¡Otro día gris en la gran ciudad! Segundo día en Londres y nos queda todavía el de mañana. El hotel es increible pero... no tiene desayuno incluido así que hacemos el desayuno en una mesita del a habitación. Cloe se toma su papilla y Bea y yo lo que sobró de la cena de ayer: un sandwich de salmón y un dulce chino de hojaldre relleno de pasta de ciruelas. Miramos por la ventana y llovía. Esa lluvia de la que los londinenses pasan bastante pero afea el día. Cuando de repente nos damos cuenta ¡Horror! ¡Nos dejamos en el coche el plástico de la lluvia del carrito!
Visto lo visto nos dividimos. Bea se coge a la niña y se va andando a Forbidden Planet y yo me voy al coche, cojo el plástico y después nos vemos allí. Salgo a toda leche hacia el coche (hay unos 15 minutos andando) y a la vuelta decido coger un bus. Cuando llego a la puerta de Forbidden Planet justo está Bea entrando.
Que coordinación. Entramos y dimos vueltas y vueltas. Esta tienda de cómics y merchandishing es increible. Hacemos un par de compras y seguimos camino hasta mi otra tienda fetiche: Orc's Nest. La verdad es que en UK las tiendas físicas de rol y juegos de tablero están muriendo. Las tiendas online han copado el mercado ya que son más baratas y los jugadores aquí juegan en clubes y no en las tiendas como en otros países. Así, al no poder crear comunidad que aprecie ese algo más que se da, las tiendas desaparecen. Así que una superviviente como Orc's Nest, que lleva más de 20 años en el negocio, es digna de admirar. Siempre encuentro cosas interesantes allí, de hecho había más de una, pero no hay mucho sitio en el coche así que decido la compra y nos vamaos.
Desde allí decidimos ir al Natural History Musseum. Toca bus. Este año la novedad para nosotros es que no hace falta coger la Oyster card para tener una tarifa decente de bus y metro. Llega con tener una tarjeta Visa/Mastercard/Amex contactless. Gran mejora, la verdad, para el turista. Primera parada antes del Natural History Musseum, el Victoria & Albert.
Allí dimos un mini paseo y Bea estuvo un buen rato en la tienda, que tiene cosas muy muy curiosas.
Salimos de allí y al llegar al de historia natural decidimos parar a comer en una de las cafeterías. Un wrap de falafel con homous y un sandwich de jamón y queso con un zumo de manzana que cloe devora y seguimos. Objetivo: los dinosaurios. A Cloe le fascinan.
Así que la llevamos a ver los esqueletos aunque lo que más le fascinaba eran los animatrónicos. Por último subimos a la planta superior y estuvimos buscando las estatuas de monos que hay por toda la planta.
Al bajar ella ya estaba cansada así que se puso a dormir la siesta y nosotros nos fuimos de paseo.
Decidimos seguir Knightbridge hacia Hyde Park Corner. Por el camino paramos un buen rato en Harrods porque Bea quería comprar una bola de navidad para el árbol y en Harrods las hay todo el año. A continuación cogimos el bus hasata Picadilly Circus y le dimos la merienda a Cloe subiendo Regent Street. El final del día fue Hamleys. Allí Cloe loqueó viendo juguetes. Quería uno, y otro, y el otro más.
Le prometimos que le comprábamos uno y no se daba decidido entre limitaciones de edad y limitaciones de sitio en la maleta. Al final terminamos con un plamobil pequeñito que esperemos disfrute mucho.
Desde allí fuimos a cena. No sabíamos donde y en Londres tripadvisor ayuda pero no como en otros sitios. Hay demasiados cuatros sobre 5, los cinco sobre cinco suelen estar muy de moda y estar llenos así que sólo vale para descartar a los malos. Terminamos en otra hamburguesería, una hawaiana, el
Kua 'Aina. La comida no estuvo mal, pero tampoco fue espectacular. Una par de hamburguesas (la mía con piña) y una cerveza hawaiana y a pasear camino del hotel. Lo bueno del hotel es que al estar en pleno centro es muy fácil ir andando. Así que terminamos cruzando el Soho, Chinatown, Leicester y parte del Covent Garden con la niña corriendo y cantando "Let it go" a todo trapo.
Comenzó siendo un blog dedicado a cubrir, según se iba produciendo, nuestro primer viaje en coche a otro país, para acabar siendo el blog donde almacenamos nuestros recuerdos y mantenemos informada a la gente del discurrir de nuestros viajes.
sábado, 19 de septiembre de 2015
lunes, 14 de septiembre de 2015
Destination Unknown Again: IWM Duxford y Londres
Otro día estupendo comenzó hoy. Hacía un día nublado pero sin lluvia y nos levantamos en este hotel en el que no teníamos desayuno. Comimos cosillas que teníamos de la compra del super y a Cloe le preparamos un biberón antes de salir. ¿A dónde ir? Una idea era ir Londres directamente. La otra opción era ir a Cambridge, que nos quedaba a 45 minutos de distancia y no acortaba el trayecto a Londres. Pero tras llorarle un poco a Bea nos decantamos por la tercera opción: el IWM Duxford.
Seguro que os estaréis preguntando que narices es el IWM Duxford. Pues bien, básicamente es un Imperial War Musseum centrado en la aviación. Tan centrado está que lo han situado en un aeródromo. Así que aparcamos y según llegamos ya alucino. Como sabréis soy un fan de la aviación, especialmente de la aviación militar. Es algo que me viene desde pequeñito. Así que, al nada más entrar, ver de frente un SR-71 Blackbird, el para mí mayor hito de la aviación del siglo XX, me deja boquiabierto.
En USA había visto un A-12, que es el modelo en el que está basado este, pero no es lo mismo. El hangar principal está lleno de cosas. B17, B24, Harrier, P-51, Typhoon, Eurofighter... Muchísimas cosas, centrado sobre todo en aviones ingleses.
Y hablando de aviones ingleses, ¿no había un Spitfire? Pues dentro del museo no, porque estaba fuera volando. Y es que lo que tiene este museo es que muchos de sus aviones vuelan. Sí sí, están en condiciones de volar y vuelan. Algunos mucho, como el Spitfire, y otros menos (muchos de los aviones sólo vuelan en ocasiones especiales como la exibición de la semana que viene). Así que seguimos andando y viendo aviones dentro de hangares y en la pista.
Además de aviones militares también tienen civiles así que aprovechamos y subimos a un Concorde, que es un lujazo. Preparados para la exibición de la semana que viene había un B17 y un B52, que me encantaría ver volar pero ya no estaremos por aquí. Al final del museo hay una pequeña zona de guerra terreste donde encontré cosas chulas aunque un tanto apelotonadas. Muy centradas eso sí, en lo británico. Aun así había un T-34 o un Sherman, por ejemplo.
Cuando terminamos de ver el museo nos fuimos a comer a una de las cafeterías. Allí Bea tomó una sopa de tomate y zanahoria, a Cloe le cogimos unas salchichas frescas con patatas aunque terminó picando de lo de los dos y yo me tomé un sandwich de pollo.
De allí ya nos fuimos a Londres. Como era un poco tarde y queríamos llevar a la niña al Princess Diana Memorial Playground decidimos ir en coche hasta Hyde Park y aparcar por allí antes de ir al hotel. Dejamos el coche en un parking cercano y llevamos a Cloe a jugar. No os podéis imaginar como se lo pasó. Primero saltamos en los juegos musicales, después la descalzamos y remangamos y se puso a jugar en una zona de agua, rocas y arena.
Estuvo saltando en el agua, jugando en la que salía de una fuente hecha para que los pequeños la usasen, cogiendo arena para lanzarla al agua... Se mojó bastante pero la secamos y la cambiamos y ya estaba para otra.
Así que nos fuimos al tobogán, de ahí a las ovejas de madera y por último rematamos en parque en los clásicos columpios. Para rematar la faena nos fuimos a perseguir ardillas y patos.
Pena que las ardillas en esta época tienen muchísimas bellotas para comer y no dimos hecho que se acercasen.
Nuestra intención era ir en coche al hotel y bajar a cenar después del check in. Pero cuando nos metimos en la zona de Marble Arch de repente vimos un tráfico horrible. ¿Qué pasaría? Pues bien, tras un rato averiguamos que hoy había etapa del British Tour en Londres y estaba cerrado todo alrededor del hotel. Así que nos costó casi una hora llegar. ¡Vaya follón! Conseguimos finalmente llegar al hotel y dejé a las chicas para ir a dejar el coche en un parking que no fuera un atraco. Al volver salí a cazar comida y dar una vuelta ya que estamos en un hotel pegados a Trafalgar Square y se llega a todo el meollo en 5 minutos. Mañana estaremos todo el día aquí haciendo lo típico que tanto nos gusta. Buenas noches!
Seguro que os estaréis preguntando que narices es el IWM Duxford. Pues bien, básicamente es un Imperial War Musseum centrado en la aviación. Tan centrado está que lo han situado en un aeródromo. Así que aparcamos y según llegamos ya alucino. Como sabréis soy un fan de la aviación, especialmente de la aviación militar. Es algo que me viene desde pequeñito. Así que, al nada más entrar, ver de frente un SR-71 Blackbird, el para mí mayor hito de la aviación del siglo XX, me deja boquiabierto.
En USA había visto un A-12, que es el modelo en el que está basado este, pero no es lo mismo. El hangar principal está lleno de cosas. B17, B24, Harrier, P-51, Typhoon, Eurofighter... Muchísimas cosas, centrado sobre todo en aviones ingleses.
Y hablando de aviones ingleses, ¿no había un Spitfire? Pues dentro del museo no, porque estaba fuera volando. Y es que lo que tiene este museo es que muchos de sus aviones vuelan. Sí sí, están en condiciones de volar y vuelan. Algunos mucho, como el Spitfire, y otros menos (muchos de los aviones sólo vuelan en ocasiones especiales como la exibición de la semana que viene). Así que seguimos andando y viendo aviones dentro de hangares y en la pista.
Además de aviones militares también tienen civiles así que aprovechamos y subimos a un Concorde, que es un lujazo. Preparados para la exibición de la semana que viene había un B17 y un B52, que me encantaría ver volar pero ya no estaremos por aquí. Al final del museo hay una pequeña zona de guerra terreste donde encontré cosas chulas aunque un tanto apelotonadas. Muy centradas eso sí, en lo británico. Aun así había un T-34 o un Sherman, por ejemplo.
Cuando terminamos de ver el museo nos fuimos a comer a una de las cafeterías. Allí Bea tomó una sopa de tomate y zanahoria, a Cloe le cogimos unas salchichas frescas con patatas aunque terminó picando de lo de los dos y yo me tomé un sandwich de pollo.
De allí ya nos fuimos a Londres. Como era un poco tarde y queríamos llevar a la niña al Princess Diana Memorial Playground decidimos ir en coche hasta Hyde Park y aparcar por allí antes de ir al hotel. Dejamos el coche en un parking cercano y llevamos a Cloe a jugar. No os podéis imaginar como se lo pasó. Primero saltamos en los juegos musicales, después la descalzamos y remangamos y se puso a jugar en una zona de agua, rocas y arena.
Estuvo saltando en el agua, jugando en la que salía de una fuente hecha para que los pequeños la usasen, cogiendo arena para lanzarla al agua... Se mojó bastante pero la secamos y la cambiamos y ya estaba para otra.
Así que nos fuimos al tobogán, de ahí a las ovejas de madera y por último rematamos en parque en los clásicos columpios. Para rematar la faena nos fuimos a perseguir ardillas y patos.
Pena que las ardillas en esta época tienen muchísimas bellotas para comer y no dimos hecho que se acercasen.
Nuestra intención era ir en coche al hotel y bajar a cenar después del check in. Pero cuando nos metimos en la zona de Marble Arch de repente vimos un tráfico horrible. ¿Qué pasaría? Pues bien, tras un rato averiguamos que hoy había etapa del British Tour en Londres y estaba cerrado todo alrededor del hotel. Así que nos costó casi una hora llegar. ¡Vaya follón! Conseguimos finalmente llegar al hotel y dejé a las chicas para ir a dejar el coche en un parking que no fuera un atraco. Al volver salí a cazar comida y dar una vuelta ya que estamos en un hotel pegados a Trafalgar Square y se llega a todo el meollo en 5 minutos. Mañana estaremos todo el día aquí haciendo lo típico que tanto nos gusta. Buenas noches!
Destination Unknown Again:Castle Combe, Bicester y Stoke Bruerne
Hoy nos levantamos en nuestro lujazo de habitación y desayunamos en una mesa redonda de la suite. Salimos del hotel tras una buena noche y pensamos que hacer. Hoy el grueso del plan era quedar con unos amigos expatriados en Milton Keynes, una ciudad al norte de Londres. Así que pensamos que hacer por el camino y decidimos hacer varias cosas, la primera era ver un pueblo de los Costworlds y el que nos quedaba más cercano era Castle Combe.
Así que recorrimos otra vez las lentas carreteras británicas y llegamos al pueblo, muy pequeño pero idílico.
Un río lo recorre por el lateral, las casas son bastante uniformas y casi siempre de la misma piedra. Nos llama la atención la iglesia y paramos.
Por fuera es un bellezón, por dentro es más normalita. Nos llamó la atención que cada familia del pueblo tiene su banco y sus cojines bordados, muy cuqui todo. La estampa se completa con un hotel integrado totalmente con las casas locales y con un inmenso campo de cricket y también lleno de ingleses ultra pijos.
Muy satisfechos por la parada y todavía con la boca abierta por la belleza del sitio seguimos camino.
Lo siguiente del día fue una parada express en Bicester Village, otro de esos outlets que pertenece a la misma cadena que La Roca Villa o Las Rozas Village. Ya habíamos estado y sabíamos lo que había, pero hoy fue un locurón de gente. Brutal. Pero bueno, dimos una vuelta rápida, fichamos en Kipling, comimos un sandwich en un Pret a Manger y seguimos camino.
Con nuestros amigos quedamos en Stroke Bruerne, donde había una feria de los años 40. La idea fue de ellos y nos lo pasamos muy bien. Había exibición de vehículos de la época (incluyendo militares), gente con ropa de época, alguna pequeña recreación militar, un Spitfire volando unas cuantas pasadas sobre la gente y una actuación de una cantante que interpretaba canciones de la época mientras la gente bailaba y cantaba algunas muy populares.
Cuando acabó la música caminamos todos por los canales viendo barcos engalanados. El sitio es precioso y hay ambientazo.
Cuando murió todo (a eso de las seis y pico) nos fuimos a cenar al Cowper's Oak, en el pueblo de Weston Underwood. Llegamos antes de nuestra reserva así que nos tomamos unas pintas en el exterior charlando animadamente hasta que llegó la hora de cenar. Nos zampamos todos lo mismo: hamburguesas de venado. Bueno, miento un poco, Cloe se tomó unas tiras de pechuga de pollo rebozadas con patatas y guisantes. Y así siguió la cena y la conversación, postres incluidos (bread & butter pudding y chocolate tart) hasta que ya fue demasiado tarde como para proseguir, a las tardías 10 de la noche. Ahí nos despedimos y fuimos a dormir al hotel de esta noche, el Woodland Manor, desde el que os escribo.
Así que recorrimos otra vez las lentas carreteras británicas y llegamos al pueblo, muy pequeño pero idílico.
Un río lo recorre por el lateral, las casas son bastante uniformas y casi siempre de la misma piedra. Nos llama la atención la iglesia y paramos.
Por fuera es un bellezón, por dentro es más normalita. Nos llamó la atención que cada familia del pueblo tiene su banco y sus cojines bordados, muy cuqui todo. La estampa se completa con un hotel integrado totalmente con las casas locales y con un inmenso campo de cricket y también lleno de ingleses ultra pijos.
Muy satisfechos por la parada y todavía con la boca abierta por la belleza del sitio seguimos camino.
Lo siguiente del día fue una parada express en Bicester Village, otro de esos outlets que pertenece a la misma cadena que La Roca Villa o Las Rozas Village. Ya habíamos estado y sabíamos lo que había, pero hoy fue un locurón de gente. Brutal. Pero bueno, dimos una vuelta rápida, fichamos en Kipling, comimos un sandwich en un Pret a Manger y seguimos camino.
Con nuestros amigos quedamos en Stroke Bruerne, donde había una feria de los años 40. La idea fue de ellos y nos lo pasamos muy bien. Había exibición de vehículos de la época (incluyendo militares), gente con ropa de época, alguna pequeña recreación militar, un Spitfire volando unas cuantas pasadas sobre la gente y una actuación de una cantante que interpretaba canciones de la época mientras la gente bailaba y cantaba algunas muy populares.
Cuando acabó la música caminamos todos por los canales viendo barcos engalanados. El sitio es precioso y hay ambientazo.
Cuando murió todo (a eso de las seis y pico) nos fuimos a cenar al Cowper's Oak, en el pueblo de Weston Underwood. Llegamos antes de nuestra reserva así que nos tomamos unas pintas en el exterior charlando animadamente hasta que llegó la hora de cenar. Nos zampamos todos lo mismo: hamburguesas de venado. Bueno, miento un poco, Cloe se tomó unas tiras de pechuga de pollo rebozadas con patatas y guisantes. Y así siguió la cena y la conversación, postres incluidos (bread & butter pudding y chocolate tart) hasta que ya fue demasiado tarde como para proseguir, a las tardías 10 de la noche. Ahí nos despedimos y fuimos a dormir al hotel de esta noche, el Woodland Manor, desde el que os escribo.
Destination Unknown Again: Stonehedge y Bath
Hoy había alguna nube más que ayer en el cielo pero nada grave. El pronóstico para hoy era nuboso sin agua, así que preparamos todo y bajamos a desayunar.
Hoy tocaba algo tradicional así que escogí desayunar kippers. Básicamente arenques ahumados en frío que luego son cocinados de maneras diversas (estos estaban escalfados). La verdad es que estaban ricos ricos pero ayuda que a mi me gusten el arenque y los ahumados mucho. Bea y Cloe fueron a lo clásico y no se pelearon con espinas. Tras el potente desayuno salimos camino de Bath pero decidimos dar un pequeño rodeo para poder ver Stonehedge, que estaba cerca y daba rabia no verlo.
Stonehedge es el típico monumento que conoce todo el mundo. Diría que es el monumento megalítico más famoso del mundo, y ese quizá sea el problema. Llegamos y en todos los alrededores había muchísimo tráfico. El parking era enorme y había muchos buses. Gente y gente por todos lados. La mayor concentración de jubiletas magufos de la historia.Se nos quitaban las ganas a cada paso. Miramos el precio: más de 20 libras por cabeza. Además lo que realmente estaría bien es poder pasear libremente por las piedas. Entiendo que deba ser protegido porque hay mucho tonto en este mundo, pero en Carnac, que es un monumento de la época muy importante también, pudimos pasear libremente. Así que decidimos no pagar y nos dimos la vuelta. Pero eh, esto debe estar cerca de una carretera - pensamos. Así que buscamos donde estaba vía google maps y pasamos muy despacito por la carretera. No lo ves tan cerca como pagando, pero lo suficiente para poder verlo y estar satisfechos de no haber perdido tanto tiempo.
Desde allí nos dirigimos a Bath. Bath es una ciudad inglesa muy antigua, de la época romana. Ya de aquella los moradores de estas tierras venían a la ciudad de turismo termal. La ciudad es patrimonio de la humanidad y las construcciones son todas de un mismo tipo de piedra que viene de los montes cercanos. Así que llegamos, aparcamos en un parking de corta estancia, y nos pusimos a andar.
La zona turísitca de Bath es pequeña, se anda muy bien y hay muchísima vida. Mucho turismo interior y mucha gente de la zona que va a Bath a hacer sus compras. Dimos un paseillo y nos fuimos a comer, que ya era algo tarde. Como estaba todo a tope y no queríamos dar muchas vueltas comimos en un Starbucks unos sandwiches y seguimos camino con Cloe ya durmiendo la siesta nada más salir.
Así que con Cloe durmiendo nos fuimos a ver la abadía de Bath, que resultó un sitio muy bonito aunque no llegó al nivel (ni de lejos) de las catedrales de los últimos días. Lo que sí nos resulta curioso de estos templos en inglaterra es la cantidad de homenajes a militares que hay en todos. Que si a los de la I GM , si a los de la II GM, que si a los de la batalla de tal o de pascual... Que la iglesia homenajee esto me parece de risa, pero es lo que hay. De allí salimos a dar otra vuelta por la zona de compras.
La calle está llena de músicos callejeros que en muchos casos no piden dinero. La calle es su escaparate y ponen carteles con su facebook. Como la niña estaba durmiendo y necesitábamos cambiar el coche de sitio fui a por él mientras Bea seguía de compras. ¡Vaya aventura salir y entrar del parking con el ticket del otro lado!
Cuando llegué Cloe ya se despertaba y nos fuimos a ver las termas. Las termas romanas de Bath tienen dos partes construidas una encima de otra.
La base, la original, data de la ocupación romana. La superior que se construyó sobre esa base es del XVIII, en plena época de admiración de la cultura clásica (romana y griega) por parte de las clases adineradas inglesas. Las termas ahora mismo son un museo y no están en uso como tal. En Bath hay otros edificios que usan las aguas que hay en el subsuelo, pero en las viejas uno no se puede bañar. Así que allí estuvimos, hablándole a Cloe de los romanos y viendo los sistemas que tenían para traer el agua, los restos de estatuas y recorriendo el edificio.
Cuando salimos de las termas dimos otra pequeña vuelta y decidimos hacer una pequeña compra en el super ya que al día siguiente ya no teníamos desayuno en el hotel.
No compramos demasiadas cosas, pero nos quedamos un buen rato curioseando por el local arriba y abajo. Eso sí, le compramos a Cloe una nueva compañera que le está encantando, la oveja Shaun. Cuando salimos ya era hora de cenar así que dejamos la compra en el coche y nos pusimos a buscar. Como no queríamos dar muchas vueltas (hoy parece que estamos pasotas) terminamos en un sito llamado Grillstock. Allí nos pusimos las botas comiendo caaaaaarne. Como tampoco queríamos pensar nos pillamos un plato para compartir con un mix de cosas de la casa. Medio costillas de cerdo, un poco de pulled pork, un poco de beef brisket y medio pollo asado. Todo esto con un montonazo de patatas, ensalada de col y unos pepinillos. De morirse lo bueno que estaba. Cloe nos acompañaba con su hamburguesita y unas patatas que comió de maravilla. Todo esto mientras sonaba buena música rock por los altavoces. Maravilloso local, como para repetir. Eso si, aviso a navegantes, todo tiene mucha sal y está muy especiado.
Paseamos otro poco al salir del restaurante, lo suficiente para que Cloe viera a un chico tocando un calypso y para que viéramos lo bonita que es Bath de noche y nos cogimos el coche para ir al hotel. Al llegar la hotel, problemón. Resulta que ayer, con las prisas, había puesto mal las fechas de la reserva y había cogido la habitación para una noche equivocada. Al final, hablando con el gerente me dice que claro, que no tenía una habitación similar y que estaban llenos menos... la master suite. Así que negociamos un recargo (que me pareció muy razonable) y nos dieron una suite increible en la que pasar la noche. Así que no hay mal que por bien no venga y dormimos esa noche de puro lujazo.
Hoy tocaba algo tradicional así que escogí desayunar kippers. Básicamente arenques ahumados en frío que luego son cocinados de maneras diversas (estos estaban escalfados). La verdad es que estaban ricos ricos pero ayuda que a mi me gusten el arenque y los ahumados mucho. Bea y Cloe fueron a lo clásico y no se pelearon con espinas. Tras el potente desayuno salimos camino de Bath pero decidimos dar un pequeño rodeo para poder ver Stonehedge, que estaba cerca y daba rabia no verlo.
Stonehedge es el típico monumento que conoce todo el mundo. Diría que es el monumento megalítico más famoso del mundo, y ese quizá sea el problema. Llegamos y en todos los alrededores había muchísimo tráfico. El parking era enorme y había muchos buses. Gente y gente por todos lados. La mayor concentración de jubiletas magufos de la historia.Se nos quitaban las ganas a cada paso. Miramos el precio: más de 20 libras por cabeza. Además lo que realmente estaría bien es poder pasear libremente por las piedas. Entiendo que deba ser protegido porque hay mucho tonto en este mundo, pero en Carnac, que es un monumento de la época muy importante también, pudimos pasear libremente. Así que decidimos no pagar y nos dimos la vuelta. Pero eh, esto debe estar cerca de una carretera - pensamos. Así que buscamos donde estaba vía google maps y pasamos muy despacito por la carretera. No lo ves tan cerca como pagando, pero lo suficiente para poder verlo y estar satisfechos de no haber perdido tanto tiempo.
Desde allí nos dirigimos a Bath. Bath es una ciudad inglesa muy antigua, de la época romana. Ya de aquella los moradores de estas tierras venían a la ciudad de turismo termal. La ciudad es patrimonio de la humanidad y las construcciones son todas de un mismo tipo de piedra que viene de los montes cercanos. Así que llegamos, aparcamos en un parking de corta estancia, y nos pusimos a andar.
La zona turísitca de Bath es pequeña, se anda muy bien y hay muchísima vida. Mucho turismo interior y mucha gente de la zona que va a Bath a hacer sus compras. Dimos un paseillo y nos fuimos a comer, que ya era algo tarde. Como estaba todo a tope y no queríamos dar muchas vueltas comimos en un Starbucks unos sandwiches y seguimos camino con Cloe ya durmiendo la siesta nada más salir.
Así que con Cloe durmiendo nos fuimos a ver la abadía de Bath, que resultó un sitio muy bonito aunque no llegó al nivel (ni de lejos) de las catedrales de los últimos días. Lo que sí nos resulta curioso de estos templos en inglaterra es la cantidad de homenajes a militares que hay en todos. Que si a los de la I GM , si a los de la II GM, que si a los de la batalla de tal o de pascual... Que la iglesia homenajee esto me parece de risa, pero es lo que hay. De allí salimos a dar otra vuelta por la zona de compras.
La calle está llena de músicos callejeros que en muchos casos no piden dinero. La calle es su escaparate y ponen carteles con su facebook. Como la niña estaba durmiendo y necesitábamos cambiar el coche de sitio fui a por él mientras Bea seguía de compras. ¡Vaya aventura salir y entrar del parking con el ticket del otro lado!
Cuando llegué Cloe ya se despertaba y nos fuimos a ver las termas. Las termas romanas de Bath tienen dos partes construidas una encima de otra.
La base, la original, data de la ocupación romana. La superior que se construyó sobre esa base es del XVIII, en plena época de admiración de la cultura clásica (romana y griega) por parte de las clases adineradas inglesas. Las termas ahora mismo son un museo y no están en uso como tal. En Bath hay otros edificios que usan las aguas que hay en el subsuelo, pero en las viejas uno no se puede bañar. Así que allí estuvimos, hablándole a Cloe de los romanos y viendo los sistemas que tenían para traer el agua, los restos de estatuas y recorriendo el edificio.
Cuando salimos de las termas dimos otra pequeña vuelta y decidimos hacer una pequeña compra en el super ya que al día siguiente ya no teníamos desayuno en el hotel.
No compramos demasiadas cosas, pero nos quedamos un buen rato curioseando por el local arriba y abajo. Eso sí, le compramos a Cloe una nueva compañera que le está encantando, la oveja Shaun. Cuando salimos ya era hora de cenar así que dejamos la compra en el coche y nos pusimos a buscar. Como no queríamos dar muchas vueltas (hoy parece que estamos pasotas) terminamos en un sito llamado Grillstock. Allí nos pusimos las botas comiendo caaaaaarne. Como tampoco queríamos pensar nos pillamos un plato para compartir con un mix de cosas de la casa. Medio costillas de cerdo, un poco de pulled pork, un poco de beef brisket y medio pollo asado. Todo esto con un montonazo de patatas, ensalada de col y unos pepinillos. De morirse lo bueno que estaba. Cloe nos acompañaba con su hamburguesita y unas patatas que comió de maravilla. Todo esto mientras sonaba buena música rock por los altavoces. Maravilloso local, como para repetir. Eso si, aviso a navegantes, todo tiene mucha sal y está muy especiado.
Paseamos otro poco al salir del restaurante, lo suficiente para que Cloe viera a un chico tocando un calypso y para que viéramos lo bonita que es Bath de noche y nos cogimos el coche para ir al hotel. Al llegar la hotel, problemón. Resulta que ayer, con las prisas, había puesto mal las fechas de la reserva y había cogido la habitación para una noche equivocada. Al final, hablando con el gerente me dice que claro, que no tenía una habitación similar y que estaban llenos menos... la master suite. Así que negociamos un recargo (que me pareció muy razonable) y nos dieron una suite increible en la que pasar la noche. Así que no hay mal que por bien no venga y dormimos esa noche de puro lujazo.
viernes, 11 de septiembre de 2015
Destination Unknown Again: Bodiam Castle y Salisbury
Continuemos. Salimos del hotel bajo un sol radiante camino de el castillo de Bodiam.
Pensamos en ir al Leeds Castle (que está cerca de Leeds pueblo, no de esa ciudad que casi le quita una champions al Madrid) pero la relación calidad/precio de la visita no lo justificaba. Es un castillo privado y clavan 21 libras por cabeza por entrar y no puedes verlo todo ya que hay muchos sitios ocupados por habitaciones (funciona como hotel). Así que como queríamos ver un castillo mono y con foso nos fuimos al de Bodiam que pintaba muy bien y era cerca. Así que tras recorrer unos 45 minutos de camino por esas cutres (pero preciosas) carreteras inglesas con todos esos coches yendo por el lado malo, llegamos al castillo. Aparcamos el coche previo pago de 3 libras y pagamos religiosamente la entrada de 16 libras por los dos (Cloe no). El castillo pertenece a una organización gubernamental llamada National Trust que se encarga de velar por el patrimonio nacional. Si viajais durante muchos días por Inglaterra por 41 libras podréis acceder a muchos sitios a precios reducidos o incluso gratis. Eso, que aparcamos y de primeras había unos robles inmensos y un montón de patos comiendo bellotas. Ojo, que no eran patos cualquiera, eran de esos de las tallas de madera. Con su parte del ala violeta. Esos mismos. Cloe se puso a perseguirlos y se lo pasó genial. El castillo estaba muy bien conservado. Data del siglo XIV y aunque nunca hubo batalla en él (de hecho se comenta que su utilidad como fortificación era muy limitada) el ver un castillo rodeado por un foso parece de película. Entramos e hicimos lo típico. Subimos a los torreones, vimos alguna explicación sobre para que servían las salas y vimos algunas armas y armaduras.
El interior del castillo está muy pelado, la verdad. No hay mobiliario y aunque es muy chulo verlo por dentro no os espereis salas profusamente decoradas ni nada similar, el valor de la visita es meramente histórico arquitectónico. Tras un buen rato paseando por el castillo y subiendo y bajando escaleras empinadas volvimos camino del coche mientras Cloe disfrutaba de los patos una vez más. Antes de irnos decidimos parar en la cafetería y la tienda y terminamos comiendo allí a la muy razonable hora de las doce y media. Porque sí, estamos tratando de hacer vida local (y más yendo por pueblos) así que comemos y cenamos cuando todo el mundo. Comimos un sandwich, un poco de fruta, unos scones y una salchicha envuelta en hojaldre. Todo esto lo tomamos en una terraza muy bonita que tenía la cafetería porque la verdada es que no hacía nada de viento y el sol picaba, así que cogimos una entre sol y sombra y se estaba maravillosamente bien.
Salimos de allí camino de Salisbury, pequeña ciudad del sur de Inglaterra de la que había oido hablar muy bien. En todo este viaje las paradas van a ser un tanto aleatorias porque este es nuestro primer viaje por la zona, va a ser corto y tengo escogidas mil cosas para ver. No va a dar mucho tiempo a ver zonas en profundidad, ni siquiera a recorrer mucho porque las distancias con estas carreteras son bastante largas. Así que hoy apetecía Salisbury. Por el camino que nos mandó el GPS (el supuestamente rápido) vimos un gran problema que tiene el sistema de circulación del sur de inglaterra. Si vas por el camino corto lleva mucho tiempo, si vas por el largo eso supone circunvalar Londres desde muy lejos (pongamos a 50 km) que va la radial más exterior. Esto hace que esas radiales soporte muchísimo tráfico porque te va a compensar ir por ellas en vez de ir derecho. Así que hicimos esa vuelta y estuvimos un par de horas rodeados de muchísimo tráfico que, eso sí, no iba muy rápido porque no podía. Así que tras unas horas llegamos a Salisbury y aparcamos en un pequeño aparcamiento de zona azul en el centro de la ciudad, muy muy cerca de la catedral.
Porque amigos, si algo destaca de este sitio es esta maravilla de catedral. Ya no es solo que la catedral sea precioso por si sola, es el entorno. En muchas catedrales que hemos visitado pasa lo mismo, están engullidas por el entorno. Están en medio de zonas viejas rodeadas de casas a pocos metros de distancia (como en Tours) o tiene calles con tráfico delante (como en Orleans). Esta catedral está rodeada de un parque al estilo inglés, con mucho césped y algunos árboles muy antiguos para dar aun más majestuosidad al conjunto. La estampa es preciosa. El sol del atardecer da unos tonos anaranjados sobre el conjunto. El cesped es verde intenso. Por el medio de él hay gente charlando y estudiando. Te deja boquiabierto. Entramos y por dentro impresiona también. Es altísima. El claustro es enorme (es el más grande de Inglaterra) y lo rodeamos para verlo en todo su esplendor. Cuando finaliazamos la visita nos fuimos al pueblo, en el que estaban cerrando todas las tiendas. Paseamos y paseamos entre casas algo más recientes y casas de entramado de madera. También hay las típicas casas inglesas de piedra gris con enredaderas subiendo por sus paredes. Muy buen ambiente por la ciudad. Encontramos un paseo hecho al lado del río en un canal hecho para el molino, que ahora es cervecería. Allí vemos un parque con columpios y Cloe se emociona. Nos quedamos un buen rato jugando con ella en los columpios y el tobogán, que parece hecho a su medida para que le suponga pequeños retos que pueda asumir. Cuando vemos que la gente se retira nos vamos a buscar donde cenar.
No había muchas ganas de pensar esta vez y terminamos en un wagamama. Bea se tomó un ramen antifrío, Cloe un menú de arroz, algunas verduras y pollo rebozado en panko y yo un curry con mucho cilantro y lemongrass. Todo muy rico aunque nuestros platos picaban y a Bea le terminó resultando algo cargante. Cloe se lo pasó pipa (y comió!) con unos palillos infantiles que le trajeron de cubiertos aunque regó comida por doquier. Cansados ya nos despedimos de Salisbury camino del hotel, otro de esos Bed & Breakfast rurales que tanto me gusta. Una casa con techo de esos de paja que se ven en las películas y que es muuuy antiguo y tiene las paredes torcidas como tenía la casa de la aldea de mis abuelos. ¡Buenas noches!
Destination Unknown Again: Etretat, Ferry y Canterbury
Vaya día el de hoy, completito completito. Nos levantamos en nuestra casa particular en medio de la alta Normandía, viendo caballos por la ventana y tomando un desayuno para coger fuerzas. Hacía sol fuera y eso nos levantaba el ánimo. Panes caseros, una especie de mezcla de pan y croissant, unos tés y salimos Cloe y yo a despedirnos del gato y los caballos. Un rato después salimos los tres hacia Étretat.
Éretat está en la zona de los acantilados blancos de Francia. Todo el mundo conoce los acantilados de Dover, pero mucha menos gente conoce que hay acantilados similares en el lado francés, en la costa de la alta normandía poco después de Le Havre. Aparcamos en Étretat, uno de los sitios más famosos para verlos a poca distancia de la playa y la zona peatonal. Un pequeño paseo y llegamos a la playa, que parecía tomada por la tercera edad. La vista cuando uno llega al mar es espectacular. La playa es de cantos rodados bien gordos, de los que uno esperaría encontrar en un río. A los lados, dos salvajes acantilados blancos. El de la izquierda tiene un arco que se sujeta por un lado en una aguja que sobresale altísima desde el mar. Nos sentamos en las rocas un rato con Cloe admirando el paisaje y jugando con las piedras. Decidimos subir a la capilla que había en el extremo derecho para tener una mejor perspectiva. Empezamos a subir escaleras con Cloe en el colo. Era una subida bastante larga y al llegar arriba las fuerzas flaqueaban pero lo conseguimos. ¡Pedazo vista! Desde arriba pudimos ver que en el lado contrario hay un campo de golf y que haya muchos más acantilados. De hecho vimos una ruta de senderismo que tiene que ser impresionante. La dejaremos para cuando Cloe sea más grande. Anduvimos simplemente unas decenas de metros para ver un poco de acantilados más y nos sorprendimos con las gárgolas de peces que había en la capilla. Un rato depués bajamos hasta el coche y continuamos rumbo norte.
Nos quedaban más de dos horas y media de camino para llegar a Calais. Por el camino paramos en una de las increíbles áreas de servicio francesas (esta tenía una laguna y patos) para comer frugalmente y poder llegar sin preocupaciones a nuestro barco, que partía a las 16:05 en dirección a Dover. Era nuestra primera experiencia en el ferry del canal y nos emocionaba. Se que es una tontería, pero estas pequeñas cosas nos gustan mucho y nos hacen ilusión. Así que con Cloe durmiendo llegamos al control policial. Los franceses pasaron olímpicamente de nosotros (ellos nos dejaban irnos si queríamos) mientras que los ingleses se lo tomaron más en serio. Allí para verle bien la cara a Cloe la despertaron, los muy repugnantes. Desde allí pasamos por las aduanas (que pasaron de nuevo de nosotros) y del control de la naviera, que simplemente leyó mi matrícula y nos dio las indicaciones para poder embarcar. Y un rato de espera después allí estábamos a bordo del barco con el que cruzaríamos. La verdad es que fue bastante entretenido. Entre salir del puerto de Calais, merendar con Cloe en cubierta, dar una vuelta por el barco, ver el duty free y volver a cubierta para ver los preciosos acantilados de Dover, se nos pasó el viaje en un pis pas.
Y alli estábamos, en Dover, conduciendo por la izquierda. Otra pequeña cosa que nos daba emoción al viaje. La pena fue que era ya muy tarde y no pudimos parar en el castillo, cosa que me dio algo de pena. En fin, que sin ninguna incidencia, un rato después estábamos en Canterbury. Aquí la idea principal era ver la catedral, que es una de las más bonitas catedrales del gótico inglés.
Aparcamos muy cerca del centro en zona azul y nos fuimos a dar un paseo. La verdad es que el pueblo es increiblemente bonito. Casas muy cuidadas de marcado estilo inglés, buen ambiente en la calle y una catedral que por desgracia no pudimos ver por dentro. Eso sí, pudimos ver el exterior y el claustro que nos encantaron. Rodeada además por unos jardines que la hacían aun más bonita, la catedral me gustó mucho mucho. Decidimos pues irnos a cenar a una hora inglesa y, tras dar una vuelta, acabamos en una cadena de hamburgueserías, el Byron. Allí según llegamos a Cloe le dieron para pintar y ya se puso contenta. Comimos Bea y yo sendas hamburguesas y le pedimos una pequeñita a Cloe. Teníais que verla comer, ¡devoró! Lo curioso es que lo primero que se comió fue unos trozos de zanahoria cruda que venía con la comida. Comió estupendamente y nosotros también. Así que satisfechos nos fuimos hasta el hotel, el Kent House B&B en el que no había nadie en recepción pero estaban las llaves abajo así que nos servimos nosotros mismos y nos subimos a la habitación a tomar un baño en la impresioante bañera antes de dormir.
Éretat está en la zona de los acantilados blancos de Francia. Todo el mundo conoce los acantilados de Dover, pero mucha menos gente conoce que hay acantilados similares en el lado francés, en la costa de la alta normandía poco después de Le Havre. Aparcamos en Étretat, uno de los sitios más famosos para verlos a poca distancia de la playa y la zona peatonal. Un pequeño paseo y llegamos a la playa, que parecía tomada por la tercera edad. La vista cuando uno llega al mar es espectacular. La playa es de cantos rodados bien gordos, de los que uno esperaría encontrar en un río. A los lados, dos salvajes acantilados blancos. El de la izquierda tiene un arco que se sujeta por un lado en una aguja que sobresale altísima desde el mar. Nos sentamos en las rocas un rato con Cloe admirando el paisaje y jugando con las piedras. Decidimos subir a la capilla que había en el extremo derecho para tener una mejor perspectiva. Empezamos a subir escaleras con Cloe en el colo. Era una subida bastante larga y al llegar arriba las fuerzas flaqueaban pero lo conseguimos. ¡Pedazo vista! Desde arriba pudimos ver que en el lado contrario hay un campo de golf y que haya muchos más acantilados. De hecho vimos una ruta de senderismo que tiene que ser impresionante. La dejaremos para cuando Cloe sea más grande. Anduvimos simplemente unas decenas de metros para ver un poco de acantilados más y nos sorprendimos con las gárgolas de peces que había en la capilla. Un rato depués bajamos hasta el coche y continuamos rumbo norte.
Nos quedaban más de dos horas y media de camino para llegar a Calais. Por el camino paramos en una de las increíbles áreas de servicio francesas (esta tenía una laguna y patos) para comer frugalmente y poder llegar sin preocupaciones a nuestro barco, que partía a las 16:05 en dirección a Dover. Era nuestra primera experiencia en el ferry del canal y nos emocionaba. Se que es una tontería, pero estas pequeñas cosas nos gustan mucho y nos hacen ilusión. Así que con Cloe durmiendo llegamos al control policial. Los franceses pasaron olímpicamente de nosotros (ellos nos dejaban irnos si queríamos) mientras que los ingleses se lo tomaron más en serio. Allí para verle bien la cara a Cloe la despertaron, los muy repugnantes. Desde allí pasamos por las aduanas (que pasaron de nuevo de nosotros) y del control de la naviera, que simplemente leyó mi matrícula y nos dio las indicaciones para poder embarcar. Y un rato de espera después allí estábamos a bordo del barco con el que cruzaríamos. La verdad es que fue bastante entretenido. Entre salir del puerto de Calais, merendar con Cloe en cubierta, dar una vuelta por el barco, ver el duty free y volver a cubierta para ver los preciosos acantilados de Dover, se nos pasó el viaje en un pis pas.
Y alli estábamos, en Dover, conduciendo por la izquierda. Otra pequeña cosa que nos daba emoción al viaje. La pena fue que era ya muy tarde y no pudimos parar en el castillo, cosa que me dio algo de pena. En fin, que sin ninguna incidencia, un rato después estábamos en Canterbury. Aquí la idea principal era ver la catedral, que es una de las más bonitas catedrales del gótico inglés.
Aparcamos muy cerca del centro en zona azul y nos fuimos a dar un paseo. La verdad es que el pueblo es increiblemente bonito. Casas muy cuidadas de marcado estilo inglés, buen ambiente en la calle y una catedral que por desgracia no pudimos ver por dentro. Eso sí, pudimos ver el exterior y el claustro que nos encantaron. Rodeada además por unos jardines que la hacían aun más bonita, la catedral me gustó mucho mucho. Decidimos pues irnos a cenar a una hora inglesa y, tras dar una vuelta, acabamos en una cadena de hamburgueserías, el Byron. Allí según llegamos a Cloe le dieron para pintar y ya se puso contenta. Comimos Bea y yo sendas hamburguesas y le pedimos una pequeñita a Cloe. Teníais que verla comer, ¡devoró! Lo curioso es que lo primero que se comió fue unos trozos de zanahoria cruda que venía con la comida. Comió estupendamente y nosotros también. Así que satisfechos nos fuimos hasta el hotel, el Kent House B&B en el que no había nadie en recepción pero estaban las llaves abajo así que nos servimos nosotros mismos y nos subimos a la habitación a tomar un baño en la impresioante bañera antes de dormir.
jueves, 10 de septiembre de 2015
Destination Unknown Again: Tours
Hoy nos levantamos con fuerzas renovadas. La verdad es que dormimos muy bien en el hotel de ayer. Por la mañana nos levantamos, nos duchamos y bajamos a desayunar. Delphine nos tenía preparados unos zumos y nos trajo una cesta enorme con pan y croissants. Después nos trajo unos quesos para untar y un queso de cabra que estaba delicioso no, lo siguiente. Así que pasamos el rato desayunando y conversando con otro huéspedes brasileños antes de salir para Tours.
Tours es una de las ciudades más importantes del valle del Loira. Aparcamos en un parking del centro con idea de pasar el día aquí hasta que nos llegase la hora de coger el coche otra vez de camino al norte. Según llegamos nos dirigimos a la oficina de información turísitica y cogimos un plano de la ciudad. Primera parada, el museo de bellas artes. La idea no era ya tanto verlo por dentro (que no teníamos tiempo) como verlo por fuera y disfrutar de sus jardines. Allí admiramos el cedro que gobierna imponente el jardín. Sus doscientos años de edad llenan todo el centro del mismo y son un símbolo de la ciudad. Paseamos el jardín hasta que encontramos un tobogán perfecto para Cloe y allí estuvimos jugando un buen rato antes de proseguir camino hacia la Catedral.
La catedral es una maravilla, pero quizás no nos impresionó demasiado. Toda esta zona de Francia está llena de maravillas del gótico y tras ver cosas como Blois, Angers o Reims esta quizás la vemos como una más. Eso sí algunas de las vidrieras son muy muy buenas. Como dato curioso decir que es la primera catedral que vemos con algunas vidrieras modernas. No me refiero a vidrieras restauradas o a alguna vidriera hecha con pinta antigua, si no a algo con pinta de arte moderno. He de decir que no nos apasionó demasiado, vamos, que eran horribles. Tras acabar allí nos pusimos a buscar dónde comer. El agraciado fue el Beyrouth, un restaurante libanés.
He de decir que comimos los tres estupendamente. Es un sitio pensado para comer a base de muchos platos distintos, así que nos comimos seis. Un poco de humus, una pasta de frutos secos con aceite de oliva, un tabulé, unas alitas de pollo, falafel y pan con queso. Todo estaba muy muy bueno y salimos llenísimos del local no sin antes Bea tomarse un té de allí que también estaba muy bueno.
De allí nos fuimos a la ciudad vieja, a ver las famosas casas antiguas de entramado de madera. Por el camino me encontré tres tiendas de juegos de tablero en las que me impactó la cantidad de juegos que hay editados en francés. Se edita aquí muchísimo más que en castellano, es una pasada. Paseamos un ratito por la ciudad vieja que es realmente pequeña y ya nos fuimos hacia el coche. Todavía teníamos por delante 3 horas de trayecto hasta el destino de hoy, el hotel Le Clos Marie en Sausseuzemare-en-Caux (!). Aquí otra vez fuimos estupendamente recibidos y teníamos muchísimo espacio para nosotros. Pensamos en si salir a cenar, pero Cloe estaba jugando con el gato de la casa, viendo los caballos de la finca y jugando con el columpio así que decidimos quedarnos y cenar de picnic, descansar y preparar el día de mañana, que nos espera un viajecillo en barco...
Tours es una de las ciudades más importantes del valle del Loira. Aparcamos en un parking del centro con idea de pasar el día aquí hasta que nos llegase la hora de coger el coche otra vez de camino al norte. Según llegamos nos dirigimos a la oficina de información turísitica y cogimos un plano de la ciudad. Primera parada, el museo de bellas artes. La idea no era ya tanto verlo por dentro (que no teníamos tiempo) como verlo por fuera y disfrutar de sus jardines. Allí admiramos el cedro que gobierna imponente el jardín. Sus doscientos años de edad llenan todo el centro del mismo y son un símbolo de la ciudad. Paseamos el jardín hasta que encontramos un tobogán perfecto para Cloe y allí estuvimos jugando un buen rato antes de proseguir camino hacia la Catedral.
La catedral es una maravilla, pero quizás no nos impresionó demasiado. Toda esta zona de Francia está llena de maravillas del gótico y tras ver cosas como Blois, Angers o Reims esta quizás la vemos como una más. Eso sí algunas de las vidrieras son muy muy buenas. Como dato curioso decir que es la primera catedral que vemos con algunas vidrieras modernas. No me refiero a vidrieras restauradas o a alguna vidriera hecha con pinta antigua, si no a algo con pinta de arte moderno. He de decir que no nos apasionó demasiado, vamos, que eran horribles. Tras acabar allí nos pusimos a buscar dónde comer. El agraciado fue el Beyrouth, un restaurante libanés.
He de decir que comimos los tres estupendamente. Es un sitio pensado para comer a base de muchos platos distintos, así que nos comimos seis. Un poco de humus, una pasta de frutos secos con aceite de oliva, un tabulé, unas alitas de pollo, falafel y pan con queso. Todo estaba muy muy bueno y salimos llenísimos del local no sin antes Bea tomarse un té de allí que también estaba muy bueno.
De allí nos fuimos a la ciudad vieja, a ver las famosas casas antiguas de entramado de madera. Por el camino me encontré tres tiendas de juegos de tablero en las que me impactó la cantidad de juegos que hay editados en francés. Se edita aquí muchísimo más que en castellano, es una pasada. Paseamos un ratito por la ciudad vieja que es realmente pequeña y ya nos fuimos hacia el coche. Todavía teníamos por delante 3 horas de trayecto hasta el destino de hoy, el hotel Le Clos Marie en Sausseuzemare-en-Caux (!). Aquí otra vez fuimos estupendamente recibidos y teníamos muchísimo espacio para nosotros. Pensamos en si salir a cenar, pero Cloe estaba jugando con el gato de la casa, viendo los caballos de la finca y jugando con el columpio así que decidimos quedarnos y cenar de picnic, descansar y preparar el día de mañana, que nos espera un viajecillo en barco...
Destination Unknown Again: Burdeos y Crouzilles
Día de transición el de hoy, largo viaje nos esperaba. Nos levantamos muy pronto para desayunar con Flo y Carmen (y para hacerles llegar tarde a trabajar). Nos quedaban por delante seis horas de carretera camino de Crouzilles, un pueblo a media hora de Tours, en pleno valle del Loira. Nuestro camino hacia el norte comienza. Decidimos hacer una parada para pasear justo en el medio, en Burdeos.
Burdeos es una ciudad de conocemos ya de varias visitas. Enclavada en las orillas del Garona es una ciudad muy muy viva. Aparcamos ya en el parking de siempre (el de la Catedral) y nos pusimos a pasear por el centro. El centro peatonal y comercial de la ciudad estaba atestado de gente. Siempre lo está, no se cuando trabaja esta gente, pero es una pasada. Todas las calles están repletas de pequeños y grandes comercios, con centros comerciales a la antigua usanza enclavados en el medio como un edificio más (las Galerías Lafayette, por ejemplo). Paseamos las calles peatonales arriba y abajo, sin mucha fortuna con las compras. Decidimos parar a comer en una creperie (Creperie du Galet). La comida fue sencilla pero rica, con Bea y yo tomando unas creps de vieira (aunque la mía con sidra estaba más rica).
Tras la comida nos fuimos otro rato de paseo a recorrer más calles del centro con la misma impresión. Me traía recuerdos de cuando las calles comerciales estaban abarrotadas en Coruña un día normal de semana (recordad que era lunes) y no estaba todo el mundo en los centros comerciales de los polígonos. En fin, que un rato más tarde arrancamos camino de Crouzilles.
Poco que contar de camino, básicamente fue autopista y más autopista, que alguna aprovechó para dormir la siesta. Llegamos a eso de las siete a Crouzilles y allí fuimos recibidos en el Domaine les Feuillants por Delphine y Thierry que nos hicieron sentir como en casa. Cloe estaba en su salsa en el jardín de la casa, entre la casa de juguete que había fuera, la perrita Juliette, el gato George, las flores del jardín... Se volvía loca por ir a la piscina pero el sol ya estaba muy bajo y hacía algo de fresco como para meterse. Así que nos fuimos a cenar al restaurante que hay pegado al hotel, el Au Bon Accueil. Cloe cenó un menú infantil de hamburguesa con patatas fritas, Bea cenó perca que le gustó mucho a Cloe y yo cené ancas de rana. De postre nos tomamos una mousse de chocolate y una creme brulee. Todo muy rico, así que salimos de allí satisfechos dispuestos a dormir hasta mañana.
Burdeos es una ciudad de conocemos ya de varias visitas. Enclavada en las orillas del Garona es una ciudad muy muy viva. Aparcamos ya en el parking de siempre (el de la Catedral) y nos pusimos a pasear por el centro. El centro peatonal y comercial de la ciudad estaba atestado de gente. Siempre lo está, no se cuando trabaja esta gente, pero es una pasada. Todas las calles están repletas de pequeños y grandes comercios, con centros comerciales a la antigua usanza enclavados en el medio como un edificio más (las Galerías Lafayette, por ejemplo). Paseamos las calles peatonales arriba y abajo, sin mucha fortuna con las compras. Decidimos parar a comer en una creperie (Creperie du Galet). La comida fue sencilla pero rica, con Bea y yo tomando unas creps de vieira (aunque la mía con sidra estaba más rica).
Tras la comida nos fuimos otro rato de paseo a recorrer más calles del centro con la misma impresión. Me traía recuerdos de cuando las calles comerciales estaban abarrotadas en Coruña un día normal de semana (recordad que era lunes) y no estaba todo el mundo en los centros comerciales de los polígonos. En fin, que un rato más tarde arrancamos camino de Crouzilles.
Poco que contar de camino, básicamente fue autopista y más autopista, que alguna aprovechó para dormir la siesta. Llegamos a eso de las siete a Crouzilles y allí fuimos recibidos en el Domaine les Feuillants por Delphine y Thierry que nos hicieron sentir como en casa. Cloe estaba en su salsa en el jardín de la casa, entre la casa de juguete que había fuera, la perrita Juliette, el gato George, las flores del jardín... Se volvía loca por ir a la piscina pero el sol ya estaba muy bajo y hacía algo de fresco como para meterse. Así que nos fuimos a cenar al restaurante que hay pegado al hotel, el Au Bon Accueil. Cloe cenó un menú infantil de hamburguesa con patatas fritas, Bea cenó perca que le gustó mucho a Cloe y yo cené ancas de rana. De postre nos tomamos una mousse de chocolate y una creme brulee. Todo muy rico, así que salimos de allí satisfechos dispuestos a dormir hasta mañana.
Destination Unknown Again: San Sebastián
Tras pasar el sábado en Pamplona no haciendo nada más que pasear y charlar decidimos que el domingo había que hacer algo. Así que tras procrastinar todo lo decible (y lo indecible), salimos desde Pamplona hasta San Sebastián acompañados de Flo y Carmen. Tras un corto viaje de una hora aparcamos el coche en un parking muy cerca de la Concha. Después buscamos donde comer con un poco de ayuda de Tripadvisor para encontrar un buen sitio, aunque fue imposible ya que era un poco tarde y los sitios buenos buenos estaban a tope (alguno nos daba mesa para las cinco menos cuarto a las dos y media) o eran estratosféricamente caros. Así que a la buena de dios nos fuimos a dar un paseo por el casco viejo a ver que encontrábamos entre sitios que apestaban a trampa para turistas. Para empeorar las cosas resulta que esa mañana había habido competición de traineras y el casco viejo estaba lleno de peñas de los equipos de traineras comiendo y bebiendo. Ya un poco desesperados a eso de las tres y media encontramos (tripadvisor mediante) un bar de pinchos con buena pinta, el Hastehelena.
Allí nos plantamos los cinco, sentándonos como pudimos en una mesa minúscula cara la pared y pedimos... un pincho especial de cada, unas croquetas y una ración de rabas de calamar. La comida nos pareció bastante buena, ahora todo lo que rodea al local es cutre cutre. Básicamente la definición del local es tascurcia.
Desde allí fuimos paseando hacia la playa de la Concha, que estaba repleta de gente loca por disfrutar del buen tiempo que estaba haciendo.
La verdad es que día de playa lo que se dice no hacía, estábamos a unos 22ºC, pero la gente cuando tiene ganas se apunta a un bombardeo, y más por el norte.
Paseamos por el paseo que estaba repleto de gente. Paramos a coger un helado y seguimos de paseo por las calles camino del Buen Pastor.
Nos quedamos un rato admirando la catedral y seguimos paseo hasta el río para cruzarlo hacia la playa de Zurriola, sentándonos entre el Kuursal y la playa.
Allí le dimos a Cloe de merendar antes de coger el coche de vuelta a Pamplona.
He de decir que nos ha encantado la ciudad. Hacía mucho tiempo que no pasaba el día allí y es preciosa. Todo el centro tiene un estilo bastante uniforme en el que los edificios que se salen de la norma no terminan de romper el estilo imperante. Edificios feos los hay, sobre todo los que encuentras con la típica arquitectura playera de los 70, pero lo que hay alrededor es mayoría y es muy bonito.
Salimos de allí con intención de cenar en Pamplona en el bar Goroabe. Segunda visita, idéntico resultado. Ya os había hablado de este restaurante chino auténtico en el que uno se siente acogido como en casa. En esta cena se nos unieron Gus y Jaione, dos amigos de Pamplona más y todos quedamos muy satisfechos. Se come bien, abundante y está todo muy bueno. El tofu a la plancha, los quo tie, el pollo con sésamo... Llenos y satisfechos nos quedamos un rato charlando en la calle sin muchas ganas de irnos. Y con esas nos dieron las tantas y aun no sabíamos a donde ir al día siguiente. Finalmente, tras dar muchas vueltas al asunto y viendo que en Córcega los hoteles estaban carísimos y no había casi ninguno disponible, nos hemos decidido a tirar hacia el norte y luego ya veremos si vamos hacia el este o acabamos en Inglaterra. A dormir que es muy tarde!
Allí nos plantamos los cinco, sentándonos como pudimos en una mesa minúscula cara la pared y pedimos... un pincho especial de cada, unas croquetas y una ración de rabas de calamar. La comida nos pareció bastante buena, ahora todo lo que rodea al local es cutre cutre. Básicamente la definición del local es tascurcia.
Desde allí fuimos paseando hacia la playa de la Concha, que estaba repleta de gente loca por disfrutar del buen tiempo que estaba haciendo.
La verdad es que día de playa lo que se dice no hacía, estábamos a unos 22ºC, pero la gente cuando tiene ganas se apunta a un bombardeo, y más por el norte.
Paseamos por el paseo que estaba repleto de gente. Paramos a coger un helado y seguimos de paseo por las calles camino del Buen Pastor.
Nos quedamos un rato admirando la catedral y seguimos paseo hasta el río para cruzarlo hacia la playa de Zurriola, sentándonos entre el Kuursal y la playa.
Allí le dimos a Cloe de merendar antes de coger el coche de vuelta a Pamplona.
He de decir que nos ha encantado la ciudad. Hacía mucho tiempo que no pasaba el día allí y es preciosa. Todo el centro tiene un estilo bastante uniforme en el que los edificios que se salen de la norma no terminan de romper el estilo imperante. Edificios feos los hay, sobre todo los que encuentras con la típica arquitectura playera de los 70, pero lo que hay alrededor es mayoría y es muy bonito.
Salimos de allí con intención de cenar en Pamplona en el bar Goroabe. Segunda visita, idéntico resultado. Ya os había hablado de este restaurante chino auténtico en el que uno se siente acogido como en casa. En esta cena se nos unieron Gus y Jaione, dos amigos de Pamplona más y todos quedamos muy satisfechos. Se come bien, abundante y está todo muy bueno. El tofu a la plancha, los quo tie, el pollo con sésamo... Llenos y satisfechos nos quedamos un rato charlando en la calle sin muchas ganas de irnos. Y con esas nos dieron las tantas y aun no sabíamos a donde ir al día siguiente. Finalmente, tras dar muchas vueltas al asunto y viendo que en Córcega los hoteles estaban carísimos y no había casi ninguno disponible, nos hemos decidido a tirar hacia el norte y luego ya veremos si vamos hacia el este o acabamos en Inglaterra. A dormir que es muy tarde!
domingo, 6 de septiembre de 2015
Destination Unknown Again: Prólogo
Hacía mucho que no sabíais de nosotros, ¿verdad? La verdad es que desde el viaje de Septiembre del año pasado no ha habido demasiado que contar. Hemos ido sobre todo a ver amigos por ahí. Un fin de semana en Madrid para ver a los que han tenido que emigrar para buscar un trabajo (y de compras), y unos días por el norte para volver a ver a nuestros queridos amigos de Pamplona (y de playas). Son viajes en los que nos lo tomamos con más calma y en los que dejamos el portátil en casa. Y eso es malo para el blog. Muchas veces los amigos me preguntan cómo me las apaño para escribir, y la respuesta es hacerlo en el momento. O se escribe en el momento, en caliente, mientras se descansa esa noche en el hotel, o si no es inviable. Aunque puede ser que en un momento en el que me dedique a revisar fotos aparezca por aquí una entrada de alguno de esos viajes, pero me es complicado prometer esto.
Dejemos de hablar del pasado y hablemos de ahora, de este nuevo viaje que comienza
¿A dónde vamos? Pues no se. El título es repetido porque nos ha pasado otra vez lo mismo. Tenemos muchas ideas, pero poca decisión. Es septiembre, hace un tiempo bastante bueno en todos lados. Una vieja idea es subir hasta Inglaterra y ver el auténtico Reino Unido. Hemos ido muchas veces a Londres con alguna escapada ocasional a Oxford o Windsor, pero queremos ver el otro lado de Inglaterra. Canterbury, Bath, Cambridge, los Costworlds y si nos da tiempo y nos apetece incluso acercarnos a Gales o hasta Liverpool. Este viaje nos permitiría ver la parte de la costa francesa que no conocemos: la Alta Normandía. Otra vieja idea es ir Córcega y Cerdeña. Ahí tenemos varias posibilidades; que si ir a Córcega y luego volver por la Toscana, que si ir a Córcega y Cerdeña y volver directamente a Barcelona en ferry... Y luego está otra vez al camino del medio. Echamos de menos Alemania y una visita a los Alpes estaba bien. Un combinado Alpes alemanes, suizos y franceses combinados con unos dolomitas podría ser estupendo. La montaña siempre nos ha gustado aunque la niña es pequeña todavía para hacer rutas de senderismo con ella.
Así que de momento hemos salido de casa cargados de guías y ropa. Y sí, estamos en Pamplona pasando un fin de semana relajados mientras pensamos qué hacer. Como podéis ver se parecen los planes entre sí como un huevo a una castaña y seguimos sin saber que hacer. Como nos es muy difícil decidir seguramente acabemos haciendo lo de siempre, que es ir a un sitio donde no haga mal tiempo. Ahora mismo la previsión es que haga bueno en todos lados, así que esperaremos a mañana para que se aclare más la previsión y decidamos que hacemos. Os mantendremos informados.
Dejemos de hablar del pasado y hablemos de ahora, de este nuevo viaje que comienza
¿A dónde vamos? Pues no se. El título es repetido porque nos ha pasado otra vez lo mismo. Tenemos muchas ideas, pero poca decisión. Es septiembre, hace un tiempo bastante bueno en todos lados. Una vieja idea es subir hasta Inglaterra y ver el auténtico Reino Unido. Hemos ido muchas veces a Londres con alguna escapada ocasional a Oxford o Windsor, pero queremos ver el otro lado de Inglaterra. Canterbury, Bath, Cambridge, los Costworlds y si nos da tiempo y nos apetece incluso acercarnos a Gales o hasta Liverpool. Este viaje nos permitiría ver la parte de la costa francesa que no conocemos: la Alta Normandía. Otra vieja idea es ir Córcega y Cerdeña. Ahí tenemos varias posibilidades; que si ir a Córcega y luego volver por la Toscana, que si ir a Córcega y Cerdeña y volver directamente a Barcelona en ferry... Y luego está otra vez al camino del medio. Echamos de menos Alemania y una visita a los Alpes estaba bien. Un combinado Alpes alemanes, suizos y franceses combinados con unos dolomitas podría ser estupendo. La montaña siempre nos ha gustado aunque la niña es pequeña todavía para hacer rutas de senderismo con ella.
Así que de momento hemos salido de casa cargados de guías y ropa. Y sí, estamos en Pamplona pasando un fin de semana relajados mientras pensamos qué hacer. Como podéis ver se parecen los planes entre sí como un huevo a una castaña y seguimos sin saber que hacer. Como nos es muy difícil decidir seguramente acabemos haciendo lo de siempre, que es ir a un sitio donde no haga mal tiempo. Ahora mismo la previsión es que haga bueno en todos lados, así que esperaremos a mañana para que se aclare más la previsión y decidamos que hacemos. Os mantendremos informados.
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