Ribe como llegar al mar y acabamos en Esbjerg, importante puerto de ferries. Desde aquí sale, por ejemplo, el único ferry que comunica a Dinamarca con el Reino Unido. Siguiendo la costa buscando una playa acabamos encontrándonos con un monumento famoso del país, unas estatuas llamadas "Men at sea". Son cuatro gigantes blancos sentados mirando al mar. Es un monumento muy reciente (de 1995) pero se ha convertido rápidamente en algo muy reconocible. La verdad es que quedan estupendamente en donde están y nos han encantado. Bea se dedicó a tocar el mar, como hace en todas las playas, a ver si estaba taan frío como el báltico (no) y decidimos irnos hacia Kolding, donde teníamos el hotel.

En Kolding recorrimos una parte del fiordo para llegar al hotel, dejar las maletas y salir a cenar hoy que es sábado. La guía que me traje decía que el pueblo era animado y que había mucho ambiente, pero nosotros no lo encontramos del todo. Buscamos por el centro algún sitio donde cenar y la verdad es que no nos gustó mucho nada. Buscando por inernet encontramos un sitio con muy buena pinta a dos km y allí fuimos, pero resultó que no teníamos reserva y ellos no tenían mesa para nosotros. Enfadados por el hecho de que nos hubieran tenido esperando un buen rato y sin muchas opciones nos volvimos al hotel a cenar. En el hotel nos encontramos con que la cocina era cocina moderna danesa. Pues nada, de perdidos al río y allí nos cenamos el menú que tenían; unas mini vieiras (parecían zamburiñas) bien cocinadas pero lo que las acompañaba no nos decía demasiado. Luego un poco de cordero que estaba bien pero tenía bastante grasa y unos postres que... en fin, raros raros. La verdad es que la cena mal no estuvo, pero tampoco nos ha dicho nada del otro mundo. A estas horas todavía no sabemos que haremos mañana ya que aunque hará buen tiempo, pasado parece que ya llueve y que el tiempo estará inestable en Suecia y Dinamarca toda la semana. El clima decidirá cuanto tiempo pasaremos por estas latitudes. La verdad es que la parte danesa del día de hoy ha sido bastante normalita, no hemos calado a este país lo suficiente como para saber si nos gusta, pero creemos que es mucho más disfrutable con calor, en verano, disfrutando de playas y lagos más que de pueblos y ciudades. Falta algo de chispa, de vida, de sangre. Mañana, segunda oportunidad para opinar.

La ruta, aquí

sábado, 7 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 8 (Berlín y Lübeck)

Sol por la mañana y temperatura "agradable" en Berlín. Decidimos dejar las maletas y el coche en el hotel y nos fuimos a disfrutar del sol y del zoo. A veces somos como niños y el zoo de aquí todas las guías decían que era muy bueno, así que nos fuimos hasta allí dando un paseo mañanero. Tras esperar un ratejo en la cola de la taquilla entramos y lo primero que hicimos fue ir corriendo a ver como comía un panda (había un cartel que ponía cuando alimentaban a los animales). Desde allí nos hicimos una ruta para ver a tigres, leones, osos, focas, nutrias, hipopotamos y demás fauna. La verdad es que el zoo está muy bien y se ve a los animales muy cuidados, pero por otro lado no deja de darte pena ver como se aburren encerrados y como buscan, a veces sin descanso, la salida de sus jaulas. Quizás el único zoo en el que no ves a los animales con esa actitud es en Cabárceno, donde el gran espacio natural hace que no se sientan tan encerrados. Tras comer unas salchichas en el parque y acabar la visita, volvimos al hotel a coger las maletas y hacer la distancia que nos separaba de Lübeck, no sin antes dar un paseo por el centro de Berlin y pasar por el "checkpoint charlie", que se nos había pasado ayer.

Por el camino el sol se iba apagando poco a poco mientras se volvía mortecino tras nubes grises. Lübeck es una pequeña ciudad pegada ya al mar báltico y está completamente rodeada de agua. Nada más llegar la lluvia hace acto de presencia. Era realmente complicado que aguantase tanto tiempo por estas latitudes sin llover. Es el octavo día de viaje y de momento ni una gota habíamos sufrido. Aunque apesadumbrados por el clima, decidimos aprovechar lo que quedaba del día para dar un paseo. Por la calle, supongo que por la lluvia, poca gente. Eso sí, en los restaurantes y los cafés se veía bastante movimiento. Hoy es festivo (por aquí al norte son festivos el viernes y el lunes en semana santa) y todo está cerrado. Visitamos un poco por encima el casco antiguo de la ciudad y nos fuimos a cenar carne a un sitio con muy buena pinta. Acabamos el día con unos buenos trozos de carne a la parrilla, eso sí, el acompañamiento era muy nórdico, con una patata asada cubierta por una salsa de nata agria y un trozo de pan con mantquilla derretida. ¡Falta hace para combatir el frío! Llenos y satisfechos nos volvimos al hotel. ¡Mañana nos acostaremos en Dinamarca! Seguimos hacia el norte.

La ruta, aquí.

jueves, 5 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 7 (Berlín)

Hoy hacía algo de frío en Berlín cuando salimos del hotel. En la ciudad cogimos un hotel sin desayuno (aquí hay más hoteles grandes donde es posible no cogerlo) y paramos en un sitio a dos pasos. Tras aprovisionarnos de algo caliente para llevar en las manos bajamos por la calle Kurfürstendamm, en el lado oeste, para pasear un rato y curiosear escaparates. Resultó que esta parte era ultra pija y no nos interesaba enada, así que cogimos un metro y nos dirigimos hacia la Postdamer Platz.

Tras un ratejo en el metro donde alucinamos viendo una zona repleta de canchas de voley playa, bajamos en la plaza y salimos entre rascacielos de cristal. Desde allí nos dirigimos hacia la puerta de Brandemburgo. Por el camino paramos en el monumento al holocausto. Es un bosque de bloques de hormigón con subidas y bajadas. Supongo que a alguna gente les sobrecogerá. Particularmente, me parece un sitio estupendo para jugar al escondite. De niño, o no tan niño, te lo puedes pasar muy bien... Seguimos hacia la puerta y nos quedamos un rato en ella haciendo unas fotos antes de seguir hacia el Reichstag, que viene siendo el parlamento alemán. Nos hizo mucha gracia ver la bandera europea ondenado en el tejado junto a la alemana pero no pegadas. Toda una alegoría de la situación actual de europa. En fin, tras pararnos a ver el exterior rememorando la mítica foto que hicieron los soviéticos desde su tejado cuando arriaron allí su bandera, volvimos hacia la puerta de Brandemburgo para seguir por la Unter der Linde, la gran avenida que parte desde la puerta hacia lo que era ya zona soviética. Pasamos junto a la embajada rusa, un edificio enorme e imponente que supongo que en su día bulliría de actividad y de mil y una historias que darían para una película de espías cada una. Seguimos la calle y nos desviamos hacia Friedichstrasse siguiendo las zonas comerciales de la ciudad. Básicamente íbamos siguiendo a la gente y nos movíamos hacia donde había vida. Paramos allí en una cafetería y nos tomamos algo caliente y un dulce para coger fuerzas. Por cierto, una cosa que hemos visto en todo lo recorrido de Alemania es que no se en la industria, pero en la hostelería los camareros se lo toman con mucha calma. Mucha amabilidad pero tardan mucho en venirte a atender y no se preocupan un higo por venderte más. Muchas veces ni te ofrecen postre si tu lo pides.

En fin, después de bajar un rato subimos por la calle otro rato antes de girar hacia la isla de los museos.  Es una isla en medio del río donde hay una gran concentración de museis al lado de la catedral. Entramos en la catedral previo pago de 7€ por cabeza (no reciben un duro del estado para la conservación y cobran entrada, podríamos parender algo del tema). La catedral por dentro está bien, pero después de la iglesia de Dresde de ayer (barrocas ambas), nos dejó un sabor agridulce. Salimos de allí camino del museo egipcio. El museo no es muy grande, pero merce la pena simplemente por la escultura de la cabeza de nefertiti. Es absolutamente alucinante para la época en la que fue creada. El nivel de recreación de la anatomía humana (arrugas incluidas) es increible.

Muy cansados ya seguimos andando hacia la zona este. Cada vez los edificios son más cuadrados, más cutres y está todo más descuidado. Paramos a reponer fuerzas de nuevo cerca de Alexanderplatz, una plaza enorme donde está la torre de televisión a la que no subimos. Había un mercadillo con pinta de mercado navideño pero básicamente había de todo, pero sobre todo mucha comida. Desde allí cogimos el metro y nos fuimos hacia el hotel. Por la zona paramos a cenar en un vietnamita, un par de sopas y un curri de calamares. Todo muy rico, por cierto. Acabamos de cenar y nos fuimos al hotel a descansar. Mañana dejamos Berlín y ya veremos donde acabamos.

PD: Hoy al no ir en coche y al tener muchos desplazamientos en metro, no pongo la ruta
PD2: Las fotos, mañana :)

Europa de nuevo: Día 6 (Bastei, Dresden y Berlín)

Hoy ya nos despedimos del sol radiante que nos había acompañado todo el viaje. El día en Hof amaneció nublado y algo frío, pero al menos no llovía. Las nubes nos acompañaron todo el día, pero nos permitieron disfrutar. Desayunamos y nos despedimos del hotel que nos había permitido descansar tan bien esa noche y salimos hacia Bastei.

Bastei es un mirador situado en el parque natural de la Suiza sajona (que se llama así aunque Suiza esté a 700 km). Preparando el viaje había localizado el sitio y me pareció interesante por lo distinto de las formaciones rocosas que se pueden ver en él. Aparcamos y nos dispusimos a caminar unos quince minutos hasta el primer mirador. Por el camino el bosque ya nos parece realmente bonito. Desde allí ya nos sorprenden las formaciones y la forma en la que están erosionadas las rocas. Seguimos de mirador en mirador hasta llegar a la parte más espectacular del recorrido. Tras pagar un euro y medio por cabeza pudimos llegar a una zona de miradores situado en una de las zonas de rocas erosionadas. Pasarelas de enrejado metálico van de roca en roca y en algún punto dan algo de congoja porque puedes ver el vacío bajo tus pies. Desde algunos miradores se podía ver el río y como navegaban por él barcazas portando contenedores. Cuando acabamos de caminar era ya la una, hora de comer. Decidimos arriesgarnos a comer en el restaurante del parque, que contra todo pronóstico estaba bastante bien y no era caro. El restaurante tenía unos ventanales enormes desde los que podías ver el valle. Pedimos como nos pasa muchas veces sin saber lo que escogíamos porque nuestro alemán es entre ninguno y nada. Yo acabé con un filete de cerdo bastante gordito con una aguarnición de patatas muy ricas pero Bea acabó con... hígado de cerdo. Como a mí no me disgusta se solucionó con un cambio de platos y unas risas. Salimos de allí hacia el coche. Siguiente destino, Drede (Dresden en alemán).

Dresde, conocida en la antigüedad como "la florencia del elba" era una ciudad maravillosa hasta que los ingleses, en un episodio muy discutido de la segunda guerra mundial, lo bombardearon causando una masacre de civiles y la destrucción de la ciudad. Con mucho esfuerzo la ciudad ha sido parcialmente reconstruida. Uno de los mayores ejemplos de superación del conflicto fue la reconstrucción, 170 millonazos de euros mediante, de la iglesia de Frauenkirche. Aparcamos al lado de la iglesia y nos ponemos a caminar por el casco antiguo. La ciudad, restando los edificios restaurados, está llena de edificios modernos muy de la era de la RDF. De todas formas hay que reconcocer que el casco antiguo merece mucho la pena y una visita de un día (o dos a lo sumo) dejan con muy buen sabor de boca. Después de pasearla nos fuimos a eso de las siete de la tarde, camino de Berlín.

De Berlín hoy poco que contar. Hemos cogido, por primera vez en este viaje, dos noches de hotel en el mismo sitio. Hoy simplemente hemos llegado al hotel, dejado las cosas y nos hemos ido a cenar... ¡sushi! Nos dio el antojo y en recepción nos dijeron que había uno con buena pinta a unos 500m y allí fuimos. La verdad es que nos decepcionó en absoluto y nos fuimos satisfechos de vuelta al hotel. Mañana estaremos de correrías por la ciudad.

La ruta de hoy, como siempre aquí.

miércoles, 4 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 5 (Nuremberg y Herzogenaurach)

Hoy nos despertamos con una previsión de tiempo de 16-17ºC y sol radiante. Nos levantamos a desayunar en el hotel (en Alemania casi todos los hoteles al reservar te obligan a cogerlos con desayuno) y acabamos de planear el día. Salimos descansados y animados camino de Nuremberg, a escasos 30Km de donde estábamos alojados.

Núremberg (Nurberg en alemán) tiene un espectacular casco histórico, aunque gran parte de él no es el orginial sino una reconstrucción ya que la ciudad fue bombardeada en repetidas ocasiones durante la segunda guerra mundial, reduciendo la ciudad a poco más que escombros. Sin embargo el proceso de restauración ha dejado la ciudad en un estado excelente. En fin, que nos dirigimos a aparcar en un paarking del casco antiguo, al lado mismo del ayuntamiento. Nada más salir nos dimos cuenta de que nos habíamos abrigado de más y que realmente hacía calor y el viento que soplaba era mínimo. Según doblamos una esquina nos encontramos con una plaza en el que un mercadillo la llenaba de vida. Todo tipo de fiambres, quesos, adornos de pascua, sombreros, cerámica... Realmente había vida a raudales en la calle. Un montón de gente paseando y muchos adornos de huevos de pascua escondidos por aquí y por allá. La ciudad tiene plazas y recovecos con iglesias por todos lados. Paseamos y paseamos viendo como la gente empezaba a llenar las terrazas para tomar un café, una ceveza o, directamente, comer al sol. Cansados de caminar (llevábamos ya dos horas arriba y abajo) buscamos donde comer alejados del bullicio de las calles principales. Y allí, a 100 metros del coche, encontramos un sitio en la parte trasera de una iglesia, al sol y con un poco de brisa que aliviara el calor. Nos sentamos y disfrutamos de un poco de comida local. Dimos cuenta de unas carrilleras de buey, una milanesa y unas bebidas, todo acompañado por una ensalada  de brecol y unas patatas con pepino. Total de la cuenta, 24€. Y ahora que alguien me cuente en que ciudad de España de medio millón de habitantes se come, a 100 metros de ayuntamiento, en una terraza, dos platos de buena comida como esos por ese precio. Y sin contar que esta gente cobra el doble que nosotros.
En fin, que decidimos antes de irnos subir a ver el castillo, que, como no, estaba cubierto por andamios porque estaban arreglando el tejado. Dimos una vueltecita alrededor para ver las vistas desde las murallas y decidimos no entrar. Salimos de Núremberg muy animados aunque algo cansados, camino de Herzogenaurach.

De Herzogenaurach poco que contar. El pueblo es famoso porque alberega las sedes de Adidas y Puma. Ambas son propiedad (bueno, eran, porque ambos fallecieron ya) de dos hermanos que tenían una empresa conjunta pero que se cabrearon y cada uno se fue por su lado. Cuenta la leyenda que la ciudad está dividida entre los dos bandos y que los empleados de una no se mezclan con los de otra. Los niños van a colegios disntintos (pagado cada uno por su compañía), hay dos equipos de fútbol, dos institutos... En fin, que esta visita era eminentemente comercial porque ambas marcas tienen unos outlets enormes en el pueblo, y como nos quedaba cerca decidimos acercarnos a hacer unas compras. Salimos de allí a eso de las siete de la tarde (cerrando ya) y nos dirigimos a Hof, muy cerquita de la frontera checa (país que seguramente quede para otro viaje) para seguir avanzando hacia el norte, donde nos esperan ya temperaturas más acordes a la época del año en la que estamos. Cenamos en el hotel fiambre y queso que habíamos comprado en Francia con un pan maravilloso que compramos en Nuremberg. Las panaderías en Alemania son un caso aparte, más de 15 tipos de bollos distintos (de unos 2kg de peso cada uno) que se vendían al corte y cada cual con mejor pinta. Tras la deliciosa cena de hoy toca descansar que mañana empezaremos a ver la antigua RDF.

La ruta del día, aquí.

lunes, 2 de abril de 2012

Europa de nuevo: Día 4 (Schwetzingen, Sisheim y Rothenburg ob der Tauber)

Nos levantamos por la mañana y bajamos a tomar un suculento desayuno. Un poco de fruta fresca,yogur, muesli, fiambre, queso, panes y algo de beber mientras conversábamos con el dueño del establecimiento que nos preguntaba sobre nuestra ruta y sobre la zona de España de la que veníamos. Estuvimos un buen rato de palique antes de acabar de empaquetar y dirigirnos a Schwetzingen, a ver los jardines del palacio.

Ya ayer en el hotel nos dijeron que los cerezos habían florecido en el Palacio de Schwetzingen así que nos picó la curiosidad ver los jardines. El palacio por dentro no nos atraía demasiado porque llevaba bastante tiempo verlo y ya habíamos visto alguno que otro del estilo. Aparcamos en un lateral al ver un hueco en la zona azul y nos dirigimos a dar un paseo por los jardines tras pagar 5€ por cabeza. Los jardines son enormes, con un gran estanque al fondo y lleno de pájaros, patos y alguna que otra ardilla. Paseamos un rato antes de encontrarnos con un edificio de inspiración árabe escondido en un lateral. Volviendo hacia la salida vemos la zona de los cerezos. Una zona maravillosa de varias hileras de ellos repletos de flores y con pétalos volando cuando venía alguna ráfaga de viento. Contentos con el paseo nos fuimos a coche.

El siguiente objetivo era un museo en Sisheim. El museo es una recopilación de coches, vehículos militares, aviones, monoplazas, motos... Casi cualquier cosa que se mueva de forma mecánica está en el museo, desde tractores Lamborgini a trenes a vapor. El museo es realmente grande y nos llevó un buen rato recorrelo. Las dos principales atracciones son un Concorde y un TU-144, también conocido como Concorski, porque fue un avión que los rusos hicieron a imagen y semejanza del Concorde pero que nunca llegó a volar comercialmente. Ambos son visitables en su interior. Eso sí, están a 30 metros de altura con sus trenes de aterrizaje apoyados sobre pilares y hay que subir a ellos por una escalera de caracol. Entre los coches hay mercedes de los años 20, coches clásicos americanos como el famoso Ford Falaine o joyas de los 80 como el Lamborgini Countach. Hay también un par de monoplazas muy destacables como el Benetton con el que Michael Schumaher ganó el mundial o el Williams Renault con el que Nigel Mansell también lo consiguió. Cuando acabamos la visita nos sentamos en una terraza de una cafetería del museo y nos tomamos unas salchichas y un betzel antes de seguir camino.

Llegamos en poco más de una hora a Rothemburg ob der Tauber, una ciudad medieval amurallada y realmente bien conservada. Aparcamos en el hotel que está a 50 metros escasos una de las puertas y nos dedicamos a patear la ciudad de cabo a rabo, subirnos a las murallas, curiosear los escaparates y a comernos un dulce típico de la zona que es una especie de bola que se puede comprar de mil coberturas distintas. Cansados tras un día largo buscamos donde cenar y tras consultar donde cenar acabamos en un típico restaurante alemán comiendo Bea media carpa y yo carne de ternera cocida con una salsa de rábano y arándanos. Todo muy rico. Tras hacer yo el goloso tomando postre, decidimos irnos a descansar y hacer planes para mañana.

La ruta de hoy, aquí.

Europa de nuevo: Día 3 (Heidelberg)

Hoy nos levantamos con la luz de la mañana. Las cortinas apenas tapaban pero realmente es agradable levantarte así si te has acostado a una hora decente. En fin, que nos arreglamos y salimos a desayunar. Había leido de todo sobre el desayuno del hotel en el que nos alojamos, desde que era cutre hasta que era estupendo. Realmente lo que nos encontramos fue no una gran variedad pero para mi una muy buena calidad. Una cesta con varios panes, un par de croissants y para elegir unos cuantos quesos de la zona (incluyendo un queso fresco), un par de fiambres, mermeladas caseras, pan de especias... Con la barriga llena y tras haber pagado (la cena de ayer fueron 25€ por cabeza finalmenete) cogimos el coche. Ayer teníamos duda de si seguir un poco más a ritmo alto y finalmente decidimos que sí. Así que salimos a eso de las 10:30 con destino Heidelberg (ya en Alemania), a unos 500 Km de distancia.

Camino de Heidelberg primero disfrutamos de unos 30km por carreteras de la Cote D'Or, pasando entre pueblecitos en los que había ganado pastando en los prados, con unas casas de piedra que nos recordaban a algunas que habíamos visto en la baja normandía y sin apenas tráfico. Pasamos, desviándonos un poco, por el centro de Dijon. No estaba mal de todo pero como no era espectacular y como preferíamos tener toda la tarde para Heidelberg, decidimos continuar camino. En cuanto a la carretera, he de decir un par de cosas. La primera es que el gasoleo en Alemania cuesta más o menos lo mismo que en España y lo segundo es que los alemanes no son, al menos en esta zona, esos señores que conducen tan bien. Pues más o menos como en España, señores, pero en algunas zonas yendo a 180.

A eso de las tres y media llegamos a nuestro hotelito en las afueras de Heidelberg, bajo un cielo despejado y soleado aunque con una temperatura que rozaba los 13ºC. Siempre que andamos por Alemania buscamos hoteles familiares en las afueras. Suelen ser geniales en relación calidad-precio. Habitaciones amplias y bonitas, sitio para aparcar y te brindan una gran acogida, generalmente mucho mejor que un empleado de un frío hotel de ciudad. El de hoy es estupendo. Segun llegamos nos encontramos con unos anglosajones (creemos que americanos) haciendo una barbacoa fuera. El recepcionista nos saluda y nos cuenta todo lo que necesitamos saber sobre Heidelberg antes de ni siquiera preguntarnoslo. Cogemos el coche y salimos hasta la ciudad.

En 10 minutos llegamos y tras dar algunas vueltas conseguimos aparcar en el parking que nos recomendaron en el hotel, situado a escasos metros del comienzo de la subida al castillo. Heidelberg es una ciudad universitaria con mucha solera (fue la primera universidad de Alemania, cuando todavía ni se llamaba así) y con un castillo cuyas ruinas observan la ciudad y al río Neckar. Subimos unas 300 escaleras (estaban numeradas) hasta el castillo y nos quedamos un rato observando la vista. Los edificios más bonitos de la ciudad están hechos de unas piedras de color rosaceo que le aportan una personalidad distinta. Caminamos hasta el interior y dimos un paseo. Una de las atracciones más famosas del castillo es un gigantesco barril usado auntiguamente para almacenar casi 300.000 litros de vino. Hay un par de museos dentro tambien pero realmente no estamos muy interesados en ellos y sí en las vistas desde lo alto. Nos quedamos un ratillo disfrutando de las vistas y bajamos hacia la calle principal. Nos pusimos a caminar durante un buen rato el kilómetro y medio peatonal de tiendas, restaurantes y gente en las terrazas viendo la vida pasar mientras disfrutan del sol. Al llegar al final de la calle cruzamos el río y volvemos en dirección contraria para cerrar el recorrido. Caminamos pegados al río, viendo como los patos lo sobrevuelan y los barcos lo recorren. Se ve mucha vida en la ciudad y la gente disfruta del buen tiempo.

Cruzamos de vuelta el río por un puente peatonal (el puente viejo), cruzando de nuevo hacia el barrio antiguo buscando donde cenar a eso de las ocho de la tarde (hay que acostumbrarse al horario alemán). Nos dirigimos a una cervecería que nos habían recomendado en el hotel porque producían su propia cerveza. Cenamos bajo una luz ténue unas salchichas y un guiso de jabalí que yo acompañé de una cerveza tostada de la casa. El sitio estaba a rebosar de gente y la verdad es que disfrutamos de la comida charlando y dejándonos llevar por el ambiente. Cuando salimos ya era de noche y la ciudad estaba muy poco iluminada, como ya habíamos visto en otras ciudades alemanas. No pasa como en Galicia que puedes ver la luz de  Coruña desde 30 km de distancia, aquí eso es impensable. Caminamos hacia el coche y mañana haremos ya muchos menos kilómetros.

La ruta de hoy, aquí.

domingo, 1 de abril de 2012

Europa de nuevo: Días 1 y 2 (de Coruña a Villeferry)

Salimos de Coruña el viernes 30 con bastante retraso. Parecía como si los astros no estuvieran a nuestro favor. Bea estuvo toda la mañana peleando con los señores de los talleres y con el coche para que estuviera mejor que bien (por lo que se le viene encima). Y despues comimos corriendo para volver al taller y que nos arreglaran otra cosa (que ellos mismos habían estropeado). En resumidas cuentas, que salimos de Coruña a las cinco de la tarde y teníamos hotel... en Burdeos.

Del resto de la tarde poco que contar. 900Km de carretera, con no demasiado tráfico en cuanto escapamos de la A6, y con el cielo despejado todo el camino. Llegamos al hotel de Burdeos y nos echamos a dormir pensando en que ruta íbamos a tomar al día siguiente.

El día siguiente (sábado) decidimos, tras mirar las previsiones meteorológicas, que lo mejor sería dirigirnos hacia Alemania. Todo apuntaba a buen tiempo en el sur los primeros días de la semana y buen tiempo en el norte a finales de semana, con lo que nos venía perfecto. Como el viernes hicimos 900 Km decidimos bajar algo el ritmo y hacer 650 dirigiéndonos hacia Dijon. Buscando hoteles decidimos irnos a un pueblecito llamado Villeferry en medio de la Cote D'Or. Esta zona es (supuestamente) la zona donde se hace el mejor Borgoña, el, por decirlo así, vino más señorial de Francia. En fin, que hoy no tenía ganas de tanta autopista así salimos del hotel a eso de las 11 (había que descansar, que estos primeros días son de hacer mucha carretera) y cogimos una ruta plagada de carreteras nacionales y regionales. Al final tuvimos la suerte de que muchas de esas carreteras eran, al menos parcialmente, autovías. De esta forma cruzamos casi toda francia de oeste a este por el módico precio de 2,90€, no hay queja.

Durante el recorrido de hoy pasamos por muchos pueblecitos preciosos, pero el que nos llamó de verdad la atención y paramos fue Bourges. Enclavado en el valle del Loira es famoso por su catedral. Más que pueblo es una pequeña ciudad. Aprovechamos y llenamos el depósito en el Carrefour. La verdad es que la competencia en precios en Francia es acojonante. Salimos de España pagando en Coruña casi 1,40€ por el litro de diesel. En la zona de Leon pagamos 1,44. En Francia hemos visto diferencias de precio que hacen que el diesel oscile entre los 1,42 que pagamos hoy en el Carrefor hasta 1,60€ que vi en una gasolinera Shell en la autopista. Al final nos ha costado más barato repostar en Francia que en España, cuando hace unos años la diferencia era de casi 20 céntimos por litro. Como se puede ver vamos de mal en peor... En fin, que paramos a hacer una compra mínima para comer. Un poco de pan, un poco de queso, algun zumo y algo de agua para el camino. Desde ahí, un par de kilómetros y ya aestábamos aparcados en un megaparking gratuito que hay cerca del ayuntamiento. Desde ahí, 5 minutos andando y ya estábamos en la catedral.

La catedral de Bourges es una joya del gótico (wikipedia dixit). Los pórticos, el exterior, las vidrieras, es todo precioso (aunque, como nos pasa siempre, parte del exterior estaba cubierto con andamios), pero si algo hay que destacar, para mi, es como está diseñado el interior. Es altísimo (calculamos a ojo unos 30 metros), con una nave central con muchísimo espacio y con unas columnas enormes que sujetan el techo dejando mucho espacio para que gran cantidad de gente, desde cualquier sitio de la catedral, pueda ver la misa. Además de ser bonita, el día que tuvimos de sol primaveral la hacía más impresionanate si cabe, con luz entrando a raudales por las vidrieras y llenando el espacio de color. Tras salir anonadados de la catedral bajamos un rato por las calles comerciales de Bourges. Casas blancas, mucho bullicio de gente, terrazas repletas y un gran ambiente nos dejaron un grata impresión de Bourges, un sitio extremadamente recomendable.

Desde allí continuamos camino hacia Villeferry al que llegamos a eso de las 20:30. Por falta de tiempo no pudimos parar en Vezelay a ver su basílica que está reconocida como patrimonio de la humanidad: el pueblo prometía desde la carrtera que lo rodeaba, pero estábamos ya faltos de tiempo y estos dos días nos los tomamos de transición. Así que llegamos al hotel (muy rural él) y después de enseñarnos la habitación (hablando con nosotros con el inglés que buenamente podía usar) le preguntamos si sabía donde podíamos cenar. Nos dijo que era algo tarde pero finalmente, tras hablar con el "restaurante" le dijeron que no había problema y nos prepararon una mesa. Digo "restaurante" entre comillas porque era una cosas bien curiosa. Era una primera planta de una casa, sin cartel ni nada, donde el comedor era un sala grandísima con varias mesas y al fondo del comedor se podía ver una biblioteca gigante con un sofá para leer. No había carta y era un único menú. Hoy nos tocó pescado blanco con una cobertura de timate y perejil, pensado para tomar frío de entrante (nos comentaron que era una receta griega). De segundo unos rollitos de cordero con un poco de pasta, calabacín y tomate de acompañamiento. Luego un trocito de queso de la zona (nos comentaron que era de una quesería que estaba a 13km). Por último una trozo de pastel de manzana con una bola de helado de vahinilla. ¿Que cuanto costó todo esto? Pues ni idea... ¡Mañana lo sabremos! Teniendo en cuenta que el hotel costó 60€, y por los comentarios sobre el restaurante de booking, creo que poco, pero mañana lo veremos. En fin, que mañana a estas horas estaremos en un hotel rural en Alemania y ya iremos viajando con algo más de calma.

Como siempre, las rutas del día viernes y del sábado.

PD: Prometo poner fotos a este post mañana, hoy ya es algo tarde.

viernes, 30 de marzo de 2012

¡Nos vamos de nuevo!

¡Otra vez en la carretera!  Esta vez toca volver a viajar por Europa, sin mucha ruta en mente y con el único objetivo, si el clima lo permite, de llegar a Dinamarca y Suecia. Si queréis is descubriendo con nosotros el camino, ¡atentos al blog!