miércoles, 18 de agosto de 2010

Día 11: Feldkirchen-Westerham - Munich

Hoy dedicamos todo el día a ver Munich. Por la mañana llovía, y a ratos bastante fuerte.


Bajamos a desayunar y salimos dirección Munich. Como llovía decidimos ir a ver el castillo de Nymphemburg. El castillo es un pedazo de palacio enorme que ha ido creciendo desde principios del XVII a finales del XVIIII. Lo que empezó como un pequeño edificio con un jardín ha acabado siendo un palacio enorme con un jardín gigante.

A sólo 6 Km del centro de Munich, es un oasis en medio de una zona residencial. Por fuera es algo bastante soso, pero una vez se entra en él uno ve el lujo y la decoración recargada de la época.

Como no queríamos pasarnos el día en el castillo compramos sólo la entrada al castillo (que se considera el edificio principal). A mayores hay dos museos en las alas, una bomba de agua del XVI y varios pequeños eficios que hay en el jardín que hay que pagar para visitar. No es caro (5€ el castillo, 10€ todo), pero requiere mucho tiempo.


En Munich, si uno quiere ver todo en cuanto a museos y palacios se puede tirar una semana. Entre este y la Residentz (en el centro de Munich) te puedes pasar dos días. Otro en la pinacoteca, otro en el museo alemán... Y así el tiempo que uno quiera. Pero nuestro tiempo era limitado, así que nos quedamos sólo en el edificio principal. Recorrimos todas las salas, dimos un pequeño paseo por el jardín (ya había parado de llover) y nos fuimos al centro, dirección Marienplatz, la plaza principal de Munich.

Aparcamos cerca de la plaza y por el camino nos topamos con un mercado al aire libre con puestos de frutas, carne, cervecerías... Las fruterías eran espectaculares y tenían frutas exóticas y algunas que otras locales con una pinta estupenda. Yo aproveché la ocasión y probé la pitahaya que se podía comprar cortada y lista para comer.


El sabor era suave y ligeramente ácido y me resultó un tentempié agradable. Paramos poco después para comprar un par de pretzels. A Bea y a mi nos encantan (ya los habíamos comprado en otros sitios de Alemania). La verdad es que con lo salados que están no me extraña que la gente beba tanta cerveza. Comimos un par de ellos en dirección a la marienplatz. Por el camino Bea paró a hacer unas compras, que aquí también hay rebajas... Nos dedicamos a recorrer la plaza y los alrededores admirando el edificio del ayuntamiento, que por momentos nos recordó al de Bruselas.


Sin embargo, a pesar de que esta plaza es realmente preciosa, para mi gusto es más bonita la Grande Place, es muy difícil de superar...

Tras callejear y caérseme la baba en una tienda de cocina viendo preciosos cuchillos japoneses y sartenes con recubrimiento cerámico (frikeces que tiene uno), nos pusimos a buscar donde comer. Haciendo el guiri nos fuimos a la cervecería más antigüa de Munich (hofbraeuhaus), y por lo que parece de Alemania. Aunque el edificio no es el original (necesitaron ampliar), esta cervecería de 11.000 metros cuadrados es la leche. Salas y más salas de mesas con gente bebiendo cerveza y comiendo salchichas, codillos... y escuchando música regional en vivo y en directo. Nos comimos una salchichas y me bebí una cerveza tostada mientras el camarero miraba a Bea con una cara de resiganción cuando pidió agua con gas. Salimos de allí no sin antes parar en la tienda de souvenirs de la propia cervecería, en la que un chico reponía sin parar porque las cosas desaparecían de las estanterías.


De allí nos fuimos a ver el museo aleman, que es un museo de ciencia y tecnología enorme. Cuando llegamos estaba cerrado y fue una pena, porque quería ver allí un messerschmitt me262, avión a reacción de la segunda guerra mundial, el primero operativo en el mundo. Como estaba cerrado nos fuimos a ver la catedral, que no nos gustó demasiado. De hecho nos pareció relativamente moderna, pero luego leímos que es de finales del XV pero como no había dinero se hizo de ladrillo. El interior fue destruido en gran parte en la segunda guerra mundial, por lo que lo que se puede ver es sólo lo restaurado y no es gran cosa. Callejeamos un rato más hacia la Residentz. El palacio tiene una colección de objetos de la leche en su interior que no pudimos ver porque era muy tarde. Nos quedamos sentados en el parque y decidimos irnos al hotel porque estábamos derrotados. Por el camino vimos que el mercado de verduras aun estaba abierto así que nos dimos un lujazo y decidimos cenar fruta de calidad. Compramos un mango thailandés, unas cerezas alemanas incluso más grandes que las picotas, unos plátanos baby... Cogimos el coche y nos fuimos al hotel a descansar. Mañana más. La mini mini ruta donde siempre.

No hay comentarios: