martes, 17 de mayo de 2016

Al otro lado del mundo: Día 11 - Calles cubiertas de Kioto

Salimos del apartamento de Tokio corriendo para llegar al tren de las 10 hacia Kioto. Cuando digo corriendo fue corriendo, porque llegábamos muy justos. Hoy activamos el JR pass. El JR pass es un pase de tren que compran todos los viajeros que van a Japón. Es algo caro, el nuestro fueron 220€ por una semana de viajes ilimitados dentro de la compañía JR. Lo que parece caro no lo es tanto cuando un viaje de Tokio a Kioto son ya unos 80€, así que a un par de excursiones que hagas ya compensa mucho. La pequeña pega es que no te permite acceder a los trenes JR más rápidos, los Shinkansen Nozomi (los ultimísimos trenes bala) pero sí a los demás trenes bala. De Tokio a Kioto sale un Nozomi ¡cada 10 minutos!. Los Shinkansen que podíamos coger salen cada media hora, así que no queríamos tardar mucho en salir de la ciudad. Desde allí a Kioto son dos horas y media para un trayecto de unos 600 km.

Llegamos a Kioto con una previsión de un día lluvioso. Cuando llegamos vimos en el radar meteorológico (como mola tener internet en el móvil) que teníamos sobre media hora para que empezase a llover de lo lindo.


Visto lo visto decidimos no ir a la casa que teníamos reservada (eran unos 20 minutos) y dejamos las maletas en las taquillas de la estación. Desde ahí ya había buscado un plan para el día lluvioso de hoy así que nos fuimos al mercado de Nishiki, que es cubierto. Hasta allí fuimos andando. Lo que me habían contado de esta ciudad es muy cierto. Mezcla zonas bastante feas, de arquitectura setentera japonesa con zonas muy chulas. Aún así, callejeando desde la estación, vimos muchas cosas curiosas. Templos preciosos que salen de la nada en esas zonas (esta ciudad está llenísima de ellos), pequeñas casas tradicionales incrustadas que a veces son tiendas muy pequeñas de artesanía, muchas cosas chulas.

El mercado estaba lleno de olores.



Había puestos con comida preparada, pescaderías, muchos sitios con encurtidos (aquí son muy tradicionales y de muy buena calidad), puestos de dulces... Muchas cosas interesantes. Lo de los encurtidos en Japón es curioso, realmente nosotros somos un poco cutres y sólo los hacemos con aceitunas, cebolletas, pepinillos y poco más.



El abanico de cosas que se encurten en este país es 10 veces más amplio. Paramos a comer en una cafetería del mercado. Bea se tomó un bento (una bandeja que mezcla varios tipos de comida) con 9 platos distintos acompañada por arroz, sopa y un mochi de anko. Probamos por primera vez la piel de tofu, un plato muy tradicional de Kioto. Marcos se surtió de un conjunto de especialidades de pastel de arroz, Chema se comió una sopa con fideos y yo unos udon que estaban muy muy ricos. Para rematar probamos el granizado típico de aquí (básicamente un bloque de hielo grande del que rallan hielo muy finito y le echan sirope) y mi ma lo rico que está. El hielo se empapa y coge muchísimo sabor.

Desde allí, mientras seguía lloviendo, nos pasamos la tarde por las calles comerciales cubiertas de la zona. La que más nos gustó fue Teramachi, nos parecía que había mejores tiendas. La zona no está colonizada por ninguna marca de las que hay en las calles comerciales de cualquier ciudad del mundo. Ni un Zara, H&M ni similares. Muchas tiendas pequeñas, artesanía, ropa de marcas pequeñas japonesas, zapaterías, tiendas de manga (es alucinante la cantidad de manga que se produce y consume en Japón) y algún que otro todo a 100.





Nos pasamos la tarde callejeando a cubierto y terminamos con los pies detrozados. Y para rematar, otro Book Off con una suerte menor. Cansados y todavía teniendo que ir a por las maletas decidimos buscar algo de cena para llevar a la casa y cenar todos juntos allí antes de ir a por el equipaje mientras arreciaba la lluvia.

Llegamos a la casa que habíamos cogido en arirbnb y flipamos. ¡Es enorme! Es una casa tradicional de dos plantas y muchas de las habitaciones tienen suelos de tatami. Es preciosa. Cenamos y descansamos un poco antes de ir a por las maletas. Cansados y con necesidad de descansar, apagamos hoy el despertador.

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