sábado, 18 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 4 Potes - Cervera del Pisuerega - Puebla de Sanabria - Orense - A Coruña

El domingo arrancamos con dos misiones, volver dando un rodeillo y ¡comer lechazo! Aprovechando la cercanía de Castilla nos propusimos comer en un buen asador un lechazo en un horno de leña. Tras levantarnos, desayunar y despedirnos de la gente de la casa (que majos todos) nos fuimos a la quesería de la que os hablábamos en la entrada del viernes. Subimos hasta ella y llamamos al teléfono que había fuera para que se acercara una señora que se encargaba de vender los quesos. Muy maja ella nos ofreció probar los que quisiéramos. y nos llevamos un buen lote xD Antes de irnos apareció el dueño, llevando unas zuecas muy bonitas con refuerzos de goma. Acabamos hablando de cháchara con él y nos preguntó por el balneario de Guitiriz, al que pensaba ir a la semana siguiente. Le dimos consejos de a donde ir y en agraadecimiento nos regaló un queso. Arrancamos en dirección a Palencia para buscar un buen lechazo.

Nos metimos por una carretera de montaña en dirección a Palencia capital y fuimso llamando a asadores, buscando donde nos dieran lechazo y lechón. Al final lo del lechón no pudo ser en ninguno de los teléfonos que habíamos conseguido, así que decidimos buscar algún sitio donde comer en Cervera del Pisuerga. Por el camino paramos en el mirador del alto del puerto de Piedrasluengas, desde el que se ve un valle lleno de robles.

En Cervera al final acabamos en uno de los asadores a los que habíamos llamado por teléfono que tenía un nombre un poco desafortunado, Asador Gasolina xD. La comida fue acojonante. De entrante unos pimientos del piquillo rellenos de boletus y de segundo Buyo y yo compartimos una cuarto de lechazo D.O. de Castilla León, Bea un entrecot de ternera con salsa de boletus y Rosa unas chuletillas de cordero. Ni que decir tiene que el entrante estaba muy muy rico, pero el lechazo era sublime. El mejor que he tomado nunca, se deshacía en la boca y la piel era crujiente y hacía como capas.

Tras la comida dimos un pedazo de rodeo para ir hasta Puebla de Sanabria, para volver a ver el lago y el pueblo, para enseñárselo a Buyo y Rosa. Tras un camino bastante plácido, salvando los 50 km que tuvimos que compartir con la gente que volvía hacia Madrid, llegamos a Puebla y nos dirigimos a la laguna de los peces, que en esta época suele estar cubierta de una especie de nenúfares.
Last winter's snow
Con el frío que hacía no había nenúfares, pero había nieve y estaba precioso. Paseamos un rato y nos largamos hacia Puebla antes de que se hiciera de noche. Recorrimos el pueblo, que es bastante pequeño y nos detuvimos en una tienda para comprar un poco de cecina D.O. de León, un embutido de jabalí y unos boletus secos (vaya arroz van a dar, viva, viva!)
Exhausted and cold

Arrancamos hacia Orense donde pretendíamos cenar. La verdad es que como no conocemos Orense, tras dar una vuelta en coche y ver todo cerrado acabamos en el centro comercial cenando Buyo y Rosa un kebab y Bea y yo unos helados del Ben & Jerry. Al salir de Orense los carteles y el gps se confabularon para llevarnos a una autopista que estaba sin construir con lo que acabamos dando vueltas hasta que decidimos volver a Orense y coger la nacional hacia Santiago a la espera de ver una conexión con la autopista. A unos doce km la encontramos y acabamos llegando a Coruña bastante cansados a eso de las 2 de la madrugada. Fue un día largo, teniendo en cuenta que un viaje que a la ida fueron 450 Km a la vuelta, con las coñas y con las vueltas en Sanabria nos fuimos a 750 Km. En fin, que hemos vuelto con ganas de más, pero salvo noticia bomba no nos volvemos a ir hasta otoño, donde volveremos a atacar Europa!

EL último día si que hicimos camino, como podéis ver aquí.

Semana Santa 2009, día 3 Potes - Valle de Bedoya - Fuente De - Potes

Conseguimos el sábado levantarnos a desayunar pronto y llegar a tiempo a la ruta guiada por el valle de Bedoya. La nieve había bajado algo mása y el tiempo era similar al día anterior. A la entrada del pueblo desde el que se comenzaba la ruta nos encontramos con las dos guías y con un señor de Bilbao muy majo. Con las guías iba una niña muy simpática que se hizo la ruta sin protestar nada. Aparecieron justo antes de salir un señor que se paraba a mirar cada brizna de hierba que salía en las orillas y que enlentencía un poco la caminata y dos chicos que parecían que no sabían muy bien donde se metían yendo por un monte lleno de barro con deportivas blancas. Estuvimos cuatro horas de caminata monte arriba monte abajo, viendo muy buenas vistas desde justo enfrente de por donde habíamos estado el día anterior.

Por el camino vimos un corzo a unos 100-150 metros, que en cuanto nos vio, se nos quedó mirando unos segundos y escapó. Vimos también a un pájaro carpintero, y los oímos unas cuantas veces más.
Cherry blossom
Nos cruzamos con unos señores del pueblo muy majos, que nos echaron una mano con un caballo con muy mala hostia que se había adueñado del camino. Bea trató de hacerse amigo de ella con una manzana, pero no consiguió convencerlo. Acabamos la ruta con barro hasta la rodilla y nos fuimos a la casa a comer en el restaurante que tienen los dueños al lado. Nos cambiamos y comimos, tenían todos antojo de cocido lebaniego, así que lo cumplieron. La verdad es que no se da mucho la innovación culinaria por esta zona, en casi todos los restaurantes hay cordero, cocido lebaniego, rabas de calamar, puntillas de calamar, bocarte, anchoas, chuleta, entrecot, solomillo y algún que otro pescado, casi siempre a la plancha. Eso sí, la calidad de los ingredientes suele ser muy muy buena. Comieron los demás el cocido y yo me zampé un trozo de pierna de cordero muy rico. El cocido lebaniego consiste en una sopa y un segundo plato con garbanzos castellanos más pequeños y que quedan muy tiernos, repollo y un poco de carne de ternera, chorizo y una masa de huevo, miga y panceta. Después la opípara comida partimos a ver un par de monumentos religiosos de la zona.

En teoría íbamos a ver el monasterio de Santo Toribio de Liébana, pero como soy un poco choco miré mal en casa y partimos en direcció a otroa iglesia mítica de la zona, Santa María de Lebeña, que es una iglesia mozárabe muy maja, y aunque no la hemos visto por dentro, por fuera no merece quedarse mucho tiempo.
Strong roots
Dimos la vuelta y nos dirigimos al monasterio, famoso porque tiene una cruz que se supone contiene un pedazo de la cruz donde se crucificó a cristo. Dicen que si se juntan todos los supestos trozos de la cruz tendría que ser grande como un mundo, pero allá cada cual con sus creencias. El monasterio a nivel arquitectura exterior me pareció bastante normalito. El claustro era muy muy cutre, pero la iglesia por dentro era maja. Había un sitio por el que pasabas y te dejaban tocar el trozo de madera y había un monje que la limpiaba tras cada persona que la tocaba. A continuación otro te daba una estampita. Todo muy sórdido. Arrancamos hacia Fuente De sin mucha convicción de poder subir porque las nubes estaban muy bajas y pensamos que habría mucha niebla. De hecho nos habíamos dejado las botas y los pantalones de monte secando en la casa.

Tras casi veinte km llegamos a Fuente De. Para los que no lo conozcáis es un mirador, que es un borde del parque nacional de los picos de europa, al que se puede subir en un teleférico que sube un desnivel , a pico, de ochocientos metros. Al llegar nos pareció que había mucha niebla arriba pero al poco despejo, además desde la taquilla se veía una webcam arriba en la que se veía despejado. Así pues, tras pagar 14€ por el viaje ida y vuelta del funicular, escuchar una advertencia de que arriba hacía mucho frío y de que teníamos que esperar 35 minutos para subir, ascendimos, superando todos nuestros miedos a estar a 800 m colgando. Arriba, el paraiso.
Cold in my hands
Unas vistas acojonantes y nieve que en algunas zonas nos llegaba a la rodilla. Hicimos el cafre en la nieve lo que quisimos y más. Nos tiramos bolas de nieve, corrimos, y para mayor cafrada Bea y yo bajamos una pendiente. Yo a rolos y Bea usando mi funda de la mochila de la cámara bajo el culo.
A giant leap
Tras hacer mil fotos y pasar un par de horas bajamos ya de vuelta. Buscamos dónde cenar y, recordando algún sitio que me había contado Roberto, acabamos reservando sitio apra cenar en un mesón al borde de la carretera cerca de Potes. Volvimos antes a la casa para que Buyo se cambiase las deportivas que había subido a la nieve y que tenía encharcadas. Antes de cenar volvimos a Potes a hacer compras de "recuerdos". Cayeron unas cuantas quesadas, unos sobaos, unos garbanzos... Todo comida, por supuesto.

La cena, cojonuda la verdad. Croquetas caseras ricas de entrante, Bea se tomó un solomillo de ternera, Buyo y yo lomo de cerdo adobado con queso y manzana rebozado y Rosa huevos con chorizo y patatas. De postre una tarta de manzana brutal y bea una mousse de chocolate con mucho sabor. Ademása, tirado de precio, que maravilla! Nos fuimos a la casa y nos echamos una partidilla de tute y para cama, que teníamos un largo camino de vuelta el domingo.

La ruta, cortita, aquí.

viernes, 17 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 2 Potes - El Soplao - Comillas - Potes

El viernes nos levantamos medianamente pronto para nuestro primer desayuno en la casa y vimos la nieve más cerca que el día anterior. Amenazaba algo de agua, pero nada muy grave, si no el típico tiempo primaveral inestable. No estuvo mal el desayuno pero sin ser deslumbrante. En general se echaba de menos algo salado, y al pedirlo Rosa, le fuerona buscar al restaurante un plato de jamón serrano, un buen detalle, pero parecía un poco dar el coñazo. En general al sentarte te ofrecían un café/te con un vaso de zumo de naranja natural. En la mesa había pan, una tostador, mermelada, mantequilla y algunos productos típicos como sobaos o corbatas de unquera. Al acabar de desayunar nos fuimos a hablar con la chica de la oficina de información turística, que nos estuvo contando que podíamos hacer. Entre las opciones nos llamó la atención el servicio de guías gratuito que ofrece la comunidad de Cantabria en sus zonas protegidas, fuera del parque nacional, pero ya no llegábamos al del viernes, así que lo dejmaos para el sábado. Preguntamos por rutas para hacer y nos decidimos por una que no quedaba muy lejos y que empezaba cerca de una quesería, ñam ñam.


Arrancamos con la ropa preparada para un poco de agua y al final pasamos de parar en la quesería y lo dejamos para más tarde. Nada más arrancar a caminar pasamos del sendero que nos habían comentaado y nos acercamos por otro a una peña que había relativamente cerca desde la que ver el desfiladero por el que el día anterior habíamos pasado en coche.

Por el camino, nos fueron acechando un grupo cada vez más numeroso de buitres leonados, impresionantes en tamaño. Vimos algunos restos de huesos de cabras por aquella zona, que supongo habrían dejado los buitres. La vista del desfiladero era impresionante, y la apeña a la que nos acercamos caía a pico hacia él.
Climbing down


Dimos vuelta y comenzamos el camino por el sendero, que iba desde Prendes hasta Cabañes, dos pequeños pueblos/aldeas (por esta zona el concepto de aldea es mucho más pequeño que en Galicia, aquí a estasa cosas les llaman pueblos, peor la verdad es que eran 15 casas a lo sumo). En la ruta nos perdimos un par de veces por la mala señalización de algunos cruces, pero fue hasta divertido ya que la dificultad de la zona no era muy grande. Cruzamos un par de veces unos pequeños ríos por unas rocas que resbalaban mucho y nos mojamos algo las botas y los calcetines. Pasamos por mucho barro también, pero al final llegamos. Una vez en el pueblo nos planteamos subir hasta Bejes, a 6 Km de cuesta dura y empinada, para ver las cuevas en las que se hace el queso picón, pero a medio camino desistimos, principalmente porque vimos que eran casi las tres de la tarde, teníamos casi dos kilómetros de descenso hasta el coche y a las siete teníamos las entradas de la cueva del Soplao. Así pues, comimos sobre unas rocas viendo los valles y en una zona bastante expuesta al viento, para bajar hasta el coche e ir hasta la casa rural para pegarnos una ducha antes de bajar a la cueva.

Pote's valleyTras una hora de coche, llegamos a la cueva, aunque más bien parecía una estación de bus o de tren. Al llegar nos dimos cuenta de que menos mal que habíamos comprado las entradas por internet, ya que nos encontramos a un conocido de Ferrol y nos dijo que habían comprado la entrada a las seis y tenían vez para el grupo de las nueve. Nosotros llegamos a las siete menos cuarto y a las siete estábamos entrando. Para entrar a la cueva te subes en un tren minero y avanzas 400 metros por un túnel antes de ver una cueva impresionante, con un montón de estalactitas de mil formas y todas muy muy blancas. La pena de la ruta por la cueva es que es muy muy frío e impersonal. Los grupos son grandes y no te dejan casi tiempo para pararte a ver las cosas. La guía parecía una maestra de escuela que se hubiera aprendido un rollo que soltaba una y otra vez, como si estuviera hastiada. Tras el recuerdo de la cueva de la montaña negra de Carcassone, vimos una cueva mejor pero no fue tan divertido. Salimos de allí y nos fuimos hasta Comillas.

El camino a Comillas fue tortuoso, ya que la carretera corta estaba cerrada y tuvimos que dar unos 20 Km de vuelta. Al llegar fuimos a ver el Capricho de Gaudí, un palacete construido por Gaudí que es precioso, tanto el edificio como la torre que tiene adyacente. No es muy grande pero estaba lleno de detalles. Yo me acordaba de cuando fui hace quince años con mis padres de que era un restaurante, y al parecer, lo habían reinaugurado hace poco. Vimos la carta fuera y decidimos hacer el guiri y comer dentro del restaurante para ver lo que es comer dentro de un edificio así. Por dentro las paredes estaban cubiertas de caligrafía japonesa, que supuestamente representan "Platero y Yo", algo curioso pero la verdad es que era bonito. La cena en general bien, la comida muy rica. De entrante cayó una terrina de foie. Pedimos de segundo unos lomos de venado con puré de castañas, una lubina y un rape. De postre cayeron unos pasteles de chocolate y un biscuit helado. En general la cocina muy bien pero tenía detalles cutres para un restaurante de su precio, que son pijadas, pero que suelen venir acompañando ese tipo de restaurantes, como que te recojan las migas antes del postre, que las copas no sean cutres, que el mantel y las servilletas sean de hilo o que el baño no sea cutre y anticuado. De todas formas salimos satisfechos a dar una avuelta por Comillas de noche. Dimos un pequeño paseo y nos volvimos a Potes, de vuelta por el desfiladero por el medio y medio de la carretera, orillando sólo cuando veíamos luces de coches en sentido contrario. Llegamos ya cerca de la una, así que nos fuimos a dormir que al día siguiente queríamos ir de caminata con las guías.

La ruta aquí, como siempre.

miércoles, 15 de abril de 2009

Semana Santa 2009, día 1 A Coruña - Potes

Este año nos quedamos medianamente cerca en Semana Santa, y nos fuimos con Buyo y Rosa a Potes, en el interior de Cantabria. Conseguimos salir por la mañana a eso de las 10:30 y tiramos millas por el norte. En el camino vimos muchísimo tráfico hacia Galicia, con muchos atascos. ¡Llegamos a pensar que nos estábamos perdiendo algo! En nuestro sentido había tráfico pero era fluído, ir en "caravana" a 90 Km/h no es demasiado coñazo. Antes de entrar hacia el interior nos quedamos a comer en San Vicente de la Barquera, dónde paseamos un rato y picamos en una sidrería unas anchoas, unos calamares y unas patatitas, no sin antes dejar el coche en el quinto culo ya que estaba a reventar de turistas. El pueblo no es gran cosa, pero la bahía es muy bonita.

Nada más salir de San Vicente después del paseillo la carretera cambia repentinamente al acercarse al interior, dónde se estrecha y se mete en un desfiladero. Allí la carretera va pegadita al río y a las rocas del borde, habiendo varios puentes por donde no caben dos noches a la vez. Al cabo de 30 Km de repente se abre en un valle rodeado de montañas a cada cual más alta, y en el centro del valle se encuentra Potes. La casa rural a la que íbamos, El Corcal de Liébana, estaba en Tama, muy cerquita. Entramos en la casa y la verdad, las fotos no engañaban. Es muy nueva y las habitaciones están muy cuidadas y se ve el cariño puesto en la decoración. Las dos que cogimos tenían balcón (bueno, la de ellos tenía tres balcones) con una mesa de madera y dos sillas para sentarse a disfrutar del solete (o más bien estos días, de la rasca que hacía). Dejamos las cosas y nos fuimos a Potes.
Potes es un pueblecito de casas de piedra y lleno de tiendas para esquilmar a los turistas. Eso sí, las tiendas están llenas de productos locales que merecen mucho la pena, aquí los souvenirs son, como norma general, cosas de comer muy sabrosas. Sobaos locales (que maravilla, nada que ver con los que compras en un super aquí), galletas diversas, embutidos, quesos, garbanzos... Dimos una vuelta y nos fuimos a cenar prontito, que al día siguiente tocaba ir de paseo por ahí. Acabamos en un restaurante comiendo unas croquetillas, un pastel de atún y queso picón (un queso azul suave que hacen en las cuevas de la zona, la versión cántabra del cabrales) y de segundo yo cometí el fallo de comer lengua de ternera, que estab regada de tomate frito solís. Buyo y Bea tomaron un solomillo de cerdo metido en un hojaldre con queso y bacon, que estaba muy tico. Rosa le dió a una trucha.
Potes lonelyness

Acabamos de cenra y dimos otra pequeña vuelta antes de volver a la casa. Al llegar nos dedicamos a buscar en internet información sobre que hacer al día siguiente, y decidimos hacer la compra por internet de las entradas de la cueva del Soplao, viendo que había muy pocas disponibles. A la una estábamos en la cama, dispuestos a caminar el día siguiente.

La ruta, facililla, aquí.

viernes, 2 de enero de 2009

Feliz 2009

Feliz 2009, y espero que sea mejor que este 2008 pasado (no es muy complicado para mi). Lega un año cargado de deseos de viajar. Todavía no tenemos muy claro a donde dirigirnos, pero esta año seguiremos por Europa. Sólo sabemos que caerán un par de días en Gstaad, que el año pasado dejaron un sabor agridulce por las circunstancias de nuestra partida y queremos desquitarnos. Como Suiza está en el medio y medio de Europa, a partir de ahí hay mil salidas.

Alemania, Rep. Checa, Hungría, Eslovenia, Austria, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Francia (de nuevo), Reino Unido (Londres de nuevo) son, en principio, algunos de nuestros deseados destinos, dejando Japón para (esperemos) el año que viene. ¿Sugerencias?

martes, 9 de diciembre de 2008

Pamplona

Resumen rápido del viaje, realmente no apetece tanto escribir a la vuelta como durante el camino, que se le va a hacer. Vayamos por partes.

Del viernes poco que contar, fue un viaje plácido. Pudimos salir al final a las seis, con lo que, con buen tiempo y pocas paradas, llegamos a Pamplona a eso de las doce a casa de Carmen y Flo. Tras los abrazos y la bienvenida estuvimos un buen rato de cháchara sin decidir de todo que se iba a hacer el fin de semana.

El sábado por la mañana al final decidimos no ir a Burdeos porque entre unas cosas y otras se nos hizo muy tarde. Así, que tras mucha indecisión, bajamos al centro para ver Pamplona. Aparcamos bajo la plaza de toros y fuimos a recorrer, bajo una fina lluvia, la zona por la que van los encierros. Subimos a lo alto de la ciudad pasando por el mercado, vimos a San Fermín, la Plaza del Castillo, etc. Nos llamó la atención como han recuperado algunas antiguas calles que estaban más bajas que el nivel actual de la ciudad. Vimos también la catedral, que no es gran cosa. Tras la caminata entró el hambre y nos fuimos a buscar donde tomar un pincho. La cosa estaba complicada porque parecía como si toda la ciudad estuviera en los bares. Buscando buscando encontramos un bar donde se iba ya alguna gente y nos tomamos un par de pinchos por cabeza de aperitivo. En todos lados las cosas parecían (y estaban) deliciosas.

Por la tarde las chicas quisieron ir de compras y como estaba lloviendo acabamos en un centro comercial, que realmente es como los de todos lados. Comimos allí en un restaurante un menú que no era gran cosa, donde sólo la tarta de cuajada rebajó la pesadez de estómago proporcionada por la comida. Tras una tarde de compras volvimos a casa de Carmen y Flo para cenar y descansar, que estábamos cansados de caminar.

El domingo nos fuimos a Francia a ver la zona de costa comprendida entre Bayonne y la frontera española. En una hora aproximadamente estábamos ya en Bayonne y nada más llegar nos sorprendió encontrarnos una feria de navidad. Había un montón de chorradillas y algo de comida que era lo más atacado por los locales, sobre todo las gordeces (crepes, castañas...). No había demasiada gente pero era cuestión de la hora, ya que la gente estaba comiendo, más tarde nos encontramos la feria abarrotada. Para nosotros era muy pronto para comer, así que nos dedicamos a callejear y para nuestra sorpresa muchas tiendas estaban abiertas o abrían por la tarde. Cuando quisimos comer ya no nos daban en ningún lado la comida, así que acabamos tomando unos bocatas bastante ricos en la panadería del centro del pueblo. Comimos al ladito de la catedral antes de acabar de ver el pueblo. Al asomarnos a la muralla nos encontramos un partido de rugby local y a bastante gente viendo el partido. Esperamos a que se produjera un ensayo y, en muy poco tiempo, pudimos verlo y continuamos hasta el coche para dirigirnos, a eso de las cinco, hacia Biarritz.

Biarritz es un pueblo muy turístico y, al ser domingo, había bastante gente de paseo y las chocolaterías estaban todas abiertas. Aparcamos en un parking para no comernos mucho la cabeza y dimos un paseo por el pueblo. Al final no pudimos resistirnos y compramos unos macarons y unos bombones. Bea se compró un megamacaron de frambuesa que estaba impresionante. Rodeamos todo el pueblo por el paseo hasta que se hizo de noche y el frío que venía del mar nos hizo continuar el camino.

Bajamos hasta Saint-Jean-De-Luz. Poco vimos del pueblo, caminamos por la plaza, subimos hasta la muralla y nos dirigimos ya hacia España con intención de parar en Hondarribia. En el precioso pueblo vasco dimos unas vueltas para ver si dábamos aparcado para poder cenar pero fue completamente imposible. El centro del pueblo estaba empedrado y había pocos sitios donde dejar el coche y los alrededores estaban abarrotados. Visto la imposibilidad nos fuimos a San Sebastián.

En la ciudad nos encontramos con una noche espectacular, con unos 12 ºC. Nos dimos una pedazo de vuelta por la ciudad vieja y por el comienzo de la playa de la concha. Había gente por todas partes y el asalto al pintxo parecía operación imposible. Así, tras seleccionar un restaurante conseguimos una mesa para los cuatro. De primero cayeron unos calamares y unas anchoas que simplemente diré que fueron las mejores que he comido en mi vida, con una textura mantequillosa, sin espinas, con un buen aceite... De segundo cayeron un par de presas ibéricas con chutney de mango, un risoto de langostinos y una merluza. De postre un par de helados, un pastel de albaricoque asado y una tarta de crema. Muy rico todo la verdad. Cansados salimos de cenar y nos dirigimos a pamplona a dormir.

El lunes partimos, no sin pena, de casa de Carmen y Flo, esperamos verlos pronto. Antes de volver nos dio la tolada y nos fuimos a la frontera francesa a hacer la compra del mes. Quisimos hacer una compra rápida pero fue imposible, nos tiramos casi dos horas y yo sigo sin comprarme la olla de hierro fundido, que se le va a hacer pero no había ninguna que me convenciera. Compramos dulces, quesos, yogures... Al final acabamos saliendo desde Francia a las cuatro de la tarde y no llegamos a casa hasta las once menos cuarto de la noche, cansados pero satisfechos.

¡Hasta la próxima aventura!

jueves, 4 de diciembre de 2008

Escapada rápida

Nos vamos de nuevo. Viaje relámpago para ver a Flo y a Carmen a Pamplona. El viernes, si nada se tuerce, saldremos de puente. Son sólo 700 Km hasta allí, un paseo en nuestro ritmo habitual. No creo que actualicemos en directo, pero prometo escribir a la vuelta y poner fotos.

Por cierto, si quereis echar un ojo a alguna foto más de las que publico en el blog, pasaos por mi cuenta de flickr

domingo, 12 de octubre de 2008

Día 9: Bordeaux - Coruña

Llegamos! Es una pena pero esto se acabó. El año que viene otra cosa vendrá, probablemente tocará continuar el viaje de Suiza, que quedó inacabado. Hoy ha sido un día largo y aburrido, con carretera y más carretera. Lo único destacable es que el gps nos mandó por una zona donde el creía que había una autopista, pero estaba inacabada. Así acabamos haciendo cuarenta km por el medio de las montañas de Álava. Un impass en el camino que realmente hacía falta, para desentumecerse. Al final, llegada a Coruña y foto finish de casi todas las compras realizadas. En cuanto tenga tiempo hago un post con las conclusiones del viaje. Hasta la próxima.

sábado, 11 de octubre de 2008

Día 8: Compiegné - ¿Paris? - Bordeaux

Pues sí, comenzó el viaje de regreso. Hoy nos levantamos tarde a posta porque la idea era dar una vuelta por Compiegné y hacer menos de 700 Km hasta Bordeaux, así que salimos del hotel casi a las 12 del mediodía. La pequeña ciudad tiene pinta de ser un núcleo universitario, no veíamos más que campus. Intentamos dar una vuelta por el centro en coche pero había mercado y fue imposible, así que nos conformamos con ver las iglesias de lejos y partimos dirección a Bordeaux.

El camino hacia alí pasa impepinablemente por los alrededores de París, y claro, estando tan cerca y haciendo tan buen tiempo (unos 20 grados) nos dio rabia no tomarnos un plato de ramen en la zona japonesa (vaya vicio tenemos con el ramen). Así, en el último momento un volantazo nos llevó en dirección al centro de París. Una vez metidos en el meollo decidimos que porque no subir en coche a Montmartre y ver el Sacre Coeur. Así, ni cortos ni perezosos, acabamos buscando donde aparcar allí al lado. Dejamos el coche donde buenamente pudimos y, muertos de hambre, hicimos un alto en una panadería para comprar un quiche de tres quesos y una fougasse (una especie de pan) de aceitunas verdes. Con fuerzas renovadas subimos hasta el Sacre Coeur en medio de una marabunta de turistas. La verdad es que la basílica es preciosa y que las vistas de París acojonantes a pesar de la bruma, pero tanto turista en tan poco sitio agobia un poco. Dentro de la basílica parecíamos borregos en medio de un rebaño. En otras zonas de la ciudad hay también mucho turista pero en aquella zona, todos concentrados en tan poco sitio la cosa era un poco coñazo. De todas formas salimos contentos, el sitio es precioso y hay un ambiente muy especial con la gente tocando.

De ahí bajamos a la zona del Louvre/Ópera al restaurante Sapporo Ramen. Los que sigais el blog desde el principio ya lo conoceréis de nuestra primera visita a París. Esta vez aparacamos y llegamos recordando por dónde habíamos estado y no nos costó mucho. Comimos dos platazos de ramen, Bea uno con sésamo y cerdo y yo uno con langostinos. 20€ por los dos en pleno centro merecen mucho la pena, ¡comida sana y nutritiva! Acabamos de comer y salimos ya dirección Bordeaux, quedaban todavía 600 Km y eran las cuatro y media de la tarde. En total pasamos en París unas tres horas, pero es que nos daba tanta pena...

De camino a Bordeaux hizo un tiempo precioso, con mucho sol sobre todo en el Loira (a 25º estábamos). Por el camino paramos a hacer una compra en Poitiers en un Auchan. Cargamos el coche de galletas, fiambre, quesos y chorradas varias para tener reservas de cosas francesas en España (que galletas, dios mío! xD). Dos horas más de charla en el coche y llegamos a Bordeaux, al hotel que cogimos la primera noche (Kyriad Lormont para los interesados) a descansar.

Por el camino tuvimos la eterna discusión que a quien quieres más, si a París o a Londres. Es una decisión difícil porque son dos ciudades muy distintas. París se ve más monumental y romántica pero también se ve más sucia y desorganizada, además de que en general uno se siente más inseguro. Londres es como más vibrante y acelerada y quizás incluso más cosmopolita. Es como una canción rápida o una lenta, depende de lo que te apetezca un día, pero al final, nos quedamos con Londres dos de cada tres veces!. Si tuviera que vivir en una de las dos me quedaría con Londres sin duda. Bueno, mañana sólo nos queda el camino hasta Coruña, escribiremos al llegar. ¡Hasta mañana!

Día 7: Londres (día 4) - Compiegné

Hoy nos levantamos por la mañana algo tristes por el hecho de que era nuestro último día en Londres. Tardamos algo de más en salir del hotel porque Bea estuvo haciendo ingeniería maletil para que todo cupiera dentro de las dos maletas que llevábamos, que ya venían bastante llenas y las compras abultaban. En cuanto estuvimos listos, arrancamos hacia St Pancras.

El paso por la estación era necesario para dejar las maletas en la consigna, que aunque era algo cara, era nuestra mejor opción, ya que la otra era volver hasta el hotel a recoger las maletas luego, pero nos quedaba lejos y el tiempo era escaso. Así que tras patearnos la estación de lado a lado (no se a quién se le ocurrió poner una única consigna y en el extremo contrario a la salida del metro) nos dirigimos al objetivo del día: Camdem Town.

Camdem Town es, a día de hoy, el mercadillo más famoso de Londres. Para que os hagais una idea el día grande es el domingo. Pues bien, ese día no se puede coger el metro desde Camdem Town, es sólo de salida la estación ya que se forma tal atasco de gente que no se puede entrar y salir desde la estación. Hoy era viernes y había bastante ambiente, aunque no era un agobio. No se como describiros aquello, es acojonante la cantidad de cosas que hay. Eso si, siempre que algo no ponga precio recordad regatear. Sin mucho esfuerzo un vendedor nos dijo un precio y nos lo rebajó al 50% en cuestión de un minuto porque pasamos de él. En fin, que aquello es abrumador. Hay muchos tipos de tiendas y puestos, ya que hay como tres o cuatro mercados unidos y además tiendas por la calle. En general hay un montonazo de ropa, para todos los gustos. Y cuando digo todos son todos los imaginables, desde ropa para clubbers (con la famosa tienda cyberdog), pasando por ropa para gothic lolitas, punkies, heavies y las cosas más fashion que se os ocurran. A mayores hay gente que hace su propia artesanía como bolsos de punto, joyería, camisetas... En el medio de todo esto hay cantidad de puestos de comida dónde coger para llevar alimentos de medio mundo.

Nos pusimos a recorrer todo esto arriba y abajo. Para comer nos metimos en un café y nos tomamos unos sandwiches y continuamos hasta que el cuerpo aguantó. Al final compramos poca cosa, porque realmente saturaba. Ya no es sólo que haya mil tiendas, es que en cada una el material está amontonado. Bea compró un anillo y yo unos comics en una tienda muy chula que estaba en un lateral de una calle. Poco antes de irnos nos tomamos un chocolate y un chai en una cadena de cafeterías que hay por todo Londres llamada Café Nero. Es una pasada lo caras que son las cosas allí, pero lo más sangrante son los cafés. En starbucks un café cuesta a partir de dos libras. En nero las cosas están bastante más ricas, pero pagamos 6 libras por las dos consumiciones, acojonante. Medio muertos fuimos a la estación a coger el tren. Con la coña del incendio del tunel el check in era más lento de lo normal y la cola casi salía de la estación. Veinticinco minutos más tarde ya estábamos esperando en el hall del eurostar y poco después estábamos acomodados dentro.

Cuando llegamos a Lille nos pasó el follón del día. La máquina del parking no nos aceptaba la tarjeta (vete tu a saber porqué, porque ni la Visa ni la Mastercard). Además, no nos pillaba más de un billete y no dábamos pagado. Al final, conseguí que bajara el chico del parking y, como pude, le expliqué la situación y me cobró en la oficina. Lo malo es que todo esto nos llevó una hora así que salimos un poco tarde hacia Compiegné, donde dormimos.

Compiegné está a 130 km de Lille, pero nos pareció buena idea hacer unos pocos km antes de salir mañana hacia Bordeaux, dónde pasaremos la última noche del viaje. Bye!