sábado, 7 de mayo de 2016

Al otro lado del mundo: Día 2 - Akihabara

Sin jet lag. Cero. La verdad es que el esfuerzo de ayer ha mercido la pena muy mucho. Aguantamos despiertos hasta la noche y hoy ya estamos al 100%, aunque hemos "perdido" medio día (dormimos doce horas!), pero frescos como rosas hemos salido del apartamento hoy al mediodía camino de Akihabara.

La verdad es que de momento el apartamento nos está resultando muy cómodo para movernos. Tenemos a menos de 5 minutos la estación de Hamamatsucho, desde la que tenemos dos líneas de JR que nos están llevando a nuestros destinos de forma rápida. Hoy en 15 minutos estábamos en Akihabara, la zona más friki de Tokyo, bajo un día casi perfecto de sol y 26º. En esta zona es dónde se concentran las pasiones por la electrónica, los videojuegos, el manga y el anime.



Según salimos de la estación lo primero que vemos es uno de los edificios de Sega que tiene varios salones recreativos por el barrio.

Mi objetivo de hoy era buscar tiendas de material retro de videojuegos para aumentar mi colección, así que entré ya de primeras en una tienda llamada Trader que tenía mucho material de segunda mano. Cinco pisos, pero esta no tenía nada de material antiguo (luego me enteré de que había otra tienda Trader en el barrio que si tenía el material). Estaba dividida por plantas, con videojuegos, anime, libros, trading cards y una última planta para el material subidito de tono. Muchas tiendas por aquí son así, con plantas temáticas. Todo muy ordenado.

Salimos a la calle a seguir viendo el ambiente. Es sábado y está atestada de gente. Mucho ambientillo y mucho japonés, aunque también se ven occidentales por el barrio (es la meca de los juegos antiguos). Viendo que ya era hora de comer buscamos algo rapidito. En Tokio hay que mirar siempre para arriba. Hay muchas zonas que no son residenciales y los comercios están desde la primera planta a la última. Buscando por la zona nos fuimos a comer a un restaurante en un primer piso de un centro comercial con vistas a la calle. Allí comimos como animales: anguila, roast beef, curri, sobas fríos con lengua de ternera, tempura... Todo ello eran menús acompañados por sopa de miso, alubias frías, encurtidos... Cada menú, unos 7-9€. Una ganga.

Desde allí seguimos de paseo por el barrio. Pasamos delante de un pachinko, el ludopático juego de azar japonés y nos turnamos para entrar a curiosear (sin Cloe). En serio, no se como pueden aguantar dentro. El ruido es ensordecedor, creo que había más ruido ahí dentro que delante de un martillo neumático en una obra. Con algún decibelio menos, me fui a buscar una tienda que me habían recomendado, Retro Fiends. Está bastante escondida, la verdad. Lo que antes sería una tienda que todo el mundo habría pasado por alto, ahora mismo gracias (o por culpa) de internet mucha gente sabe que existe. Eso que por un lado es bueno, por otro lado es malo ya que los precios son muy altos. Lo que hace 5 años (o mejor 10) era un sitio para encontrar gangas ahora mismo no lo es. Ni de broma. Puedes encontrar cosas muy raras, pero tienes que estar dispuesto a pagar un precio muy alto, muchas veces superior al de ebay. Eso sí, contando siempre que las cosas suelen estar muy bien cuidadas y que si compras un juego con caja parece que ni lo hubieran abierto más de dos veces. En esta tienda caímos con un Dragon Ball Z y un Starfox de SNES. Había cosas bien raras (una PC Engine Duo-RX o una Virtua Boy) pero a precios demasiado caros. Mientras dos estábamos allí los otros dos paseaban con la niña por la calle. Bajamos corriendo a junto de ellos por una calle peatonal llena de gente. Allí había chicas vestidas en plan anime que trataban de atraer gente a los cafés, muchos de ellos cafés maido, donde las camareras van vestidas de sirvientas y es todo en plan ñoño e infantil. Cosas de estos japoneses.

Era ya la hora de merendar y buscamos un café, pero no uno de maidos, así que la búsqueda nos llevó un rato. Acabamos en un café algo finolis llamado Honey Toast. Vaya merendola!. Yo me tomé un mont blanc de castañas y Chema se pidió una super gordez. Helado, nata, crema, café, bolitas de chocolate... todo ello metido en un brioche ahuecado del tamaño de un pan de molde pequeño (antes de cortarlo en rebanadas). Una barbaridad.


Seguimos de paseo por tiendas y Chema y yo nos escapábamos de vez en cuando a alguna de videojuegos. Fuimos a Super Potato, otra de las famosas. Otra vez lo mismo, mucho material pero caro. En el Hard Off (una cadena de hardware de seguna mand) más de lo mismo. Encontré una Famicom AV a buen precio pero era solo la consola sin cables. Mi gozo en un pozo. Tocó después el Mandarake, una tienda de 7 pisos (bastante pequeños pero llenos de cosasa) con anime, videojuegos y juguetes. Oootra vez lo mismo. Pues nada, en otro sitio será. Tratamos al fin de meternos en una sala de recretivo, pero no nos dejaron entrar yendo con Cloe.  Nos resultó raro porque a primera hora de la mañana nos dejaron entrar en otra de ganchos. Sí, una sala llena de máquinas de esas de atrapar cosas con un gancho que  parece que son fáciles pero luego el gancho suelta las cosas en el último momento. Luego investigando en otra sala, resulta que a partir de las seis de la tarde no pueden entrar menores de 16 años y a partir de las ocho menores de 18. Curioso, pero nos dejaron sin sala. No pasa nada, Tokio está llena de ellas, ya iremos en otro lado.

Pues nada, nos fuimos a cenar. La noche estaba preciosa. Se podía estar en camiseta y falda (las que pueden) y probablemente estaríamos a más de 20 grados. Tras dar unas vueltas fuimos a un restaurante que anunciaban desde la calle. Un edificio de 8 plantas con restaurantes en cada una. Fuimos al de la segunda y según se abrió el ascensor nos encontramos con un restaurante que de primeras nos asustó un poco y tenía pinta de ser carísimo. El chico de recepción nos vio dubitativos y nos acercó las cartas. Vimos que no era para tanto y ahí fuimos. Nos descalzamos y el recepcionista nos cogió los zapatos, los dejó en unas taquillas y nos dio las llaves. La entrada estaba llena de taquillas para ello. Seguimos a una camarera y el local era precioso, luz ténue y cubículos para que la gente coma sin molestarse. Nos llevan a una zona donde comemos sentados en una especie de bancos. Lo curioso es que hay en un escalón al comienzo de la sala y los "bancos" están casi a nivel del suelo pero bajo la mesa hay un hueco. Cenamos mucho sashimi, delicioso. Bea se toma una sopa de arroz y té verde y unos mariscos gratinados con bechamel de erizos. Todo delicioso. Comimos como reyes.

Salimos de allí ya a las once de la noche. Todo estaba cerrando, al menos todos los sitios a los que podríamos ir con Cloe. Así que nos cogimos un tren y nos vinimos al apartamento. Antes de llegar a casa una paradita en el supermercado (hay muchos 24h) para aprovisionar el apartamento y a descansar!

No hay comentarios: