sábado, 6 de abril de 2024

Nueva Zelanda isla sur - Queenstown


Otro día de tiempo fabuloso. Cielo azul, con pequeñas nubes en las cimas de las montañas. Salimos tras un dasayuno rapido de galletas y fruta hacia Queenstown, autodenomiada capital mundial de los deportes de aventura. Aún sin ello, sigue siendo un sitio fascinante, aunque bastante lleno de turistas. Es un idílico pueblo, con casas colgando de las colinas, y un pueblo lleno de tiendas de deportes al lado de un lago precioso rodeado de montañas. Lo tiene todo. Buena comida, deportes acuáticos, esquí en invierno, senderismo todo el año... Aparcamos en un parking para caravanas grandes como la nuestra antes de ir a comprar a las tiendas de deportes de aventura. Bea se lo pasó como una enana antes de que fuéramos a comer no sin antes parar en una tienda de chuches.

Comimos en un pub irlandés un pastel de cordero a la Guiness, un estofado y un pollo empanado con bacon, queso y tomate. Seguimos paseando un poco por el lago antes de subir hacia la pista de Luge. Lo primero, subir en funicular hacia lo alto de la montaña. La vista, inmejorable. Luego subimos a la pista de Luge, que viene siendo un circuito de carrilanas con algo más de control y automatismos. Pero vamos, subes en telesilla y te tiras para abajo sobre un cacho de plástico con ruedas, manillar y frenos. A Cloe le apetecía muchísimo. Nos lo pasamos de pinga bajando a toda leche hasta que un leve accidente nos hizo acabar las carreras un pelin antes de lo previsto. No os preocupeis, nada muy grave, pero unos rascazos en la mano de Cloe hacían que no estuviera cómoda para seguir corriendo más.




Bajamos pues en la góndola hacia la caravana. No sabíamos que hacer, si seguir en la ciudad en un camping o seguir por el valle adelante, pegados al lago. Al final eso fue lo que decidimos e hicimos una hora de camino por una carretera espectacular antes de aparcar la caravana en Diamond Lake. Los últimos 8km fueron un tanto horribles, sobre una carretera de grava ondulada, lo que se suele llamar tabla de lavar. Todo en la caravana vibrando a más no poder, pero llegamos y ha merecido mucho la pena. 


Saqué la barbacoa y cenamos unos buenos cachos de ternera con algo de pan mientras veíamos ponerse el sol. Maravilloso fin del día con otro cielo lleno de estrellas que fotografiar. (Al dia siguiente nos enteramos de que era esa luz)



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