viernes, 18 de mayo de 2018

Japón sin rumbo: Día 4 - Ueno y Akihabara

Otro día estupendo en Tokyo. Sol pero sin muchísimo calor. El primer objetivo del día de hoy es ir a una super tienda de juguetes en el barrio de Ueno, muy cerca de la estación. El problema es que abre a las 11 de la mañana y todavía es pronto. Decidimos dar otro paseo por el barrio de Yanaka y buscar que desayunar. Del barrio ya os hablé. Resumiendo, muy tradicional, local, y con una pizca de turisteo. Supongo que en 5 años estará ya destrozado, pero ahora mismo merece la pena pasear por él. Paramos a comer unos dulces y completamos el pequeño paseo parando en una tienda de tés y cerámica. Muy chula y con muchas cosas que comprar, pena del poco sitio en la maleta.








Desde allí cogimos la Yamanote, la mejor compañera del viajero en Tokyo, camino de Ueno. Yo creo que es imposible en Tokyo pasar hambre o sed. Bea y yo ya tenemos la coña, cuando tenemos sed, de chascar los dedos tres veces mientras seguimos caminando. Antes de la tercera vez hay una máquina expendedora de bebidas a la vista. Decimos "tengo sed", y aparecen. Comida hay en todos lados. Desde pequeños restaurantes a cientos de sitios con lo que Cloe llama "gorrinaditas". Que si galletitas, dulces, panes, bollos... Lo que se os ocurra. Paramos en una panadería en Ueno, en la estación, en la que Bea alucinó porque colocas los dulces con una bandeja transparente sobre una superficie que los escanea y te dice lo que pagas. Suponemos que reconoce la forma o algo en el bollito, porque embalaje no tenía.





Salimos hacia la juguetería y la verdad es que aquí poco que contar. Dos horas viendo juguetes y más juguetes, de todos los colores. Un tanto saturados nos fuimos a la calle. Empezamos a subir la calle comercial más famosa de la zona, Ameya-Yokochō. Seguimos buscando unos zapatos que nos ayuden para la lluvia y seguimos sin encontrar. Además yo tengo un problema de tallas en Japón. Comprando marcas extranjeras todo va bien, pero si quiero algo japonés de verdad, local, no encuentro tallas. Lo más grande una 43 me dicen hoy. Vaya, dije yo conteniendo mi frustración, recórcholis, esto no puede ser. 

Tras dar unas vueltas comemos en un sitio meh, pasable. Cada vez parece más complicado comer en las zonas turísticas de la ciudad. Sinceramente sólo han pasado dos años desde la última vez que vinimos y creo que el turismo se ha incrementado mucho. Con ello se incrementan las trampas para turistas y se hace más complicado moverse por las zonas típicas. Hay mucho sitio escondido y hay que tratar de evitar las zonas clave, pero a veces el tiempo aprieta y no hay remedio. Comimos un poco de sashimi regulero, unos yakitoris y un takoyaki del montón. Además otra de las cosas que ves en estos sitios es que la comida se homogeiniza y hay las mismas cosas una y otra vez. Curry, sashimi, takoyaki, katsudon... Comida para turistas, la que ya conocen para no arriesgar.

Seguimos por la calle un buen rato, caminando hasta Akihabara. Allí el bullicio de siempre. Locurón. Ruido. Música. Pantallas gigantes. Leds. Chichas atrayendo clientela a los Maido cafés. Anime. Pantallas gigantes emitiendo trailers de anime. Videojuegos. Salones de recreativas. Gachapón. Máquinas de gancho. Ropa de videojuegos. Cosplay. Cientos y cientos de tiendas. Gente. Mucha Gente. Bullicio por doquier. Figuras. Akihabara.



Agotados sentenciamos que Akiba está muy bien para comprar, pero no es gran sitio para comer. Nos volvemos al barrio. Llegando decidimos que estamos cansados y mañana dejamos el alojamiento, así que hay que preparar la maleta. Optamos por coger unos bentos en un supermercado y a dormir, que ya va siendo hora.

No hay comentarios: