domingo, 20 de mayo de 2018

Japón sin rumbo: Día 8 - Gotemba y Kyoto

Nos levantamos en nuestro súper hotel de Gotemba, el Mars Woods, dispuestos a desayunar. El día estaba nublado y algo desapacible, al menos por el momento. Nos costó unas vueltas llegar al sitio dónde se servía el desayuno, por eso de que no había señalización en inglés. Llegamos y, nada más entrar, vemos la primera parte del lujazo que iba a ser. Reservados para cada grupo, nada de comedor común. Una vez en el reservado, nos ofrecen sopa de miso y arroz para Cloe, que no pagaba habitación y no tenía el desayuno incluido. En un rato aparece todo. Enorme, memorable. Un desayuno opíparo. Arroz, chawanmushi, sopa de miso con almejas (y traía unas cuantas dentro), salmón a la parrilla, huevo escalfado, encurtidos, verduras al vapor, otras verduras con camarones... Disfrutamos de lo lindo.



Nos despedimos con mucha pena del hotel, que fue la mar de relajante. Todos dormimos de maravilla en nuestras camas y el onsen fue muy relajante. Salimos del hotel y cogimos el coche en el parking. Bea quería ir a ver como era el outlet que había cerca y allí fuimos, con Bea al volante. La verdad es que fue bastante decepcionante. Pocas marcas locales y, en general, precios altos. No muy recomendable, la verdad, pero el sitio tiene muchísimo éxito y estaba rodeado de parkings con capacidad para muchísimos coches.


Desde allí cogimos el coche ya para devolverlo. Echar gasolina fue una odisea. La gasolinera que encontramos era automática y la máquina de repostaje sólo en Japonés. Nos costó un rato encontrar la manera de hacer que echase la gasolina. Después devolvimos el coche con éxito, sin un arañazo. Teníamos seguro pero era un rollo. Si el coche tenía un rascazo tenías que llamar ¡a la policía! De ahí que te dieran un informe y luego llamar a otro teléfono. Vamos, una fiesta sin saber japonés. Por suerte todo fue bien y el coche volvió sano y salvo. Corrimos un poco para llegar a tiempo a la estación y comenzar nuestro periplo de trenes dirección Kyoto. Primero fueron dos trenes regionales y luego un Shinkansen.


Comimos de bento en el tren. Unos niguiris de salmón un tanto ahumado y arroz con cerdo al miso blanco fueron nuestro alimento. Eso y unos bollitos al vapor con crema de plátano. Anda que no les gustan las cosas dulces en este país. Llegamos a Kyoto a eso de las cinco y media de la tarde. Una vez allí, bus al hotel. Cometemos un error y cogemos el bus en dirección contraria. Lo que debía ser un trayecto de media hora, se convirtió en una, pero qué le vamos a hacer. Una vez en el hotel, decidimos bajar hacia la zona centro de Kyoto para disfrutar de un sábado por la  noche.


Fuimos pues, hacia la zona del mercado de Nishiki y de Pontocho. Dimos vueltas y más vueltas para buscar dónde comer. Todo parecía o caro o trampa para turistas, no es la mejor zona para buscar sin conocer. Decidimos meternos entre las calles y consultar a Google. Al final encontramos un buen sitio de Tonkatsu. Un tanto escondido, pero gran acierto. Los solomillos de cerdo y el entrecot de ternera rebozados, con un buen complemento de diversas salsas para elegir, estaban buenísimos.


Una vez cenado, el siguiente paso fue caminar a lo largo de Shijo Dori camino del Santuario Yasaka. Me encanta ese templo de noche, es precioso como está iluminado y como la parte central de farolillos destaca. Además del hecho de que está casi vacío y se puede pasear con calma.

 

Hace mucho frío esta noche, la verdad, pero disfrutamos de este último paseo antes de coger el bus e irnos a dormir a nuestro moderno hotel.

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