miércoles, 10 de abril de 2024

Nueva Zelanda isla sur - Wanaka día dos y Mount Cook

Hoy nos levantamos pronto. Por un lado era el cumpleaños de Cloe, que cumplía 11 años, que mayor esta ya. Nos despertamos y Bea, que siempre ha sido más detallista que yo, le quería preparar una mini fiesta. Cuando se levantó, tenía un globo, una mini mini tarta comprada a escondidas con velas que Bea había traído de Singapur, y un par de pequeños regalos. La verdad es que Nueva Zeanda y sus pueblos no son el mejor sitio para buscar regalos para un niño, asi que algo buscaremos en la siguiente estapa del viaje. Ayer la estuvimos vacilando con que no había regalos, así que estaba aún con la duda.

Corriendo nos fuimos a coger un barco. Habíamos decidido ir a una isla en medio del lago Wanaka. Corrimos para llegar y cuando aun faltaban diez minutos para la hora de salida vemos como un barco que parece el nuestro se va. Tras hablar un par de veces con la persona a cargo de la empresa, el barco nos vino a buscar una hora más tarde. Por un lado fue un poco susto de que se chafara el plan, pero por otro lado, al resolverse satisfactoriamente, nos quedó buen cuerpo. Resulta que una persona con un nombre parecido al de Bea que había reservado para tres personas tambien para el día siguiente, pero fue hoy, con lo que el barco pensó que ya estaba todo el mundo y partió. 

El camino a la isla fue un poco movido, pero divertido. Hacía bastante viento y el lago tenía en algunas zonas unas holas ya chulas. En la isla hicimos una pequeña ruta de senderismo, parándonos bastante a observar pájaros que están protegidos y apenas hay en otros sitios de Nueva Zelanda. La mayor coña de la isla es que es que hay un lago en la cima, y ese lago tiene una isla, con lo que es una isla en un lago en una isla en un lago en una isla en el mar, no digáis que no da para reirse un rato.




Comimos a la vuelta del barco, a la una, en el mismo bar al que fuimos hace seis años y la misma noche que volvimos. Que ganas tenía de unas chuletas de ciervo. Bea se tomó un sandwich de bacon y pollo y Cloe, que no tenía hambre decia, pan de ajo y la mitad del sandwich de Bea. Cogimos unos donuts también para el camino hacia el monte Cook. 


No llovía pero hacía bastante viento, aún así la caravana iba bastante bien aún con viento fuerte. Es sencilla de maniobrar y el efecto vela es muy controlale. Conducimos dos horas hasta la base de la montaña, pasando por todo el valle y el lago que preceden al monte. Es una vista majestuosa y a Bea le recordaba en su forma a Death Valley, a mi no tanto. Tras aparcar nos hicimos un sendero para ver el glaciar Tasman y un par de lagos, llamados Blue lakes, pero que ahora son green lakes debido al calentamiento global. 



Se hacía de noche ya así que nos movimos a la zona de acampada en la base del monte Cook. Aparcamos ya de noche y pagamos. En las zonas de acampada del departamento de conservación hay que colaborar con su mantenimiento. Llegas, coges de una caja una bolsa zip con un formulario, lo cubres, metes el dinero dentro con el formulario y lo depositas en un buzón. Cenamos ya de noche cerrada y luego jugamos a dos juegos de mesa (el Palacio De Jawa y el Rummi) riendonos un montón antes de irnos a dormir.

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